Fallecida en marzo del 2010, la querida y gran poeta argentina Susana Cerdá: hoy la recordamos:
22
a Osvaldo Lamborghini
Qué
me queda de ti
qué
qué
me queda
agonizante
amor
nobleza
pasajera
fértil
amanecer en mi escritura
(diadema
de dolor, brillo incrustada en tus fulgores)
qué
me queda de ti sino estos pocos
locos
versos de lengua y de rasguido.
Qué
sino anular los orificios
la
segregación del silencio
arrimada
al zumbido de tus escozores
idolatrar
la determinación
la
sobredeterminación
el
destino
embadurnar
tu contingencia de interminables ceremonias
amarte,
quiero decir.
Aún
resuena lo tácito rugiendo entre los dos
¿amarnos
dije?
El
problema es la puntuación.
Entre
comillas
te
tengo entre comillas
o
a veces entre paréntesis te tengo
fiel
frenesí.
Qué
me queda sino
las
maquinaciones de una transpiración:
la
voracidad de una cantinela pervierte presagios
desprestigia
al son augustas superficies
rasga
cae
el sonsonete por declinación de onomatopeya
lo
obvio carcome los vericuetos de la palabra,
reza.
Los
ruidos de una siesta
son
como una siesta.
La
palabra “indebido” era
un
a través cristalizado
una
canción que rumoreaba a mis espaldas
ella
les ponía música a mis actos.
Nunca
cantó, decías, era el tono
en
que mi madre me nombraba
nunca
cantó
solamente
cantaba.
El
padre atravesaba con su ojo anular mujeres índices
fue
el modo indicativo para un pretérito imperfecto maternal.
Mientras
todo
ocurre mientras/(nunca digas mientras)
tu
hermano leía a Pound a gritos
en
la intemperie de la noche
y
vos traducías a Cervantes, por si acaso.
Su
mano sobre la tuya
su
libro sobre tu libro y el poema
sementándose
ahí abajo.
Sostengo
las arcadas
por
donde hemos pasado sabiendo que no cumpliríamos
las
bodas de oro
y
esa arcada previa a toda devolución o vómito
y
los arqueos de nuestro encuentro
los
corcoveos, las contabilizaciones
los
puntos de vista
los
puntos de divergencia
los
puntos suspensivos.
“¿Por
qué no nos preocupamos por el rocío?”
No
iremos a Verona ni a Isladelba
pero
aún me queda,
qué
me queda de ti sino estos pocos
fulgores
religándose en la presunción de una escritura.
El
subrayado es mío.
Qué
me queda de ti: amada metonimia del pasado.
Los
textos son ajenos.
Te
tengo en la punta de la Lengua.
*Del libro Solía, de Susana Cerdá.
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