Que
el cielo no es celeste se sabe y sin embargo
celeste
es una voz que desciende de cielo
si
bien no ha descendido desde el cielo
aunque
algo de eso hay
porque
está entre nosotros y no arriba
lo
mismo que el cerúleo sonoroso
que
nos llena la boca al pronunciar
ese
cielo que azula nuestro ver
azules
luminosos cuyos nombres
debemos
a aquel cielo de ilusión
azul
sólo al cristal de nuestros ojos
pues
color allá arriba no veríamos
si
no hubiera el pincel de la ilusión
Ahora
bien ilusión es una voz
que
ha descendido tanto con el uso
manoseada
por voces que pronuncian
azul
como si fuera algún color
no
un sonido celeste descendido
pero
no con destino de seguir descendiendo
por
el uso sino para elevarse
en
ojos que se azulan de ilusión
la
visión a través de un vidrio oscuro
del
celeste donde sólo hay ausencia
vacío
interminable al que salpican
unos
granos de arena que espejean llamados
estrellas
o planetas o satélites
según
su grado de luz propia o dependencia
pero
tan pequeñitos que apenas si los vemos
o
vemos un recuerdo la luz que abandonó
en
un rincón de la ausencia
una
estrella que ha muerto en el tiempo inmemorial
y
el recuerdo titila la ilusión
de
que allí supo estar y que ha dejado
la
evidencia el testimonio
de
que seguimos viendo en la vigilia
el
mensaje en clave luz
titilante
de
una estrella apagada en el pasado
Ahora
bien si el pasado sólo existe si recuerdo
en
el presente eterno en que es leída
o
escrita esta: palabra
porque
fuera de ese instante no existe
entonces
nuestra estrella no ha existido jamás
excepto
sub specie aeternitatis
ilusión
de eternidad
el
recuerdo presente de lo que
no
podría decirse que haya sido
a
menos que sea asido en el presente
que
no puede decirse que recuerda
sino
inventa el pasado la ilusión
Entonces
la ilusión es la que tiñe
unos
ojos celestes que serían
incoloros
como una estrella muerta
en
el pasado que no existe
pero
esos ojos celestes si recuerdo
no
titilan como estrellas sino miran
fijos
en el recuerdo que recuerda
hasta
que muera la ilusión
De
donde la ilusión sería recuerdo
y
deseo
deseo
de que hubiera sido tal
y
como es recordado
y
deseo de lo que habrá de ser
alguna
vez si deseado
deseo
de pasado y de futuro
el
perpetuo presente la ilusión
Es
invierno supongamos
porque
el recuerdo es otoño
una
llovizna fina y persistente
y
el deseo es primavera
un
sueño resurrecto que vuelve a florecer
de
lo enterrado en el recuerdo
es
invierno y el frío en el cuerpo es presente
si
hay frío en el recuerdo y hay calor
en
el sueño llamado deseo en la vigilia
que
se llama ilusión
Porque
¿llama la ilusión? es decir
la
ilusión una llama sí
el
celeste de una llama invernal
el
cerúleo del ocaso en que una estrella
retorna
a titilar a la hora del sueño y llama
a
ver presente lo que ha muerto lejano
como
al niño al que le dicen
desde
allí te está mirando
tu
madre por ejemplo
esos
ojos tan blancos de luz muerta
(pues
se trata quizá de alguna estrella
que
ha muerto en el vacío llamado cielo negro)
esa
luz vacilante que titila
vacilante
en el presente si recuerdo
y
deseo de ese mismo titilar
la
memoria algo muerto que de pronto resucita
en
el presente que es eterno recuerdo
o
el recuerdo que es eterno si presente
en
la memoria celeste incoloro
o
celeste que desciende de cielo e ilumina
azules
luminosos que la lluvia
niega
en el otoño pero es cierto
también
llueve en primavera y justamente
es
eso lo que riega en las rosas por ejemplo
el
deseo de nacer otra vez
pero
no radicalmente
es
decir sí de raíz
pero
no radicalmente de nuevo
sino
radicalmente de la misma raíz
la
ilusión del deseo
Ahora
bien cuando el niño
(renacer
del recuerdo)
pinta
el cielo celeste y las estrellas
blancas
o tal vez
las
prefiere plateadas
de
papeles brillantes recortados
del
recuerdo de haber sido niño
y
recortado del recuerdo
pinta
el cielo al ocaso
cerúleo
y salpicado
de
brillantes estrellas de papel
que
brillan si a la luz de alguna lámpara
pero
apagada la lámpara
entonces
no hay pintura no hay color
sino
recuerdo y deseo en lo incoloro
la
ilusión que sigue viva
o
quizá resucite
y
vuelva a suscitar
en
el instante en que esto muere:
**El poema que se reproduce pertenece al libro Nadie atiende los llamados.
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