lunes, junio 30, 2008

Recomendaciones

www.ustedleepoesia.blogspot.com es el nuevo emprendimiento de la poeta Selva Di Pasquale.
Lo podés visitar y hacer comentarios, sugerencias, críticas, colaboraciones. También encontrarás una biblioteca de poemas, links a sitios de poesía, y muchas cosas más.

Letras-Uruguay

Los invitamos a visitar "Letras-Uruguay" en Espacio Latino, página dedicada a la difusión de la literatura y los escritores, sin importar la nacionalidad: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/

XX Concurso Teruel de Relatos

El Instituto de Estudios Turolenses convoca el XX Concurso “TERUEL” de Relatos, que se regirá por las siguientes bases:
I. Podrán concurrir al mismo todos los escritores de habla hispana con relatos inéditos y no premiados anteriormente en ningún otro concurso. Los autores que hayan obtenido el Premio “Teruel” de Relatos no podrán presentarse a sucesivas convocatorias.
II. Los originales, de tema libre, deberán tener una extensión no inferior a cinco folios ni superior a diez, y como máximo entre 20.000 y 22.000 caracteres. Se presentarán por triplicado, mecanografiados a doble espacio y por una sola cara.
III. Los textos habrán de ir firmados con un lema y acompañados de un sobre cerrado en cuyo exterior figure el lema y que contenga nombre, edad, domicilio del autor y una pequeña reseña biobibliográfica.
IV. Los trabajos se enviarán antes del 1 de septiembre de 2008 al Instituto de Estudios Turolenses (Apartado de Correos 77, 44080 – TERUEL, España), indicando en el sobre: Para el Concurso “TERUEL” de Relatos.
V. La dotación del Concurso es de 1.500 euros en metálico.
El Instituto de Estudios Turolenses se reserva el derecho de publicación del relato premiado en la revista cultural TURIA, sin que puedan ser reclamados derechos de autor. Asimismo podrá insertar algunos de los relatos seleccionados, abonando a sus autores su habitual tarifa de colaboración en este caso.VI. El Jurado, que podrá declarar desierto el premio u otorgar accésits y menciones si lo estimara conveniente, estará integrado por especialistas en literatura, cuyos nombres se darán a conocer en el momento de hacerse público el fallo, que será inapelable.VII. El fallo tendrá lugar en el mes de octubre de 2008. El IET no mantendrá correspondencia sobre este Concurso ni devolverá los originales no premiados, que serán destruidos tan pronto se haya producido el fallo.VIII. La presentación al Concurso “TERUEL” de Relatos implica la total aceptación de sus bases, cuya interpretación queda a libre juicio del Jurado.Mayor información: E-mail: ieturolenses@dpteruel. es
Grupo de Poesía Pretextos
grupopretextos@yahoo.com.ar

Contextos Online

¡ATENCIÓN!
Nuevo día, nuevo horario, nueva emisora
AM1010- onda latina
Martes de 19 a 20 horas

Zulma Fraga y Mireya Keller, productoras y conductoras de Contextos on-line, anuncian una nueva etapa del programa que permaneció once años en el aire. Nuevos rumbos y nuevos oyentes: si te gusta leer, escribir, participar de concursos, debatir ideas, conocer escritores y representantes de la cultura, buscálas todos los martes, a partir del 1° de julio, de 19 a 20 en el centro del dial: AM1010- onda latina. Si además de escucharlas querés verlas, entrá on-line en: www.am1010ondalatina.com.ar o en www.ampaira.com.ar
¿No pudiste encontrarlas los martes? A partir del jueves siguiente y durante toda una semana, podés ver y escuchar el programa en la página web:
www.piso-12.com.ar o en www.ampaira.com.ar
¡Difícil que las pierdas!

Casa de la Lectura: Teatro gratuito

CIELO ROJO (fragmentos)
obra teatral musical sobre poemas de vladimir maiakowsky y ana anmatova, y canciones populares rusas
dirección helena tritek
En Casa de la Lectura, Lavalleja 924, martes 1 de julio, 19.00
Entrada libre y gratuita
Gypsi Bonafina canta en vivo, evocando con gran fuerza poética uno de los hechos sociopolíticos más relevantes de la historia. Actores: Victoria Almeida, Eduardo Bello, Teresa Cura, Silvia Docampo, Dalia Elnecavé, Macarena García, Luis Gritti, Esteban Meloni, Emiliano Méndez, Charo Moreno, Alexia Moyano, Roberto Romano, Josefina Villa / Músico: Gabriel Magni

Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA)

Reproducimos a continuación el texto del email que nos ha hecho llegar la SEA (Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina:

"Si el Día del Escritor no tuvo oportunidad de pasar por nuestra sede, probablemente no sepa que pusimos en línea nuestra nueva página web. Mientras trabajamos en la segunda fase de este proyecto, que permitirá incorporar las webs y blogs de nuestros asociados e instituciones amigas, lo invitamos a visitar la página, a recorrerla y hacernos llegar su comentario y sugerencias.
Hemos incorporado además un mail específico para socias y socios.
Para una comunicación más exclusiva, le pedimos que lo agende y nos escriba: socios@lasea.org.ar
Le recordamos que también dispone del mail tesoreria@lasea.org.ar (sin acentuar) para cualquier consulta relacionada con ese tema.
Todo lo que estamos haciendo se orienta a crecer en calidad y cantidad de servicios y, fundamentalmente, a poder expresarlos en sus necesidades, demandas y propuestas.
COMISIÓN DIRECTIVA DE LA SEA 2008: Año de la Pensión del Escritor
www.lasea.org.ar"

sábado, junio 28, 2008

Concurso Ensayo Isabel Polanco

Bases:
1) Podrán optar al premio todos los escritores que lo deseen, sea cual sea su nacionalidad, siempre que la obra presentada se ajuste al concepto comúnmente aceptado de ensayo, esté escrita en idioma español, sea original, inédita y no haya sido premiada anteriormente en ningún otro concurso ni corresponda a un autor fallecido antes de presentar la obra al premio. En esta primera convocatoria las obras deberán tratar el tema de las Independencias de América Latina, su época, su evolución, su presente y su futuro, desde cualquier enfoque académico y metodológico.
2) Las obras tendrán una extensión mínima de 200 páginas, tamaño DIN A4 (21x29 7 cm), impresas a una sola cara. Deberán enviarse 3 originales impresos y encuadernados y una copia digital en Word, grabada como archivo único de un CD rotulado con el seudónimo del participante y el título del ensayo. Deberán ir firmadas con seudónimo, adjuntándose en un sobre cerrado el nombre y apellidos, la dirección postal, correo electrónico y un teléfono de contacto. En dicho sobre se incluirá también una declaración firmada de que la obra no se halla presentada a ningún otro premio y la libre disposición de todos los derechos de explotación. No se mantendrá correspondencia con los remitentes ni se facilitará información alguna relativa al seguimiento de las obras presentadas. Una vez fallado el premio, los originales no galardonados y sus copias serán destruidos.
3) Los originales podrán enviarse a las oficinas de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con domicilio en Av. Alemania 1370, Col. Moderna, C.P. 44190, Guadalajara, México y a cualquiera de las sedes de Santillana en América Latina, Estados Unidos y España, indicando claramente en el sobre Premio de Ensayo Isabel Polanco. Las entidades organizadoras no se hacen responsables de las posibles pérdidas o deterioros de los originales, ni de cualquier otra circunstancia imputable a correos o a terceros que pueda afectar al envío de las obras.
4) La recepción de originales se abre con la publicación de esta convocatoria y se cerrará el 15 de mayo de 2009.
5) El jurado estará compuesto por 5 destacados miembros del mundo cultural.
6) Se entregará un único premio, indivisible, de 100.000 dólares USA, de los que se detraerán los impuestos que fueran aplicables según la legislación mexicana.
7) El premio no podrá ser declarado desierto. Habrá un único ganador, sin finalista.
8) El fallo del jurado será inapelable y se hará público en un acto que se celebrará el 10 de septiembre de 2009 en la ciudad de Guadalajara.
9) La obra galardonada será editada por Taurus y se comercializará en América Latina, España y Estados Unidos.
10) El autor de la obra ganadora cede a Santillana Ediciones Generales, S.L. el derecho exclusivo de la obra en cualquier forma y en todas sus modalidades, para todo el mundo, por una duración de 10 años.
11) El importe del premio retribuye la cesión de todos los derechos de explotación de la obra premiada en cualquier formato o modalidad y tiene el carácter de un anticipo sobre los porcentajes de derechos del autor, que serán de un 10% en las ediciones de tapa dura y/o rústica y de un 7% en las de bolsillo. Una vez cubierta la cantidad del premio, el autor percibirá estos porcentajes, calculados sobre el precio de venta al público sin I.V.A. de cada país.
12) El autor de la obra ganadora se compromete a suscribir el contrato de edición según los términos expuestos en estas bases. De no formalizarse el contrato por cualquier circunstancia, el contenido de las presentes bases tendrá la consideración de contrato de cesión de derechos de autor entre la editorial y el ganador.
13) La editorial Taurus se reserva durante un mes a partir del día en que se haga público el fallo el derecho de contratar cualquiera de las obras presentadas al premio.
14) Los concursantes autorizan a los convocantes a utilizar con fines publicitarios sus nombres y su imagen como participantes en el premio. El ganador se compromete además a participar personalmente en los actos promocionales de la obra que se consideren adecuados por los organizadores del premio.
15) La participación en este premio implica de forma automática la aceptación de las presentes bases por parte de los autores, así como su compromiso de no retirar su obra una vez enviada. Para cualquier diferencia que tuviera que dirimirse por vía judicial, las partes, renunciando a su propio fuero, se someten expresamente a los Juzgados y Tribunales de México D.F.16).
Cualquier situación no prevista en la presente convocatoria será resuelta por el jurado y el secretario técnico permanente del premio.

Espacio Juan L. Ortiz: Cafe con la palabra

Invita a compartir la magia de la creación y a tomar café...

Escritores invitados:
*LILIANA MIZRAHI
*EDUARDO DAYAN

Julio 3 de 2008- 19 - Sala Jacobo Laks - piso 3º
CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACION
Corrientes 1543 Cap. Fed.

Coordina Marcos Silber - Colaboran Cati Castaño,
Marita Miranda

Entrada libre y gratuita

Espacio Carta Abierta: Mesas Debate

Comunicación y cultura: los medios y la batalla cultural y Ley de Radiodifusión

El Espacio Carta Abierta invita participar de la segunda jornada de debate que tendrá lugar en la Biblioteca Nacional. El lunes 30 de junio se realizarán dos mesas: una sobre los medios de comunicación y otra sobre la necesidad de una nueva ley de radiodifusión.
A las 17 horas tendrá lugar la mesa "Comunicación y Cultura: los medios y la batalla cultural", de la que participarán como panelistas Alejandro Kaufman, Eduardo Anguita y Orlando Barone y Sandra Russo, como moderadora.
A las 19 horas, la mesa tratará sobre la "Ley de Radiodifusión", en la que participarán Gabriel Mariotto y Damián Loreti, como expositores, y David "Coco" Blaustein como coordinador.
Sala Jorge Luis Borges, primer piso de la Biblioteca Nacional.

Cabe consignar que el pasado lunes 23 se organizaron las mesas "Nueva Derecha" y "Cuestión agraria y acumulación", a las que asistieron más de 400 personas (en cada una). De la primera participaron Horacio González, María Pía López, Eduardo Grüner y Ricardo Forster; y de la segunda, Alfredo Zaiat, Eduardo Basualdo y Alejandro Roffman. Esta actividad fue filmada por el Espacio Carta Abierta, por lo que en breve podrá ser presentada para todos los interesados.

Por contactos de prensa, escribir a cartaabierta500@gmail.com o a cartaabierta750@gmail.com

Blog:
cartaabiertaa.blogspot.com

jueves, junio 26, 2008

Picasso en Buenos Aires

El viernes 27 de junio a las 12.30, en la Casa de la Cultura, se inaugura la muestra “Picasso en Buenos Aires”, que comprende obras del Museo Picasso, dependiente de la Comunidad de Madrid y de la Colección Eugenio Arias, quien fuera barbero y amigo del genial artista malagueño. La colección de Eugenio Arias está compuesta por medio centenar de obras y otros objetos que el pintor malagueño le regaló y dedicó a quien fuera su barbero y confidente. Se trata de dibujos, obras gráficas, cerámicas, carteles y libros. También hay varias fotografías de André Villers, aportadas por Arias al Museo Picasso en la década pasada y un busto escultórico del propio artista, realizado por F. Aguilar. La exposición se podrá visitar hasta el 27 de julio.

miércoles, junio 25, 2008

Pablo Neruda*: Tristeza en la muerte de un Héroe

Los que vivimos esta historia, esta muerte y resurrección de nuestra esperanza enlutada,
los que escogimos el combate y vimos crecer las banderas, supimos que los más callados
fueron nuestros únicos héroes y que después de las victorias llegaron los vociferantes
llena la boca de jactancia y de proezas salivares.

El pueblo movió la cabeza:
y volvió el héroe a su silencio.
Pero el silencio se enlutó hasta ahogarnos en el luto cuando moría en las montañas
el fuego ilustre de Guevara.

El comandante terminó asesinado en un barranco.
Nadie dijo esta boca es mía.
Nadie lloró en los pueblos indios.
Nadie subió a los campanarios.
Nadie levantó los fusiles, y cobraron la recompensa aquellos que vino a salvar
el comandante asesinado.

¿Qué pasó, medita el contrito, con estos acontecimientos?

Y no se dice la verdad pero se cubre con papel esta desdicha de metal.
Recién se abría el derrotero y cuando llegó la derrota fue como un hacha que cayó
en la cisterna del silencio.

Bolivia volvió a su rencor, a sus oxidados gorilas, a su miseria intransigente,
y como brujos asustados los sargentos de la deshonra, los generalitos del crimen,
escondieron con eficiencia el cadáver del guerrillero como si el muerto los quemara.

La selva amarga se tragó los movimientos, los caminos, y donde pasaron los pies
de la milicia exterminada hoy las lianas aconsejaron una voz verde de raíces
y el ciervo salvaje volvió al follaje sin estampidos.
* Poeta chileno (1904-1973).
**Fin del mundo. Santiago, Edición de la Sociedad de Arte Contemporáneo, 1969.

José Lezama Lima*: Ernesto Guevara comandante nuestro**

"Ceñido por la última prueba, piedra pelada de los comienzos para oír las inauguraciones del verbo, la muerte lo fue a buscar. Saltaba de chamusquina para árbol, de alquileida caballo hablador para hamaca donde la india, con su cántaro que coagula los sueños, lo trae y lo lleva. Hombre de todos los comienzos, de la última, del quedarse con una sola muerte, de particularizarse con la muerte, piedra sobre piedra, piedra creciendo el fuego.
Las citas con Tupac Amaru, las charreteras bolivarianas sobre la plata del Potosí, le despertaron los comienzos, la fiebre, los secretos de ir quedándose para siempre. Quiso hacer de los Andes deshabitados, la casa de los secretos. El huso del transcurso, el aceite amaneciendo, el carbunclo trocándose en la sopa mágica. Lo que se ocultaba y se dejaba ver era nada menos que el sol, rodeado de medialunas incaicas, de sirenas del séquito de Viracocha, sirenas con sus grandes guitarras. El medialunero Viracocha transformando las piedras en guerreros y los guerreros en piedras. Levantando por el sueño y las invocaciones la ciudad de las murallas y las armaduras. Nuevo Viracocha, de él se esperaban todas las saetas de la posibilidad y ahora se esperaban todas las saetas de la posibilidad y ahora se esperan todos los prodigios en la ensoñación.
Como Anfiareo, la muerte no interrumpe sus recuerdos. La aristía, la protección en el combate, la tuvo siempre a la hora de los gritos y la arreciada del cuello, pero también la areteia, el sacrificio, el afán de holocausto. El sacrificarse en la pirámide funeral, pero antes dio las pruebas terribles de su tamaño para la transfiguración. Donde quiera que hay una piedra, decía Nietzsche, hay una imagen. Y su imagen es uno de los comienzos de los prodigios, del sembradío en la piedra, es decir, el crecimiento tal como aparece en las primeras teogonías, depositando la región de la fuerza en el espacio vacío.
*Poeta cubano (1910-1976).
**Casa de las Américas, La Habana, Año VIII, No. 46, enero-febrero 1968.

martes, junio 24, 2008

Autobiografía: Carmen Conde*

Pies desnudos
¡Yo no sabía andar descalza!
Freha iba descalza por su casa; y el tierno ruido de sus pisadas me invitaba a odiar el civilizado zapato.
La primera vez que adquirí la seguridad de la tierra, directamente bajo mi carne, fue en una siesta recargada de humo oloroso, de azúcar; de bailes encerrados en un círculo reducido.
Corrí tanto por los pasillos frescos, que se me resquebrajó la piel de mis pies inhábiles. Freha se reía de mi dolor, enseñándome las uñas pintadas de sus piececitos sabios.
Ensayé toda la tarde. Hasta lograr adherirme a las cosas dejándoles mis huellas calientes.
...
El cementerio marino
¿Por qué misterioso designio he soportado en mi infancia la proximidad del cementerio?
A casi todos los niños les impone miedo. Yo no lo sentí nunca. Cuando atravesaba un ensayo de mi espíritu, sólo tenía que andar unos metros para entrar en el cementerio. ¡Era tan bonito, tan alegre! A las barandas de sus patios, que daban todos al mar, fue mi gozo asomarme y admirar las velas de los barcos de pesca.
Me perdía de los míos; eran, entonces, mis éxtasis solitarios. Un anhelo de evadirme, de misteriosas y nunca descifradas cosas, me atosigaba.
Por eso frente al mar, a la sombra inmóvil de los callados, abrí mi corazón a la luz en que hoy veo.
*Escritora española (Cartagena, 1907-Madrid 1996).

Camilo José Cela*: La familia de Pascual Duarte

"Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo.
Me abalancé sobre ella y la sujeté. Forcejeó, se escurrió... Momento hubo en que llegó a tenerme cogido por el cuello. Gritaba como una condenada. Luchamos; fue la lucha más tremenda que usted se puede imaginar. Rugíamos como bestias, la baba nos asomaba a la boca... En una de las vueltas vi a mi mujer, blanca como una muerta, parada a la puerta, sin atreverse a entrar. Traía un candil en la mano, el candil a cuya luz pude ver la cara de mi madre, morada como un hábito de nazareno... Seguíamos luchando; llegué a tener las vestiduras rasgadas, el pecho al aire. La condenada tenía más fuerzas que un demonio. Tuve que usar de toda mi hombría para tenerla quieta. Quince veces que la sujetaba, quince veces que se me había de escurrir. Me arañaba, me daba patadas y puñetazos, me mordía. Hubo un momento en que con la boca me cazó un pezón – el izquierdo – y me lo arrancó de cuajo. Fue en el momento mismo en que pude clavarle la hoja en la garganta... La sangre salía como desbocada y me golpeó la cara. Estaba caliente como un vientre y sabía lo mismo que la sangre de los corderos... "
*(1916-2002)

Antonio Rabinad*: Reflejos en el fondo de un pozo


La memoria es un espacio ilimitado, un pozo que nunca se agota y que nos pertenece, pero al cual nos asomamos para ver reflejado en su fondo la forma de nuestros sueños o recuerdos. La memoria, con su capcidad sobrenatural de convertir el pasado en presente y extrapolar el futuro (y por lo tanto de sacarnos de ese landel cronológico que estamos obligados a trazar hasta la muerte, pero sólo nuestro cuerpo físico) nos hace comparables a dios, permítaseme esta afirmación, o al menos es la más clara prueba de eso que convenimos en llamar dios. La memoria --ese reflejo en el fondo del pozo-- es nuestra única esperanza frente a la irracionalidad del universo.
*Escritor español (Barcelona, 1927).

Gabriela Mistral: Autobiografía*

Es absolutamente falso que mi padre fuese blanco puro. Mi abuela, su madre tenía un tipo europeo puro; su marido, mi abuelo, era menos que mestizo de tipo, era bastante indígena. La afirmación no es antojadiza. En dos retratos borrosos que tengo de él, la fisonomía es cabalmente mongólica, los Godoyes del Valle del Huasco tienen, sin saberlo, tipo igual. Digo sin saberlo porque el mestizo de Chile no sabe nunca que lo es. Quienes han visto las fotos de mi padre y que saben alguna cosa de tipos raciales no descartan ni por un momento que mi padre era un hombre de sangre mezclada. Fue por un tiempo también director del colegio católico de Santiago San Carlos Borromeo. Dibujaba muy bien y hacía versos de una índole medio clásica, medio romántica según el gusto de la época. El original de esos versos los conserva mi hermana. Todas las gentes del Valle me dieron el amor de él, porque todos lo quisieron por el encanto particular que había en su conversación y por la camaradería que daba, a quien se le acercase lo mismo a los más ricos que a los pobrecitos del Valle. En mi abuela, Isabel Villanueva, a quien los curas llamaban «la teóloga» había esta misma atracción que le daba un lenguaje gracioso, criollo y tierno. No hay tal. Me mandaron a la casa de una tía de mi madre, doña Ángela Rojas a quien mi hermana pagaba por mí una pequeña pensión. Esto duró menos de un año, porque fui expulsada de la escuela primaria superior de Vicuña a la cual había regresado. El dato es erróneo. Dirigía esa escuela primaria superior doña Adelaida Olivares maestra ciega de casi toda su vida y madrina mía de confirmación. Era persona sobradamente religiosa y cuando en el comienzo hubo entre ella y yo la relación afectuosa que es natural entre madrina y ahijada. Pero cuando mi familia me cambió de apoderado poniéndome a vivir en la casa de una familia Palacios de religión protestante, la directora se sintió muy molesta y me retiró todo su cariño. Vino entonces un incidente tragicómico. Yo repartía el papel de la escuela a las alumnas, el gobierno daba en aquel tiempo los útiles escolares. Era yo más que tímida; no tenía carácter alguno y las alumnas me cogían cuanto papel se les antojaba con lo cual la provisión se acabó a los ocho meses o antes. Cuando la directora preguntó a la clase la razón de la falta de papel mis compañeras declararon que yo era la culpable pues ellas no habían recibido sino la justa ración. La directora, aconsejada por una hermana nuestra ahí mismo, salió sin más hacia mi casa y encontró el cuerpo del delito, es decir, halló en mi cuarto una cantidad copiosísima no sólo de papel, sino de todos los útiles escolares fiscales. Habría bastado pensar que mi hermana era tan maestra de escuela como ella y que yo tomaba de ella cuanto necesitaba. Pero había algo más: el visitador de escuelas del Valle de Elqui me tenía un cariño como de abuelo (don Mariano Araya) y cada domingo iba yo a saludar a su familia y él me abría su almacén de útiles y me daba además de papel en resmas, pizarras, etc. Yo no supe defenderme; la gritería de las muchachas y la acusación para mí espantosa de la maestra madrina me aplanó y me hizo perder el sentido. Cuando doña Adelaida regresó con el trofeo del robo su hermana hizo con el caso una lección de moral que yo oía medio viva medio muerta. El escándalo había durado toda la tarde, despacharon las clases y todas salieron sin que nadie se diese cuenta del bulto de una niña sentada en su banco, que no podía levantarse. Al ir a barrer la sala la sirvienta que vivía en la escuela me encontró con las piernas trabadas me llevó a su cuarto, me frotó el cuerpo y me dio una bebida caliente hasta que yo pude hablar faltaba algo todavía: las compañeras que se iban por mi calle me esperaban, aunque ya era la tarde caída en la plaza de Vicuña, la linda plaza con su toldo de rosas y de multiflor, era todavía primavera allí me recibieron con una lluvia de insultos y de piedras diciéndome que nunca más irían por la calle con (la) ladrona. Esta tragedia ridícula hizo tal daño en mí como yo no sabría decirlo. Mi madre vino a dar explicaciones a la maestra ciega acerca de mi rapiña y la directora que ejercía un ascendiente muy grande sobre las personas porque era mujer inteligente y bastante culta para su época logró convencer a su comadre de que aunque yo fuese inocente habría que retirarme de esa escuela sin llevarme a otra alguna porque yo no tenía dotes intelectuales de ningún género y sólo podría aplicarme a los quehaceres domésticos. No se decidió de mí y sólo mi padre al volver por un tiempo a la casa sintió como una injuria el hecho de su comadre ciega y fue a ajustarle cuentas con una gran rudeza a Vicuña. Yo me quedé sin clases porque mi hermana me había hecho terminar la escuela sin decir lo que nunca se ha dicho de ella y es que lo que ella sabía me lo enseñó perfectamente. Fue toda su vida una maestra de índole espiritual con una abnegación que en su madurez tocó los lindes de la santidad yo la tengo pintada en «La maestra rural» pero como es natural no podía alabar así a una hermana y la disfracé al final del poema. La maestra que he pintado allí me la dio ella a lo largo de mi infancia con sólo haberla visto vivir. Mi famoso «rencor» tiene cierta base de verdad no he perdonado a veces y no he olvidado nunca ninguna de las injusticias recibidas y particularmente no olvidé esta que me magulló toda la adolescencia y que tuvo una repercusión enorme en mi vida de futura (profesora). Dos veces volví a Vicuña la maestra madrina buscó reconciliarse conmigo sin lograrlo porque no acepté a verla. Pero las cosas tienen caminos maravillosos y la mano de Dios anda metida en todas ellas. Hace tres años, después de 15 de ausencia del Valle de Elqui llegué a Vicuña en visita oficial. Estaba muy enferma doña Adelaida y una de sus exalumnas que la servía de enfermera, me mandó preguntar si yo aceptaba ir a visitarla. Yo consulté con mi alma y ésta no había perdonado todavía. Dos días más tarde del recado la maestra murió. Yo salí a la calle al azar: sola, cosa que nunca me ocurre sin finalidad, a vagabundear como de niña y queriendo caminar la calle Maipú hasta San Isidro. A poco andar vi venir un cortejo que era muy numeroso y no entendía nada cuando el cortejo me rodeó en forma de no poder seguir, pregunté quién era el muerto. Cuando lo supe yo ya había dado vuelta e iba dentro de él como una sonámbula. Llegamos a la iglesia, la pequeña ciudad conocía la vieja historia. Una niña se levantó y me pasó el ramo de flores que llevaba diciéndome que ella prefería que fuese yo quien las pusiese las primeras sobre el ataúd. Yo las puse y le di a doña Adelaida la oración a los muertos. Volví a mi casa no poco turbada de los manejos menudos del Señor que son tan extraños como los grandes. Dije que el hecho de mi expulsión tuvo muchas consecuencias. Cuando ingresé a la escuela anexa a la Normal de La Serena me encontré allí con que una exalumna de doña Adelaida había informado a mis nuevos profesores de mi vicio de robar y había recomendado que se guardaran los objetos de más o menos valor. Durante varios años -no recuerdo el dato con precisión- mi madre y mi hermana quisieron hacer de mí una buena ama de casa. Yo era tan callada que jamás tuve porfía ni discusión alguna con ellas en mi infancia. Pero en mi ímpetu de rebelión que es de los más vigorosos que haya tenido en mi vida, que yo no aprendería ni a lavar la ropa ni hacer la comida y ni siquiera creo que ayudaba a arreglar la habitación. Yo supe que si obedecía a esa voluntad de volverme criatura ama auxiliar de una casa en que bastaban mi madre y mi hermana yo estaba perdida no sé para qué porque sería tonto pensar que yo creyese en mí, la maestra madrina me había convencido de que yo era una niña necia. Mi rebelión era una cosa confusa siendo en todo caso una rebelión en forma sin rezongo, sin hablar y sencillamente no obedecí. Mi hermana se había casado con un hombre que tenía algunos bienes y un tiempo vivimos mi madre y yo cómodamente allegados a su casa. Mi cuñado tuvo una larga enfermedad y un mal pleito de un hijo y lo perdió todo. Entonces mi madre supo que yo debía trabajar y decidió ella sola que yo siguiese la profesión de mi padre y de mi hermana la de una de mis dos tías monjas y la de casi todos nuestros amigos. Yo temblé cuando a los 14 años ella y su amiga doña Antonia Molina me llevaron delante de un visitador de escuelas y le pidieron para mí una ayudantía de escuela rural. Yo tenía 14 años, me mandaron a la Compañía Baja, donde el mar me daba muchos ratos felices, lo mismo que mi olivar que costeaba mi casa y que es el más grande que he visto en Chile y la jefe que me tocó y a quien le caí mal por mi carácter huraño y mi silencio que no se rompía con nada me hizo tan poco feliz como es costumbre cuando la maestra es casi vieja y la ayudante es una muchacha. No se quejaba de lo que debía quejarse: de una ignorancia, porque en aquellos tiempos se pedía poco a una ayudante rural y porque además mi lección era la que enseñaba la (cartilla). Desde esta escuela di un salto verdaderamente mortal por buenos oficios del abogado don Juan Guillermo Zabala (aparecen los vascos en mi vida) me llevaron como secretaria-inspectora al Liceo de Niñas de La Serena. Yo sabía muy poca cosa de redacción oficial y tal vez de redacción tout court aunque ya escribiese en los periódicos. Los humildes diarios de provincia reciben y publican casi todo. Dirigía el liceo una extraordinaria mujer alemana de quien la crueldad no me empañó nunca los ojos para ver de quien se trataba de una mujeraza al lado de la cual las profesoras criollas de su personal eran una (pobre) [ilegible] con excepción [ilegible]. Esta señora gobernaba el colegio según las normas alemanas que eran de todo el gusto de los chilenos por aquel tiempo. Su liceo era medio cuartel medio taller y con lo segundo digo algo parecido a una alabanza. El personal la obedecía con un respeto que iba más allá de lo racional y se pasaba a lo mitológico. Las pobres mujeres le temblaban sin metáfora, nuestra vida dependía de sus gestos, su mirada y sus gritos. Pero era a pesar de su tremendo desequilibrio una mujer superior. Cuatro cosas me dijo entre sus ofensas que nunca he olvidado porque apuntaban derechamente a mi carácter y en especial a mis defectos y a mis lastimosas limitaciones. Yo era para ella una especie de sirvienta mantenida muy al margen de su vida. Pero un día me llamó a su dormitorio porque estaba enferma y como yo me azorase de que la curiosa mujer [ilegible] poco protestante y algo pagana tuviese una gran [ilegible] virgen de Murillo a su cabecera, me dijo sin [ilegible] ni sonreír. Yo soy lo contrario de Ud., yo no creo en nada pero vivo en una ciudad de beatos y suelo ir a la iglesia y tengo esta virgen por condescenderme con la ciudad. Aunque los chilenos sean gente inferior a mi raza yo soy una empleada pública de Chile. En cambio Ud. cree en todo, cree de más y tiene una apariencia de incrédula para su gente, lo cual le hará mucho daño. Una vez me llamó a su salón y yo me quedé embobada mirando dos grandes cuadros que eran grabados de Goethe y de Schiller. Ella me dijo más o menos esto. Los escritores se dividen sólo en estos dos tipos los de Goethe son los sensatos y los que llegan a grandes posiciones; los alocados se parecen a Schiller sin que valgan nunca lo que él tampoco y como no lo alcanzan no llegan nunca a nada. Otra vez -creo que la única en mi año con ella- me llamó para decirme una cosa agradable: «Está bien la letra que le han puesto a la música que le di destinada al colegio. Usted sirve para muy pocas cosas, tal vez para una sola, su mala suerte está en que eso para lo cual sirve es algo que no le importa a nadie». Otra vez cuando me pidió la renuncia y temió que yo no le firmase el pliego ya escrito me dijo: «Hay gentes que nacen para mandar y yo soy de esas; es inútil luchar contra mí y los de mi raza hemos nacido para eso, y las otras no tienen sino obedecer». Ud. se refiere a una nota oficial de ella que me declara necia. No la conozco. Es muy probable que exista, aunque esta mujer no haría nada innecesario y sobraba acusarme de idiota puesto que ya había firmado la renuncia. Me dejó cesante sin ningún escrúpulo porque carecía enteramente de ellos. Dios me ha tenido una gran piedad, una asistencia maravillosa que me hace avergonzarme de algunos versos míos en que hablé de su abandono. Unos días después de lo que cuento encontré en el tren al gobernador de Coquimbo que era un viejo poeta González y González y cuando pasábamos frente a La Cantera me mostró la escuelita detrás de las dunas y me la ofreció. Mi madre tenía su pan a salvo. Es inexacto su dato de que mi mamá vivió allí todo el tiempo conmigo; no había carne ni había pan todos los días en la aldea y ella fue siempre muy enferma, me acompañó un poco y después se fue con mi hermana. De mis tres aldeas, La Cantera es aquella en que yo viví más acompañada. Me cuidaba una sirvienta buena, de las preciosas criadas nuestras que son tal cosa cuando tienen sangre india; y los niños, los hombres y los viejos de mi escuela nocturna -apenas había asistencia diurna porque la pobre gente trabajaba-. Se pusieron a hacerme la vida. Por turno me traían un caballo cada domingo para que yo paseara siempre con uno de ellos. Me llevaban una especie de diezmo escolar en camotes, en pepinos, en melones, en papas, etc. Yo hacía con ellos el desgrane del maíz contándoles cuentos rusos y les oía los suyos. Ha sido ese tal vez mi mayor contacto con los campesinos después del mayor del Valle de Elqui. Un viejo analfabeto, al fin enseñé a leer tocaba muy bien la guitarra y ese iba a darme fiesta con todos, en las noches. Alguna vez que le besé la cara y el cuello a un alumno huérfano y sordo que tenía, los demás se sintieron ofendidos y fueron más allá a lavarse porque había unos tres que se echaban agua florida. Yo les daba la clase en el cuarto de comer en torno de una mesa. Tenía yo de dieciocho a diecinueve años. Nunca les vi una falta de delicadeza o de pudor ni les vi un mal chiste lo cual es raro en un pueblo tan picante como el nuestro. El bello criterio escolar iba a suprimir la escuela por su poca asistencia diurna y sin tomar en cuenta para nada esta escuela nocturna que para mí resultaba tan válida. Entonces me fui a Cerrillos en el Departamento de Ovalle. Mis biografías no han anotado nunca este nombre. Allí sí tuve soledad y soledades y mi madre muy delicada de salud no pudo estar conmigo; pese a las lenguas de fuego mi madre no pudo vivir conmigo en mis años de trabajo escolar porque su cuerpo sólo se avenía con el clima de La Serena. Lo ensayó varias veces en vano. Mi hermana le dio su compañía y yo su sustento. Cuando jubilé me fui en seguida con ella a La Serena para quedar con ella hasta su postrimería. Renuncié al cargo que me ofreció Ginebra con este fin y el Ministro don Jorge Matte me obligó a irme cuando Ginebra no aceptó la designación de Pedro Prado que yo indiqué sin consultarlo al interesado. Yo había tenido en Santiago unos meses antes una extraña visita nocturna de la policía a mi casa de la población Huemul durante mi ausencia y el robo de mis archivadores de cartas cuando visitaba a algunas personas de la oposición, como don Manuel Rivas Vicuña, el diligente policía hacía seguir estos dos hechos, que constató en varias ocasiones mi vecino don Luis Popalaire más otros menos visibles hicieron que mi propia viejecita y mi hermana me aconsejasen aceptar el nombramiento de Ginebra e irme de Chile. Cuento lo anterior en respuesta a la maledicencia de cierta potencia pedagógica sobre mi condición de mala hija que no vivió con los suyos. Volvamos atrás cuando yo fui echada del Liceo de La Serena mi madre y mi hermana pensaron en sacrificarme en bien mío y hacerme regresar a la Escuela Normal pues las tres habíamos visto claramente que yo no haría carrera en la enseñanza a menos de conseguir la papeleta consabida, que las gentes llaman título, palabra que quiere decir «nombre» pero que no nombra nada. Yo acepté e hicimos el triple esfuerzo de preparar exámenes, de obtener la fianza del caso, y de comprar el equipo de ropa. El día que mi madre fue a dejarme a la Escuela Normal la subdirectora, una gruesa señora; nos recibió en la puerta y sin oírnos y sin dar explicación alguna que le valiese y me valiese me declaró que yo no había sido admitida. Pedimos hablar con la directora y la obesa señora lo rehusó porque la directora era una norteamericana que no hablaba español. En esto la subdirectora no mentía, el ministerio contrataba para sus criollos algunos profesores que ignoraban la lengua. En mis andanzas por el mundo recibí una vez una invitación a su casa de esta pedagoga yanqui es lástima que no tuviese tiempo de ir para conocer a la buena mujer que me echó de la Normal chilena sin saber por qué y sin haberme visto. Pasaron muchos años y cual fatalismo del mestizo yo no averigüé por qué había sido eliminada. Cuando era profesora de Los Andes unos ocho o diez años después, recibí la versión que dio a mi jefe de mi rechazo aquella subdirectora estupenda. Ella contó a doña Fidelia Valdés que en consejo de profesores de la Normal de La Serena el capellán y profesor don Luis Ignacio Munizaga, había exigido al personal que por solidaridad con él se me eliminase pues yo escribía unas composiciones paganas y podría volverme en caudillo de las alumnas. El ilustre sacerdote (que más tarde será un hombre bastante desgraciado) fue bien lúcido cuando dijo que yo era una pagana. Todo poeta, cualquier poeta es eso o no es cosa alguna. Puede ser un cristiano de aspiración y puede ser un místico si tiene una corporalidad pobre o si va para viejo -a los dieciocho años- era mi edad no es sino un pagano. Cuento el incidente para decir a mis compatriotas que no me quedé sin Escuela Normal por fuerza no por gusto y gana; la vieja chilenidad me la quitó me dejó sin ella, me la quitó a pesar de lo dadivosa que he sido para dársela a unas tres mil mujeres más o menos. La pérdida hoy no me duele; pero todos los maestros y los profesores que me negarían la sal y el agua en los veinte años de mi magisterio chileno y a los que tengo contados en otra parte, saben muy bien de cuánto me costó vivir una carrera docente sin la papeleta, el cartel y la rúbrica aquella. La razón que Ud. da para mi salida del liceo no fue sino una de sus causas menores. Este incidente de la matrícula está muy exagerado, yo no recibí sino muy pocas niñas pobrecitas porque eran poquísimas las que se atrevían a llegar a un liceo hecho y mantenido para la clase pudiente. Pude matricular a éstas, gracias a una estratagema: la directora me había ordenado aceptar a las que llevasen una carta de recomendación de los miembros de la junta de vigilancia del colegio y siempre que se tratara de buena familia cuando las muchachas me parecían buenas alumnas por su certificado, yo pedía esa famosa carta al Sr. Marcial Ribera Alcayaga, miembro de la unta y pariente de mi madre. Esta fue toda mi malicia y la directora no pudo echar a las candidatas recibidas semioficialmente. En la semana anterior a mi renuncia la directora que tanto dudaba de que yo me suicidase, poniendo aquella firma en mi propia dimisión, ordenó a su personal que no me dirigiese la palabra. Nos reuníamos sólo a la hora de almuerzo y a excepción hecha de doña Fidelia Valdés mis colegas cumplieron celosamente la orden, tanto, que no me respondían cuando yo les hablaba entre plato y plato. En Chile por aquellos años el extranjero tenía apabullado al nacional y éste vivía en muchas reparticiones públicas servilismo tristísimo. Cara M. Rosa, le digo con la franqueza ruda con que hablo a los propios, que me cuesta un mundo entrar en un comentario amoroso de mí misma. A pesar de la publicidad cruda y no poco repugnante a que han llegado los biógrafos respecto de los escritores, nunca entenderé y nunca aceptaré que no se nos deje a nosotros, lo mismo que a todo ser humano, el derecho a guardar de nuestros amores cuando nos hemos puesto y que por alguna razón no dejamos allí razones de pudor, que tanto cuentan para la mujer como para el hombre. Pero se han hecho disparates tan descomunales a este respecto, que esta vez tengo que hablar y no por mí sino por la honra de un hombre muerto.Romelio Ureta no era nada parecido, ni siquiera era próximo a un tunante cuando yo le conocí. Nos encontramos en la aldea de El Molle cuando yo tenía sólo catorce años y él dieciocho. Era un mozo nada optimista ni ligero y menos un joven de zandungas había en él mucha compostura, hasta cierta gravedad de carácter bastante decoro. Por tener decoro se mató nos comprometimos a esa edad. Él no podía casarse conmigo contando con un sueldo tan pequeño como el que tenía y se fue a trabajar unas minas no recuerdo donde. Volvió después de una ausencia larga y me pidió cuentas a propósito de murmuraciones tontas que le habían llegado sobre algún devaneo mío. Yo vivía desde que él se fue con mi vida puesta en él, no me defendí la mitad por aquella timidez que me dejó muda aceptando mi culpa en la escuela de Vicuña y la mitad creo que la otra mitad por esa excesiva dignidad que me han llamado soberbia muchas veces. La queja me pareció tan injusta que pensé entonces, como pienso hoy mismo que no debía responderse y menos hacer una defensa. Por eso rompimos y las novelerías necias tejidas en torno de este punto no son sino cosa de charlatanes. Este hombre siguió su vida y era natural que la viviese como casi todos los hombres chilenos que no sobresalen en la temperancia. Iba a casarse y llevaba a la vez una conducta ligera que no había sido nunca la suya; se divertía demasiado y su novia parece que no lograba retenerlo. Mucho después de unos cinco años de separación nuestra yo lo encontré casualmente en Coquimbo; hablamos bastante tiempo; negó la noticia de su matrimonio y nos despedimos reconciliados casi sin palabras, tan cordiales como antes y con la impresión de un vínculo reanimado y definitivo. Cuantos lo han denigrado, hablando de un robo común y hasta de una estafa, no han dicho que su hermano, que era casi su padre; pues lo había criado por ser ambos huérfanos era en ese tiempo el jefe de los ferrocarriles en su zona a cualquiera podría ocurrírsele que Romelio Ureta cogió aquel dinero pensando en restituirlo de inmediato o contando con que su hermano, ausente por unos días se lo prestaría. Este señor era persona de situación holgada y lo quería mucho. No creo que nadie piense en arruinar su carrera por la suma infeliz que él cogió de una repartición fiscal. Parece que vino un arqueo impensado de caja: el hermano andaba en Ovalle o en otro punto de la provincia y no pudieron comunicarse de ningún modo. Romelio Ureta era hombre tan pundonoroso como para matarse, antes de sufrir vivo una vergüenza. A esta altura del tiempo y de la costumbre funcionaria, el hecho no se entiende, pues la probidad escasea más que la moneda de oro. Yo lo comprendo de haberle conocido a él y al viejo Chile. Doy cuantiosos detalles porque me irrita que se remuevan los huesos de un muerto con una falta tal de inteligencia y de consideración, más que eso me indigna el que por escribir una gacetilla sobre mí -no es el caso suyo- y por cobrarla en un periódico y también por alimentar la glotonería del público se revuelva una sepultura. Han creado un semblante enteramente falso con la pretensión de demostrarme solidaridad o con la ocurrencia de defenderme, yo no he sido una víctima de él en ningún aspecto; todos los seres somos cual más cual menos, víctimas de nuestro temperamento nací como otros con una capacidad exacerbada para el sufrimiento y tal vez sin ninguna tragedia en mi vida habría padecido lo mismo según el caso de Leopardi y de otros. Me repugna por otra parte lo cinematográfico aplicado a los vivos, después que me muera, ya pueden hacer su gusto los noveleros a toda su anchura; pero como estoy viva tengo el derecho mínimo de lavar un nombre querido. He callado bastante a este respecto porque soy harto rica de silencio. Mi paciencia se ha ido gastando y esta vez quiero hablar, por tratarse de una crónica escrita por una mujer y que debe salir limpia de un error tan grave sobre un hombre que se allega a la calumnia. Usted, estoy segura, estará muy contenta de que su compañera cuida de la honradez de su trabajo.

*Revista Mapocho ; Num. 43, 1988.

Museo Casa Carlos Gardel

La Subsecretaría de Patrimonio Cultural, a través de la Dirección General de Museos, invita al público a la inauguración de la muestra “Colección Ángel Olivieri” en el Museo Casa Carlos Gardel, Jean Jaurés 735, el martes 24 de junio a las 19.00. Actividad gratuita.
En esta oportunidad se exhibirá esta profusa colección que contiene entre otras joyas del patrimonio gardeliano, documentos, cheques, cartas personales a Isabel del Valle, su novia; También, objetos personales de José Razzano: la libreta que documenta su primera gira por la provincia de Buenos Aires en 1913, vestimentas, fotografías originales que registran toda la actividad artística del cantor de Buenos Aires, así como fotografías que documentan su vida privada --por ejemplo, el retrato de Carlos Gardel a los 4 años que acompañó durante toda su vida a su Madre Berthe Gardés y que pobló los ambientes de la casa de Jean Jaurés, hoy casa Museo.
Además, se mostrarán retratos y objetos personales de otros artífices de la música popular como Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Charlo, Azucena Maizani, Julio De Caro, Francisco Canaro, entre otros.

PRENSA Dirección General de Museos Tel.: 4516-0944/49 int. 222 (telefax) Directos: 4313-4077 / 4082 - prensadgm@buenosaires.gov.ar - http://www.museos.buenosaires.gov.ar/PRENSA Museo Casa Carlos Gardel Tel/Fax: 4964-2015/2071 - prensamccg@yahoo.com.ar
Ministerio de CulturaGobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

sábado, junio 21, 2008

La gente de Generación Abierta Radio no ha hecho llegar la siguiente invitación que compartimos con todos ustedes:

Los/as invitamos a que nos hagan llegar libros, revistas, gacetillas (por correo electrónico, breves por favor), dirigidas a Generación Abierta en Radio para su difusión en los diferentes programas. Las publicaciones pueden hacerlas llegar a FM Cultura Musical, ubicada en Bdo. de Yrigoyen 972, subs., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, o entregarlas directamente en mano los viernes 1° y 3° de cada mes en el Café Montserrat a las 20, los días del encuentro del Café Literario "Antonio Aliberti".
Generación Abierta en Radio
Letras-Arte-Educación
Sábados de 15 a 15,30
FM Cultura Musical, 100.3
www.culturamusical.com.ar
www.generacionabierta.com.ar

viernes, junio 20, 2008

Alfredo Rosenbaum: La mirada de Dios

Estreno: Sábado 21 de junio, 23 hs.
con Julieta Casado, Alfredo Rosenbaum, Guillermo Tassara e Ita Scaramuzza.

Diseño visual: Carina Ferrari y Guillermo Tassara / Iluminación: Alfredo Rosenbaum / Video: Guillermo Bergandi y Alfredo Rosenbaum / Música original y banda sonora: Aníbal Zorrilla / Asistencia de dirección: Silvia Fernández

Producción general: Ensamble Cáustico.

Dirección y puesta en escena: Alfredo Rosenbaum.

Este espectáculo fue realizado con una Beca Grupal de Creación del Fondo Nacional de las Artes y cuenta con el apoyo de Proteatro.

Funciones: Sábados 23 hs.
Pata de Ganso -Zelaya 3122
Reservas: 4862-0209
Entradas: $20 / Descuentos a estudiantes y jubilados

jueves, junio 19, 2008

Carta Abierta 3: La Nueva Derecha en la Argentina

En el texto que aquí se publica, y al que adherimmos, el espacio conformado por más de 1.500 personas de la cultura, la educación, las ciencias y las artes vuelve a pronunciarse sobre la actual situación política. Ahora examina el surgimiento y las características de una “nueva derecha”, un actor social que se piensa “contra la política”, que “reclama eficiencia y no ideología” en defensa de “los poderes existentes”.
"¿Cómo se puede reclamar la nacionalización del petróleo cuando la lucha que se despliega es contra una medida progresiva de índole impositiva? ¿Cómo se puede llamar a la lucha contra la pobreza con aliados que expresan las capas más tradicionales de las clases dominantes? Algo ha sucedido en los vínculos entre las palabras y los hechos: un disloque. Los símbolos han quedado librados a nuevas capturas, a articulaciones contradictorias, a emergencias inadecuadas. Ningún actor político puede declararse eximido de haber contribuido a esa separación. Las situaciones críticas obligan a preguntarse qué palabras les corresponden a los nuevos hechos. Entre las batallas pendientes en la cultura y la política argentina, está la de nombrar lo que ocurre con actos fundados en una lengua crítica y sustentable. Sin embargo, hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación. Cualquier cosa que ahora se diga vacila en aportar pruebas de su enraizamiento en expectativas sociales reales. Parece haber triunfado la “operación” sobre la obra, el parloteo sobre el lenguaje.
“Clima destituyente” hemos dicho para nombrar los embates generalizados contra formas legítimas de la política gubernamental y contra las investiduras de todo tipo. Una mezcla de irresponsabilidad y de milenarismo de ocasión sustituyó la confianza colectiva. “Nueva derecha” decimos ahora. Lo decimos para nombrar una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología, que alega más gestión que valores –y puede coquetear con todo valor–, que invoca la defensa de las jerarquías existentes, aunque se inviste miméticamente de formas y procedimientos asamblearios y voces sacadas de las napas prestigiosas de las militancias de ciclos anteriores. Esa derecha impugna la política como gasto superfluo y como enmascaramiento, pero es cierto que la impugna con más dureza cuando la política pretende intervenir sobre la trama social. Tiene distintas inflexiones: desde la ilusoria eficiencia empresarial del macrismo hasta el intercambio directo de dones y rentas imaginado en Gualeguaychú, sin Estado, ni partidos, sólo con golpes de transparencia contra lo que llaman obstáculos.
Transparencia social imposible, como no sea bajo un régimen coercitivo, que expresa su desprecio hacia la política como capacidad transformadora, como intervención activa sobre la vida en común. De ese vaciamiento son responsables, también, los profesionales de la política que priorizaron sus propios intereses mientras sostenían un discurso de lo público. Demasiado tiempo vino degradándose el lenguaje político como para que no surgieran mesianismos vicarios y vaticinios salvadores que en vez de redimir el conocimiento político son el complemento milenarista del espontaneísmo soez. La nueva derecha viene a decir que eso no está mal y que se debe llevar a sus últimas consecuencias, disolviendo la instancia misma de la política. Es fundamentalmente destituyente: vacía a los acontecimientos de sentido, a los hechos de su historicidad, a la vida de sus memorias. Por eso atraviesa fronteras para buscar terminologías en sus antípodas. Es una nueva derecha porque, a diferencia de las antiguas derechas, no es literal con su propio legado sino que puede recubrirse, mimética, con las consignas de la movilización social.
La nueva derecha puede agitar florilegios de izquierdas recreadas a último momento como préstamo de urgencia o anunciar compromisos caros a las luchas sociales de la historia nacional, sea Grito de Alcorta, sea la gesta de Paso de los Libres en 1933, sean las asambleas de 2001. Es una nueva derecha veteada de retazos perdidos, pero no olvidados, de antiguas lenguas movilizadoras. Condena el vínculo vivo de las personas y las sociedades con el pasado, llamando a un ilusorio puro presente que podría desprenderse de esas capas anteriores. Lo hace, incluso, cuando trae símbolos de ese pasado, sujetándolos a relaciones que los niegan o vacían. Cita al pasado como una efemérides al paso. Será jauretcheana si cuadra, aplaudirá a Madres de Plaza de Mayo si lo ve oportuno, dirá que adhiere a Evo Morales si se la apura, y no le faltará impulso para aludir a los mayos y los octubres de la historia. Mimetismo bendecido, tolerado: es la nueva derecha que ensaya el lenguaje total de la movilización con palabras prestadas. Procede por expurgación y despojo, restándole a la realidad algunas de las capas que la constituyen y presentando en una supuesta lisura la vida en común. En ella no hay espesor, diferencias, desigualdades, violencias ni explotación; ella habla del “campo”, trazándonos un dibujo bucólico de pioneros esforzados de la misma manera que considera la pobreza y el hambre como desgracias naturales o como penurias redescubiertas para sostener una mala conciencia de escuderos novedosos de los poderes agrarios tradicionales.
En la nueva derecha reina lo abstracto, pero con la lengua presunta de lo concreto: precisamente la que hablan los medios de comunicación. A la trama moral de las acciones la tornan escándalo moral, denuncismo de sabuesos que dejan saber que las sospechas generalizadas sobre la vida política son instrumentos que pueden sustituir un pensar real. En ella se trata de reivindicar la honestidad de los ciudadanos-consumidores, su espontaneidad expresiva ante las manipulaciones de la vieja política; transparentar es su grito, mostrar un supuesto lenguaje sin espesura es su lema. Sin obstáculos, sin pliegues. Sus lenguajes apuntan a vaciar de contenido historias y memorias de la misma manera que buscan desmontar cualquier relación entre universo reflexivo-crítico y política transformadora. Devastación del mundo de la palabra en nombre de la brutalización massmediática; simplificación de la escena cultural de acuerdo con la continua mutilación de la densidad de los conflictos sociales y políticos.
La nueva derecha es ahora un conjunto de procedimientos y de prácticas que se difunden peligrosamente en las más diversas alternativas políticas. La aceptación de que la escena la construyen los medios de comunicación lleva a un tipo de intervención pública tan respetuosa de ese poder como sumisa respecto de las palabras hegemónicas. Hace tiempo que los estilos comunicacionales habituales recurren al intercambio de denuncias como una cifra moral, que parece menos un proyecto compartible de refundar la política en la autoconciencia pública emancipada que en la circulación de un nuevo “dinero” basado en un control de la política por la vía de un moralismo del ciudadano atrincherado, temeroso, ausente de los grandes panoramas históricos. Moralismo de estrechez domiciliaria, pertrechada, víctima de miedos construidos y de oscuros deseos de resarcimiento. Es un viaje que parece no tener retorno hacia la espectacularización de una conciencia difusa de represalia. Es un recelo que va quedando despojado de contenidos, como no sean los parapetos medrosos de un pensamiento consignatario. Todo lo que implica la misma incapacidad para descubrir que lo que llaman “opinión pública”, que en ciertos momentos de la historia es un acatamiento a lo que habla por ella más de lo que ella balbucea de sí misma.
La nueva derecha se inviste con el ropaje de la racionalidad ciudadana, adopta los giros de lenguaje y los deseos más significativos de una opinión colectiva sin la libertad última para ver que encarna los miedos de una época despótica y violenta. Un intenso intercambio simbólico viene a sellar así la alianza entre la nueva derecha, los medios de comunicación hegemónicos y el “sentido común” más ramplón que atraviesa a vastos estratos de las capas medias urbanas y rurales del que tampoco es ajeno un mundo popular permanentemente hostigado por esas discursividades dominantes.
Lo que sucede en Bolivia, quizás el escenario más complejo de la región, debe alertarnos. No porque sean equivalentes los fenómenos sociales y políticos sino porque el tipo de confrontación que las derechas bolivianas despliegan advierten sobre cuánto se puede decidir no respetar la voluntad popular, aun apelando a frenesís plebiscitarios. En la Argentina no estamos ante un escenario de esa índole, pero sí asistiendo a la emergencia de nuevos fenómenos políticos reactivos y conservadores, que atraviesan partidos políticos populares y organizaciones sociales. Todo trastabilla ante la cuerda subterránea que tienden las nuevas derechas. La señora cansada del conflicto, el locutor de la noche harto de la refriega, el pequeño rentista fastidiado de las listas electorales que había votado. Las nuevas derechas ejercen su señorío como una forma de desencanto, llamando al desapego generalizado. El ser social, por fin saturado de las dificultades de una época, llama bajo su forma reactiva a no pensar la dificultad sino a refugiarse en la desafección política, en el módico mesianismo al borde de las rutas. Proclaman que actúan por dignidad cuando son economicistas, y son economicistas cuando demuestran que ésa es la nueva forma de la dignidad.
Atraviesan así toda la materia sensible de este momento de la historia nacional. Su frase predilecta, “no me metan la mano en el bolsillo”, hace de los actos legítimos de regulación de las rentas extraordinarias de la tierra una ignominiosa expropiación. Trata un bien nacional, como la productividad del suelo, como cosa meramente privada. Otras frases reiteran: “Está loca”, e incluso se ha escuchado en la televisión de la noche de los domingos: “Es satánico”. Se interpreta la intervención del Estado en el mercado en la clave de una psiquiatría obtusa de revista de peluquería, de chistoso de calesita o de pitonisa de boudoir. Menos se dice “hay que matarlos”, pero aparece en los añadidos que publican algunos periódicos cuando termina la redacción de sus propios artículos y comienza la carnicería opinativa en un anonimato electrónico sediento de desquite. ¿Ante quién?, ¿para qué? No le importan las respuestas a una nueva derecha que recobra el linaje de las más impiadosas que tuvo el país. Ha soltado la lengua, pero aprendió a decir primero “armonía” y diálogo”, mientras no ocultan la sonrisa sobradora cuando escuchan que se les dice: “¡Y pegue, y pegue!”.
Se considera una redención el uso del lenguaje más incivil del que se tenga memoria en las luchas sociales argentinas. Con impunidad lo han tomado, con rápido gesto de arrebatadores, del desván de los recuerdos y de las historias de gestas desplegadas en nombre de un ideal más igualitario. En un sorprendente movimiento de apropiación para travestirla en su beneficio, han movilizado la memoria de los oprimidos en función de sostener el privilegio de unos pocos, vaciando, hacia atrás, todo sentido genuino, buscando inutilizar una tradición indispensable a la hora de restablecer el vínculo entre las generaciones pasadas y los nuevos ideales emancipatorios.
Es una operación a partir de la cual se definen las lógicas emergentes de esa nueva derecha que no duda en reclamar para sí lo mejor de la tradición republicana y democrática; es una nueva derecha que no se nombra a sí misma como tal, que elude con astucia las definiciones al mismo tiempo que ritualiza en un mea culpa de pacotilla sus responsabilidades pasadas y presentes con lo peor de la política nacional, bendecida por frases evangélicas que llaman oscuramente a la vindicta de los poderosos que aprendieron a hablar con préstamos del lenguaje de los perseguidos. Lo han hecho en otros momentos cruciales de la historia nacional. La nueva derecha inversionista ha comenzado por invertir el significado de las palabras. ¿Por qué no lo harían ahora?
Ante eso, es necesario recuperar otra idea de política, otro vínculo entre la política y las clases populares, y otra ilación entre hechos y símbolos. Si la nueva derecha reina en una sociedad mediatizada, una política que la confronte debe surgir de la distancia crítica con los procedimientos mediáticos. Si la nueva derecha no temió enarbolar la amenaza del hambre (como consecuencia de su desabastecedor plan de lucha), otra política debe situar al hambre, realidad dramática en la Argentina, como problema de máxima envergadura y desafío a resolver. Es cierto que, visiblemente, hoy no son muchos los que aceptan enarbolar blasones de derecha. Hay que buscarla en todos los lenguajes disponibles, en todos los partidos existentes, en todas las conductas públicas que puedan imaginarse. Los pendones que la conmueven pueden ser frases como éstas: “La nueva nación agraria como reserva moral de la nación”. Es el viejo tema de las nuevas derechas y la identificación, también antigua, de patria y propiedad, de nación y posesión de la tierra. Es el concepto de reserva moral como liturgia última que sanciona tanto el “fin del conflicto” como un tinglado modernizante que no vacila en expropiar los temas del progresismo, pero para desmantelar lugares y memorias. Es una gauchesca de bolsa de cereales como acorde poético junto al horizonte del nuevo empresariado político. Podrán leer a la ida el Martín Fierro y a la vuelta los consejos de Berlusconi.
Los nuevos hombres “laboriosos”, persignados fisiócratas, se indignan porque hay Estado y hay vida colectiva que se resiste a vulnerar la vieja atadura entre las palabras y las cosas. Pero esto ocurre porque la materia ideológica, con sus venerables arabescos y citas célebres, ha quedado deshilvanada, reutilizada en rápidos collages de las nuevas estancias conservadoras del lenguaje. ¿Cómo descubrirlas? Su localización es la ausencia de nervadura social, pues se trata de desplegar para la Argentina futura una nueva cultura social con un único territorio, el de las rentas extraordinarias que desea percibir una nueva clase, interpretando estrechamente las graves necesidades alimentarias del mundo. Parecen campesinos, parecen chacareros, parecen pequeños propietarios, parecen hombres de campo protagonizando una gesta. Pero no son ilusiones estas nuevas creaciones políticas de indesmentible base social nueva. Sin los tractores embanderados, brusca señalización del paisaje que atrae por la carencia de todo matiz, de todo signo mediador. La nueva clase teatraliza una rebelión campesina, pero traza un nuevo destino conservador para la Argentina. Marcha con vocablos fuera de su eje, en una combinación entremezclada que pone en escena la fusión entre formas morales de revancha y captura jocosa de los símbolos del progresismo social.
Asistimos a un remate general de conceptos. Nociones tan complejas como la de “patria agraria”, “Argentina profunda”, “nuevo federalismo”, han resurgido de un arcón honorable de vocablos, cuando significaron algo precioso para miles y miles de argentinos para salir hoy a la luz como mendrugo de astucia y oportunismo. Como en los posmodernismos ya transcurridos, vivimos la sensación de que en el reino de los discursos políticos e ideológicos “todo es posible de darse”. Las palabras parecen las mismas, pero se han dislocado bajo una matriz teleteatral y un recetario de cruces de saltimbanqui, legalizados por la escena primordial de cámaras que infunden irrealidad y deserción de la historia en sus recolecciones vertiginosas. Un nuevo estado moral de derecha surge del neoconservadurismo que reordena los valores en juego, luego de que ha tramitado un liberalismo reaccionario y un modernismo que propone conceptos de la sociedad de la información para hacerlos marchar hacia un nuevo consenso disciplinador y desinformante.
Un nuevo sentido común producido por los tejidos tecnoinformativos nutre así el círculo de captura de imágenes y discursos. Se habla como lo hace la llamada “sociedad del conocimiento”, y ésta habla como lo hacen previamente quienes ya fueron tocados por la conquistada neoparla que insiste en estar “fuera de la política”, pero munidos de jergas sustitutivas de la experiencia pública. Hasta el modo de ir a los actos políticos es puesto bajo la grilla admonitoria de un juez del Olimpo que dictamina los momentos de supuesta “falsa conciencia” de miles de conciudadanos que no poseerían la legítima pasión espontánea de los refundadores del nuevo federalismo sin historia, sin Estado, sin instituciones, sin sujeto. El descrédito de lo político comienza por destituir a las masas populares y sus imperfectas maneras, para hacer pasar por buenas sólo las supuestas movilizaciones pastoriles roussonianas, efectivamente multitudinarias, que mal se sostienen bajo las diversas modalidades del tractorazo, más amenazante que bucólico.
Una república agroconservadora despliega entonces sus banderas de “nuevo movimiento social”. Tienen todo el derecho a expresarse, pero el examen democrático del gigantesco operativo que han emprendido debe ser también interpretado. Se trata de sustituir un pueblo que consideran inadecuado con otro vestido con galas de revolución conservadora. Hay suficientes ejemplos en la historia del país y en las memorias constructoras de justicia para decir que no lo lograrán.

¡Y se va la segunda... Carta Abierta!

Por una nueva redistribución del espacio de las comunicaciones

La sustitución de la vigente Ley de Radiodifusión, anacrónica y reaccionaria, establecida por la dictadura militar en 1980, por un nuevo marco jurídico acorde con los tiempos y a la institucionalidad democrática, es hoy un horizonte tangible, más de lo que nunca fue desde diciembre de 1983. Pero la experiencia de los argentinos en estos veinticinco años que van de gobiernos constitucionalmente elegidos también indica que los proyectos de ley que hoy se están escribiendo pueden eventualmente ir a parar al mismo cajón al que fueron los treinta y siete proyectos que alcanzaron estado parlamentario en este lapso, incluidos dos propuestos por el Poder Ejecutivo, empantanados todos ellos entre las presiones corporativas y la triste ausencia de decisión política gubernamental.En la relación entre la eventual sanción de una nueva ley y el momento que vive el país puede advertirse una característica doble. Por una parte, la crítica coyuntura desatada a partir de la puja que inició el empresariado rural hace casi tres meses nos entrega ahora la visión del abismo, y toda cuestión que se interponga parece destinada a una consideración adecuada, en ese marco, sólo cuando se haya ya diluido este azoro en el que los argentinos nos encontramos sumidos. A la vez, ha sido precisamente este mismo conflicto, la textura de su día a día, el gran responsable de exponer en toda su crudeza la carnadura concreta del poder desplegado por el sistema mediático, el mismo que en tantas ocasiones supo recitarse sin mayor convicción.No hace falta referirse a los lugares ya comunes acerca del tratamiento marcadamente desigual para cada uno de los muchos actores de la escena, o a la permanente sobredramatización de acontecimientos conexos al conflicto, tales como el desabastecimiento, los intentos de corrida contra el peso, la crisis económica, etc. Tal vez quepa, en cambio, llamar la atención sobre cuestiones más elementales y más graves, tan instaladas que cuesta distanciarse de ellas para retomarlas en su justa dimensión, tales como el bautismo con una intención mítica bucólica de “el campo” para lo que es un sector de productores en busca de mayor rentabilidad, o la descripción permanente del conflicto como entre “dos sectores” equivalentes, o ¿más curioso aún? el borramiento radical de todos los reclamos por la calidad institucional que hasta días antes bañaban los medios cuando quienes deterioran de manera ostensible esa calidad institucional reclamada son otros que el mismo gobierno. Cada uno de estos casi imperceptibles dispositivos resulta mucho más distorsivo para la vida político-cultural del país que, incluso, los gestos de discriminación social, visibles y groseros.No se trata de imaginar conspiraciones ni tampoco de pensar de modo simplificador y añejo en el poder mecánico de los mensajes massmediáticos. Pero se trata, sí, de reconocer en los medios masivos a los operadores privilegiados del modo en el que se articulan y escanden discursos de amplia circulación social. Pero no discursos cualesquiera. Porque se trata de reconocer, en fin, su capacidad para recoger, organizar y devolver legitimadas, en especial, las formas más maniqueas, más silvestres y más ansiógenas del propio sentido común de las capas medias y sus elementales fantasmas. Esta es la lógica de los medios masivos y, en particular, de los audiovisuales. Ellos repiten el latiguillo de que entregan al público lo que el público quiere. Pero omiten que esa supuesta demanda es el resultado de una construcción que explota y abusa comercialmente, mediante el exhibicionismo, la banalización, la tragedia o el escándalo fáciles los peores resortes de cualquier audiencia. No hay conspiraciones, vale insistir. Simplemente se llama búsqueda del lucro en el capitalismo avanzado. O más sencillamente “marketing”.Este fenómeno no es una exclusividad argentina. Por el contrario. Pero lo que sí constituye parte de un casi privilegio nacional (hay otros países en América latina que comparten ese privilegio) es el triple dato de: (a) la extraordinaria concentración de las empresas que disputan el mercado de la comunicación, (b) la debilidad, por no decir casi inexistencia, de un sistema de medios estatal/cultural y de uno comunitario, y (c) el vacío normativo en el que se desenvuelven, vista la inoperancia y la caducidad de facto de la Ley de Radiodifusión de 1980.Para entender el grado paleolítico en el que nos movemos, baste observar las líneas aplicadas en la materia en el marco de la Unión Europea o en Canadá, entre muchos otros países “serios”, así como las directrices políticas para abordar el futuro tecnológico en cuestiones como protección a la diversidad, mandatos de desconcentración y fortalecimiento de medios públicos. El caso de la reformulación de Radio Televisión Española es otra muestra en este sentido.Estos ejemplos de regulación estatal no indican limitaciones a la sacrosanta “libertad de prensa”. Nadie, en esos países, lo asume de semejante modo, ni los propios grandes medios de comunicación. Y ello es un cuarto rasgo de la especificidad argentina: el más mínimo gesto de parte de cualquier institución de la sociedad que se vuelve sobre los medios alcanza para que su tarea sea veloz y cómoda y mezquinamente denunciada como una amenaza a la libertad de expresión. Incluso los poco conducentes ¿pero de moda? “observatorios” que desde hace algunos años pululan por doquier. Y hasta se dan el lujo de reclamarle a la universidad pública, en nombre del resguardo de esa mal entendida libertad de expresión, que no opine públicamente sobre la situación del periodismo.Es que las empresas mediáticas se han erigido en los auténticos representantes del pueblo, bajo la excusa de la evidente crisis de fondo que padecen los partidos políticos en Argentina (como en buena parte de Occidente). Es un pretexto engañoso: en su ejercicio, los grandes medios coadyuvan a la agonía de las organizaciones partidarias a cuya suplencia, supuestamente, concurren solidarios. El mecanismo es simple: los grandes medios dicen darles espacio a todas las voces (a todas las voces que invitan, claro), y por carácter transitivo aparecen como depositarios de la soberanía. Desde tan inmaculado lugar, juzgan a gobiernos, a parlamentos, a jueces, absorben la sabiduría de los expertos y las emociones de los sufrientes, diseñan los sueños de la audiencia sin pretensiones para luego acompañarla y premiarla, denuncian delitos, testimonian crímenes, editorializan sobre cualquier sector, compran o fabrican prestigios para más tarde re-venderlos, mientras recurren a los golpes fáciles y a la repetición infinita de sí mismos para lidiar en el mercado del rating y concluir presumiendo que, a ellos, “la gente los elige todos los días” en una suerte de comicios “más directos” que aquellos donde concurren cada dos años las fuerzas partidarias y la ciudadanía. Pero guay que a alguien se le ocurra señalar que también entre ellos, los grandes medios erigidos en jueces supremos, hay, por ejemplo, corrupción, venta de servicios informativos y simbólicos al mejor postor o intereses espurios. En ese instante las pugnas por el rating se suspenden, la corporación cierra sus filas y hasta las voces de los grandes medios europeos o norteamericanos acuden en su ayuda. Es que ¿cómo habrían de ser falibles si apenas se dedican a testimoniar “objetivamente” lo que ocurre? Y la falacia se cierra sobre sí misma.Todos los gobiernos de las últimas décadas han optado por negociar el apoyo de esta corporación antes que meterse en el sin embargo impostergable desafío de plantear reglas que deberían ser casi obvias, referidas a la actividad de estas instituciones, tan pasibles del sometimiento a normas elementales como cualquier hijo de vecino. Por ello es que el propósito expreso del gobierno de Cristina Fernández de sancionar un nuevo marco jurídico constituye una circunstancia de excepcional importancia y de un alcance político-cultural mucho mayor que las alícuotas de las retenciones sobre la exportación agropecuaria.Porque el espacio que instituyen los medios masivos, a través de sus pantallas y de sus sintonías, de sus páginas impresas o de sus sitios web, es un espacio social, y más aún, un espacio público que, por ende, pertenece a todos y al que todos, o al menos muchos más que ahora, deberían poder acceder para transitar por él con relativa libertad. Un espacio público que, salvadas todas las obvias distancias, no debería merecer un trato sustancialmente distinto al que merecen otros espacios públicos, donde sería inadmisible que una corporación privada, con reglas establecidas por un complejo armado de contratos poco o nada transparentes entre particulares, terminara definiendo quién pasa y quién no, qué palabra vale y cuál no, qué representación de los problemas sociales resulta válida para ser puesta en circulación y cuál no.Por esto entendemos imprescindible:- Garantizar el pluralismo, la diversidad y el derecho a la información y la comunicación como derecho humano.- Poner límites a la concentración, los oligopolios y los monopolios porque afectan a la democracia y restringen la libertad de expresión.- Establecer claramente el rol del Estado como regulador, árbitro y emisor de características públicas y no gubernamentales.- Proteger las producciones locales y nacionales como única vía de garantizar la multiplicidad de voces.- Garantizar la existencia de tres franjas de radiodifusores: privados con y sin fines de lucro (entre estos últimos incluidos los comunitarios) y estatales.- Adoptar los mecanismos para que el acceso a las señales de radiodifusión no sea un derecho meramente declamativo, no sólo por la cantidad de medios que cubran el territorio nacional, sino también por el manejo de exclusividades en derechos de exhibición de contenidos de evidente interés público y repercusión social.- Prever que las organizaciones sociales así como las provincias y las universidades tengan participación en las instancias de decisión de las autoridades en la materia, así como que los mecanismos de asignación sean transparentes y sujetos al escrutinio público.Los puntos que se proponen están destinados a que la actividad de los medios electrónicos en la Argentina responda a parámetros de normalidad en el mundo que nos toca y que se compadezca con estándares de libertad de expresión reconocidos en los ámbitos de las organizaciones supranacionales de derechos humanos. No son para nada circunstancias que se puedan entender como limitativas de la libertad de nadie, en tanto nadie suponga que en nombre de su propia libertad tenga posibilidad de impedir que otros se integren al ejercicio de la que disfruta.De lo que se trata, en palabras cortas, es de hacer llegar la democracia hasta el territorio de la comunicación y redistribuir el derecho a la palabra comunitaria (capital tan importante como cualquier otro), asignaturas ambas pendientes cuando menos desde 1983.Restituir el espacio mediático a su auténtica condición de espacio público supone un acto del más estricto credo liberal, comparable al establecimiento de la libertad de cultos religiosos, radicalmente acorde a la defensa básica de la libertad de expresión y de la expansión de los derechos humanos de nuestro tiempo. Es tanta la fuerza inercial del actual modelo corporativo (que, dicho con rigor y pese a sus declamaciones, es profundamente antiliberal) que intentar esta restitución promete convertirse en una auténtica gesta emancipatoria que requerirá de todos los apoyos que puedan ofrecerse. La verdadera libertad de prensa es el progresivo objetivo a lograr con una nueva legislación sobre comunicación social y sobre participación y derechos ciudadanos, frente a la falacia de la “libertad de prensa” reducida al juego de los grandes capitales e intereses políticos mediáticos.Dirán algunos, y con razón, que este mismo gobierno (o su predecesor inmediato) es el mismo que durante cinco años ha autorizado y favorecido el aumento de la concentración (por ejemplo, la autorización de la operación conjunta de Cablevisión y Multicanal y su posterior solicitud de fusión) o ha concedido inconcebibles y graciosas suspensiones de cómputo de diez años en los plazos de licencias a los titulares de concesiones televisivas, radiales y de cable, violentando la ley, la sensatez, la lógica del calendario y el criterio democrático; ha ignorado la justa petición de cumplimiento de 21 puntos a favor de la democracia comunicacional, suscripta por un centenar de organizaciones profesionales y de derechos humanos, y ha ofrecido una y otra vez la vista gorda a cambio de apoyos tácticos. Todo ello es cierto. Pero cabe ahora abrir un cuidadoso crédito a la esperanza, y de pleno apoyo. El gobierno nacional se ha comprometido públicamente a dar un decisivo paso adelante en esta materia. Nada garantiza que cinco minutos antes de la hora no opte por una legislación lavada, que deje sustancialmente las cosas como están, con algunos retoques técnicos. Pero lo cierto es que nunca como en la actual coyuntura el problema comunicacional se ha debatido tanto, y tan coincidentemente en apoyo de una nueva legislación democratizadora: en el propio gobierno, en poderes provinciales y municipales, en foros, universidades, sindicatos, movimientos sociales, agrupaciones políticas, mundos académicos, espacios artísticos y literarios, organizaciones no gubernamentales, grupos feministas, experiencias comunitarias y en el propio sector de los periodistas y trabajadores de la información. Con ese respaldo de conciencia política se cuenta. Existen circunstancias en la vida de una nación en que los dirigentes comprenden la pequeñez del puro cortoplacismo. Ojalá ésta sea una de ellas. Cultural y políticamente la sociedad se merece otra lógica, otra libertad y otras voces que se sumen al diálogo cotidiano sobre qué país se quiere y se enuncia. Es una época la que está a la espera de los actores que la merezcan.

*Carta Abierta es un espacio de participación para la discusión y la intervención en las políticas públicas, en defensa de un gobierno democrático.

Carta Abierta 1

Queremos hacer llegar nuestra adhesión a este documento, relacionado con los sucesos que son de público conocimiento, y que fue firmado por más de 750 intelectuales argentinos, entre los que se cuentan decanos de la UBA, David Viñas, Norberto Galasso, Noé Jitrik, Eduardo Grüner, Horacio González, José Pablo Feinmann y muchos más nombres, que por limitaciones de espacio es imposible reproducir.

Como en otras circunstancias de nuestra crónica contemporánea, hoy asistimos en nuestro país a una dura confrontación entre sectores económicos, políticos e ideológicos históricamente dominantes y un gobierno democrático que intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía. La oposición a las retenciones –comprensible objeto de litigio– dio lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre para el resto de la sociedad y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional que tiene el gobierno de Cristina Fernández para efectivizar sus programas de acción, a cuatro meses de ser elegido por la mayoría de la sociedad. Un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones, y sobre todo un muy reconocible desprecio por la legitimidad gubernamental.
Esta atmósfera política, que trasciende el “tema del agro”, ha movilizado a integrantes de los mundos políticos e intelectuales, preocupados por la suerte de una democracia a la que aquellos sectores buscan limitar y domesticar. La inquietud es compartida por franjas heterogéneas de la sociedad que más allá de acuerdos y desacuerdos con las decisiones del Gobierno consideran que, en los últimos años, se volvieron a abrir los canales de lo político. No ya entendido desde las lógicas de la pura gestión y de saberes tecnocráticos al servicio del mercado, sino como escenario del debate de ideas y de la confrontación entre modelos distintos de país. Y, fundamentalmente, reabriendo la relación entre política, Estado, democracia y conflicto como núcleo de una sociedad que desea avanzar hacia horizontes de más justicia y mayor equidad.
Desde 2003 las políticas gubernamentales incluyeron un debate que involucra a la historia, a la persistencia en nosotros del pasado y sus relaciones con los giros y actitudes del presente.
Un debate por las herencias y las biografías económicas, sociales, culturales y militantes que tiene como uno de sus puntos centrales la cuestión de la memoria articulada en la política de derechos humanos y que transita las tensiones y conflictos de la experiencia histórica, indesligable de los modos de posicionarse comprensivamente delante de cada problema que hoy está en juego.
En la actual confrontación alrededor de la política de retenciones jugaron y juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados, tanto audiovisuales como gráficos, de altísimos alcances de audiencia, que estructuran diariamente “la realidad” de los hechos, que generan «el sentido» y las interpretaciones y definen “la verdad” sobre actores sociales y políticos desde variables interesadas que exceden la pura búsqueda de impacto y el rating. Medios que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan.
Esta práctica de auténtica barbarie política diaria, de desinformación y discriminación, consiste en la gestación permanente de mensajes conformadores de una conciencia colectiva reactiva.
Privatizan las conciencias con un sentido común ciego, iletrado, impresionista, inmediatista, parcial. Alimentan una opinión pública de perfil antipolítica, desacreditadora de un Estado democráticamente interventor en la lucha de intereses sociales. La reacción de los grandes medios ante el Observatorio de la discriminación en radio y televisión muestra a las claras un desprecio fundamental por el debate público y la efectiva libertad de información. Se ha visto amenaza totalitaria allí donde la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA llamaba a un trato respetuoso y equilibrado del conflicto social.
En este nuevo escenario político resulta imprescindible tomar conciencia no sólo de la preponderancia que adquiere la dimensión comunicacional y periodística en su acción diaria, sino también de la importancia de librar, en sentido plenamente político en su amplitud, una batalla cultural al respecto. Tomar conciencia de nuestro lugar en esta contienda desde las ciencias, la política, el arte, la información, la literatura, la acción social, los derechos humanos, los problemas de género, oponiendo a los poderes de la dominación la pluralidad de un espacio político intelectual lúcido en sus argumentos democráticos.
Se trata de una recuperación de la palabra crítica en todos los planos de las prácticas y en el interior de una escena social dominada por la retórica de los medios de comunicación y la derecha ideológica de mercado. De la recuperación de una palabra crítica que comprenda la dimensión de los conflictos nacionales y latinoamericanos, que señale las contradicciones centrales que están en juego, pero sobre todo que crea imprescindible volver a articular una relación entre mundos intelectuales y sociales con la realidad política. Es necesario crear nuevos lenguajes, abrir los espacios de actuación y de interpelación indispensables, discutir y participar en la lenta constitución de un nuevo y complejo sujeto político popular, a partir de concretas rupturas con el modelo neoliberal de país. La relación entre la realidad política y el mundo intelectual no ha sido especialmente alentada desde el gobierno nacional y las políticas estatales no han considerado la importancia, complejidad y carácter político que tiene la producción cultural.
En una situación global de creciente autonomía de los actores del proceso de producción de símbolos sociales, ideas e ideologías, se producen abusivas lógicas massmediáticas que redefinen todos los aspectos de la vida social, así como las operaciones de las estéticas de masas reconvirtiendo y sojuzgando los mundos de lo social, de lo político, del arte, de los saberes y conocimientos. Son sociedades cuya complejidad política y cultural exige, en la defensa de posturas, creencias y proyectos democráticos y populares, una decisiva intervención intelectual, comunicacional, informativa y estética en el plano de los imaginarios sociales.
Esta problemática es decisiva no sólo en nuestro país, sino en el actual Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales, en el Ecuador de Correa, en la Venezuela de Chávez, en el Chile de Bachelet, donde abundan documentos, estudios y evidencias sobre el papel determinante que asume la contienda cultural y comunicativa y las denuncias contra los medios en manos de los grupos de mercado más concentrados. Es también en esta confrontación, que se extiende al campo de la lucha sobre las narraciones acerca de las historias latinoamericanas, donde hoy se está jugando la suerte futura de varios gobiernos que son jaqueados y deslegitimados por sus no alineamientos económicos con las recetas hegemónicas y por sus «desobediencias» políticas con respecto a lo que propone Estados Unidos.
Reconociendo los inesperados giros de las confrontaciones que vienen sucediéndose en esta excepcional edad democrática y popular de América latina desde comienzos de siglo XXI, vemos entonces la significación que adquiere la reflexión crítica en relación con las vicisitudes entre Estado, sociedad y mercado globalizado. Uno de los puntos débiles de los gobiernos latinoamericanos, incluido el de Cristina Fernández, es que no asumen la urgente tarea de construir una política a la altura de los desafíos diarios de esta época, que tenga como horizonte lo político emancipatorio.
Porque no se trata de proponer un giro de precisión académica a los problemas, sino de una exigencia de pasaje a la política, en un tiempo argentino en el que se vuelven a discutir cuestiones esenciales que atraviesan nuestras prácticas. Pasaje hacia la política que nos confronta con las dimensiones de la justicia, la igualdad, la democratización social y la producción de nuevas formas simbólicas que sean capaces de expresar las transformaciones de la época. En este sentido es que visualizamos la originalidad de lo que está ocurriendo en América latina (más allá de las diferencias que existen entre los distintos proyectos nacionales) y los peligros a los que nos enfrentamos, peligros claramente restauracionistas de una lógica neoliberal hegemónica durante los años noventa.
Teniendo en cuenta esta escena de nuestra actualidad, nuestro propósito es aportar a una fuerte intervención política –donde el campo intelectual, informativo, científico, artístico y político juega un rol de decisiva importancia– en el sentido de una democratización, profundización y renovación del campo de los grandes debates públicos. Estratégicamente se trata de sumar formas políticas que ayuden a fecundar una forma más amplia y participativa de debatir.
Nos interesa pues encontrar alternativas emancipadoras en los lenguajes, en las formas de organización, en los modos de intervención en lo social desde el Estado y desde el llano, alternativas que puedan confrontar con las apetencias de los poderes conservadores y reactivos que resisten todo cambio real. Pero también que pueda discutir y proponer opciones conducentes con respecto a los no siempre felices modos de construcción política del propio gobierno democrático: a las ausencias de mediaciones imprescindibles, a las soledades enunciativas, a las políticas definidas sin la conveniente y necesaria participación de los ciudadanos. Una nueva época democrática, nacional y popular es una realidad de conflictos cotidianos, y precisa desplegar las voces en un vasto campo de lucha, confiar, alentar e interactuar.
En este sentido, sentimos que las carencias que muchas veces muestra el Gobierno para enfocar y comprender los vínculos, indispensables, con campos sociales que no se componen exclusivamente por aquellos sectores a los que está acostumbrado a interpelar, no posibilitan generar una dinámica de encuentro y diálogo recreador de lo democrático-popular. Creemos indispensable señalar los límites y retrasos del Gobierno en aplicar políticas redistributivas de clara reforma social. Pero al mismo tiempo reconocemos y destacamos su indiscutible responsabilidad y firmeza al instalar tales cuestiones redistributivas como núcleo de los debates y de la acción política desde el poder real que ejerce y conduce al país (no desde la mera teoría), situando tal tema como centro neurálgico del conflicto contra sectores concentrados del poder económico.
Todo lo expresado y resumido da pie a la necesidad de creación de un espacio político plural de debate que nos reúna y nos permita actuar colectivamente. Experiencia que se instituye como espacio de intercambio de ideas, tareas y proyectos, que aspira a formas concretas de encuentro, de reflexión, organización y acción democrática con el Gobierno y con organizaciones populares para trabajar mancomunadamente, sin perder como espacio autonomía ni identidad propia. Un espacio signado por la urgencia de la coyuntura, la vocación por la política y la perseverante pregunta por los modos contemporáneos de la emancipación.