viernes, octubre 30, 2009

Simone Weil: Meditaciones para estos días

-"Todos los movimientos naturales del alma se rigen por leyes análogas a las de la gravedad física. La única excepción la constituye la gracia.
Siempre hay que esperar que las cosas sucedan conforme a la gravedad, salvo que intervenga lo sobrenatural.
Dos fuerzas reinan en el universo: luz y gravedad.
Gravedad --(...) ¿Por qué en cuanto un ser humano da muestras de tener alguna o mucha necesidad de otro, éste se aleja? Gravedad. (...)"

-"Mecánica humana. Quien sufre trata de comunicar su sufrimiento --ya sea zahiriendo a otro, ya sea provocando su piedad-- con el fin de disminuirlo, y a fe que lo consigue. (...)Tendencia a extender el dolor más allá de uno mismo. Si por un exceso de debilidad no puede provocarse la compasión ni tampoco hacer daño al prójimo, se daña la representación del universo en uno mismo. Cualquier cosa hermosa y buena resulta entonces como una injuria. (...)Hacer daño al prójimo es recibir algo de él. ¿Qué? ¿Qué se gana (y qué habrá que pagar a cambio) cuando se hace daño? Sale uno crecido. Sale uno más ancho. Ha colmado dentro de sí un vacío al crearlo en el otro.Poder hacer daño al prójimo impunemente (...) es ahorrarse un gasto de energía, gasto que el otro debe asumir. Lo mismo que en la satisfacción ilícita de un deseo cualquiera. La energía que se economiza de esa manera se degrada enseguida. (...)"


*Simone Weil. Filósofa francesa (1909-1943).
**Fragmentos extraídos del libro La gravedad y la gracia, Editorial Trotta. Madrid, 1998.

jueves, octubre 29, 2009

Virginia Woolf en la BBC: Las palabras me fallan...

Agradecemos a Patricia Díaz Garbarino el habernos enviado el siguiente texto, que rescató The Book Bench de The New Yorker, y que forma parte, además, de la única grabación conocida de la autora de Orlando. Se trata de la contribución de Woolf a la serie Las palabras me fallan (Words fail me) que hizo la BBC en 1937. Aquí el texto en español.

"Las palabras, las palabras del inglés, están llenas de ecos, de memorias, de asociaciones. Han estado por todas partes: en los labios de la gente, en las calles, en sus casas, en los campos, por tantos siglos. Y esa es una de las principales dificultades para escribirlas hoy: están llenas de otros significados, de otras memorias, y han contraído muchos matrimonios famosos en el pasado. La espléndida palabra “enrojecer”, por ejemplo. ¿Quién puede usarla sin recordar el “mar innumerable”?
En los viejos tiempos, por supuesto, el inglés era una nueva lengua, los escritores podían inventar nuevas palabras y usarlas. Hoy en día, es bastante fácil inventar nuevas palabras -brotan a los labios cuando vemos una nueva vista o tenemos una nueva sensación- pero no podemos usarlas porque el inglés es una lengua vieja. No se puede usar una palabra nueva en un lenguaje viejo por el hecho tan obvio pero siempre misterioso de que una palabra no es una entidad distinta y separada, sino parte de otras palabras. En efecto, no es una palabra hasta que no es parte de un enunciado. Las palabras pertenecen las unas a las otras, aunque, claro, sólo un gran poeta sabe que la palabra “enrojecer” pertenece al “mar innumerable”. Combinar nuevas palabras con viejas palabras es fatal para la constitución de un enunciado. Para poder usar nuevas palabras con propiedad se debe inventar todo un nuevo lenguaje, y eso, aunque sin duda llegará, no es por el momento nuestro asunto. Nuestro asunto es ver qué podemos hacer con la vieja lengua inglesa tal como es. ¿Cómo podemos combinar las viejas palabras con nuevos órdenes para que puedan sobrevivir, para que creen belleza, para que digan verdad? Ese es el dilema.
La persona que pudiera responder esa pregunta merecería cualquier corona de gloria que el mundo pueda ofrecer. Pensar en lo que significaría si se pudiera enseñar, o si se pudiera aprender el arte de escribir. Cada libro, cada periódico que se tomara, dirían verdad o crearían belleza. Pero hay, parece ser, algún obstáculo en el caminio, algún impedimento en la enseñanza de las palabras, pues aunque en este momento al menos cien profesores están dando cátedra sobre la literatura del pasado, al menos mil críticos revisan la literatura del presente y cientos y cientos de jóvenes hombres y mujeres pasan exámenes de literatura en inglés con todo crédito, pese a todo eso, ¿escribimos mejor, leemos mejor lo que leímos y escirbimos hace 400 años, cuando no teníamos cátedras, ni críticas, ni clases? ¿Nuestra moderna literatura georgiana es un parche de la isabelina? Bueno, ¿dónde pondremos la culpa por ello? No en nuestros profesores, o en nuestros editores, o en nuestros escritores, sino en las palabras. Es sobre las palabras sobre quienes cae la culpa. Son la más salvaje, libre, la más irresponsable, la más inenseñable de todas las cosas. Por supuesto, puedes atraparlas y distribuirlas y colocarlas en orden alfabético en los diccionarios. Pero las palabras no viven en diccionarios. Viven en la mente. Si se quiere una prueba de ello, que se considere cuán seguido, en momentos de emoción, cuando más necesitamos las palabras, no encontramos ninguna. Y sin embargo, ahí está el diccionario; ahí, a nuestra disposición, está medio millón de palabras, todas en orden alfabético. Pero, ¿podemos usarlas? No, porque las palabras no viven en diccionarios, viven en la mente. Mira una vez más al diccionario. Ahí, más allá de toda duda, yacen obras más espléndidas que Antonio y Cleopatra, poemas más amorosos que la Oda al ruiseñor, y novelas junto a las cuáles Orgullo y prejuicio o David Copperfield son garabatos crudos de amateurs. Es sólo cuestión de encontrar las palabras correctas y ponerlas en el orden adecuado. Pero no podemos hacerlo porque no viven en diccionarios; viven en la mente. ¿Y cómo viven en la mente? En forma extraña y variada, en gran parte como los seres humanos, deambulando de aquí para allá, enamorándose, juntándose. Es cierto que están menos atadas por la ceremonia y la convención que nosotros. Las palabras de la realeza se juntan con las comunes. Las palabras inglesas se casan con las francesas, las alemanas, las indias, las negras, si así lo quieren. En efecto, cuanto menos indaguemos en el pasado de nuestra querida madre Inglés, mejor será para la reputación de esa señora, pues es una doncella amancebada como las de Amsterdam.
Por tanto, imponer cualquier ley a vagabundos tan irreprochables es peor que inútil. Unas cuantas reglas triviales de gramática y ortografía es cuanta mordaza podemos ponerles. Todo lo que podemos decir sobre ellas, conforme nos aparejamos con ellas a la orilla de esa caverna honda, oscura y apenas iluminada en la que viven -la mente-, todo lo que podemos decir de ellas que es que parece gustarles la gente que piensa antes de usarlas, y que siente antes de usarlas, pero no piensa y siente sobre ellas, sino sobre algo completamente diferente. Son altamente sensibles, y fácilmente se incomodan y apenan. No les gusta que se discuta su pureza o impureza. Si se abriera una Sociedad por el Inglés Puro, mostrarían su resentimiento iniciando otro inglés impuro, y de ahí la antinatural violencia de gran parte del discurso moderno, en protesta contra los puritanos. Son muy democráticas, también. Piensan que una palabra es tan buena como la otra, y las palabras mal educadas tan buenas como las educadas, y las incultas tan buenas como las cultas: no hay rangos ni títulos en su sociedad. Tampoco les gusta ser elevadas en el punto de una pluma y examinadas por separado. Se pasean juntas, en enunciados, en párrafos -a veces en páginas enteras a la vez. Odian ser útiles, odian hacer dinero, odian que se les den lecciones en público. En pocas palabras, odian cualquier cosa que les estampe un significado o las confine a una actitud, pues su naturaleza es cambiar.
Quizá esa sea su mayor peculiareidad: su necesidad de cambio. Es porque la verdad que tratan de atrapar tiene muchos tamaños, y la transportan adquiriendo muchos tamaños, corriendo para aquí, luego para allá. Por eso, significan una cosa para una persona, otra cosa para otra persona; son ininteligibles para una generación, directas como una lanza para la siguiente. Y es por esta complejidad, este poder para significar distintas cosas para distintas personas, que sobreviven. Quizás, entonces, una razón por la que no tenemos un gran poeta, novelista o crítico que escriba hoy es que nos negamos a permitir a las palabras su libertad. Las encajamos en un significado, su significado útil, el significado que nos hace llegar al tren, el que nos hace pasar el examen."
*El video con su voz (y texto en inglés) en www.atrespistas.com o enlace en Wikipedia.

Teresa Arijón: De poemas y animales sueltos

La lengua del mar bajo la lluvia
un discreto paisaje de esplendor
en las gotas rezagadas, y la cabeza fría
de los patos en el agua.

¿Podré recordar esta imagen dichosa en otro instante
y demorarme en su tenue lentitud, en su fantasma?

La lectura devora, y he leído
que en Nepal
hay siete maneras de mirar la luna
sin mirarla. (Mientras los patos
forman un círculo perfecto
en el cielo del alba.)


*Teresa Arijón es poeta y dramaturga. Publicó: La escrita (1988), Teoría del cielo (1992; con Arturo Carrera), Alibí (1995), El libro de las criaturas que duermen a nuestro lado (1997; con Arturo Carrera), El libro de la luna (1998; con Arturo Carrera), Orang-utans (2000; con Bárbara Belloc), Poemas y animales sueltos (2005), y El perro continuo (2006; pieza teatral escrita con Manuel Hermelo) . Entre 1994 y 1998 editó, con Bárbara Belloc, La rara Argentina (hoja de divertimento y cultura para mujeres). Codirige pato-en-la-cara (circuito cerrado de publicaciones 2007-2008).

miércoles, octubre 28, 2009

Suleika Ibañez*: Oda complicada a los rojos

Celebro el rojo sangre hembra. Rojo boca con rouge
para matar cautos y dejarse matar por incautos.
Sangre que deshoja el estigma del himen, rojo rubí
oscuro para comerte mejor, lobo,
para dejarte en los huesos las impresiones labiales,
y arruinar la vida de la policía religiosa.
Celebro el rojo menstruo en el tintero. Y que viole
la ley hebrea de los días de peste,
gritando pasionarias.
Celebro la sangre fémina rojo semáforo de cruzar
desafiando a la muerte.
Pero también me gusta el rojo esputo de tísico que
mata al librero que censura con semen en furia la
escritura de ninfas,
y el rojo tisana de arpía, que la ahoga de odio
a sus sobrinas.
El rojo vicio que nunca podrá con el arsenal del rojo
sueño.

*Poeta, narradora y dramaturga uruguaya, inédita hasta 1989, ha obtenido múltiples distinciones. Entre sus libros de poemas pueden mencionarse: Homenaje a Jean Genet (Nuestra Señora de las Flores), Experiencias con ángeles y demonios, etcétera.
** Podés leer más poemas de esta autora entrando a la siguiente dirección:
letras-uruguay.espaciolatino.com/ibanez_suleika/bio.htm

lunes, octubre 26, 2009

Lacanocookistas: treinta verdades

No te pierdas las treinta verdades del lacanocookismo. Podés leerlas entrando aquí:
http://lacanocookistas.blogspot.com/

Eva Murari*: Savia

1
Si uno se acerca muy despacio
un árbol se deja abrazar
el abrazo tiene que ser suave
todo el cuerpo en contacto
con el árbol
los ojos cerrados
y el oído
las manos
el cuerpo bien atento.

3
Duro por fuera
late alto y profundo
un corazón verde.

5
Los pies en la tierra
la cabeza llena de pájaros.


6
El corazón de un árbol
es muy grande
muy sutil
vive en todo
nuestro cuerpo
por eso no nos agitamos
el viento nos mueve
como una música.

9
Caminos
hormigas
palomas en mí.

19
El tronco es un abrazo
las ramas, filigrana fina
la última hoja al sol
granate.

22
No me animé a abrazarte
(la calle estaba
llena de gente)
vos me mirabas al sol
todo de oro.

24
Los ciruelos
cuerpo
alma de quinceañeras:
nos vestimos de pétalos rosados
antes que nadie
en medio
del frío de agosto
bailamos.


25
Las flores, los frutos encendidos
en la luz gris del día.
La lluvia empieza lenta y persiste.
La lluvia que esperaste tantos meses quieto
que esperé tantos meses desesperada.
Tu sangre verde, mi sangre roja
complementarias.

*Eva Murari (Bahía Blanca, 1974) es profesora en Letras (UNS). Publicó Violetas (Ediciones VOX, Bahía Blanca, 2003) y Tres (Cooperativa Editora El Calamar, Bahía Blanca 2004). Formó parte de las antologías Bahía Blanca, la ciudad letrada (Co-edición Ediciones Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Bahía Blanca, Gobierno Municipal, Buenos Aires, 2004) y 23 chichos bahienses (Ediciones VOX, Buenos Aires, 2004).
Los poemas que se transcriben pertenecen a un libro inédito, de próxima aparición.

Revista el Desaguadero

El Nº 5 de la nueva revista de poesía y reflexión El Desaguadero ya está rodando. Podés leer, si querés, como un adelanto exclusivo el prólogo a la antología "Promiscuos&Promisorios", escrito por Dionisio Salas Astorga. También podés encontrar: Una reseña crítica a "Osvaldo Lamborghini, una biografía", de Ricardo Strafacce, colaboración especial de Gastón O. Bandes; el reportaje haiku a Facundo López, por Hernán Schillagi, una crónica a la performance de Débora Benacot; "Profesor Hado", en el Ciclo Elefante, por Sergio Pereyra, etcétera: http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/

jueves, octubre 22, 2009

Encuentro de Poesía La Plata-Rosario

Este primer encuentro se desarrollará durante los días 30 y 31 de octubre de 2009, en el Museo Municipal de Arte – MUMART – del Pasaje Dardo Rocha (calle 7 esquina 49, de la ciudad de La Plata).

miércoles, octubre 21, 2009

Cruz de palo

Agradecemos al escritor Leopoldo Brizuela por habernos hechos llegar esta maravilla de letra.

Música: Guillermo Barbieri
Letra: Enrique Cadícamo

Juntito al arroyo, besao por los sauces
y poblao de flores, de esmalte y de luz,
sin letras, crespones ni nombres tallados
se alzan junto a un sauce dos palos en cruz.
Una sepultura que "entuavía" el cardo
no pudo cercarla, y en donde el "chus-chus"
de alguna lechuza se escucha, agorera,
sobre la cimera de esa vieja cruz.

El sauce le llora un Ave María;
el boyero, en cada chiflido que da,
acaso le quiere rezar un bendito
junto con las quejas que entona el sabia...
Dicen los más viejos, haciéndose cruces,
que al pasar de noche por ese lugar
oyen que se quejan los ñacurutuces
de un modo tan fiero que hasta hace temblar...

(recitado)
Y en las noches malas, cuando enrieda el viento
su vago lamento en el saucedal,
por la cruz de palo una luz camina,
que corre y que vuela por el pastizal.

Pa' un "Día de Dijuntos" de hace varios años
se llegó una moza juntito a la cruz;
la cabeza envuelta en negro rebozo,
los ojos llorosos, tristes y sin luz.
¡Qué frío, canejo, sentirán los muertos...!
Pues la moza aquella se le arrodilló,
lloró cuanto quiso, besuqueó la tumba,
le dijo "hasta pronto", pero no volvió.

César Bisso: Permanencia

El próximo lunes 26 de octubre se presentará Permanencia, el nuevo libro del poeta César Bisso. Lo acompañarán los amigos poetas: María Paula Alzugaray, Lisandro González y Cecilia Ulla. Cerrará la noche, la música infinita de Facundo Vélez. La cita es en Tercer Mundo, Arte Bar, Rioja 1089, a las 21.

lunes, octubre 19, 2009

Liliana Guaragno: El tiempo uno*

No iría por la noche
Pero fui por la noche a ponte Rialto
Pasaban máscaras
suntuosas
luces
De las aguas –que gozan—
emergían
hilos de plata y oro
ronca la voz de los hombres


No dejo de recordar
mariposas entrampadas
por los vidrios de los autos
Si duele vuelvo a la piazza
a Santa María Maggiore
al padre dominico
que sólo pensaba las faltas
de la carne
tal vez en Sofía Loren
o Claudia Cardinale
soñada en Veiravé


Arcos arcos después
de Campo degli Apostoli
Piedra y bancos
del frío
Oscurece vagones
de arcos
Vidrieras con turistas
a ambos lados
y barandas


San Lucas
con pincel y tela
dibuja
una virgen alta
on bambino

Y ángeles
de figuritas


Hacia el sur
cortan blanco el cielo
las colinas

Casitas torres saltado revoque
“sognare non costa niente”
las alas de los ángeles
son de colores
...
Redes
sobre la piel
de montañas rocosas
Redes en el olor del aire
de aceitunas
que caen

Senda
de Roma a Cartago
de Cartago a Roma
Porta di Messina
Piazza Aprile

Mar esmeralda


*Liliana Guaragno (1947, Buenos Aires) es profesora de Letras (UBA), docente e investigadora. Narradora y poeta, publicó: La mujer del sombrero rojo, Final del día, Baldío, Los vientos amarillos (poemas), Itinerario de una insensata (novela), El tiempo uno, libro al que pertenecen los poemas que se transcriben.

Marina Serrano*: La diástasis de las tibias largas

Tibias

Donde sea que ella se encuentre
las cosas se vuelven lentas,
animales invisibles y pequeños
devanan madejas algodonosas
y cuelgan de cuerpos abiertos
como su pollera.

Las tibias, especialmente largas
subyacen a la carne, a la piel,
desde el tubérculo
descienden por el borde filoso de quilla
y se expanden, mesetas
abiertas a cóndilos femorales
sostienen, les permiten rodar, deslizarse
convierten lo plano en limitante
y dejan abierta la inminencia de la catástrofe
al movimiento no permitido.

Las tibias se adelgazan en sentido caudal
pero las tibias largas lo hacen aún
más lentamente.

Por la vereda

Es difícil seguir el paso de las tibias largas,
el centro de gravedad oscila más de lo habitual
y legitima, en cada uno de ellos
esa parsimonia inherente a su estirpe aristócrata.

Pieles y volados circundan los hombros
destacan su cintura escapular y la cabeza erguida
hace ya tanto tiempo, en pos de la razón.

Las costuras y sus aperos
traccionan en cada zancada.

Cierta necesidad de permanecer en silencio
me interrumpe,
mientras ella respira.

*Marina Serrano (1973, Quequén, prov. de Buenos Aires), es poeta y médica kinesióloga. Recibió diversos premios. Publicó: Formación hospitalaria (Sigamos Enamoradas, 2006) y La diástasis de las tibias largas (Sigamos Enamoradas, 2008), libro al que pertenecen los poemas que se transcriben.

Carlos A. Basch: Ritmos diurnos de la noche

La noche inmóvil

se entretiene a destellos
de tiempo a mis espaldas
como esa otra madrugada
inaugural
cuando a orillas de un mar
también insomne el aire
se resistía a salir del pecho sin saber
que el niño había iniciado ya
la travesía

A tientas

Parpadea
la línea del horizonte
en quiebra su promesa
exaltada.
El cambio de estación
me pisa ya de nuevo
los talones y me planto
desnudo ante los viejos
libros que hace tanto
me dieran por leído.


La ciudad

Se amontona al descuido
ante tus ojos arde todavía
el desierto que resta por saldar
abre grietas
en la foto de siempre
y se mezclan tus pasos
con el ruido de fondo
mientras cae la noche
tu cabeza se pone
lentamente
de pie

Carlos A. Basch, buenos aires, 1948. Poeta, médico, psicoanalista. Publicó: Lenguas perdidas (Zama, 2006). Los poemas que se transcriben están incluidos en la primera parte de su nuevo libro En medio de la noche (Nuevohacer, 2009).

Agenda: presentaciones, lectura de poemas, narradores

.Miércoles 21 de octubre, a las 19, Casa de la Lectura, Lavalleja 924.
Presentación de los libros: Madamas, de Marisa do Brito Barrote; La señora Sh., de Jimena Néspolo.

. Domingo, 25 de octubre, a las 19.30, en Elefante, Club de Teatro: Soler 3964. Leerán: Lucas Soares - José María Brindisi - Teresa Arijón. Canta: Garúa finito.

. Sábado 31 de octubre, a las 18: Ficcionarios, Centro Cultural de la Cooperación. Leerán narradores integrantes del taller literario de Mónica Sifrim.

viernes, octubre 16, 2009

Claudia Masín: abrigos, mudanzas

De abrigo
Quisiera que me cuides
como se cuida a aquellas personas enfermas
que ignoran la grave naturaleza de su mal:
suavemente, sin ningún gesto rotundo
de amor que las alarme,
les revele de repente la verdad.

Cuidar lo que no tiene cura: el cuerpo,
aunque más no sea porque todavía contiene
ese secreto que nos decíamos, de niños, al oído,
y que ningún adulto recuerda.

Del tiempo en que mi hermano y yo
crecíamos al sol, abandonados
y desbordantes como frutas salvajes,
quedó en mi pecho un viento
crudo y antiguo que no dejará de agitarse
ni aún en medio del día más apacible,
más hermoso del verano.

Cuidar lo que no tiene cura: el cuerpo,
aunque más no sea porque todavía contiene
ese secreto que nos decíamos, de niños, al oído,
y que ningún adulto recuerda.


La mudanza
Hay un amor al extravío en todas las personas extraviadas,
a la larga uno levanta su casa donde resulta que ha caído:
arena, agua, barro, tierra firme. ¿Pero y si resultara
posible la mudanza, si el movimiento
no fuera una explosión que de improviso
transporta las moléculas de un cuerpo
de un lugar, si el movimiento fuera
desprenderse como se desprende una gota de una rama
si fuera algo así de lento, así
de irreversible?

* Claudia Masín nació en Resistencia, Chaco, Argentina, en 1972. Es poeta y psicoanalista. Vive en Buenos Aires desde 1990. Tiene varios libros de poemas editados: Bizarría (1997, Nusud, Buenos Aires); Geología (2001, Nusud, Buenos Aires); La vista (2002, Visor, Madrid), El secreto (antología 1996-2006), etc. Es creadora y coordinadora de ciclos multimedia relacionados con la poesía (El pez que habla, 2000- El gallo y la luna, 2005) y de ciclos de recitales de poesía (La mirada, 1998; Poligrafías, 2001; La Musik, 2004). Coordina un taller de escritura poética desde 1997 y un taller de escritura psicoanalítica desde 2003.

Recomendada: Lectura de poemas de Claudia Masín

Claudia Masín es una de las voces poéticas más destacadas de la Argentina, por eso, te recomiendo que la vayas a escuchar: la cita es en el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543- Sala Jacobo Laks- 3° piso, hoy, viernes, 16 de octubre de 2009, a las 18.

jueves, octubre 15, 2009

Dichos de Lezama Lima*

Poesía oscura, poesía clara…
"En cierta ocasión, me decían que Góngora era un poeta que tornaba oscuras las cosas claras y que yo, por el contrario, era un poeta que tornaba las cosas oscuras claras, evidentes, cenitales. He señalado que entre los antiguos juglares aparecieron los trovar clus, que eran juglares que hacían poesía oscura. Así vemos que aun la juglaría, por definición simple, no tiene que ver nada con la claridad, puesto que ya había entre los juglares quienes hacían poesía oscura o hermética (...).
Hay la poesía oscura y la poesía clara. Éste es un hecho que tenemos que aceptar con sencillez, como aceptamos la existencia del día y de la noche; de las cosas que se hacen por el día y las cosas que se hacen por la noche. (...), en definitiva, ni las cosas oscuras lo son tanto como para darnos horror, ni las claras tan evidentes para hacernos dormir tranquilos. Pero esto de oscuridad y claridad ya me va pareciendo trasnochado. Lo que cuenta es lo que Pascal llamó los penseés d'arriere. Es decir, el eterno reverso enigmático, tanto de lo oscuro o lejano como de lo claro o cercano. La tendencia a la oscuridad, a resolver enigmas, a cumplimentar juegos entrecruzados es tan propia del género humano como la imagen reflejada en la clara lámina marina, que puede conducirnos con egoísta voluptuosidad a un golpe final, a la muerte. No hay que buscar oscuridades donde no existen."**

Viajes, travesías
"Es que hay viajes más espléndidos: los que un hombre puede intentar por los corredores de su casa, yéndose del dormitorio al baño, desfilando entre parques y librerías. (...) El viaje es reconocer, reconocerse, es la pérdida de la niñez y la admisión de la madurez (...), casi nunca he salido de la Habana. Admito dos razones: a cada salida empeoraban mis bronquios; y además, en el centro de todo viaje ha flotado siempre el recuerdo de la muerte de mi padre. Gide ha dicho que toda travesía es un pregusto de la muerte, una anticipación del fin. Yo no viajo: por eso resucito."***

Che Guevara, comandante nuestro
“"Ceñido por la última prueba, piedra pelada de los comienzos para oír las inauguraciones del verbo, la muerte lo fue a buscar. Saltaba de chamusquina para árbol, de alquileida caballo hablador para hamaca donde la india, con su cántaro que coagula los sueños, lo trae y lo lleva. Hombre de todos los comienzos, de la última, del quedarse con una sola muerte, de particularizarse con la muerte, piedra sobre piedra, piedra creciendo el fuego.Las citas con Tupac Amaru, las charreteras bolivarianas sobre la plata del Potosí, le despertaron los comienzos, la fiebre, los secretos de ir quedándose para siempre. Quiso hacer de los Andes deshabitados, la casa de los secretos. El huso del transcurso, el aceite amaneciendo, el carbunclo trocándose en la sopa mágica. Lo que se ocultaba y se dejaba ver era nada menos que el sol, rodeado de medialunas incaicas, de sirenas del séquito de Viracocha, sirenas con sus grandes guitarras. El medialunero Viracocha transformando las piedras en guerreros y los guerreros en piedras. Levantando por el sueño y las invocaciones la ciudad de las murallas y las armaduras. Nuevo Viracocha, de él se esperaban todas las saetas de la posibilidad y ahora se esperaban todas las saetas de la posibilidad y ahora se esperan todos los prodigios en la ensoñación.Como Anfiareo, la muerte no interrumpe sus recuerdos. La aristía, la protección en el combate, la tuvo siempre a la hora de los gritos y la arreciada del cuello, pero también la areteia, el sacrificio, el afán de holocausto. El sacrificarse en la pirámide funeral, pero antes dio las pruebas terribles de su tamaño para la transfiguración. Donde quiera que hay una piedra, decía Nietzsche, hay una imagen. Y su imagen es uno de los comienzos de los prodigios, del sembradío en la piedra, es decir, el crecimiento tal como aparece en las primeras teogonías, depositando la región de la fuerza en el espacio vacío." ****

* José Lezama Lima, escritor cubano (1910-1916). Fundó la revista Verbum y dirigió la revista Orígenes. Publicó entre otros, los siguientes libros: Muerte de Narciso (1937), Enemigo rumor (1941), Aventuras sigilosas (1945), Dador (1960), Fragmentos a su imán (1977), Paradiso (novela, 1966), La cantidad hechizada (ensayo, 1970), Oppiano Licario (novela inconclusa, aparecida póstumamente en 1977).
**
Fragmento extractado del libro del compilador Pedro Simón, Valoración múltiple. Recopilación de textos sobre Lezama Lima. La Habana, Casa de las Américas, 1970, pág. 30.
*** Ídem anterior.
****Casa de las Américas, La Habana, Año VIII, No. 46, enero-febrero 1968.

Sea: convocatoria a elecciones de autoridades

La Comisión Directiva de la SOCIEDAD DE ESCRITORAS Y ESCRITORES DE LA ARGENTINA convoca a elecciones generales a sus asociados para elegir autoridades de Comisión Directiva y de Comisión Revisora de Cuentas el día 21 de noviembre de 2009 de 10 a 18 en Bartolomé Mitre 2815, 2 piso, Of. 227, C. Federal, haciendo lo propio las Representaciones de Salta, Santa Fe y Villa Mercedes / San Luis, en sus respectivos domicilios, en igual horario, haciéndose saber que:
a) La JUNTA ELECTORAL se encuentra conformada por los socios Julio Bepré (Presidente), Juan José Salinas y (Ricardo Horvath) como titulares y Gustavo Roldán en carácter de suplente. El órgano atenderá de 17 a 19 horas los días lunes, martes y viernes en la sede de la entidad;
b) La JUNTA ELECTORAL fijará el cronograma electoral siendo exhibido con el padrón provisorio desde el 21 de septiembre en su lugar de atención;
c) Las Representaciones, dentro de las 24 horas de finalizado el comicio, remitirán vía postal a la Central las planillas de asistencia de votantes y del escrutinio provisorio firmadas por las autoridades de mesa, más las boletas de los votos sufragados;
d) Las Representaciones recibirán por correo electrónico el cronograma electoral, el que deberán exponer. Todo ello de conformidad a lo resuelto por Comisión Directiva en reunión celebrada el 1/09/09.

martes, octubre 13, 2009

Macedonio: Hay un morir*

No me lleves a sombras de la muerte
adonde se hará sombra mi vida,
donde solo se vive el haber sido.
No quiero vivir del recuerdo.
Dame otros días como éstos de la vida.
Oh no tan pronto hagas
de mí un ausente
y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi hoy!
Quisiera estarme todavía en mí.

Hay un morir si de unos ojos
se voltea la mirada de amor
y solo queda el mirar de vivir.
Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es Muerte la libadora de mejillas,
esto es Muerte: olvido en ojos mirantes.

II. Amor se fue

Amor se fue; mientras duró
de todo hizo placer.
Cuando se fue
nada dejó que no doliera.

*Macedonio Fernández. Obras completas, Tomo VII. Ed. Corregidor, Buenos Aires, 1987.

Jornada de homenaje al poeta Daniel Muxica

La cita es mañana, miércoles 14 de octubre, a las 20, en la Casa de la Lectura, Lavalleja 924, donde la actriz Ingrid Pelicori recordará al poeta, amigo y compañero, Daniel Muxica, con una lectura de sus poemas.

PUEBLO DESNUDO
a Julio Troxler, a Jorge Dipasquale.

El pueblo teme hablar del pueblo
como si conociera esa primavera desde antes.
Es tan antiguo de anterior
que no está parido por madre sino por abuela
de sopas a discreción y otras desleídas
maneras de amamantar las bocas del mañana.

Las fábulas son el mérito de su pasado
comadres agitan el mediodía
llamando a comer cenar en nombre
de los que no han nacido.
Engendrar carne y huesos
sabiendo que el tiempo salta sobre el tiempo.


El pueblo usa mortajas duras
y no hace hijos sino testigos diferentes
de su propio alimento
primitivas cebollas gigantes de tanto llorar
su dolor acá.

lunes, octubre 12, 2009

Lacan: eros, mística y mujeres

“(...) Lo que se intentaba a fines del pasado siglo, en tiempos de Freud, lo que buscaba una serie de buenas gentes alrededor de Charcot y de otros, era reducir la mística a un asunto de semen. Un examen más detenido mostrará que no se trata de eso en absoluto”(…) /La mística/ es algo perfectamente serio, sobre lo que nos informan algunas personas, con su superior frecuencia mujeres, o bien gentes dotadas como san Juan de la Cruz (…). Hay hombres que están tan bien como las mujeres. Puede suceder. Y que al propio tiempo se encuentran igualmente bien. A pesar, no digo de su falo, a pesar de todo lo que les molesta en razón de éste, vislumbran que ha de haber un goce que esté más allá. Tales son los místicos.”

J. Lacan. *Le Séminaire, Livre XX. Éditions du Senil, París, 1975. Citado por José Ángel Valente: en Variaciones sobre el pájaro y la red, Ed. Tusquets, 1991, pp. 48-49.

Césare Pavese: Los ciegos*

No hay episodio de Tebas en que falte el adivino ciego Tiresias. Poco después de este coloquio comenzaron las desventuras de Edipo -es decir, se le abrieron los ojos y, horrorizado, él mismo se los arrancó.
(Hablan Edipo y Tiresias)
Edipo: Viejo Tiresias, ¿debo creer lo que se dice aquí en Tebas, que los dioses te han cegado por envidia?
Tiresias: Si es cierto que todo proviene de ellos, debes creerlo.
Edipo: ¿Tú qué opinas?
Tiresias: Que de los dioses se habla demasiado. Estar ciego no es una desgracia distinta de estar vivo. Siempre he visto cómo las desventuras llegan a tiempo en el momento en que deben ocurrir.
Edipo: ¿Pero entonces para qué sirven los dioses?
Tiresias: El mundo es más viejo que ellos. Ya llenaba el espacio y sangraba, gozaba, era el único dios, cuando el tiempo aún no había nacido. Las cosas mismas reinaban, entonces. Sucedían cosas. Ahora, gracias a los dioses, todo se ha vuelto palabras, ilusión, amenaza. Pero los dioses pueden molestar, acercar o alejar las cosas; no tocarlas ni cambiarlas. Llegaron demasiado tarde.
Edipo: ¿Y justamente tú, un sacerdote, dices eso?
Tiresias: Si no supiera al menos eso, no sería sacerdote. Toma un muchacho que se baña en el Asopo, una mañana de verano. El muchacho sale del agua, vuelve al agua, feliz; se sumerge una y otra vez. Se siente mal y se ahoga. ¿Qué tienen que ver los dioses? ¿Habrá que atribuirles su muerte o en cambio el placer que gozó? Ni lo uno ni lo otro. Ha ocurrido algo, que no es ni bueno ni malo, algo que no tiene hombre; después le darán un nombre los dioses.
Edipo: Y nombrar, explicar las cosas, ¿te parece poco, Tiresias?
Tiresias: Eres joven, Edipo, y al igual que los dioses, que son jóvenes, aclaras tú mismo las cosas y las nombras. No sabes todavía que bajo la tierra hay roca y que el cielo más azul es el más vacío. Para quien es ciego como yo, todas las cosas son un tropiezo, nada más.
Edipo: Pero, sin embargo, tú has vivido frecuentando a los dioses. Por mucho tiempo te has ocupado de las estaciones, los placeres, las miserias humanas. De ti se cuenta más de una fábula, como si fueras un dios. Especialmente una tan extraña, tan insólita que debe tener algún sentido -tal vez el de las nubes en el cielo.
Tiresias: He vivido mucho. He vivido tanto que cada historia que escucho me parece la mía. ¿Qué decías del sentido de las nubes en el cielo?
Edipo: Una presencia en medio del vacío...
Tiresias: Pero, ¿cuál fábula es esa que tú crees tenga un sentido?
Edipo: ¿Has sido siempre lo que eres, viejo Tiresias?
Tiresias: Ah, entiendo. La historia de las serpientes. Cuando fui mujer por siete años. Y bien, ¿qué le hallas a esa historia?
Edipo: Te ocurrió a ti y tú lo sabes. Pero sin un dios estas cosas no acontecen.
Tiresias: ¿Tú crees? Todo puede suceder sobre la Tierra. No hay nada insólito. En aquel tiempo sentía disgusto por las cosas del sexo: me parecía que habían envilecido el espíritu, la santidad, mi carácter. Cuando vi las serpientes gozarse y morderse en la hierba, no pude contener mi desprecio: las golpeé con el bastón. Poco después yo era mujer -y durante años mi orgullo fue obligado a sufrir. Las cosas del mundo son roca, Edipo.
Edipo: ¿Pero es en verdad tan vil el sexo de la mujer?
Tiresias: No, en lo absoluto. No hay cosas viles sino a causa de los dioses. Hay molestias, disgustos, ilusiones que, al tocar la roca, se disuelven. Aquí la roca fue la fuerza del sexo, su ubicuidad y omnipresencia bajo todas las formas y cambios. De hombre a mujer y viceversa (siete años después vi de nuevo a las dos serpientes), lo que no quise consentir con el espíritu me fue impuesto por violencia o por lujuria; y yo, hombre desdeñoso o mujer envilecida, me desenfrené como mujer y fui abyecto como hombre, y lo supe todo del sexo: llegué al punto en que, siendo hombre, buscaba a los hombres y, mujer, a las mujeres.
Edipo: ¿Ves entonces que un dios te ha enseñado algo?
Tiresias: No hay dioses sobre el sexo. Te repito que es la roca. Muchos dioses son bestias, pero la serpiente es el más antiguo de los dioses. Cuando se aplasta sobre la tierra te da la imagen del sexo, y ahí están la vida y la muerte. ¿Qué dios puede encarnar y abarcar tanto?
Edipo: Pues tú mismo. Lo has dicho.
Tiresias: Tiresias está viejo y no es un dios. Cuando joven ignoraba estas cosas. El sexo es ambiguo y siempre equívoco. Es una mitad con la apariencia de un todo. El hombre llega a encarnarse en él, a vivir dentro de él como un buen nadador dentro del agua, pero mientras tanto envejece, toca la roca. Al final sólo le queda una idea, una ilusión: que el otro sexo quede saciado. Pues bien, no lo creas: yo sé que para todos es un vano afán.
Edipo: No es fácil rebatirte. No por nada tu historia comienza con serpientes. Pero también comienza con el disgusto, con el fastidio por el sexo. ¿Y qué dirías a un hombre cabal que te jurase ignorar tal disgusto?
Tiresias: Que no es un hombre íntegro sino todavía un niño.
Edipo: Yo también, Tiresias, he tenido encuentros en el camino de Tebas. En uno de ellos se habló del hombre -desde su infancia hasta la muerte- y toqué la roca. Desde aquel día fui marido y fui padre y rey de Tebas. Para mí, no hay nada de ambiguo o de vano en mis días.
Tiresias: No eres el único, Edipo, que piensa así. Pero la roca no se toca con palabras. Que los dioses te protejan. También yo te hablo y estoy viejo. Sólo el ciego conoce las tinieblas. Me parece vivir fuera del tiempo, haber vivido siempre, y ya no creo en los días. También dentro de mí hay algo que goza y que sangra.
Edipo: Decías que ese algo era un dios. ¿Por qué, mi buen Tiresias, no intentas rogarle?
Tiresias: Todos le rogamos a algún dios, pero lo que acontece no tiene nombre. El muchacho ahogado una mañana de verano, ¿qué sabía de los dioses? ¿Que convenía rezarles? Hay una gran serpiente en cada día de la vida y se aplasta y nos mira. ¿Te has preguntado alguna vez, Edipo, por qué los infelices al envejecer se vuelven ciegos?
Edipo: Ruego a los dioses que no me suceda.
Texto incluido en el libro Diálogos con Leucó, escrito entre los años 1945-46 (véase Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires, 1976).

sábado, octubre 10, 2009

Virginia Woolf: Momentos de vida

Pintar con palabras
“Si la vida tiene una base sobre la que sostenerse de pie, si es un cuenco que se llena y se llena, en este caso mi cuenco se apoya en este recuerdo. Es el recuerdo de estar en la cama, medio dormida, medio despierta, en el cuarto de los niños de St. Ives. Y es oír olas al romper, una, dos, una dos, y enviando el agua a la playa; y después, rompiendo, una, dos, una, dos, detrás de una persiana amarilla. Es oír cómo la persiana arrastra por el suelo la pequeña pieza en forma de bellota, al extremo del cordón, cuando el viento impulsaba la ventana hacia fuera. Es estar acostada y oír el agua, y ver esa luz, y sentir, es casi imposible que yo esté aquí; sentir el más puro éxtasis que se pueda concebir. (…) Si fuera pintora pintaría estas primeras impresiones en amarillo pálido, plateado y verde. Allí estaba la persiana de pálido amarillo, el mar verde y la planta de las pasionarias. Pintaría un cuadro de forma esférica; semitransparente. Pintaría un cuadro con pétalos curvos, conchas, cosas semitransparentes.; pintaría formas curvas traspasadas por la luz, aunque sin darles contornos definidos. Todo sería grande y difuso; y todo lo que se viera se oiría también; los sonidos llegarían a través de ese pétalo o de esa hoja, sonidos que no se podrían distinguir de esa imagen. (…)”.

Comprender un poema
"Era una tarde de primavera y nos tumbamos --Nessa y yo— en el largo césped, detrás del Flower Walk. Había llevado conmigo The Goleen Treasury. Lo abrí y empecé a leer un poema. E instantáneamente y por primera vez lo comprendí (no recuerdo cuál era). Fue como si se hubiera transformado en totalmente comprensible. Tuve una sensación de transparencia en las palabras que se da cuando dejan de ser palabras y se intensifican de tal manera que parece que se viven; se prevén como si expresaran lo que ya se está sintiendo. Quedé tan pasmada que intenté explicar la sensación. “Se tiene la impresión de comprender lo que se quiere decir”, dije torpemente. Supongo que Nessa lo ha olvidado; nadie hubiera podido comprender por mis palabras, la extraña sensación que tuve, allí, en la cálida hierba, de que la poesía se convertía en verdad. Tampoco estas palabras expresan la sensación. Es igual a lo que siento, a veces, mientras escribo. La pluma sigue el rastro."

Golpes
(…) al hacerse mayor se adquiere, gracias a la razón, un mayor poder para encontrar explicaciones, y que la explicación amortigua la fuerza de martillo de herrero del golpe. Creo que esto es verdad, pues a pesar de que tengo la característica de recibir esos golpes bruscos, ahora son siempre bienvenidos; después de la primera sorpresa, siempre siento al instante que son especialmente valiosos. Y de ahí paso a suponer que mi capacidad de recibir golpes es lo que me hace escritora. A modo de explicación me atreveré a decir que en mi caso el golpe siempre va seguido del deseo de explicarlo. Siento que he recibido un golpe; pero no se trata, como ocurría siendo niña, simplemente de un golpe asestado por un enemigo oculto (…); es, o llegará a ser, una revelación de un determinado orden; es una muestra de la existencia de algo real que se encuentra detrás de las apariencias; y yo lo hago real al expresarlo en palabras. Sólo expresándolo en palabras le doy el carácter de algo íntegro, y esta integridad significa que ha perdido el poder de causarme daño; me produce un gran placer juntar las partes separadas. Tal vez se deba a que, al hacerlo, elimino el dolor. Quizás sea el placer más fuerte que conozco."

El presente, el pasado…
“(…) El pasado solo regresa cuando se desliza tan suavemente como la superficie de un río profundo. Entonces, a través de la superficie se ven las profundidades. En estos momentos, una de mis mayores satisfacciones consiste en no pensar en el pasado, sino en que, precisamente en dichos momentos, vivo con suma intensidad el presente. Porque el presente, cuando cuenta con el apoyo del pasado, es mil veces más profundo que el presente cuando nos apremia tan de cerca que no se puede sentir nada más, cuando la película en la cámara sólo produce impresión en la vista. Pero, para sentir el presente deslizándose sobre las profundidades del pasado, es necesario tener paz. El presente ha de ser suave, habitual (…)”.


*Fragmentos extractados del libro Momentos de vida, Ed. Lumen, 2008

César Fernández Moreno*: las palabras, el poeta...

tienen cuerpo las palabras tocan y son tocadas
son caramelos se las puede lamer chupar mamar
hierven como peces en un estanque tropical
tienen tantas formas como las valvas según las rocas a que se adhieran
pero importa mucho más lo que contiene su nacarado seno
la vida deliciosa frágil del ser que las habita
son transparentes para que resplandezca su contenido
son crisálidas clavos ardiendo
granadas que revientan en la mano si no se arrojan a tiempo
sólo viven para morir
son pilotos suicidas
perecen al tocar su objetivo
la poesía es uno de esos objetivos
uno de los nombres del hombre
su respuesta al canto del gallo
toda expresión equívoca que aclara las cosas
la parte en blanco de los formularios
el himno de libertad de un libre o de un esclavo
un balbuceo muy bien impostado
un abuso del lenguaje
cualquier cosa natural para decir después de hacer el amor
un lenguaje siempre tan intenso como una despedida
el halo que circunda ese lenguaje
cuando se llega al límite sólo hay un modo de hablar
la metáfora decir que una cosa es otra
en el límite todas las cosas son otras
todo es todo la verdad radica en soplos
la poesía la dice no hay otra ciencia exacta
la dice en cierto modo con ciertas palabras
confunde esas palabras las calienta para impedir que la vida
se entumezca en ellas
hace convergir la vida en las palabras
bosques vecinos uniendo sus incendios
el poeta nace se hace se deshace
se rehace renace
es el inspector más general
un contemplativo sin contemplaciones
todas las cosas le interesan por igual pero a algunas les presta
demasiada atención
a otras demasiado poca
es un científico cuya mente funciona sin datos
es un deslenguado
es una cruza de perro y dactilógrafo
para ser poeta basta con saber oler y escribir
su conducta nunca es absurda
nunca sabe en qué recodo encontrará las palabras
siempre está naufragando en la libertad
atravesando de piedra en palabra el río del tiempo
todo el tiempo siente cómo pasa el tiempo
cambia gente por soledad a través de angustia
las estrellas volatilizan a esa gente
pero ese hombre tiene que contarle cómo
son esas estrellas
está prisionero en una fortaleza no puede comunicarse
sino parabólicamente
por medio de obuses palomas mensajeras
silbatos supersónicos
es decir palabras
montado en ellas vuelve de su soledad a la gente
ustedes qué harían si vieran descender un plato volador
correrían a contárselo a todos
cualquier cosa que ve el poeta le parece un plato volador
todas lo son
ustedes escuchen o no pero él debe hablar
no le importa que a ustedes no les importe
mentiras le importa mucho y a ustedes también debería importarles
no piensen en él como poeta sino como hombre
de un tajo él se da cuenta cómo es alguna cosa
relaciones estrechísimas entre cosas al parecer remotísimas
él pone poética la realidad
la pone como es
o tal vez al contrario la realidad es la que se pone poética
las cosas se enternecen se desequilibran trascienden peligrosamente
sus límites
otra vez un bosque pero de otoño con todos sus árboles vibrantes de
balsámicas hojas
un movimiento se inicia alrededor del poeta lo arrastra a girar
para no caer debe aferrarse a las palabras
para flotar en ese vacío hace falta una balsa o un puente colgante
de palabras
o escala de seda o palabras por donde tal vez subir
la situación exige no perecer asumir una forma estable
no tiene otra salida que las palabras así como el atardecer no tiene
otra que las campanas
el poeta está obligado a descubrir y pronunciar esas palabras
una fisura se oscurece en la pulimentada superficie del mundo
donde él introduce la arista más delgada de su cuña verbal
a medida que los hechos pasan a palabras se va apaciguando
el vórtice de realidad
enardeciéndose el de palabras
hasta que el poeta entrega su confesión por escrito
la poesía es el arte de no escribir
dígalo con palabras como si no lo dijera con palabras
cualquier cosa puede concentrarse en una palabra o extenderse
en mil
hay que encontrar la cantidad exacta que resulte poética
cada palabra tiene mil sentidos
dos juntas multiplican un millón
con el correr del tiempo las precisiones se van desgastando
como templos abandonados en la selva
el poeta quiso fabricar una llave pero le salió una ganzúa
ya no sabe qué puertas abrirá pero las abrirá
admiremos al noble ladrón que sólo roba puertas cerradas
ha aceptado ser un sicario pero de la poesía
ha decidido gastar su tiempo en eso
está dispuesto a consumir un año en una e
a escribir con su sangre letreros luminosos
a escribir con bordes de monedas con lapiceras explosivas
con guantes con la zurda
aunque los dedos se le agarroten o se le derritan
a la madrugada levantándose o acostándose
con el deseo con el hartazgo
él estaba escribiendo
se quedó ciego y siguió escribiendo
el poema es el arma perfecta
complejo aceitado compacto
todo poeta vive como un pistolero
con el corazón en la boca
las palabras le ordenan el mundo pero le desordenan la vida
él no compra un espejo para adornar el dormitorio de su amante
compra la palabra espejo para adornar el verso donde su amante
lo abandona
y se queda solo frente a ese espejo
las balas rebotan en la blindada imagen
el arma funciona contra su portador pero él no quiere soltarla
se agarra del mundo por donde puede
su hacer es lo único que puede oponer al tiempo
el tiempo procura absorberme
integrarme a sí desintegrarme a mí
imposible evitar la lucha entre él y yo
yo lo voy a llenar de mí mismo de cosas en que me transformo
escribir como amar son órganos por donde me vuelco
me lanzo a ser en el tiempo bajo una forma nueva
hasta que me vacíe del todo ya lo sé
pero el tiempo no puede quedar así
hay que ponerlo overo de palabras

*(Buenos Aires, 1919 - París, 1985) Poeta y ensayista argentino, Fundó y dirigió la colección poética Fontefriada y las revistas literarias Contrapunto, Correspondencia y Zona; fue crítico de cine en la revista Nosotros, colaborador del diario La Nación y de la revista Sur. Publicó: Gallo ciego (1940), Romance de Valle Verde (1941), La mano y el seno (1941), El alegre ciprés (1941), La palma de la mano (1941), Veinte años después (1953), Argentino hasta la muerte (1963), La realidad y los papeles (1967), Sentimientos completos (1982).
**El poema que reproducimos pertenece a su libro Argentino hasta la muerte.

Tres poetas, un encuentro

Editorial Alción invita a la lectura/presentación conjunta de los poemarios:

Canción de Vic Morrow ,de Jaime Rodríguez Z.
Madamas, de Marisa do Brito Barrote.
La señora Sh., de Jimena Néspolo.

Walter Romero oficiará de maestro de ceremonias.

Miércoles 21 de octubre, 19.
Casa de la Lectura
Lavalleja 924, Ciudad de Buenos Aires
.

viernes, octubre 09, 2009

Alberto Vanasco: Arte poética

Si el poema no sirve para imponer al nombre de las cosas
otro nombre y a su silencio otro silencio,
si no sirve para hender el día
en dos mitades como otros dos días relucientes
y para decir a cada uno
lo que cada uno quiere o necesita
o no se ha dicho nunca a sí mismo.

Si el poema no sirve para que el amigo o la amiga
entren en él como en un amplio recinto
y se sienten a conversar largamente con un vaso
de vino en la mano
sobre las raíces del tiempo o el sabor del coraje
o de lo que tardan en llegar este año los fríos.

Si el poema no sirve para quitarle el sueño a un canalla
o ayudar a dormir al inocente,
si es inútil para el deseo y el asombro,
para la memoria o el olvido.

Si el poema no sirve para hacer del que escucha
un fanático
que el poeta se calle.

Ella en general
de buena fuente sé que tu sonrisa estalla como
los frutos
que tu nombre resuena como las declinaciones más
antiguas
que en ti todo se excede como el año se vuelca
que los días te siguen hasta hacerte volar
que tu boca es más suave que los saltos del universo
más dulce que la memoria de las primas que tanto
hemos amado
es en tus ojos donde la luz desata sus mares
es por ti que el mar reanuda su juego
es en tu voz donde la noche amansa sus vientos
propicios
y es en el centro de tu risa donde el día ordena sus
mástiles

es a ti a quien la mañana dedica su empeño
a quien prefiere la línea del mediodía
por quien se preparan los hábitos del anochecer

es por ti que cada nombre ha clavado sus anclas
y por quien el año alberga demasiado optimismo

es en tu corazón donde madura lo que está por venir


Alberto Vanasco (1925-1993). Poeta, narrador, ensayista y autor teatral nacido en Buenos Aires, Capital Federal, donde falleció. Participó en las revistas Letra y Línea, Contemporánea y Macedonio. Tiene numerosos libros publicados.

Miel de Caña

Mañana, sábado 10 de octubre, a las 21.30, se presentará Miel de caña, un grupo de música instrumental andino-barroca, que cuenta entre sus integrantes a nuestro amigo, el poeta Alejandro Castro. La cita es en la Nueva Casona de Colombres, Colombres 764, barrio de Boedo.

El tiempo II, Miguel Martínez*

El tiempo, la cresta del tiempo, su voz de letra corrida bajo el rayo
clama? vela? por quién preguntará? golpearía la puerta si pasara?
A esta hora en el campo los insectos huyen,
la yarará descansa en el pozo, en la vertiente, flota,
y el cariño tiene mucho que decir
de cabellos crecidos y canosos, de perros vagabundos y
de don Olvio que temprano hachaba
hace ya mucho tiempo.
O sería un duelo, un alma, un pensamiento
nada más
el mío.
Y este barrio mundano, sólo asido por una mujer,
cerrará los ojos arrodillado en ella?
elevará las anclas?
será feriado? lloverá?

El tiempo, la cresta del tiempo, querida,
las cartas,
y nada más.


*Miguel Martínez nació en 1976. Es poeta y actor.

jueves, octubre 08, 2009

Denise Levertov, traducción de Sandra Toro

MIRAR, CAMINAR, SER
"El mundo no es algo para mirar, es algo para estar en él." Mark Rudman

Yo miro y miro.
Mirar es un modo de ser: uno se vuelve,
a veces, un par de ojos caminando.
Caminando dondequiera que el mirar te lleve.

Los ojos
cavan túneles en el mundo.
Tocan
fanfarria, aullido, madrigal, clamor.
El mundo y su pasado,
no sólo
el presente visible, lo sólido y la sombra
que mira al que mira.

¿Y el lenguaje? ¿Los ritmos
del eco y la interrupción?
Ése es
un modo de respirar.

Respirar para sustentarse
mirando,
caminando y mirando,
por el mundo,
en él.

*Denise Levertov (Inglaterra, 1923-1997).

miércoles, octubre 07, 2009

Marta Mastroiácomo: No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!

El próximo 20 de octubre se cumplirá un nuevo aniversario de la desaparición de Marta Zelmira Mastroiácomo*, querida amiga y compañera, que fue secuestrada por la dictadura genocida en 1976, presumiblemente cuando iba camino a La Plata. Es por eso que queremos recordarla, aquí, en este blog del amasijo, diciendo: Martita, ¡no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!

Marta Zelmira Mastriácomo nació el 20 de diciembre de 1945, en Capital Federal. Maestra normal y licenciada en Letras (medalla de oro, UBA), traductora, periodista. Se desempeñó como periodista en la revista YA, es tiempo de pueblo y en El Descamisado, desde allí cubrió numerosos conflictos obreros que tuvieron lugar en la época. Viajó al interior y estuvo en Sierra Grande, cuando la huelga de los mineros. De sólida formación intelectual, ejerció como profesora de griego antiguo. También escribió un libro: El movimiento obrero argentino. Tradujo numerosos libros del inglés para la editorial Granica y fue correctora de estilo.
Marta militó en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Su compañero, Hugo Alberto Goldsman, murió el 14 de diciembre de 1976.
Los padres de Marta nunca recibieron información oficial sobre lo ocurrido con ella, ni las circunstancias de su detención. Ningún organismo de seguridad hizo una acusación formal, ni nadie admitió que había sido detenida. Ellos hicieron permanentemente gestiones ante organismos militares, la Iglesia y embajadas. Cuando se enteraron de la desaparición de Marta, sus padres comenzaron un largo peregrinaje. Participaron de las primeras marchas de la Madres de Plaza de Mayo y estuvieron a punto de ser secuestrados en el denominado episodio de la Iglesia San Cruz, el operativo militar que realizó la Armada argentina, con el infiltrado Alfredo Aztiz ("El angel rubio") a la cabeza , que culminó con la vida de entre otras, las monjas francesas y de la primera presidenta de las Madres, Azucena Villaflor. El arquitecto Mastrogiácomo se constituyó en un testigo importante para el juicio contra Alfredo Aztiz, en Francia.
El matrimonio realizó gestiones ante el Papa, monseñor Aramburu, y Pío Laghi. Por sus ancestros italianos, hicieron gestiones ante el consulado de Italia en la Argentina. Se presentaron ante la delegación de la OEA. Todas las actuaciones de los padres de Marta están documentadas debidamente.
(Véase: martamastrogiacomo.blogspot.com)

Denise Levertov*, en versión de Sandra Toro

Agradecemos a Sandra Toro, nos haya hecho conocer esta magnífica versión suya del poema de Denise Levertov:

DESEANDO LA LUNA

La luna no. Una flor
al otro lado del agua.

El agua pasa rauda en la crecida,
arrastrando por la melena a un árbol,

un establo, un puente. La flor
canta en la orilla lejana.

Una flor no, un pájaro gritando
oculto entre los árboles más negros, música

sobre el agua, que hace un silencio
de los pliegues marrones del manto del río.

La luna. No, un joven caminando
bajo los árboles. Hay faroles

entre las hojas.
Tierno, sabio, alegre,

su rostro está despierto bajo su propia luz,
lo veo a través del agua como en primer plano.

Un bufón. La música de sus cascabeles suena
solemne, un canto de aflicción

con el que bailo en mi orilla.

*(Inglaterra, 1923-1997).

martes, octubre 06, 2009

Lectura y debate: Las generaciones poéticas

Este viernes 9 de octubre, a las 19, en el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543 3º (sala Meyer Dubrovsky) se realizará la lectura de poemas y el debate acerca de "Las generaciones poéticas".
Participan: Alberto Muñoz, Jorge Brega, Fernanda Castell y Anna Pinotti. Coordina: Selva Dipasquale.

Giácomo Leopardi: Variaciones sobre la luna*

Fragmentos

I (“La sera del di di festa”)

Dulce y sin viento y clara está la noche,
Y sobre los tejados y los huertos
Posándose la luna nos revela
Serena en lejanía la montaña.

II (“Alla luna”)

Oh graciosa luna yo recuerdo
Que hará un año yo venía a esta colina
A mirarte y mirarte con angustia,
Y tú pendías sobre aquella selva
Como ahora que todo lo esclareces.

III (“Canto nocturno d´un pastore errante dell Asia)

Luna ¿qué haces en el cielo, dime,
Silenciosa luna?
Al final de la tarde surges, pasas
Contemplando desiertos y te posas.
¿Harta no estás aún
De recorrer tus sempiternas vías?
¿No rehúyes aún, aún deseas
Divisar estos valles?
Como tu vida es, luna,
La vida del pastor,
Con la primera luz de nuevo surge,
A los campos se va con sus rebaños,
Ve más rebaños, herbazales, fuentes,
De noche a su fatiga da reposo,
Y nada más espera.
Dime, luna: ¿qué vale
Para el pastor su vida?
Y esa tu vida, luna, ¿qué te vale?
¿Adónde, dime, tienden,
El breve vagar mío,
Tu carrera inmortal?

* Poemas extractados de El libro de la Luna, investigación y selección T. Arijón, A. Carrera, E. Russo (Ed. El Ateneo, 1998).

domingo, octubre 04, 2009

ayer



Ayer


Cuándo murió Cámpora?


Ayer, 19 de diciembre de 1980, pero,


la verdad, ¿a quién va a importarle la verdad?


–en el país inmundo (amado)


donde el pajarraco inmundo ¡Martínez!


de Hoz puede ser ministro de Economía:


en el país argentino estéril


de los estériles militares argentinos.


Me acuerdo que Perón decía: –No,


si las armas no las tienen de adorno,


lo que tienen de adorno es la cabeza”.


¡El país argentinoide!


¿Cuándo murió Cámpora?


Ayer, querida mía.


Si vos supieras (sabés)


cuántas leguas de tierra cuesta cada palabra


y que encima, debajo, la pueblan y repueblan de cadáveres:


el ‘80, ¡qué hijos de puta!


trajeron a los inmigrantes


–para matarlos.


El loquito Videla y el degenerado de Harguindeguy.


Y el pelotudo máximo: Viola.


Agotaron la cuota del perdón, que era mucha.


¡Y yo hablo en serio, no estoy jodiendo!


Lamborghinis del mundo, uníos.


Algunos, para hacerse la paja, utilizan la mano de Zenón:


bella como un talón, nadie lo niega,


Digámoslo a coro, idiotas: “¡Telón!”


En la Epoca en que no hay un carajo para transferir...


Pero es la Gran Epoca (jamás minúsculos)


Precisamente: porque...




Osvaldo Lamborghini

sábado, octubre 03, 2009

Dichos de don Ricardo Molinari

“Qué podría decir yo, que sea bueno o novedoso, de esta vida que me da Dios? Ocio, nada más. Horas dedicadas a lecturas desordenadas, contemplaciones y algunos minutos, los menos, para la amistad. Mis creencias literarias aún no llegan a completar un anaquel mediano. Admiraciones, juventud atropellada y la vida cambiante. Ya somos dueños de algunas tentativas de genio, que se pierden en política, en acallamiento y disculpa filosófica. Tal el caso de Macedonio Fernández, nuestro Torres de Villarroel, todavía mejor. Hoy creo en todos los órdenes de la disciplina artística de nuestro país. Los tiempos mejoran. Y quede en pobreza esta breve lonja de la plaia azul de la persona mía…”

“Casi me atrevería a decir, que sin proposición tácita, la palabra, o ellas todas, pujan entre sí y crean un verso que alguna vez brota inesperado, y casi siempre de peregrina esencia y tratamiento.”


“Y pienso que existe una porción indefinible de azar, de escondimiento, de casualidad en la poesía. ¡El positivo y extrordinario juego!”


Sobre su propia obra: “… un extenso cuaderno de complejidades, dudas y experiencias, de aprendizaje, ejercicios y busca tensa de un tono de armonía interior saludable.”

“La literatura es una larga, inútil y penosa dedicación.”

“Me defiendo porque quiero hacer poesía, que es mi modo más hondo de vivir.”

“He sacrificado muchas cosas por la poesía. La poesía es un ejercicio de pobreza”.

“La poesía es mi constante divagar, esa porción de tiempo que se destruye en nada y arranca inmutable de las tinieblas y del sabor del alma”.

“Pasión de ocioso la de arrimar a una, otra palabra –a veces repetida incisamente—para ver cómo en ella cambia el sentimiento, hasta volverse más fino.”

“(…) La poesía no es vanidad (…). No es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación ni un acaloramiento o diversión.”

“Entregué mi tiempo a una labor noble y pensé en una alta dignidad: la que cuida mis días.”

Nicolás Olivari: "Soy la tristeza de un ex socialista/ que rico y burgués toma fresco al balcón/ le trae el viento el ideal justicialista..."

"Soy la tristeza de un ex socialista/ que rico y burgués toma el fresco al balcón,/
le trae el viento el ideal justicialista/ mientras abajo pasa elástica la manifestación”

Hay un hombre solo a las dos de la tarde
Hay un hombre solo a las dos de la tarde
sentado en una plaza,
es domingo, día de guardar.
Se ha puesto el traje de gala,
on su civil condecoración de caspa
serpenteando la solapa.

Fija la mirada, la cara inmóvil,
el hombre se está allí, solo en la ciudad,
a las dos de la tarde del domingo
solo en su soledad.

Se queda, quietecito, casi duro,
mientras lejos hay seres, familias, amores;
él no tiene nada, sólo su domingo desfondado
de recuerdos y de presentes.

Está solo, a las dos de la tarde,
en mi plaza suburbana,
con la mirada en la nada.

Tan solo que más no se pudiera.

Yo le pido al buen Dios que desde su
altoparlante
celestial,
le descuelgue al hombre que está solo,
este domingo a las dos de la tarde,
un cachito de tango
para que no se quede tan solo,
tan solo, mi alma.

(Pas de quatre (1964).

Tranvía a las dos de la mañana
Aburrido carro de hierros económicos,
diez centavos de ruidos a hierro viejo,
maderas nostalgiosas de bosques, lacónicos
edictos municipales y un higiénico consejo...
Un guarda metafísico que fuma
a espaldas de un espectro de inspector.
Larva retardada el tranvía se esfuma
dejando un parpadeante resplandor...
¡Oh! mi tristeza exacerbada,
mi cuantiosa tristeza,
como pesa
en esta carrindanga retrasada...
Nenas apabulladas por un frío reticente
-el inútil frío de las dos de la mañana-,
la pereza se da diente con diente
con la inminencia de la cama...
Son dos violinistas por la nota espigadas,
que aún las persigue, la nota del vals...
siempre a estas horas están desmadejadas
y en el pomo de la rabia solucionan su mal...
Tendrán hasta diez y seis años confesados,
y una tristeza efectiva de heroínas de opereta,
a estas horas sus espíritus son blandos estados
de conciencia, a ver, ¡qué hace este poeta!
Ensayo una mirada que es cómica a fuer de triste,
-pero una se ha dormido- mi corazón,
así como el deseo que antes la desviste,
presiente un gran agujero de pobreza en su talón.
¡Oh la miseria de tu media agujereada!
-la bella durmiente ha descalzado un pie-
silba suavemente un aria cansada
la otra compañera del Café Concert...
Miseria de pequeños burgueses
la nuestra, nenas violinistas...
y el tranvía sigue haciendo eses
como un progreso juerguista.
Miseria de burgueses pacatos
que no se deciden a definir sus vidas:
Ustedes, serían prostitutas ha rato,
y el que les canta sería un suicida...
¡Cómo es innoble la vida a las dos de la mañana!,
¡qué abulia escandalosa!, ¡qué ganas de acabar
para siempre!, ¡para siempre!
toca la campana
se acaba el viaje
y mañana
empezar... empezar...
17 de octubre
Desde la negra barrera del otro lado de la villa,
donde el horizonte se fundía con la nada,
con salitre en la mejilla resecada
y una miel despavorida en la mirada
llegaron
los descamisados.
Desde la fragua abierta cual granada de su sangre,
encajada en el molde de la muerte,
desde altos hornos pavorosos, crudo fuego enemigo
con las uñas carcomidas
y el cabello chamuscado en cansancio secular
sus mujeres desgreñadas por el hambre y sus crías
que no lloran porque miran,
llegaron
los descamisados.
Sin más arma que el cansado desaliento que en sus trazos
/se hizo hueco/
frente al río enchapado de alquitranes y petróleos,
solfatara de mil diablos expulsados,
del ansioso cielo antiguo de los pobres,
detenido en el asombro de su paso,
la pupila desbarrada en la angustia esperanzada
en un hombre que hace luz en la tiniebla,
que levanta todo aquello que se daba por perdido,
por perdido y para siempre,
llegaron/los descamisados.
Desde el otro lado de los puentes destruidos
por la mano codiciosa de los despechados
con un grito silencioso en la grieta de los labios,
clamoroso, esperanzado,
latir azulceleste en las venas que se crispan,
levantando los racimos en las manos,
hacia un hombre presentido,
que vibraba delicado,
llegaron
los descamisados.
Desde el taller cerrado y la fábrica con su cara
clausurada de bondad,
patinada
por el antiguo sudor de sus familiares,
invadieron la ciudad
y el grito fue invadiendo las conciencias
hasta hacerle claridad.
Claridad junto al Líder recobrado
por su pueblo, el gran pueblo, solo el pueblo,
y para siempre... para siempre, desde entonces
es nuestro, solo nuestro, recobrado por el pueblo,
en aquel día de gloria que empezó oscuro y trágico
hasta hacerse claridad,
cuando el nombre iluminado,
mi prójimo y vecino, mi compañero y hermano,
lo rezaran con el alma, cuando llegaron
los descamisados.
(Democracia, 16 de octubre de 1952)

*Poeta argentino (Buenos Aires, 1900- 1966), cuyo verdadero nombre era Diego Arzeno. Entre sus publicaciones se encuentran: Carne al sol, colección de cuentos (1922),La amada infiel (1924), La musa de la mala pata (1926), El gato escaldado ( 1929), Diez poemas sin poesías, Los poemas rezagados, Pas de quatre. Si bien poesía y narrativa fueron sus géneros preferidos, incursionó también en teatro, cine (como guionista, por ejemplo, de El morocho del abasto: La vida de Carlos Gardel (1950), escribió letras de tango ("La violeta", entre otras).

viernes, octubre 02, 2009

Ricardo Molinari*: "Escribir es la compañía del pensamiento, el no estar solo"

Oda a la sangre
Esta noche en que el corazón me hincha la boca duramente,
sin pudor, sin nadie, quisiera ver mi sangre corriendo por la tierra:
golpeando su cuerpo de flor,
-de soledad perdida e inaguantable-
para quejarme angustiosamente
y poder llorar la huida de otros días,
el color áspero de mis viejas venas.
Si pudiera verla sin agonía
quemar el aire desventurado, impenetrable,
que mueve las tormentas secas de mi garganta
y aprieta mi piel dulce, incomparable;
no, ¡las mareas, las hierbas antiguas,
toda mi vida de eco desatendido!

Quisiera conocerla espléndida, saliendo para vivir fuera de mí,
igual que un río partido por el viento,
como por una voluntad que sólo el alma reconoce.
Dentro de mí nadie la esperó. Hacia qué tienda o calor ajeno
/saldrá alguna vez/
a mirar deshabitada su memoria sin paraíso,
su luz interminable, suficiente.
Quisiera estar desnudo, solo, alegre,
para quitarme la sombra de la muerte
como una enorme y desdichada nube destruida.

Si un día no fuéramos tan extraños, defendidos,
que oyéramos gemir las hierbas igual que un sediento
/hábito peregrino,/
limpios del humor sucio, corruptivo,
me cortaría las venas de amor
para que se escuchase su retumbar;
para vestir mi cuerpo solitario
de un larguísimo fuego delicioso.

Pero no ha de llegar nunca ese tiempo mágico,
como no llega la felicidad
donde no vive el olvido, una voz muerta,
apagada voluntariamente.
Ni mar ni cielo ni flor ni mujer: nada;
nadie la ha visto llevar su rosa vulnerable,
su desierto extraviado entre inútiles bocas.
¡Qué duro silencio la cubre!
Ya no sé dónde llega o la distrae la vida
o desea dejarla
desprendida.
Dónde se angosta su piel imposible,
su lento signo enigmático: llama de esencia sin despedida.

A través de la carne va llorando,
metida en su foso sin cielo,
en su noche despreciada,
con su lengua eterna, contenida.
Qué gran tristeza la vuelve a la vida sin cansancio;
al reposo, cerrada.

¡La muerte inmensa vela su sueño sin alborada!

Nadie sabe nada, nunca. Nada.
Todo es eso. ¡Ansiedad vuelta hacia dentro,
sorda, detestable; alejada!

Majestuosa en su mundo obscuro, volverá a su raíz
indefinida, penetrante, sola.
Tal vez un río, una boca inolvidable,
no la recuerden.

Una rosa para stefan George
Il va parmi ses fleurs;et les souffles de l’air
Hölderlin
(Similis factus sum pellicano solitudinis)

No es la paciencia de la sangre la que llega a morir,
ni el sueño ni el mármol de Delfos, sino el polvo
que se calienta entre las uñas.
Qué importa morir, que se borren las paredes como un río seco;
que no quede una flor en la calle con su borde de luto en la frente,
ni el viento sobre las piedras podridas.

Qué haces allí, tronchado sin humedad,
con tu dicha sin aliento, con tu muerte tendida a los pies.
Con tu espuma llena de ceniza. Desdeñoso.

Ya vendrán los hombres con el ruido, con los gestos;
pero el odio seguirá intacto.

Todos te habrán estrechado la mano alguna vez,
y tú habrás bebido la cicuta en la soledad,
como un vaso de leche.

Adiós, país de nieve, de ventisca agria, sin gentes que digan mal
de ti. Eterno. Desnudo.

La sangre metida en su canal de hielo
—fuego sin aire— Jordán perdido. Si el tiempo
tuviera sentido
como el Sol y la Luna presos;
si fuera útil vivir,
si fuera necesario,
qué hermoso espanto: tengo la voluntad avergonzada.

Yo soy menos feliz que tú. Me quedo combatiendo
sin honor,/con un haz de ramas en las manos.
Duerme. Dormir para siempre es bueno, junto al mar;
los ríos secos debajo de la tierra con su rosa de sangre muerta.

Duerme, lujo triste, en tu desierto solo.

¡Esta palabra inútil!

*Poeta argentino (Buenos Aires, 1898-1996). Editó, entre otros, los siguientes libros de poemas: El imaginero (1927), Panegírico de Nuestra Señora de Luján (1930), Odas a la orilla de un viejo río (1940), Seis cantares de la memoria (1941), El alejado (1943), El huésped y la melancolía —poemas escritos entre 1944 y 1946—, Días donde la tarde es un pájaro (1954), Una sombra antigua canta (1966), La escudilla (1973), La cornisa (1977), etcétera.

jueves, octubre 01, 2009

Juan L. Ortiz: "Si no se identifica con la vida no es poesía"

Aquí estoy a tu lado ( Del libro El agua y la noche)

Aquí estoy a tu lado mujer mía que duermes,
solo.
La noche es una oscuridad tímida
a través
de la madreselva.
(Será en los campos una solemnidad
de giro armonioso,
mágico,
acompasado de grillos y suspirado de aguas).
Estoy solo a tu lado, mujer mía.
¿Qué sueño
agitará tu pecho?
Aquí estoy a tu lado, solo, mujer mía.
¿Qué será de nosotros
de aquí a doscientos años?
Qué seremos ¡Dios mío! Qué seremos?
Dentro de cien,
dónde estaré yo?
¿Tendrá la noche estival,
entonces la forma que ahora tiene?
¿Y habrá una soledad
que gemirá
en esta misma pieza,
al lado
de la mujer dormida?


Fui al río (Del libro El ángel inclinado)

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
--¿Era yo el que regresaba?—
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

Sobre el sitio baldío (Del libro La rama hacia el este)

Sobre el sitio baldío,
verde,
el cielo de las cinco,
plateado en una extática dulzura.

Mujeres pasan
en la luz blanca.

¿Blanca la luz?
Una melodía profunda,
abierta y concentrada
delicadamente, a la vez,
hecha de pastos iluminados,
de puras nubes quietas,
de figuras rítmicas.

Mujeres cruzan el silencio argentino
sobre un tapiz por un momento mágico.

La tarde de verano (Del libro El álamo y el viento)

La tarde de verano es una frescura indecisa, gris, después de las lluvias.
Pero el jardín, ah, el jardín con la luz de las rosas, frágil y húmeda,
va dando la dulzura del tiempo, la secreta dulzura, irisada, del tiempo.

El momento dorado se abre y mira las flores.
Amigos, y los otros que no saben de la vida de los jardines, luego de las lluvias,
ni de los sentimientos de las horas a través de las rosas,
ni menos de las relaciones del cielo último con las criaturas que se empinan para
/recogerlo?

Amigos, y los otros, entre un agudo mundo de puñales?


A la orilla del río (Del libro El aire conmovido)

A la orilla del río
un niño solo
con su perro.
A la orilla del río
dos soledades
tímidas,
que se abrazan.

¿Qué mar oscuro,
qué mar oscuro,
los rodea,
cuando el agua es de cielo
que llega danzando
hasta las gramillas?
A la orilla del río
dos vidas solas,
que se abrazan.
Solos, solos, quedaron
cerca del rancho.
La madre fue por algo.
El mundo era una crecida
nocturna.
¿Por qué el hambre y las piedras
y las palabras duras?
Y había enredaderas
que se miraban,
y sombras de sauces,
que se iban,
y ramas que quedaban…

Solos de pronto, solos,
ante la extraña noche
que subía, y los rodeaba:
del vago, del profundo
terror igual,
surgió el desesperado
anhelo de un calor
que los flotara.

A la orilla del río
dos soledades puras
confundidas
sobre una isla efímera
de amor desesperado.

El animal temblaba.
¿De qué alegría
temblaba?
El niño casi lloraba.
¿De qué alegría
casi lloraba?¿

A la orilla del río
un niño solo
con su perro.


Alma, inclínate… (Del libro De las raíces del cielo)

Alma, inclínate
sobre los cariños idos…

Sí, ya sé:
la esperanza en el aire, pero no la veo sonreír, perdón,
con los hálitos queridos…

La tierra, ahora, la tierra, con los llamados hundidos…

Me prestaréis, oh cabellos al viento, vuestras sedas,
para asir piadosamente a los llamados?

Siento que allá en el hondo, perdón, perdón de nuevo,
una soledad ciega alza raíces hacia ti, alma,
en busca, alma, de qué flores separadas?

Oh, los hilos que se adivinan
y que sangran, cortados, en la sombra…

Me prestaréis, oh cabellos al viento, vuestro viento,
para ir hacia debajo de la noche por los hilos desunidos?

Alma, inclínate
sobre los cariños idos…
mientras los cabellos al viento, alma,
os dan la ráfaga del descenso…

Pero vendrán, alma, los cabellos al viento,
cuando la esperanza en el aire está seca de almas,
y la tierra toda es de almas solas,
ay, solas,
muriéndose de nuevo por los perfumes perdidos?

Vendrán, vendrán
las dulces llamas del viento olas dulces fes del viento
desde su vuelo de divisas
hacia el gran sueño sin muerte…?

vendrán,
antes de que la sed,
la sed, la sed profunda que va más allá de la ceniza
dé cuenta también
de las heridas mismas de la ausencia,
todavía llorando, sin ojos, bajo nuestros silencios y las hierbas?
Mas no, alma, de pie,
delicadamente de pie en la línea de los grillos,
abierta como un oído imposible de esas azucenas de la sombra
--dulces sobrevivientes de la luna—
a las agonías que no pueden bajar, aún,
pero que ahogan el rocío…

Una es la noche, alma, desgarrada…
Una la del aire ilimitado y la de los tejidos profundos…
Y uno es el olvido de la muerte o el olvido de la vida…
Más qué sabes tú de la memoria que te excede
en el héroe desconocido que ama desde siempre
y que amará siempre perdiéndose
con la fe de la semilla, en el paisaje sin fin,
para las respuestas sucesivas a todas las ramas del horror
aun a aquellas de tu sangre
que tú crees tendidas, alma, desde el nunca del mar…?

La gran piedad, alma, es la del héroe,
pues que ella toca toda, toda, la cadena del tiempo…
Y esos cabellos al viento, con la edad del porvenir,
son, a pesar de alegría, sí,
la del héroe visible…

*Poemas extractados de los siguientes libros del autor: El agua y la noche (1933); El ángel inclinado (1938); La rama hacia el este (1940); El álamo y el viento (1948); El aire conmovido (1949); De las raíces del cielo(1958).

Juanele: Fragmentos de un testimonio*

Preeminencia del paisaje
(…) no veo en el paisaje, como Sartre dijo muy bien, solamente paisaje. Veo, o lo trato de ver, o lo siento así, todas las dimensiones de lo que trasciende o de lo que diríamos así, lo abisma. Es decir la vida secreta por un lado y la vida no solo con las criaturas que lo habitan o lo componen sino con las otras cosas con lo que está relacionado, no solamente en el sentido de las sensaciones (…).

Cincelar en oro etéreo
Las primeras influencias fueron las de Lugones, aunque nunca he sido lugoniano. En su poesía me molestaban los alardes, la poesía enfática. Era un modelamiento en metal de la expresión y en metal pesado, relumbrante. Agréguele a eso todas las piedras preciosas, porque había un derroche de piedras preciosas, crisoles. (…) Juan Ramón Jiménez decía: “cincelar en oro etéreo”, porque estamos cargados de oro macizo. Lo de Lugones era oro, pero un oro muy pesado.

La repetición de palabras
Yo creo, apoyándome en Pavese, que esa repetición podría justificar cierta autenticidad, porque cuando uno repite las palabras, es porque esas palabras son significativas y porque pueden ser resonancia o reflejo de lo que también Pavese llama mitos que vienen de la infancia. Si la insistencia fuera (…), el reflejo de una mitología profunda (…) no se relacionarían a veces solamente con la mitología individual, sino que están dentro de un aura que no llamaría mitología, pero sí ciertas creencias flotantes, inconscientes, en determinado ambiente, están en ciertas palabras de la gente, en ciertas fábulas, en ciertas expresiones diría, inconscientes, oblicuas, soslayadas. Eso en cuanto a lo colectivo. En lo individual, la insistencia para mí, ahora, en lugar de hacerme sospechoso de monotonía, me afirma en algo que está más allá de la conciencia. (...)

Valor independiente de la palabra
(...) A pesar de sentir tanto la individualidad de la palabra, no la siento como absoluto, como en el simbolismo, por ejemplo, forma independiente o destacada. Sin dejar de sentir lo que llamaríamos la virtualidad de la palabra, porque me he formado en eso y no pude evitarlo. La virtualidad no solamente sigificativa sino musical, la totalidad de la palabra. No olvide usted el soneto de las vocales de Rimbaud (...).
Uno trata de acuerdo a sus posibilidades de dar el sentido más puro a la palabra, sin que esto signifique que la palabra esté aislada. Porque la palabra se exalta en realación con las otras y con el ritmo que envuelve, que empujam que es lo que se relaciona con el tiempo en la poesía y que es en realidad lo que da a la palabra su valor.
Poesía que evoca el silencio
Yo lo siento así. No hay que olvidar que tengo también un poco del simbolismo en el sentido musical, pero no en la música en sí, diremos, lo que puede ser música para los oídos del sentido literal, sino esa otra música, esa cosa que hay más allá de la música, como el mismo Debussy en la propia música dice, que no es la evocación del silencio sino la sugerencia de algo que está germinando y que va a florecer y que no puede definirse. Es decir el devenir, es decir el tiempo más que los momentos esos de la eternidad donde uno pudo sentir como un vértice (...).

* Respuestas extractadas de la entrevista realizada por J. Bignozzi a Juanele, en junio de 1968, incluida en la antología Juanele, publicada por Carlos Pérez Editor en 1969. El subtitulado es mío.