sábado, junio 30, 2012

Paula Jiménez: Poesía argenchina


Sobre el libro La familia china de María del Carmen Colombo
Por Paula Jiménez

Suplemento Las 12, página N° 12, Diario Página/12
Viernes 29 de junio,2012


Ni bien comienza el libro un abanico se despliega y con él la secuencia de imágenes pintadas en los plises del papel. Quizás, antes de esto, esas escenas estuvieron replegadas, y esperando salir a la vida, como los personajes suspendidos de la obra de Pirandello. Claro que en realidad no sabemos qué pasa cuando el abanico se cierra, pero lo que sí sabemos es que al abrirlo María del Carmen Colombo encontró, cual una Marco Polo de la poesía, un mundo deslumbrante. Y ese mundo deslumbrante no es solo el de una familia - china en un país que no es China, ya que es señalada como diferente por su gentilicio - sino, sobre todo, el de un lenguaje. No deja de sorprender, por muchas lecturas que hayamos hecho de este libro, el registro lírico que la autora de La muda encarnación eligió para contar la historia, y que mezcla humor, poesía política, orientalismo y modismos populares en un cóctel de belleza pura. Aunque tal vez no sea acertado hablar de historia para referirnos a La familia china, porque esto supondría la progresión cronológica de un argumento y acá no hay nada de eso. En algunas ocasiones, el pasado vive en el presente porque el presente es actualización de una cultura milenaria. En uno de los primeros textos de este libro de prosas poéticas, el padre chino toma la palabra: “Esas tintoreras – dice de sus hijas – calientan la pava y después yo salgo hecho una planicie. Qué saben ellas, tan chiquitas, del trabajo que costó a mis antepasados imitar el oscuro abanico de las olas, escama por escama, durante milenios, hasta hacer de mi alma este biombo musical que solo los hombres chinos saben desplegar con dignidad”. En otros momentos, en cambio, los acontecimientos se leen desde la perspectiva temporal occidental y la voz que cuenta, súbitamente enraizada en Argentina, dice: “Y en mi hermano no queda ni siquiera el hilito de furia que me mantiene a mí. Algunas veces cuando lo abrazo recupera la memoria y dice: Ni olvido ni perdón”. Las raíces culturales y familiares son fuertes tópicos en este libro publicado por primera vez a finales de los 90 por Libros de Tierra Firme y reditado recientemente por Hilos. En aquella década, la comunidad china comenzó a migrar a Buenos Aires masivamente y a producirse una vez más en la Babel porteña un cruce cultural. Uno de los enormes atractivos de La familia china es que las referencias a lo chino, lo argentino o lo uruguayo (otra de las más importantes comunidades de inmigrantes) se confunden y encuentran a la vez un lenguaje con el cual esta amalgama puede expresarse: “Los chinos, los chinos verdaderos, sueñan con la banda oriental”. Más tarde, una de las tres chicas chinas le reclamará a su hermano “¿Qué nos queda si un oriental se desorienta?”, porque este dice “No entender, no entender”: El humor ingenuo y los juegos idiomáticos hacen de este un libro en parte cándido, hecho también con los materiales de la literatura infantil, tan cercana a la poesía, al juego, al canto. Claro que el grado de sofisticación y profundidad que en él se desarrolla nos advierte que la autora se trae también algo complejo entre manos, algo sobre lo que hemos sido advertidos desde el primer capítulo: “Por suerte – dice -, entre el comienzo y el final de este despliegue solo transcurre media hora. Tiempo suficiente durante el cual un semicírculo puede alcanzar su personalidad verdadera y en el instante hacerse aire, como este abanico”. Sí: la personalidad, esa palabra. De eso se trataba también este libro. Se trataba de esa construcción subjetiva apoyada en las características étnicas, culturales, filosóficas, ideológicas, etc., de una persona; de esa ficción que puede alcanzar su esplendor y decaer en un instante. Y para cerrar ese circulo abierto en la primera página, transcribo lo que magistralmente fue escrito en la última: “la china intenta tapar el pandemónium que la caja de pandora de su cuerpo destapó en una distracción o alejamiento del centro, de atención. Pero ya es tarde y arrastrada por semejante manifestación se pierde entre los seres aparecidos mientras se pregunta: ¿quién soy?// Así comienzan los deshielos en el imperio de la personalidad”.

Poesía argenchina, reseña de Paula Jiménez

Hoy, viernes 29 de junio de 2012, en la página 12 del Suplemento Las Doce, del diario Página/12, apareció la reseña de mi libro La familia china -reeditado por Hilos Editora-, bajo el título "Poesía Argenchina".  La autora de la reseña es la poeta argentina Paula Jiménez. 
En cuanto la mencionada reseña esté disponible en la web, la publicaré en este blog



martes, junio 26, 2012

Gisela Galimi: Para que nada cambie...



Alción  Editora tiene el agrado de invitar Ud./s  a la
presentación del libro

Para que nada cambie



de

Gisela Galimi
el día 28 de junio a las 19.30 hs.
                                                    Bar Monserrat,
San José 524
San Telmo – Buenos Aires

lunes, junio 25, 2012

Samuel Bekett: Cómo decirlo...


CÓMO DECIRLO

para Joe Chaikinuna locura -
una locura para -
para -
cómo decirlo -
locura de esto -
todo esto -
una locura de todo esto -
dado -
una locura dado todo esto -
viendo -
una locura viendo todo esto -
esto -
cómo decirlo -
esto esto -
esto esto aquí -
todo esto aquí -
una locura dado todo esto -
viendo -
una locura viendo todo esto esto
aquí -
para -
cómo decirlo -
ver -
entrever -
parecer entrever -
necesidad de parecer entrever -
una locura para necesitar parecer
entrever -
cómo -
cómo decirlo -
y dónde -
una locura para necesitar parecer
entrever -
cómo dónde -
dónde -
cómo decirlo -
allí -
allá -
allá lejos -
a lo lejos -
a lo lejos lejos lejos de allá -
desvaído -
desvaído a lo lejos allá lejos allá
cómo -
cómo cómo decir -
viendo todo esto -
todo esto esto -
todo esto esto aquí -
locura para ver cómo -
entrever -
parecer entrever -
necesidad de parecer entrever -
desvaído a lo lejos lejos allá cómo -
una locura para necesitar parecer
entrever -
desvaído allá lejos lejos allá cómo -
cómo -
cómo decirlo -
cómo decirlo






WHAT IS THE WORD
for Joe Chaikinfolly –
folly for to –
for to –
what is the word –
folly from this –
all this –
folly from all this –
given –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this –
this –
what is the word –
this this –
this this here –
all this this here –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this this here –
for to –
what is the word –
see –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
folly for to need to seem to glimpse –
what –
what is the word –
and where –
folly for to need to seem to glimpse –
what where –
where –
what is the word –
there –
over there –
away over there –
afar –
afar away over there
afaint-
afaint afar away over there what –
what –
what is the word –
seeing all this –
all this this –
all this this here –
folly for to see what –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
afaint afar away over there what –
folly for to need to seem to glimpse –
afaint afar away over there what –
what –
what is the word –

what is the word

*Traduc. Bruno Cuneo.


viernes, junio 22, 2012

Lecturas: La conversación de los Poetas


Adrienne Rich: Cartografía del silencio...*

*Poemas extractados del blog El Placard (http://el-placard.blogspot.com.ar)


1


Una conversación empieza
con una mentira. Y cada

interlocutor de ese supuesto lenguaje común
siente la partición del témpano, el separarse

como con impotencia, como enfrentándose
a una fuerza de la naturaleza

Un poema puede empezar
con una mentira. Y romperse.

Una conversación tiene otras leyes
se recarga con su propia

falsa energía, no se puede romper.
Se infiltra en nuestra sangre. Se repite.

Talla con su estilete sin retorno
la soledad que niega.




2

La emisora de música clásica
suena en el departamento hora tras hora

levantar, levantar
y levantar el teléfono de nuevo

Las sílabas que pronuncian
una y otra vez el viejo guión

La soledad del mentiroso
que vive en la red formal de la mentira

girando el dial para ahogar el terror
debajo de la palabra no dicha.



3


La tecnología del silencio
los rituales, la etiqueta

la confusión de los términos
silencio y no ausencia

de palabras o música o hasta
sonidos en bruto

El silencio puede ser un plan
ejecutado con rigor

la copia heliográfica de una vida


Es una presencia
tiene una historia y una forma

No lo confundas
con cualquier clase de ausencia


4


Qué tranquilas, qué inofensivas empiezan
a parecerme estas palabras

aunque comenzaron con pena y enojo
Puedo atravesar esta película de lo abstracto

sin lastimarme, ni a vos
acá hay dolor suficiente

¿Por eso transmite la emisora de música clásica o de jazz?
¿Para darle una razón de ser a nuestro dolor?


5



El silencio se desnuda:
En la Pasión de Juana de Dreyer


la cara de Falconetti, el pelo rapado, una gran geografía
escrutada en silencio por la cámara

Si hubiese una poesía donde esto pudiese ocurrir
no como espacio en blanco ni como palabras

ajustadas igual que una piel sobre los significados
sino como el silencio que cae al final

de una noche que dos personas pasaron
hablando hasta el amanecer.


6


El grito
de una voz ilegítima

Ha dejado de escucharse, por ende
se pregunta a sí mismo

¿Cómo es que existo?

Éste era el silencio que quería romper en vos
Tenía preguntas pero no ibas a responder

Tenía respuestas pero no podías usarlas
Esto es inútil para vos y quizás para los otros.


7


Era un asunto viejo hasta para mi:
El lenguaje no lo puede todo –

Anotalo con tiza en las paredes de los mausoleos
donde yacen los poetas muertos

Si el poema pudiera transformarse
a voluntad del poeta en una cosa

Un ala de mármol al descubierto, una cabeza en alto
radiante de rocío

Si simplemente pudiera mirarte a la cara
con los ojos desnudos, sin dejarte dar vuelta

hasta que vos, y yo que deseo hacer ésto,
fuéramos iluminados al fin por su mirada.



8


No. Dejame tener esta tierra,
estas nubes pálidas demorándose amargamente, estas palabras

moviéndose con precisión feroz
como los dedos de un niño ciego

o la boca del recién nacido
violenta de hambre

Nadie puede darme, hace mucho
adopté este método

Así como el grano se vuelca de la bolsa de red
o la llama de bunsen que se volvió baja y azul

Si cada tanto envidio
las anunciaciones puras a simple vista

La visio beatifica
Si cada tanto quiero volverme

como el hierofante eleusino
que sostiene una simple espiga de cereal

Para el regreso al mundo concreto e incesante
lo que sigo eligiendo, de hecho,

son estas palabras, estos susurros, conversaciones
de las que una y otra vez despunta verde y húmeda la verdad.



Cartographies of Silence

 1.
A conversation begins/ with a lie. And each // speaker of the so-called common language feels/ the ice-floe split, the drift apart // as if powerless, as if up against/ a force of nature/ A poem can begin/ with a lie. And be torn up. // A conversation has other laws/ recharges itself with its own // false energy, Cannot be torn/ up. Infiltrates our blood. Repeats itself. // Inscribes with its unreturning stylus/ the isolation it denies.

2.
The classical music station/ playing hour upon hour in the apartment // the picking upand picking up/ and again picking up the telephone/ The syllables uttering/ the old script over and over //The loneliness of the liar/ living in the formal network of the lie // twisting the dials to drown the terror/ beneath the unsaid word

3.
The technology of silence/ The rituals, etiquette// the blurring of terms/ silence not absence// of words or music or even/ raw sounds// Silence can be a plan/ rigorously executed// the blueprint of a life // It is a presence/ it has a history a form// Do not confuse it/ with any kind of absence

4.
How calm, how inoffensive these words/ begin to seem to me // though begun in grief and anger/ Can I break through this film of the abstract / /without wounding myself or you/there is enough pain here // This is why the classical or the jazz music station plays?/ to give a ground of meaning to our pain?


5.
The silence strips bare:/In Dreyer's Passion of Joan //Falconetti's face, hair shorn, a great geography/ mutely surveyed by the camera //If there were a poetry where this could happen/ not as blank space or as words// stretched like skin over meanings of a night through which two people/ have talked till dawn.


6.
The scream/of an illegitimate voice// It has ceased to hear itself, therefore/ it asks itself// How do I exist?// This was the silence I wanted to break in you/I had questions but you would not answer// I had answers but you could not use them/ This is useless to you and perhaps to others

7.

It was an old theme even for me:/Language cannot do everything- //chalk it on the walls where the dead poets/lie in their mausoleums// If at the will of the poet the poem/could turn into a thing// a granite flank laid bare, a lifted head/alight with dew//If it could simply look you in the face/with naked eyeballs, not letting you turn// till you, and I who long to make this thing,/were finally clarified together in its stare


8.
No. Let me have this dust,/these pale clouds dourly lingering, these words// moving with ferocious accuracy/like the blind child's fingers// or the newborn infant’s mouth/violent with hunger// No one can give me, I have long ago/taken this method// whether of bran pouring from the loose-woven sack/or of the bunsen-flame turned low and blue/ If from time to time I envy/ the pure annunciations to the eye// the visio beatifica/ if from time to time I long to turn// like the Eleusinian hierophant/ holding up a simple ear of grain// for return to the concrete and everlasting world/what in fact I keep choosing// are these words, these whispers, conversations/ from which time after time the truth breaks moist and green.


(de  "The Dream of a Common Language" Poems 1974-1977)




Samuel Bekett: Textos para nada...


Bruscamente, no, a la fuerza, a la fuerza, no pude más, no pude continuar. Alguien dijo, No puede permanecer ahí. No podía permanecer allí y no podía continuar. Describiré el lugar, carece de importancia. La cima, muy llana, de una montaña, no, de una colina, pero tan salvaje, tan salvaje, basta. Fango, brezo hasta las rodillas, imperceptibles senderos de ovejas, erosiones profundas. Fue en el hueco de una de ellas donde me tendí, al abrigo del viento. Hermoso panorama, sin la niebla que lo velaba todo, valles, lagos, planicie, mar. ¿Cómo continuar? No era necesario empezar, sí, era necesario. Alguien dijo, quizá el mismo. ¿Por qué ha venido? Hubiera podido quedarme en mi rincón, al calor, al abrigo de la humedad, no podía. Mi rincón, lo describiré, no, no puedo. Simplemente, no puedo nada más, como suele decirse. Digo al cuerpo, ¡Vamos, arriba!, y siento el esfuerzo que realiza, para obedecer, cual vieja carnaza caída, en mitad de la calle, que ya no hace, que aún hace, antes de renunciar. Digo a la cabeza, déjalo tranquilo, quédate tranquila, cesa de respirar, después jadea a más y mejor. Me siento lejos de esas historias, no debería ocuparme de ellas, no necesito nada, ni ir más lejos, ni quedarme en donde estoy, todo me resulta verdaderamente indiferente. Debería volverme, del cuerpo, de la cabeza, dejar que se arreglen, dejar que se acaben, no puedo, sería necesario que sea yo quien se acabe. Ah sí, diríase que somos más de uno, sordos todos, ni siquiera, unidos de por vida. Otro dijo, o el mismo, o el primero, todos tienen la misma voz, todos los mismos pensamientos. Debiera haberse quedado en su casa. Mi casa. Querían que regresara a mi casa. Mi morada. Sin niebla, con buenos ojos, con un catalejo, la vería desde aquí. No se trata de simple fatiga, no estoy simplemente fatigado, a pesar de la ascensión. Tampoco de que quiera permanecer aquí. Había oído, debí haber oído hablar del panorama, el mar allá lejos, de plomo repujado, el llano llamada de oro tan frecuentemente cantado, los repetidos lomos, los lagos glaciares, los humos de la capital, no se hablaba de otra cosa. A ver, ¿quiénes son esa gente? ¿Me han seguido, precedido, acompañado? Estoy en la excavación que los siglos han cavado, siglos de mal tiempo, tendido cara al suelo negruzco donde se estanca, lentamente bebida, un agua azafranada. Están arriba, alrededor, como en el cementerio. No puedo levantar la vista hacia ellos, lástima. No veré sus rostros. Las piernas quizás, inmersas en el brezo. ¿Me ven ellos, qué pueden ver de mí? Quizá ya no haya nadie, quizá se hayan ido, asqueados. Escucho y son los mismos pensamientos lo que oigo, quiero decir los mismos de siempre, curioso. Decir que en el valle brilla el sol, en un cielo desmelenado. ¿Desde cuándo estoy aquí? Qué pregunta, me la planteo con frecuencia. Y con frecuencia he sabido responder. Una hora, un mes, un año, cien años, según qué entendía por aquí, por mí, por estar, y ahí dentro nunca he ido a buscar nada extraordinario, ahí dentro nunca he cambiado gran cosa, poco había aquí con aspecto de cambiar. O decía, No debe hacer mucho tiempo, no lo habría soportado. Oigo los chorlitos, significa que cae la tarde, que cae la noche, pues los chorlitos son así, gritan al llegar la noche, tras permanecer mudos durante toda la tarde. Así, así es entre criaturas salvajes y de tan corta vida, en relación a la mía. Y esta otra pregunta, que me es conocida, Por qué he venido, que no tiene respuesta, de modo que respondía, Para variar, o, No soy yo, o. Es el azar, o incluso, para ver, o en fin, la edad del fuego. Es el destino, siento que llega, la pregunta no me hallará desprevenido. Todo es ruido, negra turba saturada que aún debe beber, marejada de helechos gigantes, brezo con simas en calma donde se ahoga el viento, mi vida y sus viejos estribillos. Para ver, para variar, no, está visto, todo visto, hasta llenarse los ojos de legañas, ni a la intemperie, el mal está hecho, el mal fue hecho, un día que salí, a rastras de mis pies hechos para ir, para dar pasos, que había dejado ir, que me arrastraron hasta aquí, por eso vine. Y lo que hago, lo esencial, resoplo, diciéndome, con palabras como de humo, no puedo quedarme, no puedo irme, veamos qué ocurre. ¿Y como sensación? Dios mío, no puedo quejarme, es él, pero con sordina, como bajo la nieve, menos el calor, menos el sueño, las sigo bien, todas las voces, todas las partes, bastante bien, el frío me gana, también la humedad, en fin lo supongo, estoy lejos. Mis reumatismos, no pienso en ellos, no me hacen sufrir más que los de mi madre, cuando la hacían sufrir. Ojo paciente y fijo, a flor de esta cabeza huraña de roñoso, ojo fiel, es su hora, quizá sea su hora. Estoy arriba y estoy aquí, tal como me veo, encenagado, los ojos cerrados, la oreja pegada formando ventosa contra la multitud que chupa, estamos de acuerdo, todos de acuerdo, en el fondo, desde siempre, nos queremos, nos lamentamos, pero ay, nada podemos. Seguro, dentro de una hora será demasiado tarde, dentro de media hora será de noche, y aun, no es seguro, entonces qué, qué no es seguro, absolutamente seguro, que la noche impide cuanto permite el día, a quienes saben apañárselas, a quienes quieren apañárselas, y pueden, aún pueden intentarlo. La niebla se disipará, lo sé, por mucho que uno esté desprevenido, el viento refrescará, al caer la noche, y el cielo nocturno cubrirá la montaña, con sus luminarias, los astros, que me guiarán, una vez más, guiarán mis pasos, esperemos la noche. Todo se enreda, los tiempos enredan, antes sólo había estado, ahora estoy siempre, dentro de unos instantes aún no estaré, penando en mitad de la vertiente, o entre los helechos que rodean el bosque, son los alerces, no intento comprender, nunca más intentaré comprender, como suele decirse, de momento estoy aquí, desde siempre, para siempre, ya no temeré a las palabras importantes, no son importantes. No recuerdo haber venido, nunca podré irme, mi pequeño mundo, tengo los ojos cerrados y siento en la mejilla el humus áspero y húmedo, mí sombrero ha caído, no ha caído lejos o el viento se lo ha llevado lejos. Lo apreciaba mucho. Ora es la mar, ora la montaña, a veces ha sido el bosque, la ciudad, también el llano, también probé en el llano, me he dejado por muerto en todos los rincones, de hambre, de vejez, acabado, ahogado, y después sin razón, muchas veces sin razón, por hastío, rebifa, un último suspiro, y los aposentos, de mi hermosa muerte, en la cuna, hundiéndose bajo mis penates, y siempre refunfuñando, las mismas frases, las mismas historias, las mismas preguntas y respuestas, ingenuo, basta, al límite de mi mundo de ignorante, jamás una imprecación, no tan tonto, o quizá no recuerde. Sí, hasta el final, en voz baja, meciéndome, haciéndome compañía y siempre atento, atento a las viejas historias, como cuando mi padre sentándome en sus rodillas, me leía la de Joe Breem, o Breen, hijo de un torrero, noche tras noche, durante todo el invierno. Era un cuento, un cuento para niños, transcurría en un peñón, en medio de la tempestad, la madre había muerto y las gaviotas se despachurraban contra el fanal, Joe se tiró al agua, es cuanto recuerdo, un cuchillo entre los dientes, hizo lo que tenía que hacer y regresó, es cuanto recuerdo esta noche, terminaba bien, empezaba mal y terminaba bien, todas las noches, una comedia, para niños.

Sí, he sido mi padre y he sido mi hijo, me he planteado preguntas y las he contestado lo mejor que pude, me he hecho repetir, noche tras noche, la misma historia, que me sabía de memoria sin poder creerla, o nos íbamos, cogidos de la mano, mudos, sumergidos en nuestros mundos, cada uno en sus mundos, con las manos olvidadas, una en la otra. Así he sobrevivido, hasta el presente. Y aún esta noche parece que todo marcha bien, estoy en mis brazos, me sostengo entre mis brazos, sin mucha ternura, pero fielmente, fielmente. Durmamos, como bajo aquella lejana lámpara, embrillados, por haber hablado tanto, escuchado tanto, penado tanto, jugado tanto.
 
*Samuel Beckett.Textos para nada, 1955 (Tusquets Cuadernos Marginales 22)

miércoles, junio 20, 2012

María Zambrano: Los hermanos


     No me respondes, hermana. He venido ahora a buscarte. Ahora, no tardarás ya mucho en salir de aquí. Porque aquí no puedes quedarte. Esto no es tu casa, es sólo la tumba donde te han arropado viva. Y viva no puedes seguir aquí; vendrás ya libre, mírame, mírame, a esta vida en la que yo estoy. Y ahora sí, en una tierra nunca vista por nadie, fundaremos la ciudad de los hermanos, la ciudad nueva, donde no habrá ni hijos ni padres. Y los hermanos vendrán a reunirse con nosotros. Nos olvidaremos allí de esta tierra donde siempre hay alguien que manda desde antes, sin saber. Allí acabaremos de nacer, nos dejarán nacer del todo. Yo siempre supe de esa tierra. No la soñé, estuve en ella, moraba en ella contigo, cuando se creía ése que yo estaba pensando.
     En ella no hay sacrificio, y el amor, hermano, no está cercado por la muerte.
     Allí el amor no hay que hacerlo, porque se vive en él. No hay más que amor.
     Nadie nace allí, es verdad, como aquí de este modo. Allí van los ya nacidos, los salvados del nacimiento y de la muerte. Y ni siquiera hay un Sol; la claridad es perenne. Y las plantas están despiertas, no en su sueño como están aquí; se siente lo que sienten. Y uno piensa, sin darse cuenta, sin ir de una cosa a otra, de un pensamiento a otro. Todo pasa dentro de un corazón sin tinieblas. Hay claridad porque ninguna luz deslumbra ni acuchilla, como aquí, como ahí fuera.


* Zambrano, M.: En La tumba de Antígona, Madrid, Ed. Mondadori, 1989, pp 79-80

martes, junio 19, 2012

Festival de Poesìa en la Escuela



JUEVES 21 de Junio, Sede: ESB 186 / EP 97. 
Avelino Díaz 500. Villa Celina. La Matanza. GCBA

8.30 hs. Talleres:

-EP 97 (escuela primaria): Marta Brykman sobre obra de Berta Finkel,
Ana Adjiman y Alejandra Correa sobre Zooloco de María Elena Walsh.
-ESB 186 (escuela secundaria):Taller: Marcelo Leites sobre obra de Héctor Viel Temperley; Proyección de cortos de la BN: El libro perdido.

9.30 hs. Mesa de lectura:
María del Carmen Colombo lee a Osvaldo Lamborghini
Gisela Galimi lee a Adelia Prado
Eduardo Abel Giménez lee a Wislawa Szymborska

lunes, junio 18, 2012

Álvaro de Campos*: Ambiente**

Ninguna época transmite a otra su sensibilidad; le transmite solamente la inteligencia que tuvo de esa sensibilidad. Por la emoción somos nosotros; por la inteligencia somos ajenos. La inteligencia nos dispersa; por eso es a través de lo que nos dispersa que sobrevivimos. Cada época entrega a las siguientes sólo aquello que no fue.
Un dios, en el sentido pagano, esto es, verdadero, no es más que la inteligencia que un ente tiene de sí mismo, pues esa inteligencia que tiene de sí mismo es la forma impersonal, y por eso ideal, de lo que es. Formando de nosotros un concepto intelectual, hacemos un dios de nosotros mismos. Muy pocos, sin embargo, forman de sí mismos un concepto intelectual, porque la inteligencia es esencialmente objetiva. Aun entre los grandes genios son raros los que existieron para sí mismos con plena objetividad.
Vivir es pertenecer a otro. Morir es pertenecer a otro. Vivir y morir son la misma cosa. Pero vivir es pertenecer a otro desde afuera, y morir es pertenecer a otro desde adentro. Las dos cosas se asemejan, pero la vida es el lado de afuera de la muerte. Por eso la vida es la vida y la muerte la muerte, pues el lado de afuera es siempre más verdadero que el lado de adentro, tanto es así que el lado de afuera es el que se ve.
Toda emoción verdadera es mentira en la inteligencia, pues no se da en ella. Toda emoción verdadera tiene, por lo tanto, una expresión falsa. Expresarse es decir lo que no se siente.
Los caballos de la caballería son los que forman la caballería. Sin las monturas, los caballeros serían peones. Es el lugar el que hace la localidad. Estar es ser.
Fingir es conocerse.

*Alvaro de Campos, uno de los heterónimos de Fernando Pessoa.
*Véase Fernando Pessoa. Críticas, ensayos, artículos y entrevistas.

sábado, junio 16, 2012

Rainer María Rilke: Encajes...

(…) Yo también estaba muy agitado cuando aparecían los encajes. Estaban enrollados en un cilindro de madera que el espesor del encaje impedía ver. Y ahora los deshacíamos con lentitud y mirábamos los dibujos desenrollarse y nos asustábamos un poco cada vez que alguno terminaba. ¿Se detenían tan rápidamente?
Primero había bandas de trabajo italiano, piezas coriáceas con hilos estirados, en las que todo se repetía sin cesar, con una clara evidencia como un jardín aldeano. Y después, de pronto, una larga serie de miradas nuestras quedaba enrejada en el encaje de aguja veneciana, como si fuésemos claustros, o más bien prisiones. 
Pero el espacio se hacía libre y se veía lejos, en el fondo de jardines que se hacían cada vez más artificiales, hasta que todo ante los ojos se volvía frondoso y tibio, como en un invernadero: plantas fastuosas que no conocíamos desplegaban hojas inmensas, lianas extendían sus brazos unas hacia otras como si un vértigo las hubiese amenazado, y las grandes flores abiertas de punto Alencon turbaban todo con su polen extendido. De pronto, agotado y turbado uno estaba fuera y hacía pie en una larga pista de las Valenciennes, y era invierno, de madrugada, y había escarcha. Y se lanzaba a través de las frondas cubiertas de nieve de los Binche, y llegaba a lugares en los que aún no había andado nadie; ¡las ramas se inclinaban tan extremadamente hacia el suelo!; quizás había una tumba allí debajo, pero nos lo ocultábamos el uno al otro. El frío se estrechaba cada vez más contra nosotros, y mamá terminaba diciendo cuando llegaba el fino encaje de bolillos: “ ¡Oh!, ahora nos vienen cristales de  hielo a los ojos”, y era cierto, pues dentro de nosotros hacía mucho calor.
Suspirábamos los dos de pena por tener que enrollar de nuevo los encajes. Era un trabajo largo, pero que no queríamos confiar a nadie.
“Piensa si hubiésemos tenido que hacerlo nosotros”, decía mamá; y tenía un aire  verdaderamente aterrado. Y, en efecto, yo no me lo figuraba. Me sorprendía pensando en animalitos que hilan siempre y que en cambio los dejan en reposo. Pero no; naturalmente eran mujeres.
“Seguro que han ido al cielo las que han hecho esto”, decía yo, penetrado de admiración. Recuerdo, pues esto me extrañó, que desde hacía tiempo yo no había preguntado nada sobre el cielo. Mamá suspiró cuando los encajes estuvieron reunidos de nuevo.
Después de un instante, cuando yo ya había olvidado lo que acababa de decir, pronunció con lentitud: "¿Al cielo? Creo que están enteras aquí dentro. Cuando se mira así, esto podría ser una beatitud eterna. ¡Se sabe tan poco de todo esto!”.

*Rilke. Los cuadernos de Malte. Editorial Losada, Buenos Aires. Traducción: Francisco Ayala.

 

Miguel Hernández: Me sobra el corazón


Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato. 

Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado. 

No puedo con mi estrella.
Y busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente. 

Si no fuera ¿por qué...?, no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría. 

Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría. 

Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos? 

Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras? 

Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos. 

Me sobra corazón. 

Hoy, descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo. 

No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.



*De "Otros poemas"  1935 1936.

viernes, junio 15, 2012

Hèlène Cixous: El amor del lobo...

"Para nosotros, comer y ser comidos pertenece al terrible secreto del amor. Sólo queremos a la persona que podemos devorar. A la persona que amamos sólo soñamos en comérnosla. Es una historia bellísima, la del propio tormento. Porque amar es querer y poder comer y detenerse en el límite. En el mínimo latido entre el brinco y el acecho brota el miedo. El brinco estaba ya en los aires. El corazón se detiene. El corazón arranca de nuevo. Todo en el amor está vuelto hacia esta absorción. Al mismo tiempo, el verdadero amor es un no-tocar, pero casi-tocar de todos modos. Devórame, amor mío, de lo contrario te devoraré. El miedo a comer, el miedo de lo comible, el miedo de aquél de ambos que se siente amado, deseado, que quiere ser amado, deseado, que desea ser deseado, que sabe que no hay mayor prueba de amor que el apetito del otro, que se muere de ganas de ser comido y se muere de miedo ante la idea de ser comido, que dice o no dice, pero significa: te lo suplico, devórame. Quiéreme hasta el tuétano. Y sin embargo arréglatelas para dejarme vivir. Pero a menudo se transpone, porque se sabe que el otro no devorará finalmente, y se dice: muérdeme. Firma mi muerte con tus dientes.”


* Hélène Cixous, El amor del lobo y otros remordimientos. Ed. Arena Libros

lunes, junio 11, 2012

Fernando Pessoa: Crónica de la vida que pasa


 columna del 05/04/1915*

Recientemente, entre la polvareda de algunas campañas políticas, volvió a tomar relieve aquel grosero hábito de polemista que consiste en no consentir a una criatura que cambie de partido, una o más veces, o que se contradiga, frecuentemente. La gente inferior que utiliza opiniones continúa empleando ese argumento como si fuese despreciativo. Tal vez no sea tarde para establecer, sobre tan delicado asunto del trato intelectual, la verdadera actitud científica.
Si hay hecho extraño e inexplicable es que una criatura de inteligencia y sensibilidad se mantenga siempre sentada sobre la misma opinión, siempre coherente consigo misma. La continua transformación de todo se da también en nuestro cuerpo, y se da consecuentemente en nuestro cerebro. ¿Cómo entonces, sino por enfermedad, caer y reincidir en la anormalidad de querer pensar hoy lo mismo que se pensó ayer, cuando no sólo el cerebro de hoy ya no es el de ayer, sino ni siquiera el día de hoy es el de ayer? Ser coherente es una enfermedad, un atavismo, tal vez; data de antepasados animales en cuyo estadio de evolución tal desgracia sería natural.
La coherencia, la convicción, la certeza, son, además de eso, demostraciones evidentes –cuántas veces excusadas– de falta de educación. Es una falta de cortesía para con los otros ser siempre el mismo a la vista de ellos; es incomodarlos, afligirlos con nuestra falta de variedad.
Una criatura de nervios modernos, de inteligencia sin cortinas, de sensibilidad despierta, tiene la obligación cerebral de cambiar de opinión y de certeza varias veces en el mismo día. Debe tener, no creencias religiosas, opiniones políticas, predilecciones literarias, sino sensaciones religiosas, impresiones políticas, impulsos de admiración literaria.
Ciertos estados de alma de la luz, ciertas actitudes del paisaje tienen, sobre todo cuando son excesivos, el derecho de exigir a quien está frente a ellos determinadas opiniones políticas, religiosas y artísticas, aquellas que ellos insinúen, y que variarán, como es de entender, conforme ese exterior varíe. El hombre disciplinado y culto hace de su sensibilidad y de su inteligencia espejos del ambiente transitorio: es republicano a la mañana, y monárquico al crepúsculo; ateo bajo un sol descubierto y católico ultramontano a ciertas horas de sombra y de silencio; y no pudiendo admitir sino Mallarmé a aquellos momentos del anochecer ciudadano en que desabrochan las luces, debe sentir todo simbolismo una invención de loco cuando, ante una soledad de mar, no supiere más que de la Odisea.
Convicciones profundas, sólo las tienen las criaturas superficiales. Los que no miran hacia las cosas casi que las ven sólo para no tropezar con ellas, esos son siempre de la misma opinión, son los íntegros y los coherentes. La política y la religión gastan de esa leña, y es por eso que arden tan mal ante la Verdad y la Vida.
¿Cuando despertaremos en la justa noción de que política, religión y vida social no son más que grados inferiores y plebeyos de la estética: la estética de los que todavía no la pueden tener? Sólo cuando una humanidad libre de los prejuicios de la sinceridad y la coherencia haya acostumbrado a sus sensaciones a vivir independientemente, se podrá conseguir algo de belleza, elegancia y serenidad en la vida.
*Véase Críticas, ensayos, artículos y entrevistas, publicados por Ed. El Acantilado.

viernes, junio 08, 2012

Dylan Thomas: No entres dócilmente en esa noche quieta.


No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.


Traducción: Elizabeth Azcona Cranwell


Do not go gentle into that good night


Do not go gentle into that good night,
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.

Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.

Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.

Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.

Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay,
Rage, rage against the dying of the light.

And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.


martes, junio 05, 2012

Blanca Varela: Asì debe ser...


Strip-tease

Quítate el sombrero 
si lo tienes 
quítate el pelo 
que te abandona 
quítate la piel 
las tripas los ojos 
y ponte un alma 
si la encuentras 

Así debe ser

Así debe ser el rostro de dios 
el cielo rabiosamente cruzado 
por nubes grises, violetas 
y naranjas 
y su voz 
el mar de abajo 
diciendo siempre lo mismo 
tan monótono 
tan monótono 
como el primer 
y el último día 

*Blanca Leonor Varela Gonzáles, poeta (Lima, Perù, 1926-2009). 

domingo, junio 03, 2012

Marìa Mascheroni: Un catalogo de lesiones


Reseña acerca del libro La comedia de los panes (Hilos Editora)de la poeta y ensayista Laura Klein, aparecida en la Revista Eñe el 23 de mayo de 2012, firmada por la poeta Marìa Mascheroni.


"Este libro está formado por cuatro textos: Nuestras águilas, La estepa polaca, Bastardos del pensamiento, El poema de la leche. Y se titula La comedia de los panes. ¿Por qué este título? Llamó mi atención porque pan siempre se dice en singular, y “el” pan en singular paradójicamente es un universal. Como el amor o la madre, el pan en singular está en la cima del discurso tirano. Cuando uno dice “el” amor todos quedan fuera del amor. Y después hay amores como panes. Una de las estrategias de la dominación es anular las diferencias que Klein insiste en multiplicar sin reproducirlas. Pan con pan comida de zonzos, al pan pan y al vino vino, esto es pan comido, ¿trajiste el pan?, no sólo de pan vive el hombre, ganarás el pan con el sudor de tu frente, un kilo de pan. Siempre se dice en singular salvo en la multiplicación de los panes. Y la multiplicación no es reproducción, no necesita de cópula sino de creación que alimenta a los hambrientos. Entonces envuelve todo tipo de alimento, incluso el alimento bastardo, la leche amarga del pensamiento. 


Y aunque el libro lleva en su título la palabra “comedia”, no es precisamente lo que hoy llamamos comedia. Tampoco una sátira o una burla. Es más bien impiadoso, doliente, esforzado y vital. 

¿Cómo se ligan panes y comedia? El “de” aquí no es en absoluto una preposición, el “de” aquí marca un propósito. El propósito de la poeta de hacer del alimento algo fallido, que no sacia, no cierra ninguna ecuación. Un inventario sin fin de lo que no mata y fortalece, una clasificación en la que entran los sobrevivientes a tallar entre lesiones y el sol que cada día se levanta. Si el pan como símbolo de lo bueno y nutricio es erosionado por el plural panes y deja de ser el alimento por excelencia, los panes son alterados por la comedia.

Inventarios fallidos

A lo largo de todo el libro Laura Klein hace inventarios, catálogos de disimilitudes, modos de ser, no definiciones. Un catálogo de madres, o alimentos fallidos. Uno de cabezas, órganos atormentados. Un catálogo de pensamientos bastardos. Un catálogo de lesiones.

Los catálogos de Laura Klein son unos cuyos elementos no se dejan clasificar. Ninguna categoría englobante. ¿Cuáles son las consecuencias, los efectos irritantes y conmovedores de este tesón? 

Uno se calma cuando encuentra una manera de englobar, de encuadrar. La autora toma un camino diferente, torciendo milimétricamente nuestros pasos. Digamos que no espera llegar a una noción genérica o a una entidad abstracta (madre, amor, cabeza, pan) con su aureola de inmovilidad y permanencia. Echa mano a todo el poder que le confiere el lenguaje poético para desdoblar, fraccionar, extraer el comportamiento cambiante de las cosas y en un movimiento que no cesa mantiene funcionando juntos el órgano supremo, un astro oscuro, asfódelos, un dolor en el raciocinio, cacareos, ideas endémicas, una congoja. Y con todo eso, no reúne cosa alguna que se parezca a la leche o a la cabeza o a la madre, y sin embargo todos olemos algo de madre o cabeza ahí. Un vislumbre del universal que no va a tranquilizarnos. Pero Klein se las arregla para sacar miel de nuestra propia pesadilla. 

Una línea delgada separa el “como si yo estuviera muerta” del “como si no estuviera viva”: en esa línea, en esta línea habitamos los sobrevivientes. Cuidado dice: hay cosas ahogadas, iluminan igual.  Hay daño. Hay dolor. Hay más daño y eso no nos ha quitado la alegría. Este es el milagro que Laura Klein relata incansable y es más increíble y azorante que caminar sobre las aguas.