Mi
mujer me acompañó hasta Brest,
bajó
del tren y permaneció en el andén,
fue
haciéndose cada vez más pequeña
hasta
que se convirtió en un grano de trigo en el azul infinito,
después
ya no pude ver nada más que los raíles.
Luego,
cuando llamó desde Polonia, no pude responder.
No
pude preguntar: «¿Dónde estás, amada mía, dónde?»
«¡Ven
conmigo!», dijo, pero no pude ir junto a ella,
el
tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y
me ahogaba la tristeza.
Luego,
la nieve comenzó a disolverse sobre la tierra arenosa
y
de repente me di cuenta de que mi mujer estaba mirándome
y
me preguntaba: «¿me has olvidado?, ¿me has olvidado?»,
la
primavera caminaba por el cielo con los pies descalzos y embarrados.
Luego,
las estrellas bajaron a posarse en los postes de telégrafo,
la
oscuridad se abatió sobre el tren como si fuera lluvia,
mi
mujer permanecía al pie de los postes de telégrafo,
su
corazón latía tac tac como si estuviese en mis brazos,
los
postes se acercaban y pasaban, pero ella no se movía del sitio,
el
tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y
me ahogaba la tristeza.
Luego,
de repente, me di cuenta de que hace años, hace muchos años
que
vivo en este tren
-pero
todavía no sé cómo y por qué lo he comprendido-
y
cantando con la misma fuerza y con la misma esperanza
sigo
alejándome de la ciudad y de las mujeres amadas
y
su nostalgia es como una herida abierta,
mientras
me acerco a algún lugar, a algún lugar.
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(
Traducción:Fernando García Burillo )
** *Nazım Hikmet Ran (Salónica,
1901-Moscú, 3 de junio de 1963). Poeta y dramaturgo turco, considerado en
Occidente el poeta más importante en lengua turca del siglo XX. Sus obras han
sido traducidas a numerosos idiomas. Largamente exiliado de su país de origen a
causa de su militancia comunista, murió en 1963 como ciudadano polaco.
*** Gracias Celina Feuerstein
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