Proust*: la belleza en las cosas más usuales
"(...) Ahora solía quedarme sentado a la mesa, acabada la comida, mientras retiraban el servicio (…). Me gustaba encontrar en la realidad, apreciándolo como elemento poético, aquel ademán interrumpido de los cuchillos atravesados en las mesas, la bombeada redondez de una servilleta desdoblada donde el sol intercala un retazo de amarillo terciopelo, la copa medio vacía que así delata mejor la noble amplitud de sus formas, y el fondo de su cristal translúcido, parecido a una condensación del día, un poco de vino oscuro, pero todo chispeante; el cambio de volúmenes y la transmutación de los líquidos por obra de la luz, esa alteración de las ciruelas que pasan del verde al azul y del azul al oro en el frutero casi vacío; el paseo de aquellas sillas, viejecitas, que van dos veces al día a instalarse alrededor del mantel puesto en la mesa como en un altar en el que se celebran los ritos de la gula, y en el que hay unas ostras con unas gotas de agua lustral en el fondo como pilitas de agua bendita, y buscaba yo la belleza en donde menos me figuré que pudiese estar, en las cosas más usuales, en la vida profunda de los bodegones."**
*Escritor francés (1871-1922).
**Fragmento extractado de A la sombra de las muchachas en flor. Ed. Pluma y Papel, Buenos Aires, 1999 (pág. 438). Traducción: Pedro Salinas.
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