martes, octubre 30, 2007

Marcos Herrera*: Debe ser el viento



Una jungla en el corazón
y hielo en los zapatos.

Nos dieron una lata de paté
pero se olvidaron del abridor.

No somos soldados
somos linyeras.

No somos un ejército
somos una banda de linyeras.

No estamos entrenados;
si hasta hay algunos que ni bien apuntan
se ponen a llorar.

No estamos equipados
somos linyeras con frío.

Mi anillo desaparece,

su sinuoso brillo desaparece
en las preocupaciones que gravan mapas en la cara
de mi compañero.

Preocupaciones de linyera
que extraña.

Extraña su provincia.

Soy un cuervo rodeado de estrellas congeladas,
en un pozo congelado, las patas hundidas
en el hielo. Miro mi anillo. Va desapareciendo en la palidez
de mi piel que es igual a la palidez de la madrugada fría,

helada como los cuerpos de todos nosotros

linyeras

no soldados
no ejército.

Soy un llanto
y nadie sabe lo que hice
antes de que me trajeran a esta guerra.

Soy el llanto de mi compañero.
Soy su hermano extraño en este pozo del amanecer.

Cada tanto viene a hablar a los gritos
un sargento o un teniente.

La nada sale
a los gritos de su boca.

Trata de darnos ánimo pero
todos sabemos que nuestro futuro es
comer sopa en una pensión de veteranos
con las piernas cortadas y los ojos
duros como diamantes enfermos.

Una jungla en el corazón
y el sinuoso llanto menguante
capaz de comer
crujiente pena helada.

Acá nadie se parece a Bruce Willis.

No somos soldados
somos linyeras.

Somos ratas, perros, gallinas, cucarachas o, en
el mejor de los casos, hormigas.

Digo en el mejor de los casos porque
las hormigas son los bichos con menos sentimiento.
Son pacientes y trabajadoras.

Las hormigas están programadas. Por eso
creo que no sufren.

Una jungla en el corazón
me canta canciones cuando el miedo es casi insoportable.

No somos soldados.
No somos un ejército.
Y mi anillo
se parece cada vez más
al aire o al hielo.

No hace tanto que estamos acá,
pero parece que hicera un siglo.

Debe ser el viento.
El viento es tan fuerte que te confunde.

Cuando llegamos
cavamos estos pozos
a los que les decimos trincheras.

Para mí son pozos
y parecen tumbas porque nosotros
parecemos muertos. Pero no,

no.

Los muertos no sienten miedo
ni extrañan su casa.

*Poeta y narrador argentino (Buenos Aires, 1966). Publicó tres libros de poesía: Modo de final, 1986; Pulgas, 1987; Músicos de frontera, 1991, un libro de relatos, Cacerías, 1997- y una novela, Ropa de fuego (Premio Fondo Nacional de las Artes 2000), en la editorial Lengua de trapo, en 2001. Dirige junto a Leandro Araujo la publicación electrónica www.elastillerolibros.com.ar


viernes, octubre 26, 2007

ahora todos los post pueden traducirse a audio !

Hola, bienvenidos al blog del amasijo . Sabian que ahora todos los post se pueden traduciar a audio. En el blog del amasijo queremos hacer punta en esta nueva posibilidad que puede ser muy útil para mejorar nuestra comunicación. Espero les sirva. Saludos y hagan click sobre el ícono de sonido.

María del Carmen Colombo*

Carta a papá

Miserable estratagema
para tenerte parecerme
a vos

ser en espejada lejanía
lo que brilla por ausencia
una estrella

no me llames ilusa
estoy arriba
reina de la nada
ardiendo en mis heridas

soy tu pequeño espejismo
qué peor atadura

ah, si quisieras llegas hasta aquí
y entraras en esta luz

en todo caso si así fuera, querido mío
la luz hiere, la luz es realidad

*Poeta argentina, nacida en 1950. Publicó: La edad necesaria, Blues del amasijo, Blues del amasijo y otros poemas, La muda encarnación, La familia china. El poema que se transcribe pertenece a un libro inédito.

martes, octubre 23, 2007

"Generación Abierta" en la radio

Todos los jueves, de 11 a 11.30, podés sintonizar FM Cultura Musical, 100.3, para escuchar un muy buen programa, dedicado a las letras, el arte, la música y la educación. Conducción: Luis Raúl Calvo, Nora Patricia Pardo y Ricardo Héctor Reyes.
No te pierdas este jueves a Robert Frost en la sección "Voces de la memoria" y a Antonio Moro en "Poetas de hoy".

lunes, octubre 22, 2007

¡Aguante Doris*!

Por Esther Andradi**

«Me estaba desternillando de risa, me reía de las mujeres libres»: Anna Wulf.
«Si las jóvenes supieran, si las viejas pudieran...»: Jane Somers.

Cómo olvidar la conmoción que me produjo El cuaderno dorado. Ninguna de nosotras, las que lo hayamos leído, volvió a ser la misma después de esa lectura. La protagonista, esa mujer llamada Anna Wulf, encarnaba no una sino las muchas que nos debatíamos por ser. Cuatro cuadernos de escritura, el rojo, el azul, el amarillo y el negro que como un delta venían a dar a la mar del cuaderno dorado, estructuraban una novela fuera de lo convencional. Diferente. El diario de las emociones y el de la vida política, el de las discusiones y las desilusiones y las utopías del siglo XX, el manuscrito de la novela Mujeres libres y los apuntes de posibles temas para futuros emprendimientos literarios. Porque Anna Wulf además de mujer, era escritora. Como si vivir peligrosamente con una de estas condiciones no fuera bastante. «En el momento en que me siento a escribir, alguien entra en la habitación, mira por encima del hombro y hace que me detenga.» Las preguntas del para qué, la tartamudez, el desengaño, la fuerza de las cosas, la biblia y el calefón, los hijos y la mar en coche, la producción obsesiva en medio de pañales y las pausas diarias, y sobre todo ese dedo grande encima que indica que hay que escribir algo que valga la pena. Y siempre esa autocensura con la subjetividad y sus límites, sobrevolando.
La traducción de El cuaderno dorado tanto en español como en alemán llegó recién en 1978, casi veinte años despues de su publicación, y dudo que en esa oscura época haya arribado a las librerías argentinas. Fue en Lima que tuve en mis manos aquella primera edición española de la Biblioteca Universal Caralt, y que devoré como una biblia transgresora, la subrayé y llevé conmigo a través de los países, un libro que, a pesar de su traducción, dejaba entrever una prosa magnífica y una fuerza narrativa, sostenidas ambas por una estructura exigente, distinta, nueva. Volví a él una y otra vez, y cuando estuve a punto de escribir una tesis de doctorado en literatura releí el prefacio, aquel que Doris Lessing incorporó al Cuaderno casi diez años después de su publicación.
Allí escribe: «Mi mayor aspiración era elaborar un libro que se comentara por sí mismo, que equivaliese a una declaración sin palabras, que diera a entender cómo había sido elaborado (....) El libro está vivo y es poderoso, fructificador y capaz de promover el pensamiento y la discusión solamente cuando su forma, intencionalidad y plan no se comprenden, debido a que el momento de captar la forma, la intencionalidad y el plan coincide con el momento en que no queda ya nada por extraer».
No parece casual que algunos notables de las candilejas literarias se hayan sentido abrumados por la decisión de la Academia sueca. Lessing, a una semana de cumplir 88 y 'eterna candidata' al Nobel, había dejado de aparecer hacía años en las nominaciones, acaso por cansancio o por eso que llaman oportunidad, y que esta vez apuntaba como favoritos al italiano Claudio Magris, al sirio Adonis o al estadounidense Philip Roth. Nada en contra, qué va, si es una suerte que existan siempre por lo menos dos o tres o más aspirantes al Nobel. Que si fue muy tarde, que ya es nonagenaria, que por qué no alguien más joven, que por qué otro escritor inglés, en la Feria Internacional del Libro de Fráncfort, stage del Hollywood de los libros, el Nobel para Lessing levantó elogios varios y alguna polvareda. "Cómo puede ser que recién ahora la Academia la premie", se preguntaron, perplejos, algunos. Más doloroso es pensar que los temas que trasuntan muchas de sus más de cuarenta obras, como el sexismo, el racismo y el colonialismo no hayan perdido ni un ápice de actualidad veinte años después de su publicación. Pero además de novela política, Doris Lessing escribe ciencia-ficción, ensayos, relatos cortos, teatro y hasta libretos para ópera. Por si fuera poco, cuando ya era la escritora anglosajona más leída, entregó a su agente el manuscrito de su novela, Diario de una buena vecina, con el seudónimo de Jane Somers. Lessing quiso demostrar que la maquinaria de las editoriales y las reseñas periodísticas no se guían por los méritos literarios, sino por el éxito pegado a un nombre. En efecto, le resultó bastante difícil colocar la novela, y cuando fue editada, apenas si unas pocas mujeres periodistas se ocuparon de la desconocida Jane Somers, en quien veían una semejante.
La literatura de Doris Lessing es de lo que no hay, aquello que creíamos recluido definitivamente en los sótanos, derivada a las mesas de saldo, en algún desván del pasado irredento. Y sin embargo, ahí vuelve, recuperada por un premio que, dicen, llega tardío, y sin saber qué significa esa categoría -el Tiempo-, me digo que en buena hora, que nunca es tarde para premiar lo excelso. El lujo de una clásica. Sostiene Doris, habríamos dicho años atrás, "aguante Lessing". Sea como fuere, me siento a mirarla, sentada ella misma en el umbral de su casa recibiendo a los periodistas con su tenida azul, su pollera, su trenza en el pelo plateado y su bolsa del mercado. Con esa voz capaz de desgranar la mejor de las ironías y su picardía de sabia. «Cómo voy a brindar si ustedes ni siquiera han traído el champán», le dijo a los periodistas. Y después saludó con su vaso lleno, diciendo que era ginebra. ¿O era agua? ¡Salud Doris! Nosotras, sus lectoras, las que decimos con ella, las que soñamos con la utopía como ella y fuimos defraudadas, una y mil veces, las que como ella seguimos sorprendiéndonos, decimos gracias Doris, gracias crisálida, mariposa. Por esta vez la anciana sabia es reconocida. No teman, mírenla, sentada en el umbral de su casa, con la alegría de una quinceañera, la vieja Doris. En vos se escribe la luna nueva. Tarde o temprano, todo llega. Entretanto, hay que salir al mercado a comprar la verdura fresca como si fuera la primera vez.
*Escritora británica, Premio Nobel de Literatura 2007.
**Poeta, novelista y periodista argentina, colaboradora de Artemisa Noticias. Reside actualmente en Berlín, Alemania. Agradecemos nos haya autorizado a transcribir este artículo del 18-10-2007.

sábado, octubre 20, 2007

¡Bravo por Alcira!

Por su valentía, por sus convicciones, por su trayectoria, por su compromiso de siempre, saludamos desde este Blog del Amasijo a la señora Alcira Argumedo, Segunda Candidata a Diputada Nacional por la Ciudad de Buenos Aires del Proyecto Sur.
Alcira era una joven socióloga en la década de los '60 cuando, desafiando al régimen dictatorial de Onganía, se integró a las famosas Cátedras Nacionales de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, desde donde se profundizaron las teorías sociales que alimentaron a gran parte de la juventud que luchó en esas décadas por el cambio en América Latina. Luego se desempeñó como docente en diferentes universidades en materias de grado y posgrado. A la vez que contribuyó con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) y con la UNESCO (organización de la ONU para la educación, la ciencia y la cultura), fue directora de la sede de Buenos Aires del Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales; presidenta de la Comisión Asesora en Ciencias Sociales y Humanidades; miembro de la Junta de Calificación y Promoción del CONICET; e integrante del Consejo Académico del Instituto de Pensamiento y Cultura en América Latina (IPECAL), en México. Asimismo, dirigió diferentes tesis de doctorado y proyectos de investigación. Actualmente, es profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y miembro del CONICET.
Tras el regreso a la formalidad democrática en el país, Alcira profundizó sus estudios sobre la realidad social y política de nuestro continente. En 1992, publicó uno de sus libros más prominentes, Los silencios y las voces de América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular, desde donde intentó recuperar nuestro auténtico patrimonio cultural y social, que no se remonta únicamente a las teorías y prácticas importadas desde Europa, sino que encuentra sus raíces en los conocimientos y acciones de las poblaciones originarias latinoamericanas.Además escribió, en 1985, Los laberintos de la crisis. América Latina: poder transnacional y comunicaciones y, en 1987, Un horizonte sin certezas: América Latina ante la Revolución Científico-Técnica. Publicó también más de cien artículos en actas de congresos y revistas de difusión periódica, dossiers, cuadernos y capítulos en libros. Su prestigio académico la llevó a obtener, entre otros, el Premio a la Producción Intelectual otorgado por la Fundación Arnoldo Ross de Rosario, en 1989, a ser seleccionada por la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires como integrante de los doce autores que han realizado aportes significativos al desarrollo del pensamiento social en la Argentina, en 1986, y a conseguir la beca Investigador Senior del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), en 2006.

viernes, octubre 19, 2007

Colombo en El Astillero

Informamos que ya se encuentran en venta en el El Astillero, librería ubicada en Scalabrini Ortiz 2518 de esta ciudad de Buenos Aires, los libros de María del Carmen Colombo, La muda encarnación (Aurelia Rivera Ediciones, 2006) y La familia china (Ediciones de Tierra de Firme, 2006). También pueden solicitarlos llamando a los teléfonos: 4115-5812 / 5817.

martes, octubre 16, 2007

Lilian Nordio*

Creímos que bastaba
volver la espalda
desandar el camino
dejar atrás las ruinas
Olvidamos
llorar las nueve noches
que transforman
el incendio en cenizas
Olvidamos
reclamar cada uno
lo que de sí guardaba el otro
Por estos días
nombro las cosas con vocablos
cuyo significado desconozco
igual que desconoces
las caricias
que prodigan tus manos
....
Hilo irreal
une la nada
con la nada
Andar a ciegas
Luz del deseo
enmascara
de a ratos
el vacío
...
En las noches de invierno
puede rozarlas con los dedos
Frutos de luz
Trazos de lejanía
Diseño del poema
que no alcanza
...
Desarmó los collares
de semillas resecas
Entre las piedras
abandonó sus cuentas
Desconocía
la persistencia del rocío

* Lilian Nordio reside en Chucul, Córdoba. Publicó: Metamorfosis del erizo (1997), Desalmada (1999). Los poemas que se transcriben pertenecen a su libro Al amor su lugar, lugar de uno, publicado por Argos en julio de 2007.

domingo, octubre 14, 2007

XXII Encuentro Nacional de Mujeres en Córdoba

Queremos saludar desde este blog del amasijo a las más de diez mil mujeres de todo el país reunidas en el acto de apertura del XXII Encuentro Nacional de Mujeres, que se está llevando a cabo en la Ciudad de Córdoba. Felicitaciones entonces a las organizadoras y a todas y a cada una de las mujeres participantes. Para mayor información: http://www.22nacionaldemujeres.com.ar/

sábado, octubre 13, 2007

Nueva Librería

Tenemos el agrado de informar que ya ha abierto sus puertas El Astillero - Libros, nueva librería ubicada en la calle Scalabrini Ortiz 2518 de esta ciudad de Buenos Aires. Aquí podrán ser atendidos por sus propios dueños que, para más datos, son escritores, y de los muy buenos (http://www.elastillerolibros.com.ar/). Para consultas, también pueden comunicarse a los teléfonos: 4115-5812 / 5817.

Crispín Ortiz Paredes*: La dicha de un palomar

I
Una paloma de súbita aparición
retrata el cielo con su cuerpo,
abre un refugio en la ciudad.

Cae la lluvia, su estirada melena,
y yo te busco, mis manos tibias
en tu rostro, sol mío, porque siento
la siembra sin tardanza, el despertar
del árbol en tu arribo.

La paloma suspendida reparte su trinar
en busca de su vergel perdido
remueve la viuda luz de la ciudad
su ala en danza sin fin
movida en la cuerda del viento
con su paso retira la fatiga

II
Las palomas se abrigan en plumajes
empapadas de arena
dejan huellas en la escarcha.
El frío tirita en las calles
sin piedad su rostro gris.

Hay chapoteo en el charco
la cabeza en bandada
se aproximan, dan vueltas
picotean en la danza de la urbe ruidosa.

Dibujado en su lectura
el cielo acusa su perla desnudez
el vuelo de la vida.

El sol tibio lava el suelo
derramado en las gastadas
tapias de tornasol.
Los palomares fecundan en su altar
arrullo de íntimo fragor
santuario que reina
bajo el techo de la ciudad.
de vivir.

* Crispín Ortiz Paredes nació en Caacupé, Paraguay, en 1945 y reside actualmente en la Argentina. Colabora en diversas publicaciones. Los poemas que se transcriben parte de su libro inédito Memoria de polen.

Juan L. Ortiz: La música del poema

"(...) --Canal Feijóo dice en una crítica sobre su poesía que “evoca el silencio”.

JLO: --No hay que olvidar que yo tengo también un poco del simbolismo en el sentido musical, pero no en la música en sí, diremos lo que puede ser música para los oídos en el sentido literal, sino esa otra música, esa cosa que hay más allá de la música, como el mismo Debussy en la propia música dice, que no es la evocación del silencio sino la sugerencia de algo que está germinando y que va a florecer y que no puede definirse. Es decir el devenir, es decir el tiempo más que los momentos esos de la eternidad donde uno puede sentir como un vértice, una cosa que es dolorosa aunque sea de éxtasis, más que eso, algo que los traspasa, que los trasciende, que puede llamarse tiempo. Como los orientales que escriben música que dicen que es lo que más se parece a la vida, porque es transcurso, por eso no hay notas dominantes, ni el sentido melódico, ni escalas en el sentido nuestro. Casi como los pájaros. Las rimas y esas otras cosas instituidas como las medidas métricas o silábicas, esas cosas me parece que no responden. Ese ritmo que no puede definirse por la cantidad de sílabas sino que es el ritmo de lo que se dice. Cada mención, llamémosle frase o mención o línea si se quiere, tiene su ritmo porque hay algo que lo ha dado en esa forma, una cosa como seguida que no se detiene en la sílaba, la traspasa sin desasirse de la música (…).

Música y silencio
JLO
: (…) La prosodia de los chinos termina en lo que se llama nota cristalina. Es una línea ondulante, empieza con un sonido mate de madera, diremos, y va ascendiendo, ascendiendo, vuelve a una nota transparente y luego sube levemente y se va así, como diría, opacando y se aclara luego y termina a lo último cristalinamente. Eso que siento tanto, lo he sentido sin querer, de modo que ahora todo tiene un tipo de rima seguida, de línea a línea, y alternando lo que podríamos llamar medidas. Es decir lo que en música podría llamarse el compás o el acento marcado, en la métrica se da por la influencia de los italianos más que por propia necesidad rítmica de la lengua castellana. Aparte, esa necesidad podríamos decir melódica, es para aligerar, quitar gravedad a los finales, lo que no quiere decir que en un momento no tenga en cuenta nada. Fuera de ese algo de conciencia que hay en la transcripción, como dirían los surrealistas, en la elaboración, no tengo ningún prejuicio. Puedo terminar también con notas o sílabas opacas. Además, como se ha abusado tanto del adjetivo, otra necesidad me llevó a prescindir de él. Lo que no es impugnar el adjetivo. Además, las medidas varían de acuerdo a la propia necesidad, como una planta que va creciendo, se mueve para acá, para allá, larga un tallo, todo se complementa… porque tampoco soy muy devoto de la armonía o de la melodía en tanto hay una cosa, diremos así, de música, en el sentido vertical y otra en el sentido horizontal (…). Yo no tengo en cuenta la música, yo la necesito. Picón dice muy bien, lo que le achaca a la poesía moderna es el desconocimiento, la pérdida, el desprecio a la melodía del idioma en el mejor sentido de la palabra (...)."

*Extracto del reportaje realizado por Juana Bignozzi a Juan L. Ortiz, en junio de 1968, e incluido en el libro Juanele poesías, Carlos Pérez Editor, 1969.

Héctor Viel Témperley*

CREO QUE LA MUERTE ES ALGO

Creo que la muerte es algo
que se puede pensar
hasta sin cerebro.
Uno pasa por delante
de algunas casas
y las oye pedir muerte.

Qué destino
el de esos nuevos frentes
de casas de departamentos.
Yo he escuchado a sus materiales
pedir muerte,
volver a ser lo que eran
antes, en cualquier parte.

Me lo piden a mí
que oigo pensar su muerte
cuando paso a su lado
y oyen pensar la mía.

VOY

Voy
como una botella
flotando en el mar,
con la cabeza fuera del agua.
Sin brazos,
fresco,
besado verde
por todos lados.

EL ÁRBOL

No hice un río en la tierra
ni he sudado
al sol lo necesario.
No he cavado, no he roturado, no he plantado
un solo árbol.

No lo he visto crecer desde mi pala,
no lo he visto nacer como hembra joven
llenando de ojos verdes
y húmedos
todo el viento.

No lo puedo mirar
como costilla mía,
mi puño en el hondón
que me deja en el pecho.

No puedo pedir sombra para mí, todavía.

*Héctor Viel Témperley (Buenos Aires, 1933-1987). Publicó Poemas con caballos (1956), El nadador (1967), Humanae vitae mía (1969), Plaza batallón 40 (1971), Febrero72-Febrero 73 (1973), Carta de marear (1976), Legión Extranjera (1978), Crawl (1982), Hospital Británico (1986). Los poemas que se transcriben fueron extractados del libro Obra completa (Ediciones del Dock-2004).

viernes, octubre 12, 2007

Lucio V. Mansilla: "Horror al vacío"*

Al señor doctor don José Miguel Olmedo

Me imagino que a la mayor parte de ustedes les pasa lo que a mí, que prefieren las grandes ciudades a las pequeñas, y que no gustan de las ficciones. Pero como yo soy el que habla, no ustedes, es a mí, no a ustedes, a quien le corresponde decir el "porqué". Empezaré por el principio.
Me gustan más las grandes ciudades que las pequeñas, porque en estas últimas está uno menos solo que en las otras, y porque en las grandes ciudades hay menos calumnia que en las pequeñas. ¡Vaya una paradoja! es posible que ya esté pensando el lector: ¡Vaya una de las muchas de Lucio Mansilla! Y, ¿cómo puede ser que donde hay más gente esté uno menos acompañado y que haya al mismo tiempo menos calumnia? Es muy sencillo: en la aldea todo el mundo lo conoce a uno; no hay cómo sustraerse a la curiosidad del vecino; toda cuestión personal o de barrio, se vuelve cuestión social, hasta cuando se trata de si la señora del juez de Paz se viste o no con más o menos elegancia y chic que la señora del Intendente municipal.
Un escritor inglés dice que en las pequeñas ciudades, donde durante largos años las mismas familias habitan las mismas casas, la maledicencia procede por genealogía, y que las faltas de cada generación se cuentan en línea ascendente. Agrega que en una de esas pequeñas ciudades, él supo, a los pocos días de haber llegado, el origen de la fortuna de todo el mundo, y que si hubiera creído en todo cuanto sobre el particular le referían, habría llegado a la conclusión de que nadie poseía legítimamente lo que tenía. Otro escritor, norteamericano, cuenta en un libro muy mal escrito, pero bien documentado por la observación, que en los Estados Unidos las disidencias políticas tienen generalmente su origen en las discordancias de las familias de los hombres que se disputan la supremacía en los pequeños centros de población.
De modo que, a más de la posibilidad de aislarse que uno tiene en esos grandes centros, que llamaremos populosos desiertos , las grandes ciudades tienen otra inmensa ventaja. A ver si estamos de acuerdo. En ellas podemos olvidar a la gente que aborrecemos, porque es fácil evitarla. La gente que aborrecemos, he dicho, y aquí a alguno se le ocurrirá, que yo estoy repleto de odios. Siento, pues, la invencible necesidad de declarar en alto que, efectivamente, aborrezco cordialmente a los tontos y a los indiscretos.
Por la filosofía, o por la moral, como ustedes quieran, que de este comienzo se desprende, París, París de Francia, como suelen decir algunos para que no quepa duda, es para mí la ciudad ideal. Así es que cuando alguien me dice que no le gusta París, yo me digo interiormente: "será porque no te alcanza tu renta para vivir allí". París es realmente la ciudad donde vive mayor número de solitarios, y donde, en medio de aquel estrépito incesante, se comprende que es más fácil renunciar al mundo que al amor. Bueno, pues, vamos adelante y ya explicaré lo que parece que se me queda en el tintero, no se me queda nada, lo de las ficciones -que empecé por admitir, que es cosa que ustedes detestan, tanto como yo, es decir, que son un recurso que no admito sino en casos en extremo apurados; por ejemplo, cuando necesito optar entre hacer acto de cinismo, o disimular.
Caminaba yo pensativo por el boulevard de la Magdalena, cuando un caballero, por su aspecto, que debió cruzar la calle para venir hacia mí, me detuvo, diciéndome con una cara amenísima y estirándome la mano: "¿Cómo está usted, general?". Yo, sin responder al ademán de déme usted esos cinco , lo miré con fingida extrañeza y poniendo un gesto de los más raros, y tratando de identificarme con el franchute más incapaz de transformación, le contesté, siguiendo imperturbablemente mi camino: "Monsieur, je n'ai pas l'honneur de vous connaître". Ficción... lo conocía perfectamente: era un prójimo de acá de Buenos Aires, que Dios sabe qué viento lo había llevado al otro hemisferio, que yo conocía desde que él comenzó a decir ajó; que en su vida me había saludado; que jamás había tenido conmigo la más mínima cortesía, y que nada más que porque estábamos en el extranjero, ya se imaginaba que debíamos de tratarnos de tú y vos. Ustedes ven la escena; mi hombre debió quedarse diciendo: "¡pero qué francés tan parecido al general Mansilla!". Y sin duda, que en el hotel donde vivía o en el café que frecuentaba, les contó a sus conocidos la aventura, que, por otra parte, nada tenía de particular. En Italia, en Roma, no una vez, sino varias, yendo en carruaje descubierto, me hicieron ovaciones, confundiéndome con el general Cialdini . En cuanto a mí, tuve que hacer un esfuerzo para no reírme, y no tardé en encontrarme con persona de mi intimidad a quien le dijera: "me acabo de topar con uno de Buenos Aires, que allí ni me miraba, que ha pretendido presentarse por sí mismo, y lo he mistificado, haciéndole creer que yo no soy yo, sino un francés".
Había olvidado completamente mi encuentro con el susodicho habitante de Buenos Aires, cuando hete aquí que otro día me vuelve a detener en el boulevard de Montmartre poniendo una cara que, a todas luces, decía: "lo que es esta vez, éste no me dirá que no es el general Mansilla". Pero, ¿cuál no sería su sorpresa cuando yo, sin responder a sus insinuaciones, gesticuladas y habladas, le dije, en francés, siguiendo mi camino sin detenerme: "Señor, es la segunda vez que usted me cierra el paso, y me confunde con otro, ¿se burla usted acaso de mí?". Yo no vi la cara que él puso; pero la que había puesto al saludarme era de tan profunda convicción de que yo era yo, que cuando lo dejé atrás, pensé: "éste va a referir, y esta vez lo hará con perjuicio mío, lo sucedido, porque, esta vez, no habrá nadie que le quite de la cabeza que la persona que él ha detenido en el boulevard Montmartre no es el general Mansilla". Así sucedió en efecto; pues no tardaron en llegar a mis oídos comentarios en esta forma: que yo era muy orgulloso y que negaba el saludo a mis paisanos. Me justifiqué de la imputación de orgullo, que reservo para otros casos, diciendo: pero hombre, yo comprendo que un hombre que no me conoce sino de vista, que no me ha sido nunca presentado, que no me ha tratado, me detenga en Buenos Aires, en París, en Londres o en San Petersburgo, pero sin apartarse de las reglas de la cultura; reglas que, aun admitiendo que no haya diferencias de posición, de jerarquía, de reputación, exigen que el que no es conocido, no se dé los aires de tal, sino que empiece por decir: "¿Me permite usted?". Pero esos modos estirando la mano -¿cómo está usted?-, que implican "nosotros nos conocemos", ni son verdad, ni son corteses, ¿qué digo?, en ciertos casos, pueden ser una impertinencia, un compromiso y hasta una explotación. ¡Cuántas veces no lo juzgan a uno por aquel con quien lo ven conversando, siquiera sea de paso! Ustedes me dirán que ésa es mucha susceptibilidad, que debemos ser indulgentes, que no hay que confundir un movimiento espontáneo, natural, inocente, con actos deliberados que son como una especie de globo de exploración, o de sonda, respecto de ciertas entidades. Contesto: en tesis general, sí. Mas en el caso presente, es necesario que ustedes se expliquen el fenómeno. Ese hombre, que me ha detenido dos veces, en París, habiéndome visto antes millares de veces en mi tierra, yo lo conozco de vista, nada más, no sé si es hijo del país o no -esto poco importa-; ese hombre no se decide a hablarme por un impulso de simpatía; y aquí estriba precisamente el quid de la dificultad, mejor dicho, y aquí voy a explicar cómo es que, si debemos ser deferentes con el que no nos conoce, o sea, con el que no conocemos, no debemos serlo con el que se encuentra en opuesta situación. A ver, lector -¿lector qué? amable, carísimo, inteligente, amigo-, Beaurmarchais, en su Lettre modérée sur la chute et critique du Barbier de Séville , se encontró en el mismo embarazo mío, y se escapó por la tangente, diciendo a secas: "A ver... Ustedes saben, y cómo no han de saber, lo que es la teoría de las formas sustanciales o accidentales".
Por si alguno no lo sabe, diré que de esa teoría se ha burlado Molière, y con razón, porque ella inducía a errores que alejaban el espíritu humano de la investigación ilustrada, de las verdaderas causas. Por ejemplo, esa teoría decía más o menos: como entre los cuerpos, los unos caen hacia la Tierra y los otros se elevan en el aire, la forma sustancial de los unos es la gravedad, y la forma sustancial de los otros es la ligereza. Por consiguiente, distinguía los cuerpos en graves y en ligeros, o sea en dos clases de cuerpos, cada uno de ellos con propiedades esencialmente diferentes. ¿Qué resultaba de ahí? Que no se trataba de investigar si esos fenómenos, diversos en apariencia, no provenían de la misma causa, y no obedecían a la misma ley. De modo que viendo el agua subir en un tubo vacío, en lugar de averiguar a qué hecho más general podía referirse el fenómeno, se imaginaba una virtud , una cualidad oculta , el horror al vacío , todo lo cual no sólo ocultaba la ignorancia mediante una palabra, vacía a su vez de sentido, sino que hacía a la ciencia imposible; porque, como dice el moderno filósofo, tomaba una metáfora por una explicación. Bien, está ya probado y demostrado que los cuerpos puramente físicos no tienen tal horror al vacío, y yo afirmo, en virtud de mi experiencia personal, que no es la de Matusalén, pero que es la de un hombre que sabe, porque ha visto mucho, que hay más cosas en el cielo y en la Tierra que las que se han imaginado ciertos filósofos; yo afirmo, repito, que los que tienen horror al vacío, a la soledad, al aislamiento, son los hombres. Así es que, cuando reflexiono sobre la eficacia de la pena de muerte, me afirmo en pensar que la prisión celular es más horrible, siempre que sea completa. La muerte es una solución. La prisión celular, no: no suprime la vida, engendra la desesperación o la demencia. Ahora, y para concluir, porque es necesario que toda conversación tenga un fin, si no yo estaría hablando hasta la consumación de los siglos (no es labia lo que me falta), supongo que ya habrán ustedes caído en cuenta del por qué el caballero ése que me detuvo dos veces en los boulevares de París, no procedió allí como lo habría hecho aquí si me hubiera encontrado en la calle de la Florida. ¡Clarito! Andaba en París como bola sin manija, se encontraba solo, tenía horror al vacío, me vio a mí, quiso apechugarme, le salió el tiro por la culata. Pues no faltaba más sino que todavía en otro mundo, en el viejo, yo había de tener que ser refugium peccatorum de gente que, como dicen aquí, en las provincias, no me cae en cuenta. ¡Ah!, señores, convénzanse ustedes de que Dios castiga sin palo ni piedra. Y si no me he explicado bien, si no he sido claro, me explicaré todavía para concluir, y no para agravar las cosas, sino al contrario. ¿Han visto ustedes, y cómo no han de haber visto, que un señor muy respetable no los saluda? Pues bien, dentro de treinta años, si ese señor vive, ya los saludará; porque a medida que se vaya sintiendo aislado, su horror al vacío aumentará, y entonces tendrá muchísimo gusto en sonreírse con ustedes, siendo las únicas caras conocidas que encuentra en su camino... que le vayan quedando. Por manera que yo daría este consejo: ¿Quieren ustedes tener muchas simpatías? Artículo primero: Asistan ustedes a todos los entierros. Artículo segundo: No falten ustedes a ningún funeral. Artículo tercero: Saluden ustedes a todo el mundo. Artículo adicional: No hay que apurarse en llegar a los entierros funerales; basta estar a tiempo, para ser visto por la concurrencia a salir. Con esto y una gran dosis de egoísmo, que consistirá en no sacar nunca jamás a un burro de un pantano, ustedes pasarán por personas muy estimables en la sociedad. Yo, en cuanto a mí me interese, prefiero, sin embargo, no tener el gusto de conocerlos a ustedes, contentándome con que asistan a mi entierro o a mis funerales...

*Entre-nos, 1889, Causeries del jueves. Libro III (1831-1913). Primera edición. Casa editora de Juan A Alsina, 1889.

jueves, octubre 11, 2007

Libros y más libros

. La babel del Sur, así se llama el nuevo libro de la escritora y periodista Raquel Orella, que acaba de publicar Ediciones Nuevos Tiempos. Como bien dice Diana Maffia en el texto de contratapa, "con un clima de novela negra y con un trasfondo muy bien documentado de la Argentina de un siglo atrás", este libro logra echar luz "sobre lo que la sociedad hipócrita necesita mantener en la sombra: las mujeres como mercancía, como objeto de transacción del prestigio , del capricho, del placer y de la apariencia de una masculinidad a la que el poder económico y la corrupción política torna casi omnipotente".

. "Una historia de amor, exilio y anarquía donde okupas y neonazis, política y utopía, ciencia y poesía configuran un escenario que parece inventado, el Berlín occidental de los ochenta": Berlín es un cuento es el nuevo libro de la escritora argentina Esther Andradi (Alción Editora, 2007), quien ya ha publicado entre otros títulos: Come de mí, este es mi cuerpo, Tanta vida, Sobre vivientes, Ser mujer en el Perú y Chau Pinela.

. Después de vos, el nuevo libro de la poeta Leonor Silvestri, "poetiza la ausencia de lo más amado a través de tres gatos (...). Lo cotidiano, lo invisible y la soledad se reúnen de manera pop en un libro de sutiles líneas políticas (...). Es un libro de poemas y dibujos con hincapié en el arte gráfico (...)". Edición bilingüe castellano-inglés, publicada por editorial Ardiente Claridad. Los dibujos son de Cristina Lancellotti, las traducciones de L. Silvestri.

lunes, octubre 08, 2007

Recomendados: Jorge González Perrín*


Si querés difrutar, no te pierdas esta página del artista plástico argentino Jorge González Perrín: http://www.gonzalezperrin.com.ar
Entrá y después me contás...

Jorge Gonzalez Perrín nació en Punta Alta, provincia de Buenos Aires en 1954. Estudió pintura con Carlos Gorriarena; litografía y dibujo con Ernesto Pesce. Desde 1982 participa en exposiciones, salones y premios nacionales. Ha recibido importantes distinciones, entre ellas: El Gran Premio de Honor de Dibujo del Salón Nacional de Artes Plásticas (2006) y Primer Premio de Dibujo Salón Manuel Belgrano (2002). Entre las más destacadas de sus exposiciones individuales figuran: Chateaux de Tours, Francia (2006), Palais de Glace, Centro Cultural Recoleta y Museo de Arte Moderno de Bs. As. Desarrolla tareas docentes en la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, docente por concurso de Oficios y Técnicas de las Artes Visuales, especialidad Pintura I a III deI I.U.N.A. (Instituto Universitario Nacional de Arte). A partir del año 2000, se desempeña como docente de postgrado de la carrera de Especialista en Arte Terapia deI I.U.N.A. en la materia Taller y Técnicas en Arteterapia. Desde 1997 trabaja en el Taller de Arte Terapia del Hospital de día que se desarrolla en el Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial Dr. J. T. Borda. Es coordinador artístico de Arte sin Techo.En el año 2004 se publicó su libro de dibujos La metáfora del agua .

domingo, octubre 07, 2007

Antoni Tàpies*: la vacuidad

(Para Soledad, porque le gusta este pintor)
"... Tengo un texto donde hago una referencia a la vacuidad, que viene recogido en el volumen El valor del arte. Es el que lleva por título `Velázquez o la agitación del vacío' y es una reflexión sobre Las Meninas. Lo hice pensando en las faldas que aparecen en el cuadro, que visto de lejos ves unas sedas y unas cosas muy decorativas, pero si te acercas es que no hay nada ahí, hay pinceladitas así sueltas. Y uno se pregunta maravillado: ¡pero cómo es que este mundo se organiza de esta manera que después se transforma en una falda de una menina! Pero no sé si entiendo el vacío, recuerde usted que yo dudo siempre de todo, no se fíe de mis palabras."
*Pintor y escultor catalán.

Casa del Escritor

El Ministerio de Cultura, la Subsecretaría de Patrimonio Cultural y la Dirección General del Libro y Promoción de la Lectura del Gobierno de la Ciudad invitan a la inauguración de la Casa del Escritor, que tendrá lugar el día martes 9 de octubre a las 18.30, en Lavalleja 924.
En esta oportunidad, se presentará el libro de Noé Jitrik, El ojo de la aguja --Filosofemas--, de Editorial Al Margen. Se ofrecerá un vino de honor: salud!!

jueves, octubre 04, 2007

Otras voces, nuevas voces: María Cristina Carrizo*

El río

Veo negro
el cuerpo flota
en el agua
y están resecos
mis labios

Ahora
una palma grande
veo, hacia arriba.
Extendiendo
negro de fondo
falanges delgadas
- qué sostendrán
esas yemas!

Otra vez, negro
sintiendo asperezas
en la espalda, pesada
veo una habitación
muy grande
dos nenas mallas azul y roja.

Fragmentos del suelo
recogen cada una
y no me miran
los juntan para sus collares.

Todavía acostada
giro la cabeza.
A mi izquierda, un marco
sin puerta, da al negro.
Sé que por ahí entré
por donde pasa el río
negro.

II

A veces me detengo al termino de un sueño.
Caminando también.
Un muro. No tan vasto y regular me acompaña.
Hacia la derecha, el límite es este patio.
Luego de algunos pasos -no los cuento yo-
una fuente.
Entre el agua oscura y espumosa
se revuelcan piernas
torsos y cabezas
que todavía no conozco.

* María Cristina Carrizo nació en 1963 en Capital Federal. Es técnica en cerámica artística. En 1999 recibió el primer premio de poesía en el concurso Raúl González Tuñón, organizado por el Centro Cultural La Muralla. En 2002 recibió una mención por su libro Adana en el concurso “25 años de lucha”, organizado por la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Asiste a talleres de narrativa y poesía desde 2001. Actualmente cursa la carrera de Edición (UBA).

lunes, octubre 01, 2007

Proust*: la belleza en las cosas más usuales

"(...) Ahora solía quedarme sentado a la mesa, acabada la comida, mientras retiraban el servicio (…). Me gustaba encontrar en la realidad, apreciándolo como elemento poético, aquel ademán interrumpido de los cuchillos atravesados en las mesas, la bombeada redondez de una servilleta desdoblada donde el sol intercala un retazo de amarillo terciopelo, la copa medio vacía que así delata mejor la noble amplitud de sus formas, y el fondo de su cristal translúcido, parecido a una condensación del día, un poco de vino oscuro, pero todo chispeante; el cambio de volúmenes y la transmutación de los líquidos por obra de la luz, esa alteración de las ciruelas que pasan del verde al azul y del azul al oro en el frutero casi vacío; el paseo de aquellas sillas, viejecitas, que van dos veces al día a instalarse alrededor del mantel puesto en la mesa como en un altar en el que se celebran los ritos de la gula, y en el que hay unas ostras con unas gotas de agua lustral en el fondo como pilitas de agua bendita, y buscaba yo la belleza en donde menos me figuré que pudiese estar, en las cosas más usuales, en la vida profunda de los bodegones."**

*Escritor francés (1871-1922).
**Fragmento extractado de A la sombra de las muchachas en flor. Ed. Pluma y Papel, Buenos Aires, 1999 (pág. 438). Traducción: Pedro Salinas.

Recomendaciones

Todos los domingos, de 19 a 20, sintonizando el dial en AM 530, "La voz de las Madres", podrán deleitarse escuchando Venezuela es el Sur, audición en vivo acerca de la cultura, paisajes, actualidad, música y cocina venezolanas. Conducción: Natacha Salazar Pinto y Hugo Muleiro.
Recomendamos además el portal de noticias http://www.venesur.com.ve/ , que recoge el proceso de ingreso de Venezuela en el Mercosur.