domingo, agosto 31, 2014

Paul Klee: La flecha

Padre de la flecha es el pensamiento: ¿cómo extender mi extensión hacia allá abajo, del otro lado de ese río, de ese lago, de esa montaña?
La contradicción entre nuestra impotencia física y nuestra facultad de abrazar a voluntad, a través del pensamiento, los dominios terrestre y supra-terrestre es el origen mismo de lo trágico humano. Esta antinomia de potencia e impotencia es el desgarro de la condición humana. Ni alado ni cautivo, ese es el hombre.

La idea como mediación entre la tierra y el universo. Cuanto más grande el viaje, más intenso lo trágico. ¡Tener que devenir movimiento y no serlo ya! Lo trágico está presente, pues, de entrada. La consecuencia: ¿cómo va a venecer la flecha resistencias y fricciones? ¡No alcanzar jamás el reino del movimiento perpetuo! Conciencia de que allí donde hay un comienzo jamás se halla lo infinito.
Consuelo: ¡un poco más lejos que lo habitual!, ¿es posible?
Dénse alas, o flechas, a fin de ganar el gran mar, aun si pierden el aliento sin poder ganarlo. 

Paul Klee: Teoría del arte moderno. Cactus, serie perenne, 2008.

lunes, agosto 25, 2014

Henri Michaux Agir voy...


Empujando la puerta en ti, he entrado
Agir, voy
Estoy ahí
Te sostengo
No más abandono
No más dificultades
Cordeles desatados, tus dificultades caen
La pesadilla de donde volviste despavorida ya no está
Te respaldo
Pones conmigo
El pie sobre el primer peldaño de la escalera sin fin
Que te lleva
Que te sube
Que te realiza

Te calmo
Extiendo manteles de paz en ti
Alivio a la criatura de tu sueño
Afluencia
Afluencia en palmas sobre el círculo de las imágenes de la asustada
Afluencia sobre las nieves de su palidez
Afluencia sobre su hogar... y el fuego se reanima

Agir, voy
Tus ideas de impulso son sostenidas
Tus ideas de fracaso están debilitadas
Tengo mi fuerza en tu cuerpo, insinuada
...y tu rostro, al perder sus arrugas, rejuvenece
La enfermedad ya no encuentra su trayecto en ti
La fiebre te abandona

La paz de las bóvedas
La paz de las praderas nuevamente floridas
La paz regresa a ti

En nombre del número más elevado, te ayudo
Como una fumarola
Todo lo que abruma tus hombros se volatiliza
Las cabezas malvadas de tu entorno
Observadoras viperinas de las miserias de los débiles
Ya no te ven
Ya no están

Equipaje de refuerzo
En misterio y en línea profunda
Como un surco submarino
Como un canto grave
Voy
Este canto te toma
Este canto te levanta
Este canto, lo animan muchos arroyos
Este canto está alimentado por un Niágara en calma
Este canto es todo para ti

No más tenazas
No más sombras negras
No más temores
Ya no hay rastro
Ya no tiene que haberlo
Donde había dificultad, hay algodón
Donde había dispersión, hay soldadura
Donde había infección, hay sangre nueva
Donde había cerrojos está el océano abierto
El océano portador y la plenitud de ti
Intacta, como un huevo de marfil

He lavado la cara a tu porvenir.


domingo, agosto 24, 2014

Henri Michaux: YO REMO


Maldije tu frente tu vientre tu vida 
maldije las calles que tu andar enfila 
los objetos que tu mano aprehende 
maldije el interior de tus sueños

Puse una charco en tu ojo que ya no ve 
un insecto en tu oreja que ya no oye 
una esponja en tu cerebro que ya no comprende

Te enfrié en el alma de tu cuerpo 
te congelé en tu vida profunda

el aire que respiras te sofoca 
el aire que respiras tiene un olor a sótano 
es un aire ya espirado que fue desechado las hienas 
el estiércol de ese aire ya nadie lo puede respirar

Tu piel está toda húmeda 
tu piel suda el sudor del gran miedo 
tus axilas exhalan a lo lejos un olor a cripta

Los animales de detienen cuando pasas 
los perros aúllan por la noche, con la cabeza 
enderezada hacia tu casa 

no puedes huir 
no te llega ni siquiera una fuerza de hormiga a la 
punta del pie 
tu cansancio hace tronco de plomo en tu cuerpo 
tu cansancio es una larga caravana 
tu cansancio llega hasta el país de Nan 
tu cansancio es inexpresable

Tu boca te muerde 
tus uñas te arañan 
ya no es más tuya tu mujer 
ya no es más tuyo tu hermano 
la planta de tu pie es mordida por una serpiente 
furiosa

Han babeado sobre tu progenitura 
han babeado sobre la risa de tu hijita 
han babeado frente al rostro de tu morada

El mundo se aleja de ti

Yo remo 
remo 
remo contra tu vida 
remo 
me multiplico en remeros innumerables 
para remar más fuertemente contra ti

Caes en lo vago 
careces de soplo 
te fatigas ante el menor esfuerzo

Yo remo 
remo 
remo

Te vas, ebrio, atado a la cola de un mulo 
la ebriedad como un enorme parasol que oscurece 
el cielo 
y junta las moscas 
la ebriedad vertiginosa de los canales semicirculares 
comienzo mal atendido de la hemiplejía 
la ebriedad no te abandona ya 
te tumba a la izquierda 
te tumba a la derecha 
te tumba sobre el suelo pedregoso del camino

Yo remo 
remo 
remo contra tus días

En la casa del sufrimiento entras

Yo remo 
remo 
sobre una faja negra se inscriben tus acciones 
sobre el enorme ojo blanco de un caballo bizco 
rueda tu por venir

YO REMO

Raúl Escari: De Barthes y Lacan

Crédito: Osvaldo Bossi


Una vez decidió analizarse con Jacques Lacan. Estaba sufriendo mucho, seguramente por amor. Llamó por teléfono al consultorio de la calle de L’ille y pidió hora para un rendez vous. El secretario de Lacan le dio cita para diecinueve días después. Fue puntual. Comenzó a hablar, Lacan lo cortó en seco: “¡Ah! ¡Viene a verme por un asunto personal! Hubiera debido pedir una consulta no una cita. Lo habría recibido de inmediato”. Barthes habló y habló. Lacan escuchaba en silencio. De pronto dijo: “Aléjese enseguida de ese muchacho”. Barthes nos lo contó a un grupo de amigos más tarde. “Fue raro que palabras tan triviales, tan chatas, hayan podido ejercer en mí un efecto tan inmediato, radical.” Terminó con el chico y se puso a escribir su Fragmentos de un discurso amoroso. Yo estaba presente cuando lo contó.


sábado, agosto 23, 2014

Pasolini: Dedicatorias



A Costanzo (Podría aplicarse a alguno más)*

¡Idiota! ¿Buscándome secuaces, inventando un entorno?
   Yo no creo en la existencia de tu mundo,
donde se buscan secuaces y se inventan entornos.
    Eres cadáver, y crees que estoy contigo en la tumba.

*El destacado es nuestro.

A Luzi (Podría aplicarse a algún otro)*

¿Estos sirvientes (ni siquiera pagados) que te circundan,
    quiénes son? ¿A qué verdadera necesidad responden?
Tú callas, detrás de ellos, con la cara de quien escribe
    poemas:
    pero ellos no son tus apóstoles, son tus espías.

*El destacado es nuestro.


**Traducción Rodolfo Alonso.



martes, agosto 19, 2014

Eugenia Cabral: La fuente...

A continuación, transcribimos el texto escrito por la poeta cordobesa Eugenia Cabral, texto de  presentación de la antología 70 poemas (Hilos Editora, 2014), de Víctor Redondo. Agradecemos a Eugenia nos lo enviara para poder compartirlo con los lectores de este blog.



70 poemas. Víctor Redondo. Poesía.
Hilos Editora. Buenos Aires. 2014.

La fuente

A veces me pregunto cómo es el tiempo, cómo funciona. Ni tan siquiera me atrevo a reflexionar sobre qué es. Sólo intento comprender cómo sucede ese trayecto. Me bastaría entender un poquito de los mecanismos secretos del Gran Reloj, por cuya esfera transitamos. Y estas dudas me rodearon al leer este libro, por su calidad de testigo o testimonio del devenir.
¿Debía  recorrer cronológicamente su versos, del 1 al 70? Primer riesgo: que Cronos, el que siempre acecha, decidiera al fin del camino devorarnos a ambos poetas, el que escribió y la que leía. Además, cabía la probabilidad de que Víctor Redondo hubiera escrito mientras  circulaba alrededor de un estanque en cuyo centro se hallare la fuente de donde mana la poesía, puesto que en el poema titulado Una frase nombra al “peregrino anónimo de la antigua marcha”[1]. Y la antigua marcha es circular, como el giro terráqueo. Entonces, en ese vagar en torno de un surtidor central, lo que hoy es podría devenir ayer y el pasado, presente.
Solamente por desafiar el acecho del Cronos devorador decidí leer en línea recta los libros de Víctor Redondo incluidos en esta antología. Recorrí uno a uno los versos como quien da un paso tras otro, prestando oído al crujir de los zapatos, hasta que una frase en el poema Respuesta a una impertinencia, de Circe, detuvo mi andar. Víctor dice allí: …“debatiendo pasión con inteligencia”… Sentí que tocaba un punto nodal, una síntesis aprehendida en su desnudez. Es el torbellino donde hemos visto hundirse a muchas vidas y a muchas corrientes sociales. Y sagazmente dice “debatiendo”: el gerundio –que era el modo verbal adecuado para graficar un extenso desarrollo- remite a la actividad del diferir, no en su acepción de aplazar y aun menos la de divergir, sino en la de prolongar, extender.
El debate es un tipo de discurso que acude a motorizar hechos históricos, políticos, religiosos, axiológicos. Su ausencia o su presencia indican el grado de libertad disponible en un movimiento, en una sociedad. Antes de emprender una estrategia o de plantear un programa, el estadista, el héroe y hasta el funcionario debe resolver las proporciones que asignará, respectivamente, a la pasión y a la inteligencia, previendo que siempre bulle el caldero de la discusión entre esa dupla dialéctica.
Pero el debate entre esas coordenadas que Víctor señala se está produciendo aquí y ahora en su interior, en la arena subjetiva: …“creímos en cada gesto estar copulando con la razón”...[2]  Conserva la referencia épica pero el impulso es lírico. Debate la inteligencia, o la “codicia del  conocimiento”[3], contra la pasión, contra “el cuerpo con sus mensajes de selvas e insectos carnívoros”[4]. Y ya en Poemas a la maga había nombrado a “esa irritación de la conciencia”,[5] quizás describiendo el estado de la inteligencia con respecto a lo cotidiano. Pues lo cotidiano se inserta con insistencia en sus poemas, que nombra como “una bala circular que me asesina trescientas sesenta y cinco veces”.[6] Es como la circularidad del estanque.


En Respuesta a una impertinencia describe así la escena del debate: “paso mis noches arrojado (sí, como un fardo) / sobre la cama de mi sueño, allí / donde mi querubín canta y se / estremece entre la mina de ángeles.” El protagonista se dice abatido, pero sabemos que un poeta no lo está, puesto que prosigue escribiendo. Entonces refiere: “Y al poner estos delirios únicos en negro sobre blanco”… Vuelve a la impronta cartesiana que nuestras benditas escuelas nacionales, con su racionalismo pedagógico, nos indujeron a asimilar, junto con el himno patrio y la geometría euclidiana. Y aunque yo lo diga con humor el tema es serio. Por algo, en Poemas a la Maga, se habrá nombrado a sí mismo como “yo –un viejo demente de veintitrés años-“.[7]  Es que los jóvenes de nuestra generación a los veinte años ya éramos adultos o, cuando menos, así lo consideraban la policía y las Tres A, para aplicarnos el castigo. Porque estamos hablando de una obra poética escrita y editada casi íntegramente bajo el terrorismo de Estado en la Argentina, desde 1974 a 1983, y en los años siguientes a este reinado del terror. Escrita en su patria y durante el exilio. Durante la Guerra de Malvinas y el dolor postrero de aquella derrota.
La mecánica de exposición de contenidos que implica un debate es todo un desafío y, si bien no es la que escoge para sus libros -Homenajes tiene tono de himnos, en Poemas a la maga y en Circe hay una profusión barroca de musicalidades, en Mercado de ópera el poema siempre es en prosa- su registro en este poema tiñe al resto de ellos. Es como un derrame que ilumina y contamina hacia atrás la génesis y, hacia adelante, la heredad. En un debate la síntesis pesa tanto como la expresividad. Alguien va a salir ganancioso, alguien quedará cabizbajo. Se abrirán nuevas alternativas, o se saldará una cuestión. Quedaremos decepcionados por ambos contendientes, o alguno de ellos despertará la esperanza. Pero siempre nos abrirá expectativas, nos despejará incógnitas. Como dice Víctor, “desde que vi no puedo cerrar los ojos”.[8] Por eso este breve poema escrito -en apariencia- sólo para exponer con desparpajo algún argumento frente a cierta “impertinencia” me pareció de una dimensión histórica, además de lírica. Ahí me resonó lo que había dicho en Poemas a la Maga de “por mí y por todos doblan las campanas”.[9]


En cuanto al ataque o “impertinencia” cometido contra la subjetividad, que consiste en: “Así como no puedo / reprochar a la Revolución Francesa la destrucción del arte gótico cristiano”… me suena a la piqueta de la Razón, “esa mujer hermosa / y estéril”[10],  destruyendo las crueles sutilezas de la Fe. Una tarea histórica de transformación que, sin embargo, adoleció de imperfecciones evidentes al día de hoy. Y la imperfección es preocupante para los poetas. Víctor dice: …“tampoco puedo doblar en cuatro mi camisa sin que sobresalga una manga”. Otras manecillas que coinciden: el reloj de la Historia demoliendo edades enteras con el de puño, en la intimidad del hogar.
Luego, para que cesen de importunar la marcha alrededor de la fuente de la poesía, debe poner en orden los delirios y acude a “…‘eso algo’ que llamo palabra / ‘eso algo’ que es-cucha” (…) “impide que mi boca se abra o nombre / todo eso que (algo en mí) quiere terminar la farsa”. Dice –según creo escuchar- que podría romper el debate para prorrumpir en la pura acción. ¿O habrá vuelto a caer en aquello que, en Poemas a la Maga, definía como “esto ya no es poesía / es una infartación de mi voz”.[11]


La reflexión sobre la palabra, la poesía, el poema, la literatura, recorre estos poemas como buscando el inicio de un espiral. En Primer homenaje demarca un concepto relacionado con el tema de Respuesta a una impertinencia y, además, con la  función y jerarquía de la palabra: “Espacio de la creación donde el sí y el no se abaten / y donde la palabra es dominio de fantasmas”.[12] Y en La magia de la palabra su condición de erigirse en impedimento, freno, se dice abiertamente: “bajo el filo de la luz de mi aliento pierdo / la defensa de la fantasía / pierdo la defensa de la poesía como ejercicio de limpieza / y las palabras me ahorcan / las palabras duendes malditos / las palabras sin horarios / siempre dispuestas a la masacre”.[13] La palabra, ese don de luz concebido en la tradición judeocristiana como atributo divino, anterior a la humanidad y también origen de ella, requiere de nuestra adhesión a un ordenamiento, a una estructura, que no es el de la poesía aunque ésta se construya también con “palabras”. Las articulaciones mecánicas y convencionales del lenguaje, en lugar de las fusiones, simbiosis, sincretismos, de la poesía. En la Tercera parte de ese poema, describe: “porque la vida es sólo una / y sobre ella se lanza la jauría de palabras”.[14] 
La querella, el debate, entre las palabras y el poema es aquí rotunda. Dice en Primer Homenaje que “no hay Literatura, no hay estilo: / la palabra es una pasión enloquecida.”[15] El círculo del estanque alrededor del cual fisgoneamos los poetas deseando ser alcanzados aunque sea por unas gotas asperjadas desde la fuente de la poesía, se cierra ahí, en la pasión enloquecida.



 Durante la lectura de 70 Poemas creí ver –pues todo esto que digo es apenas visión, versión de lo leído- un paisaje instalado por el desarrollo del debate mencionado, como se puede seguir el derrotero de una gesta por los indicios y reliquias que ha ido depositando sobre un mapa. La pasión, efusiva por esencia, extiende y reitera muescas verbales. Víctor Redondo habla en diversos poemas de erotismo y de muerte, locura, monstruosidad, aniquilación, desatinos, infierno, “lo macabro”, ceguera, extinción, suicidio, espejos hechos triza o deformantes, “tumbas infinitas”, repetición, tinieblas, cenizas, obsesión, pantano, desnudez, abyección, fracaso, “pájaros muertos”, “cielo negro, vacío”. En cambio, la inteligencia va enunciando con fórmulas sintéticas y habla de entendimiento, sabiduría, visión, luz, Historia,  ironía. En Uno, señala: “Luchas con lo oscuro (…) en una noche que no es tuya”.[16]                                 
Ahora bien, ¿es posible dejar en suspenso, en stand by, diferir –en el sentido de aplazar- sino los términos, al menos la agotadora actividad del debatir? En su Décimo homenaje, Redondo habla de “el diálogo eternamente inconcluso”.[17] ¿Resulta posible diferirlo, cuando el debate es interno? Porque en Poemas a la Maga había observado que “el pensar es sufrimiento. / He aquí el límite de los sentidos. / Y prefiero esto a cualquier explicación”.[18]
Ese diferir del debate acuciante, del pensar que es sufrimiento, instala su pausa en los momentos de tránsito, de traslado desde un sitio geográfico a otro, incluso cuando los “objetos” transportados sean tan densos como los de Tráfico pesado, en Circe. Al no hallarse en un extremo crítico ni en otro, al no ser sino estar yendo desde uno a otro punto, el viaje oficia de interrupción de una actividad mediante la práctica de otra actividad. Los gerundios viajando o transitando podrían acoplarse al “debatiendo”, a su peso e importancia de transcurso de una épica relatada en clave de lírica, o viceversa.
En Homenajes hay una hipótesis del trayecto que condensa periplo y esencia: “¿No estaremos caminando sobre la imagen que nuestro cuerpos dibujan sobre el mundo?”[19]  Y Víctor va viviendo las travesías con el vértigo de la juventud del siglo veinte, “esa bala perdida en el corazón de las ciudades”,[20] a lo beat generation, a toda velocidad por la carretera. Así lo retrata en Balada para Tinieblas: “gimiendo sobre el lomo opaco de las autopistas / arrastrados besando el lomo opaco de las autopistas / que no nos atrapen los barrocos gestos del mundo / hacia la muerte”.[21] Y en el siguiente poema habla de “El tren de medianoche de mi mente”.[22]  Pero también explicita: …”lo mío (…) es un viaje hacia el comienzo de todo / es una visión hacia atrás”…[23] Y hacia atrás las derrotas que supimos concebir: “Somos peregrinos de un ejército perdido.  / Somos peregrinos y por ahora / la inmensidad vence”.[24] El eco borgiano del Poema conjetural (“ya los bárbaros vencen”) se desprende de su axioma. Es un eco histórico, no tan sólo literario. Pero Víctor Redondo abre el portal de la inmensidad, desafía con la solidez de los románticos aquel destino ineluctable. 
En Canto pagano, último poema de Circe, anuncia: “por el camino de su sombra llega el hijo de la luz / Sus ramos de flores negras crepitan como danzas El ojo resplandece.”

                                                                                                                     Agosto de 2014


[1] De Una frase, en Circe.
[2] De “Balada para tinieblas”, en Poemas a la Maga.
[3] De “Los jóvenes maestros. Tres”.
[4] De “Mira, estoy viviendo”, en Poemas a la Maga.
[5] De “Mira, estoy viviendo” I, en  Poemas a la maga.
[6] De “Magia de la palabra”, en Poemas a la Maga.
[7] De “Mira, estoy viviendo” I, en  Poemas a la Maga.
[8] De “Magia de la palabra”, en Poemas a la Maga.
[9] De Camino paralelo o cómo desemboco en Hart Crane, en Poemas a la Maga.
[10] De “Magia de la palabra”, en Poemas a la Maga.
[11] De “Mira, estoy viviendo” V, en  Poemas a la maga.
[12] De Primer homenaje, en Homenajes.
[13] De Magia de la palabra, en Poemas a la Maga.
[14] De Magia de la palabra, en Poemas a la Maga.
[15] De Primer Homenaje, en Homenajes.
[16] De Uno, en “Intermedio. Rituales secretos”, de Homenajes.
[17] De Décimo homenaje, en Homenajes.
[18] De “Mira, estoy viviendo” V, en  Poemas a la maga.
[19] De Cuarto homenaje, III, en Homenajes.
[20] De “Mira, estoy viviendo” I, en  Poemas a la maga.
[21] De “Balada para tinieblas”, en Poemas a la Maga.
[22] De “Magia de la palabra”, en Poemas a la Maga.
[23] De “Mira, estoy viviendo”, en Poemas a la Maga”.
[24] De “Los jóvenes maestros”.

*Eugenia Cabral  (Córdoba, Argentina, 1954).  Fundó junto a otros  poetas el grupo literario “Raíz y Palabra”.  Dirigió Ediciones Mediterráneas y  la revista Imagin Era – La Creación Literaria . Colaboró  en el suplemento cultural de “ La Voz del Interior”. Ha coordinado talleres literarios. Formó parte del núcleo fundador de la Primera Feria del Libro. Presidió la delegación Córdoba de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA). Publicó:  “La almohada que no duerme”(relatos, 1999), y en poesía“El buscador de soles”“Iras y fuegos – Al margen de los tiempos”,“Cielos y barbaries”“Tabaco” , “En este nombre y en este cuerpo”, entre otros libros.

lunes, agosto 18, 2014

Libro recomendado: baila baco baila, de Jorge Rivelli

*
vasos que beso una y otra vez
para llenar la soledad
de ficciones y pretéritos


*
el pasillo es angosto
con muros en los costados
para sostenerme y
evitar mi rostro en el suelo
es tarde tan tarde
que los gatos vuelven
las imágenes aburren y
ante la escasez de palabras
el miedo se desabrocha
liberando los sueños
como espejo ebrio
en un piso de porcelana

*
La mesa
a media luz
la botella
triste y vacía
clavada en el centro
de la página
de las necrológicas
el cuerpo ausente
levita en el baño
sobre la almohada
la cabeza ríe y
recita versos
de lamborghini

*
Etiqueta negra
despegada del sueño
esperando el desembarque
en la mesita
junto a la pluma
y los versos


*Del libro baila baco baila, colección acento urbano (2013), de Jorge Rivelli (Buenos Aires, 1954) 

domingo, agosto 17, 2014

Diana Bellessi en Cienvolando...

Ya se ven las plumas del primer gorrión de nuestra nueva editorial, "Cienvolando". Es nada menos que un libro reeditado de la gran y querida poeta Diana Bellessi. Quedan todos invitados a la presentación del jueves 4 de septiembre. para brindar por "Variaciones de la luz" y por la naciente "Cienvolando".


 

sábado, agosto 16, 2014

Libro recomendado: Modos de ir, de Gabriela Franco

Acaso perder sea
abandonar
poco a poco
la inocencia

cada cariño ido
la estocada del cincel

como si las ausencias
escalonaran
los pasos que definen
tus rasgos

decir adiós
un modo de ir

* Gabriela Franco (Buenos Aires 1970). De su libro Modos de ir (Ediciones en Danza. 2013).

viernes, agosto 15, 2014

José Watanabe: La cura...





El cascarón liso del huevo
sostenido en el cuenco de la mano materna
resbalada por el cuerpo del hijo, allá en el norte.

Eso ví:
una mujer más elemental que tú
espantando a la muerte con ritos caseros, cantando
con un huevo en la mano, sacerdotisa
más modesta no he visto.
Yo la miraba desgranar sobre su regazo
los maíces de la comida
mientras el perro callejero se disolvía en el relente del sol
lamiendo
el dolor arrojado a la tierra
junto con el huevo del milagro.
Así era. La vida pasaba sin aspavientos
entre gente parca, padre y madre
que me preguntaban por mi alivio. El único valor
era vivir.
Las nubes pasaban por la claraboya
y las gallinas alineaban en su vientre sus santas ovas
y mi madre esperaba nuevamente el más fresco huevo
con un convencimiento:
la vida es física.
Y con ese convencimiento frotaba el huevo contra mi cuerpo
y así podía vencer.
En ese mundo quieto y seguro fui curado para siempre.
En mí se harán todos los milagros. Eso vi,
qué no habré visto.



* José Watanabe, de su libro Historia natural.