viernes, septiembre 30, 2011

Miguel Ángel Bustos: Filmpoema II


¿Qué es la imagen sino el movimiento "siempre andando", agua de un mar a otro mar, átomo de la palabra?

Nuestras palabras las tallamos en el taller, el material lo conseguimos sin saber cómo, en la calle, sufriendo, riendo; taller y material pueden estar contenidos y maduros en un minuto o cinco años.

Todo depende de velocidad, peso y ritmo.

Ahora bien, una imagen nos roza el ojo izquierdo y ce polvorienta en la lengua -AGRIA; duerme en la lengua, la tragamos. Necesario fue que casi la olvidáramos para que se fundiera en aquella palabra que nos dolió tanto. Sube la palabra sin polvo, unida a algo elástico y vivo. Este fluir construyendo, esta imaginería, este fenómeno, se podría realizar ante los ojos de la gente como yo me lo realizo ante mis propios ojos. Si nos hiciéramos instrumentos del fenómeno poético y dibujáramos sobre un película lo que nos sucede cuando escribimos, no explicáramos; tendríamos que ser mudos en cuanto a explicación se refiere; como una pluma choca contra la frente, cae, nos desborda la boca, se hunde lejos y ya no es pluma nada, es nieve, hombro, axila suave, piel con piel, y vuelve hecha a la boca, cae en las manos: darle años, hacer eterno este pan junto al mar.

Lograríamos de esta forma tal vez, "dibujar" el fenómeno poético, capturaríamos quizá llevándolo adentro nuestro, a nuestros ojos a que mire con nosotros cómo se hace un poema, al público esa novia.

Tenemos que saber que, imaginar par que lo imaginen simultáneamente con nosotros, no es desarrollar ni operar. El agua cuando se hace ola no habla ni explica nada, salta. Y el mar tal vez nos está demostrando cosas y nosotros lo comprendemos. Así tiene que ser dado este filmpoema. Lograr que nuestro ojo asaltante suba a la pantalla y comience a escribir su poema.

Y la gente entienda todo lo que trae la palabra agua –sangre- piedra-niño- desnuda- sombra. Y siga, ¿ves aquella línea que se duerme, ves?, aquella esfera que cae, las piedras, las espaldas cansadas.

Hasta que comience a sentir la esfera, la espalda, la sangre, la piedra. Y sepa por qué esta línea arrebató la esfera y la engulló con un tono bajo de guitarra. Comenzará a construir dibujando con nosotros el poema. ¿Para qué, entonces, la palabra que no sea poema, la palabra que explique, si ya se está dando puro y desnudo el poema con su imagen “hablando” en imágenes?

Escribo sobre medios técnicos en la poesía. Los nuevos planos que tiene que explorar. Los nuevos espacios de dolor. Los nuevos colores.

(…)

Véase: Miguel Ángel Bustos: Prosa 1960-1976. Ediciones del CCC, Buenos Aires.

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