martes, marzo 15, 2011

Historia de los signos sobre una pared: Hilda Doolittle


Historia de los signos sobre la pared que tuvo por protagonista a la poetisa H.D. (Hilda Doolittle, 1886-1961) y que ella misma cuenta en un breve libro dedicado a Freud: Tribute to Freud.



“Ahora hablaré de estos signos sobre la pared, dado que para el Profesor -Freud, con quien se analizaba en 1930- eran el ‘síntoma’ más peligroso, o más bien el único síntoma peligroso.”


“La serie de imágenes de sombra, o mejor de luz, que vi proyectada sobre la pared de una habitación de hotel en la isla jónica de Corfú, alrededor del final de abril de 1920, por su calidad e intensidad, claridad y autenticidad, es clasificable en la misma categoría psíquica a la que pertenece el sueño de la hija del faraón, la Princesa que baja la escalinata.”

H.D. llegó a Corfú junto a una joven conocida suya. Precedentemente ha explicado cómo el año anterior, en 1919, se había encontrado cerca de perder la salud y la vida. “El peso material y espiritual de sacarme de esa terrible situación”, dice, “recayó en una joven mujer que conocía desde hacía poco. Su pseudónimo es Bryher.”

Bryher organizó para ambas un viaje a Grecia, “quería llevarme a la tierra que, espiritual y geográficamente, yo prefería y soñaba”.

“Quizás el viaje a Grecia que hice esa primavera podría haber sido interpretado como una fuga de la realidad. Y quizás las experiencias que tuve en esa habitación podrían haber sido interpretadas como otra fuga: una fuga de la fuga. De cualquier manera sobre la pared había alas.”

Según la interpretación del Profesor la visión de los signos sobre la pared significaba su deseo de mantenerse unida a la madre.

“Debo decir que jamás había tenido una experiencia similar y que nunca más la tuve. Vi una mancha indistinta asumir una forma sobre la pared.” "Era una figura humana poco nítida pero era de todos modos una imagen de luz -si bien apenas lograba distinguirla- y no una imagen de sombra.”

La visión luego se hace más precisa y se transforma delante de los ojos atentos, inmóviles de H.D.: “Pero en este punto hago una pausa, o es mi mano que la hace, como si surgiera algún problema sobre el sentido o la dirección a dar a estos símbolos.”

“Me pregunto si me conviene, o quizás si no será peligroso, continuar esta experiencia, este experimento. Dado que la cabeza me está ya advirtiendo (aunque no pueden haber pasado más que pocos minutos de reloj para que las imágenes tomen cuerpo) que esta dimensión mental es muy insólita, que es muy insólito este modo de pensar, y que es posible que mi cerebro y mi mente no estén a la altura de la situación.”

Mientras reconstruye este hecho lejano, recuerda el juicio pronunciado por Freud en 1930 y piensa que quizás el Profesor tenía razón, quizás era verdaderamente un “síntoma peligroso”. Ella lo ha juzgado siempre una “inspiración”, la inspiración poética en estado puro, visión de la “escritura que se escribe a sí misma".

“Pero no es fácil conservar este estado de ánimo, este ‘síntoma’ o esta inspiración. Y ahí estoy, sentada en esta habitación con Bryher, la amiga que me ha traído a Grecia. Ahora puedo dirigirle la palabra, aunque no me muevo ni un centímetro y no dejo de tener los ojos fijos en esa esfera de cristal que es la pared delante de mí. 'Sobre la pared han aparecido algunas imágenes'-digo a Bryher-. En un primer momento pensé que serían sombras, pero no son sombras, son imágenes de luz. Representan objetos bastante simples, pero naturalmente es un fenómeno muy extraño. Si quiero puedo quitar la mirada cuando me parece, es sólo cuestión de concentración. ¿Qué te parece? ¿Debo detenerme o debo continuar? Bryher respondió sin dudar: -Adelante.”

Pero la visión se perturba, la perturbación se visualiza en una masa zumbante de puntos negros y móviles.

“… Sé que eran personas y me irritaban, pero no odiaba a la gente y no nutría resentimientos hacia nadie. Había conocido personas excepcionalmente dotadas y deliciosas. Me habían tratado con muchas atenciones o bien me habían despreciado, pero el hecho de haber recibido atenciones o de haber sido despreciada no tenía ninguna importancia frente a los problemas más graves: frente a la vida, frente a la muerte. (Había parido a mi hija y yo todavía estaba viva.) Y sin embargo, extrañamente, yo sabía que esos signos sobre la pared delante de mí, la experiencia que estaba haciendo, no podía compartirla con ellos: no podía compartirla con nadie más que con la muchacha que tan valientemente estaba a mi lado. Y esta muchacha me había dicho sin dudar: "Adelante". Era ella quien verdaderamente tenía el desapego y la integridad de la Pithia de Delfos. Pero era yo (en tan mal estado y tan separada de mis parientes americanos y de mis amigos ingleses), era yo quien veía las imágenes y leía esos signos o, si se quiere, era yo aquella a quien le había sido concedida la visión interior. O bien, en cierto sentido, esas imágenes las ‘veíamos’ juntas, porque sin ella, debo admitirlo, no habría podido seguir adelante.”

"Apagué ‘el interruptor’, interrumpí ‘la corriente’ antes que apareciera la imagen final, antes (podría decirse) que tuviera lugar la explosión. Pero si bien dentro de mí siento haber tenido bastante, o quizá un poco demasiado, Bryher, que ha continuado a la espera junto a mí, continúa la ‘lectura’ desde el punto en que yo la dejé. Después me dijo que no había visto nada sobre la pared, hasta que yo me tomé la cabeza con las manos. Se había quedado cerca de mí, paciente, perpleja, y ciertamente muy preocupada y ansiosa por mis condiciones, por ese estado de ánimo mío. Pero cuando me relajé, cuando me dejé ir, mental y físicamente exhausta, Bryher vio aquello que yo no había visto: la última sección de la serie o el símbolo conclusivo.”

“Bryher me dijo haber visto un círculo similar al disco solar con una figura dentro, que, según ella, era la de un hombre en el acto de tender la mano para traer al sol, junto a sí, una figura de mujer (mi Niké).”

Niké, o Victoria, es la última de las figuras aparecidas sobre la pared y la autora la describió detalladamente: “Es un ángel con rasgos comunes, del tipo que se puede ver sobre las tarjetas de Navidad o de Pascua. Está hecha de luz como las tres figuras precedentes, llamadas también “mis tres cartas”, “pero a diferencia de estas últimas no es una imagen estática o aplanada: se mueve en el espacio, un espacio no circunscripto, y no está aplastada contra la pared, aunque sube hacia arriba como si se deslizara sobre la superficie del muro. Es una imagen en movimiento y por suerte es un movimiento veloz. No es que sea realmente veloz, pero tiene un flujo constante que por lo menos concede un poco de reposo a la mente, que ahora está como si hubiera escapado los barrotes de aquella escalera [aparecida justo antes de Niké] y hubiera dejado de treparse, no más prisionera en esa jaula sino libre y alada..."

“El deseo de quedar unida a mi madre es la interpretación que el Profesor dio a la escritura figurada.” "Se pueden leer o interpretar como el deseo reprimido de emitir ‘signos y profecías’ prohibidos que infrinjan cualquier regla, el deseo reprimido de ser una profetisa.” “O bien estos signos sobre la pared son simplemente una extensión de la mente del artista, una escritura figurada o un poema ilustrado, sustraídos al contenido del sueño real y de aquel con los ojos abiertos y proyectados desde adentro.”

* De la traducción al italiano I segni sul muro

Extraído de:
http://mitakuyeoyasinn.blogspot.com/2007/09/libreria-delle-donne-di-milano.html
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