Paula Jiménez: Poesía argenchina
Sobre el libro La familia china de María del Carmen Colombo
Por Paula Jiménez
Por Paula Jiménez
Suplemento Las 12, página N° 12, Diario Página/12
Viernes 29 de junio,2012
Viernes 29 de junio,2012
Ni bien comienza el libro un abanico se despliega y con él la
secuencia de imágenes pintadas en los plises del papel. Quizás, antes de esto,
esas escenas estuvieron replegadas, y esperando salir a la vida, como los
personajes suspendidos de la obra de Pirandello. Claro que en realidad no
sabemos qué pasa cuando el abanico se cierra, pero lo que sí sabemos es que al
abrirlo María del Carmen Colombo encontró, cual una Marco Polo de la poesía, un
mundo deslumbrante. Y ese mundo deslumbrante no es solo el de una familia -
china en un país que no es China, ya que es señalada como diferente por su
gentilicio - sino, sobre todo, el de un lenguaje. No deja de sorprender, por
muchas lecturas que hayamos hecho de este libro, el registro lírico que la
autora de La muda encarnación eligió para contar la historia, y que mezcla
humor, poesía política, orientalismo y modismos populares en un cóctel de
belleza pura. Aunque tal vez no sea acertado hablar de historia para referirnos
a La familia china, porque esto supondría la progresión cronológica de un
argumento y acá no hay nada de eso. En algunas ocasiones, el pasado vive en el
presente porque el presente es actualización de una cultura milenaria. En uno
de los primeros textos de este libro de prosas poéticas, el padre chino toma la
palabra: “Esas tintoreras – dice de sus hijas – calientan la pava y después yo
salgo hecho una planicie. Qué saben ellas, tan chiquitas, del trabajo que costó
a mis antepasados imitar el oscuro abanico de las olas, escama por escama,
durante milenios, hasta hacer de mi alma este biombo musical que solo los
hombres chinos saben desplegar con dignidad”. En otros momentos, en cambio, los
acontecimientos se leen desde la perspectiva temporal occidental y la voz que
cuenta, súbitamente enraizada en Argentina, dice: “Y en mi hermano no queda ni
siquiera el hilito de furia que me mantiene a mí. Algunas veces cuando lo
abrazo recupera la memoria y dice: Ni olvido ni perdón”. Las raíces culturales
y familiares son fuertes tópicos en este libro publicado por primera vez a
finales de los 90 por Libros de Tierra Firme y reditado recientemente por
Hilos. En aquella década, la comunidad china comenzó a migrar a Buenos Aires
masivamente y a producirse una vez más en la Babel porteña un cruce cultural.
Uno de los enormes atractivos de La familia china es que las referencias a lo
chino, lo argentino o lo uruguayo (otra de las más importantes comunidades de
inmigrantes) se confunden y encuentran a la vez un lenguaje con el cual esta
amalgama puede expresarse: “Los chinos, los chinos verdaderos, sueñan con la
banda oriental”. Más tarde, una de las tres chicas chinas le reclamará a su
hermano “¿Qué nos queda si un oriental se desorienta?”, porque este dice “No
entender, no entender”: El humor ingenuo y los juegos idiomáticos hacen de este
un libro en parte cándido, hecho también con los materiales de la literatura
infantil, tan cercana a la poesía, al juego, al canto. Claro que el grado de
sofisticación y profundidad que en él se desarrolla nos advierte que la autora
se trae también algo complejo entre manos, algo sobre lo que hemos sido
advertidos desde el primer capítulo: “Por suerte – dice -, entre el comienzo y
el final de este despliegue solo transcurre media hora. Tiempo suficiente
durante el cual un semicírculo puede alcanzar su personalidad verdadera y en el
instante hacerse aire, como este abanico”. Sí: la personalidad, esa palabra. De
eso se trataba también este libro. Se trataba de esa construcción subjetiva
apoyada en las características étnicas, culturales, filosóficas, ideológicas,
etc., de una persona; de esa ficción que puede alcanzar su esplendor y decaer
en un instante. Y para cerrar ese circulo abierto en la primera página,
transcribo lo que magistralmente fue escrito en la última: “la china intenta
tapar el pandemónium que la caja de pandora de su cuerpo destapó en una
distracción o alejamiento del centro, de atención. Pero ya es tarde y
arrastrada por semejante manifestación se pierde entre los seres aparecidos
mientras se pregunta: ¿quién soy?// Así comienzan los deshielos en el imperio
de la personalidad”.
Etiquetas: Maria del Carmen Colombo
3 Comments:
En mi biblioteca está entre los que van tomando categoría de imprescindibles. Cada vez que lo abro me dice algo nuevo. Gracias!
muchas ganas de leerlo!
que ganas de leerlo!
lo haré
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