Delia Pasini*: Setiembre...
grietas de la casa. Porque ella la había
pensado indestructible, como si sólo los
seres murieran con el tiempo.
La humedad cala las hechuras y esas manos,
ah, esas manos siempre taciturnas también
palpan los fragmentos desprendidos.
Comprende. Por desgracia sabe ver.
Algunos la pensarán suspicaz y otros malsana.
Si la grandeza se refleja en la mirada
los ojos verdes de la gata chispean de amor e
inteligencia. Brasa fría en la noche, arrebujada.
Trae el viento un aliento dulzón, incipiente y
tímido a flores preanunciadas. No la calma bochornosa
del verano sino el bramido de la tierra en eclosión.
Aunque los tiempos deterioran el clima y las costumbres
todavía es posible sembrar y retoñarse.
Esos arboles jóvenes, otros los verán elevarse
hacia la luz. Si quedaran las voces, si quedara
la musica, si quedaran las telas encendidas,
resumirían en un haz el milagro del génesis.
Por siempre renovado, en tanto alguien enseñe
a un niño a descifrar su nombre y el camino
*Poeta, crítica, traductora. Publicó, entre otros, los siguientes libros: Un decir se repite entre mujeres (1979); Los peces de ceniza (1984); Adiós en el original (1985); Títere sin cabeza (1991); De artes y oficios (1998), Parábola de ciegos
(2005). Ha traducido a diversos autores en lengua inglesa: Lewis
Carroll, Oscar Wilde, Jane Austen, Christopher Marlowe, Robert Louis
Stevenson, Charles Dickens y William Butler Yeats. Secretaria de
redacción de la revista de poesía El Jabalí, colabora en diarios y revistas del país y el exterior.
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