viernes, enero 31, 2014

Delia Pasini*: Setiembre...


Nada es para siempre, dice, mirando las
grietas de la casa. Porque ella la había
pensado indestructible, como si sólo los
seres murieran con el tiempo.
La humedad cala las hechuras y esas manos,
ah, esas manos siempre taciturnas también
palpan los fragmentos desprendidos.

Comprende. Por desgracia sabe ver.
Algunos la pensarán suspicaz y otros malsana.
Si la grandeza se refleja en la mirada
los ojos verdes de la gata chispean de amor e
inteligencia. Brasa fría en la noche, arrebujada.

Trae el viento un aliento dulzón, incipiente y
tímido a flores preanunciadas. No la calma bochornosa
del verano sino el bramido de la tierra en eclosión.
Aunque los tiempos deterioran el clima y las costumbres
todavía es posible sembrar y retoñarse.

Esos arboles jóvenes, otros los verán elevarse
hacia la luz. Si quedaran las voces, si quedara
la musica, si quedaran las telas encendidas,
resumirían en un haz el milagro del génesis.

Por siempre renovado, en tanto alguien enseñe
a un niño a descifrar su nombre y el camino



*Poeta, crítica, traductora. Publicó, entre otros, los siguientes libros: Un decir se repite entre mujeres (1979); Los peces de ceniza (1984); Adiós en el original (1985); Títere sin cabeza (1991); De artes y oficios (1998), Parábola de ciegos (2005).  Ha traducido a diversos autores en lengua inglesa: Lewis Carroll, Oscar Wilde, Jane Austen, Christopher Marlowe, Robert Louis Stevenson, Charles Dickens y William Butler Yeats. Secretaria de redacción de la revista de poesía El Jabalí, colabora en diarios y revistas del país y el exterior.

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sábado, enero 18, 2014

Emily Dickinson: Sentí un funeral en mi cerebro






Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose -arrastrándose- hasta que pareció
que el sentido se quebraba definitivamente

-y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor-
comenzó a temblar -a batir- hasta que pensé
que mi mente enmudecía,

y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con los mismos zapatos de plomo, de nuevo,
el espacio- comenzó a repicar,

como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna raza extraña,
náufraga, solitaria, aquí

-y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí-
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo -entonces-.
*Emily Dickinson (1830-1886). Traductor desconocido.

viernes, enero 17, 2014

Miguel Ángel Bustos: Filmpoema II

De archivo del blog




 ¿Qué es la imagen sino el movimiento "siempre andando", agua de un mar a otro mar, átomo de la palabra?

Nuestras palabras las tallamos en el taller, el material lo conseguimos sin saber cómo, en la calle, sufriendo, riendo; taller y material pueden estar contenidos y maduros en un minuto o cinco años.

Todo depende de velocidad, peso y ritmo.

Ahora bien, una imagen nos roza el ojo izquierdo y ce polvorienta en la lengua -AGRIA; duerme en la lengua, la tragamos. Necesario fue que casi la olvidáramos para que se fundiera en aquella palabra que nos dolió tanto. Sube la palabra sin polvo, unida a algo elástico y vivo. Este fluir construyendo, esta imaginería, este fenómeno, se podría realizar ante los ojos de la gente como yo me lo realizo ante mis propios ojos. Si nos hiciéramos instrumentos del fenómeno poético y dibujáramos sobre un película lo que nos sucede cuando escribimos, no explicáramos; tendríamos que ser mudos en cuanto a explicación se refiere; como una pluma choca contra la frente, cae, nos desborda la boca, se hunde lejos y ya no es pluma nada, es nieve, hombro, axila suave, piel con piel, y vuelve hecha a la boca, cae en las manos: darle años, hacer eterno este pan junto al mar.

Lograríamos de esta forma tal vez, "dibujar" el fenómeno poético, capturaríamos quizá llevándolo adentro nuestro, a nuestros ojos a que mire con nosotros cómo se hace un poema, al público esa novia.

Tenemos que saber que, imaginar par que lo imaginensimultáneamente con nosotros, no es desarrollar ni operar. El agua cuando se hace ola no habla ni explica nada, salta. Y el mar tal vez nos está demostrando cosas y nosotros lo comprendemos. Así tiene que ser dado este filmpoema. Lograr que nuestro ojo asaltante suba a la pantalla y comience a escribir su poema.

Y la gente entienda todo lo que trae la palabra agua –sangre- piedra-niño- desnuda- sombra. Y siga, ¿ves aquella línea que se duerme, ves?, aquella esfera que cae, las piedras, las espaldas cansadas.

Hasta que comience a sentir la esfera, la espalda, la sangre, la piedra. Y sepa por qué esta línea arrebató la esfera y la engulló con un tono bajo de guitarra. Comenzará a construir dibujando con nosotros el poema. ¿Para qué, entonces, la palabra que no sea poema, la palabra que explique, si ya se está dando puro y desnudo el poema con su imagen “hablando” en imágenes?

Escribo sobre medios técnicos en la poesía. Los nuevos planos que tiene que explorar. Los nuevos espacios de dolor. Los nuevos colores.

(…)

Véase: Miguel Ángel Bustos: Prosa 1960-1976. Ediciones del CCC, Buenos Aires.

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lunes, enero 13, 2014

descanso...


viernes, enero 03, 2014

Jorge Smerling: Para agradecer, estoy vivo






estoy alto de cielo
con esa luz serena que duerme
en el fondo de los mares
navegado de alegría y puesto en el mundo
como un rezo permanente
libro como puede el viento debajo de los pájaros
con un rayo de trueno saliendo del corazón
abismal
con un rayo de trueno
con el orgullo de estar amando
he vuelto a agradecer a las formas de estar vivo
como lo hace la sombra cuando es animal
animal profundo
o la boca después del beso aún celeste como las manos
mi cabeza es todo un sueño que regresa al agua
como un niño
estoy alto de cielo y levanto flores de la tierra
y digo que el alma es un martillo
cuando cuerpo a cuerpo es la vida
el centro del volcán en su oración infinita
digo que todo calla y suenan largas trompetas largas
suena la extensa naturaleza en mi cuerpo nuevo
y levito en tantas horas
y fugas un punto fijo
he vuelto a agradecer
el pan de Dios hecho alabanza en mis amigos
¿cómo podré dormir después del sueño?
la tarde es un suave caballo de tormentas sobre mí
estoy alto y aquí
donde todo es posible
donde es bello lo inasible y volátil
esa hoja hecha de huesos
he vuelto a agradecer y lo repito tantas veces
porque puede la belleza: palabra de amor
salir al mundo

Jorge Smerling:  Buenos Aires, 1957- 1 de enero 2014.