jueves, marzo 31, 2011

Mandinga vuelve: lecturas en abril


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martes, marzo 29, 2011

Noemí Ulla: Nereidas al desnudo


La Alianza Francesa y Editorial Simurg organizan la presentación del libro Nereidas al desnudo (versión en español) del libro de la escritora Noemí Ulla. Se referirán a la obra Magdalena Arnoux y Jorge Monteleone. La cita es en la Alianza Francesa, Av. Córdoba 946, Capital- Mediateca, 2º piso, el martes 5 de abril, a las 19.

lunes, marzo 28, 2011

Rosario: Ciclo de Poesía: "De aquí en más"


Los editores de la Revista de Poesía La Guacha invitan al ciclo de Poesía "Aquí en más", que se realizará el primer viernes de cada mes.

La primera noche de encuentro será el 1º de abril y leerán: Alejandra Méndez (Rosario), María Casiraghi (Bs. As.), Concepción Bertone (Rosario) y Leopoldo “Teuco” Castilla (Salta).

En Panta Rei, Viamonte 1111, Rosario, Santa Fe.

sábado, marzo 26, 2011

Curandera, nueva editorial de poesía


El año pasado fue la editorial de poesía Hilos, creada por un grupo de poetas argentinas, la que hizo su aparición en el mercado editorial del género, con gran éxito (véase http://blogdelamasijo.blogspot.com/2010/10/nueva-editorial-de-poesia-hilos-editora.html).
Hoy, es Curandera, nueva editorial de poesía, creada también por poetas -Marcelo Carnero, Soledad Castresana, Claudia Masin y Victoria Schcolnick-, quienes se proponen rescatar la obra de poetas contemporáneos, en particular, latinoamericanos, cuyos textos, muchas veces de culto, se encuentran agotados o bien no han sido nunca editados; y también publicar -en su colección Cruz de Sal- la obra inédita de poetas contemporáneos.
Y la primera edición de Curandera es la de un libro considerado "de culto": Hija de perra se llama, y su autora es la poeta chilena Malú Urriola.

Hija de perra será presentado el jueves 7 de abril, a las 19.30, en Acevedo 1031, barrio de Palermo. El acto contará con la presencia de la autora, quien leerá sus textos, y de la escritora y periodista Patricia Kolesnicov, encargada de presentar el libro.
En la ocasión, habrá poesía, brindis y festejo, hecho que desde ya celebramos, porque se trata de un verdadero acontecimiento.

Fragmento del libro:

"(...) Afuera daba vueltas un farol rojo y el letrero se caía a pedazos como de boite de mala muerte, como si fuésemos a estrellarnos contra la muerte, el hombre sacó una pequeña llave. Ladraban los perros, y el hombre nos condujo hasta un cuartucho que no volveríamos a ver, encendimos la TV y unos porros, luego me fumé un cigarro detrás de otro, uno detrás de otro y te contemplé hablar y hablamos del cuartucho, de la cojera del hombre, nuestra propia cojera, de la noche que corría con una prisa extraña, las nubes pasaban rápidas, azulosas, violáceas, como golpes de la vida, como si nos fuésemos a golpear contra la vida, el hombre trajo dos cafés que se enfriaron sobre el velador, en un rincón del cuarto quedaban los restos de una fiesta que otros dejaron, qué ganas de tomarme un trago, te dije, tú te acercaste lentamente, al contrario de las nubes, al contrario de la noche que corría aprisa, al contrario de los perros que no dejaban de ladrar, de vez en cuando se callaban, y se callaban hasta que las luces de un automóvil se estrellaba contra los vidrios y encendía el cuartucho que dejaba ver tu cuerpo y luego venían las sombras que te cubrían, lejos de casa, tan lejos de casa y en la radio con las pilas medio muertas la Janis cantaba bye, bye, baby."

Datos de la autora:

Malú Urriola (Sgo. de Chile, 1967). Ha publicado: Piedras rodantes, 1988; Dame tu sucio amor, 1994, Hija de perra, 1998 (reedit. este año por Curandera) Nada, 2003 y Bracea, 2007. Ha obtenido diversos premios y distinciones. Sus poemas han sido traducidos a diversos idiomas. Trabaja como guionista de televisión y cine.

miércoles, marzo 23, 2011

Héctor Chianetta: Volveré y seré millones

Este imponente vitraux del artista Héctor Chianetta será presentado mañana, a las 18, en el espacio Cultural Nuestros Hijos, ECUNhI, de las Madres de Plaza de Mayo y que se encuentra en el predio de la Ex Esma.

La obra de Chianetta es un vitraux de plomo con estructura de hierro de 2,30 metros por 1,60 metros en la que están representadas tres parejas de la historia de América: Bartolina Sisa y Tupac Catari; Eva y Juan Perón y Cristina Fernández de Kirchner y Néstor Kirchner.

"La historia de este mural nos surgió en los días del sepelio de Néstor Kirchner -dice el artista-: Las largas charlas entre algunos de esos compañeros que participamos de aquel acto que nos encontramos en las calles y los bares de Buenos Aires llenos de tristeza y conmoción. Así nació esta obra. Con un reconocimiento espontáneo y colectivo del amor que colmó el corazón de la mayoría de nuestro pueblo por Néstor y por Cristina", explicó.
Bartolina Sisa y Tupac Catari fueron la pareja que encabezó la primera rebelión indígena, ambos fueron asesinados. Al momento de ser asesinado Catari gritó "podrán matarme, pero volveré y seré millones como las semillas de la quinua".

Con respecto a los detalles de la obra, en el centro del mural y de la diagonal se encuentran Néstor Kirchner y Cristina como nexo entre las otras dos parejas. Se puede ver un abrazo amoroso y protector de él sobre ella, que sostiene un ramo de flores como un obsequio de su pueblo. En el ángulo superior izquierdo, se encuentra a Perón y Evita que surgen de Néstor y Cristina, volando abrazados al estilo de aquel famoso abrazo en el balcón de la Casa Rosada.

Las tres parejas históricas no están solas en el universo. La Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, representadas en las Tres Madres Aladas, símbolos del Amor y defensa de la Vida los acompañan con su propio vuelo. Los Hijos y el joven-bombo expresan la lucha por la identidad y el renacimiento generacional permanente de los sueños y de los ideales más puros.

Un casco de obrero con una mano con un rosario como un símbolo de despedida. Y la Mujer-Maíz -alimento sagrado de América aparece en forma de Sol, con sus manos regalando semillas, que representa al origen y al eterno resurgimiento de la vida.

En la base se puede ver cómo la wipala se transforma en una bandera argentina, de la cual surge el edificio de la C.G.T., expresando el valor simbólico de los obreros y trabajadores en la vida argentina de los últimos años.

martes, marzo 22, 2011

Hilda Doolittle: El templo en el acantilado

I

Amplio portal brillante,
borde de roca,
rocas fijadas en salientes largos,
fijadas al oscuro, plateado granito,
a una roca más clara
—un corte limpio, blanco contra blanco.

Ninguna cabra, arriba
—arriba—, trepa, ni oveja alguna
pisa tu suave hierba;
te alzas, borde del mundo,
pilar celeste.

El mundo se elevó:
estamos junto al cielo;
sobre nosotros chillan los halcones,
planean las gaviotas
—el terrible oleaje queda mudo
desde este lugar.

Abajo, al filo de la roca,
donde la tierra es presa de fisuras
del roto acantilado,
un arbusto resiste al vendaval,
se dobla —pero huelen
sus blancas flores a esta altura.

Y bien abajo,
ruge el viento:
silba, retumba,
gruñe —aplasta la hierba
con su gran pie.


II

Dije:
¿debo seguirte siempre, siempre,
a través de las piedras?
Casi te alcanzo. Escapas:
corres más que mi mano.


Me asombraste.
Grité: querido, bello, misterioso
—pulpa blanca de mirto.

Me astillé y desgarré:
el sendero ascendía
más veloz que mis pies.

Si un demonio pudiera vengar este dolor,
le lloraría —si un fantasma pudiera,
gritaría, oh maldad,
sigue a este dios,
ríete de su mal y de su vicio.


III

¿Me tiro desde aquí,
salto, y así estaré contigo?
¿Me dejaré caer, amado, amado,
unidos los tobillos?
¿Te daría yo pena, oh pecho blanco?

Si despertara, ¿te daría pena,
se encontrarían nuestros ojos?

¿Te has dado cuenta,
sabes cómo subí por esta roca?
Falta de aliento, me incliné hacia fuera,
tambaleante entre los arrayanes.

Dios del acantilado, ¿te das cuenta
de lo lejos que están los bordes de tu casa,
cuánto tuve que andar?


IV

Sobre mí gira el viento.
Estuve ante tu puerta
y yo sé
que tú estás más allá,
más lejos todavía, en otro acantilado. -

----------------

The cliff temple


I
Great, bright portal,
shelf of rock,
rocks fitted in long ledges,
rocks fitted to dark, to silver granite,
to lighter rock-
clean cut, white against white.

High -high- and no hill-goat
tramples –no mountain-sheep
has set foot on your fine grass;
you lift, you are the-world-edge,
pillar for the sky-arch.

The world heaved —
we are next to the sky;
over us, sea-hawks shout,
gulls sweep past —
the terrible breakers are silent
from this place.

Below us, on the rock-edge,
where earth is caught in the fissures
of the jagged cliflf,
a small tree stiffens in the gale,
it bends — but its white flowers
are fragrant at this height.

And under and under,
the wind booms:
it whistles, it thunders,
it growls - it presses the grass
beneath its great feet.


II
I said:
for ever and for ever, must I follow you
through the stones?
I catch at you — you lurch:
you are quicker than my hand-grasp.

I wondered at you.
I shouted — dear-mysterious-beautiful —
white myrtle-flesh.

I was splintered and torn:
the hill-path mounted
swifter than my feet.

Could a daemon avenge this hurt,
I would cry to him — could a ghost,
I would shout — O evil,
follow this god,
taunt him with his evil and his vice.

III
Shall I hurl myself from here,
shall I leap and be nearer you?
Shall I drop, beloved, beloved,
ankle against ankle?
Would you pity me, O white breast?

If I woke, would you pity me,
would our eyes meet?

Have you heard,
do you know how I climbed this rock?
My breath caught, I lurched forward –
I stumbled in the ground-myrtle.

Have you heard, O god seated on the cliff,
how far toward the ledges of your house,
how far I had to walk?

IV
Over me the wind swirls.
I have stood on your portal
I know —
you are further than this,
still further on another cliff.

*De Jardín junto al mar.

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domingo, marzo 20, 2011

Sigmund Freud: Lo perecedero: "Volveremos a construir todo lo que la guerra ha destruido"

"Hace algún tiempo me paseaba yo por una florida campiña estival, en compañía de un amigo taciturno y de un joven pero ya célebre poeta que admiraba la belleza de la naturaleza circundante, mas sin poder solazarse con ella, pues le preocupaba la idea de que todo ese esplendor estaba condenado a perecer, de que ya en el invierno venidero habría desaparecido, como toda belleza humana y como todo lo bello y noble que el hombre haya creado y pudiera crear. Cuanto habría amado y admirado, de no mediar esta circunstancia, parecíale carente de valor por el destino de perecer a que estaba condenado.
Sabemos que esta preocupación por el carácter perecedero de lo bello y perfecto puede originar dos tendencias psíquicas distintas.
Una conduce al amargado hastío del mundo que sentía el joven poeta; la otra, a la rebeldía contra esa pretendida fatalidad.
¡No! ¡Es imposible que todo ese esplendor de la Naturaleza y del arte, de nuestro mundo sentimental y del mundo exterior, realmente esté condenado a desaparecer en la nada! Creerlo sería demasiado insensato y sacrílego.
Todo eso ha de poder subsistir en alguna forma, sustraído a cuanto influjo amenace aniquilarlo.
Mas esta pretensión de eternidad traiciona demasiado claramente su filiación de nuestros deseos como para que pueda pretender se le conceda valía de realidad. También lo que resulta doloroso puede ser cierto; por eso no pude decidirme a refutar la generalidad de lo perecedero ni a imponer una excepción para lo bello y lo perfecto. En cambio, le negué al poeta pesimista que el carácter perecedero de lo bello involucrase su desvalorización.
Por el contrario, ¡es un incremento de su valor! La cualidad de perecedero comporta un valor de rareza en el tiempo. Las limitadas posibilidades de gozarlo lo tornan tanto más precioso.
Manifesté, pues, mi incomprensión de que la caducidad de la belleza hubiese de enturbiar el goce que nos proporciona. En cuanto a lo bello de la Naturaleza, renace luego de cada destrucción invernal, y este renacimiento bien puede considerarse eterno en comparación con el plazo de nuestra propia vida. En el curso de nuestra existencia vemos agostarse para siempre la belleza del humano rostro y cuerpo, mas esta fugacidad agrega a sus encantos uno nuevo. Una flor no nos parece menos espléndida porque sus pétalos sólo estén lozanos durante una noche.
Tampoco logré comprender por qué la limitación en el tiempo habría de menoscabar la perfección y belleza de la obra artística o de la producción intelectual. Llegue una época en la cual queden reducidos a polvo los cuadros y las estatuas que hoy admiramos: sucédanos una generación de seres que ya no comprendan las obras de nuestros poetas y pensadores, ocurra aun una era geológica que vea enmudecida toda vida en la tierra...,
no importa; el valor de cuanto bello y perfecto existe sólo reside en su importancia para nuestra percepción; no es menester que la sobreviva y, en consecuencia, es independiente de su perduración en el tiempo.
Aunque estos argumentos me parecían inobjetables, pude advertir que no hacían mella en el poeta ni en mi amigo.
Semejante fracaso me llevó a presumir que éstos debían estar embargados por un poderoso factor afectivo que enturbiaba la claridad de su juicio, factor que más tarde creí haber hallado.
Sin duda, la rebelión psíquica contra la aflicción, contra el duelo por algo perdido, debe haberles malogrado el goce de lo bello. La idea de que toda esta belleza sería perecedera produjo a ambos, tan sensibles, una sensación anticipada de la aflicción que les habría de ocasionar su aniquilamiento, y ya que el alma se aparta instintivamente de todo lo doloroso, estas personas sintieron inhibido su goce de lo bello por la idea de su índole perecedera.
Al profano le parece tan natural el duelo por la pérdida de algo amado o admirado, que no vacila en calificarlo de obvio y evidente.
Para el psicólogo, en cambio, esta aflicción representa un gran problema, uno de aquellos fenómenos que, si bien incógnitos ellos mismos, sirven para reducir a ellos otras incertidumbres.
Así, imaginamos poseer cierta cuantía de capacidad amorosa —llamada «libido»— que al comienzo de la evolución se orientó hacia el propio yo, para más tarde —aunque en realidad muy precozmente— dirigirse a los objetos, que de tal suerte quedan en cierto modo incluidos en nuestro yo.
Si los objetos son destruidos o si los perdemos, nuestra capacidad amorosa (libido) vuelve a quedar en libertad, y puede tomar otros objetos como sustitutos, o bien retornar transitoriamente al yo. Sin embargo, no logramos explicarnos -ni podemos deducir todavía ninguna hipótesis al respecto- por qué este desprendimiento de la libido de sus objetos debe ser, necesariamente, un proceso tan doloroso. Sólo comprobamos que la libido se aferra a sus objetos y que ni siquiera cuando ya dispone de nuevos sucedáneos se resigna a desprenderse de los objetos que ha perdido.
He aquí, pues, el duelo.
La plática con el poeta tuvo lugar durante el verano que precedió a la guerra. Un año después se desencadenó ésta y robó al mundo todas sus bellezas. No sólo aniquiló el primor de los paisajes que recorrió y las obras de arte que rozó en su camino, sino que también quebró nuestro orgullo por los progresos logrados en la cultura, nuestro respeto ante tantos pensadores y artistas, las esperanzas que habíamos puesto en una superación definitiva de las diferencias que separan a pueblos y razas
entre sí. La guerra enlodó nuestra excelsa ecuanimidad científica, mostró en cruda desnudez nuestra vida instintiva, desencadenó los espíritus malignos que moran en nosotros y que suponíamos domeñados definitivamente por nuestros impulsos más nobles, gracias a una educación multisecular. Cerró de nuevo el ámbito de nuestra patria y volvió a tornar lejano y vasto el mundo restante. Nos quitó tanto de lo que amábamos y nos mostró la caducidad de mucho que creíamos estable.
No es de extrañar que nuestra libido, tan empobrecida de objetos, haya ido a ocupar con intensidad tanto mayor aquellos que nos quedaron; no es curioso que de pronto haya aumentado nuestro amor por la patria, el cariño por los nuestros y el orgullo que nos inspira lo que poseemos en común.
Pero esos otros bienes, ahora perdidos, ¿acaso quedaron realmente desvalorizados ante nuestros ojos sólo porque demostraran ser tan perecederos y frágiles? Muchos de nosotros lo creemos así, pero injustamente, según pienso una vez más. Me parece que quienes opinan de tal manera y parecen estar dispuestos a renunciar de una vez por todas a lo apreciable, simplemente porque no resultó ser estable, sólo se encuentran agobiados por el duelo que les causó su pérdida. Sabemos que el duelo, por más doloroso que sea, se consume espontáneamente. Una vez que haya renunciado a todo lo perdido se habrá agotado por sí mismo y nuestra libido quedará nuevamente en libertad de sustituir los objetos perdidos por otros nuevos, posiblemente tanto o más valiosos que aquéllos, siempre que aún seamos lo suficientemente jóvenes y que conservemos nuestra vitalidad. Cabe esperar que sucederá otro tanto con las pérdidas de esta guerra.
Una vez superado el duelo, se advertirá que nuestra elevada estima de los bienes culturales no ha sufrido menoscabo por la experiencia de su fragilidad. Volveremos a construir todo lo que la guerra ha destruido, quizá en terreno más firme y con mayor perennidad."

Jimena Néspolo: El pozo y las ruinas


Seg Cabrera, fotógrafo de prensa, regresa a Buenos Aires tras resultar herido cuando cubría las manifestaciones contra el G-20 en Londres. Cuando llega a casa, comprueba que su mundo se desmorona de repente. Su mujer lo dejó y no le queda más que el trabajo en el diario, y el aluvión de recuerdos que se derrumba literalmente sobre su cabeza en el apartamento vacío. Un pasado que él había ignorado, y con el que ahora se da de bruces. Todo lo reprimido y olvidado surge incontenible, para devolverle al pozo y allí señalarle las ruinas: de su vida, de su familia, de su ciudad, de su tierra.

Relato de la circunstancia de un personaje y al propio tiempo precisa metáfora de la historia de los países que se niegan a enfrentar su pasado, El pozo y las ruinas es un arriesgado ejercicio formal plagado de collages, entrevistas y textos que se introducen como un comentario paralelo a una historia bella y trágica. Y, sobre todo, muchas y bellas imágenes que poseen un valor esencial, pues no por azar es fotógrafo el protagonista de la historia. Observar, ver lo que no se ve a primera vista, es la propuesta radical de esta novela que trata justamente de la complejidad de la mirada en el ser humano. La experimentación no es aquí un mero juego de artificio, sino una herramienta que añade dimensiones novedosas a un relato que se enfrenta a lo que no se puede o quiere mirar. Ésta es una gran novela, una obra literaria de una enorme magnitud, y también un alegato.
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*Jimena Néspolo (Buenos Aires, 1973). Poeta, ensayista, narradora. Doctora en Letras (UBA). Dirige Boca de Sapo, revista de arte, literatura y pensamiento. Publicó cuatro libros de poesía: Incertezas (Simurg, 1999), Papeles cautivos (Simurg, 2002), La señora Sh. (Alción, 2009), Niñas (ilustrado por Marta Vicente, AH, 2010). Ha publicado el ensayo Ejercicios de pudor. Sujeto en la narrativa de Antonio di Benedetto (AH, 2004) y, junto a su hermano Matías Néspolo, compiló La erótica del relato. Escritores de la nueva argentina (AH, 2009).

viernes, marzo 18, 2011

Los sueños del agua en Revista Planetario (Reseña)

Los sueños del agua es un libro de esos que no se puede (no se debe) encasillar para ninguna edad en especial, pero que se puede (y se debe) disfrutar en todas. Es intención de la editorial incluir a los adultos y lo logra. Letra e imagen pueden ser leídas de manera convencional o profundamente concentrados en lo simbólico. Es un libro que en verdad requiere la lectura minuciosa de la imagen. Para hacer la combinación que uno quiera, que desee y que el libro permita. Luego, hay una reconstrucción del poema completo para leerlo de un tirón ya que es imposible no demorarse con las imágenes.
La estética simple narra hasta el detalle, la luz, el reflejo, y en conjunto aporta información y juega metafóricamente hasta que por un momento hay que dar vuelta el libro.
Siempre una poesía permite múltiples lecturas, que no tienen que ser para todas las personas las mismas, en este sentido si despierta diferentes cosas en cada uno mejor aún; a lo cual se le agrega en este tipo de libros, la calidad y la ternura que busca atraer al niño (también el que los adultos tenemos dentro).
S. C.
*María del Carmen Colombo ha recibido el Primer Gran Premio de Poesía V Centenario (1992) y la Mención Especial del Premio Nacional de Poesía.
*Cristian Turdera ilustró La canción decidida de David Wapner y La Reina Mab, el hada de las pesadillas, sobre textos de W. Shakespeare adaptados por Ruth Kaufman.

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jueves, marzo 17, 2011

Emily Dickinson: Cierto Declive de la Luz


Hay un cierto Declive de la luz
En Tardes Invernales-
Que oprime como el Peso
De los Cantos Litúrgicos-


Nos inflinge una Herida Celestial-
Su huella es inhallable,
Hay solo un cambio interno
Donde moran las Significaciones-

Nadie puede explicarlo -Nadie-
Es el Sello de la Deseperanza-
Un dolor imperial
Enviado por el Aire-

El Paisaje lo escucha, cuando llega-
Se detienen -las Sombras-
Cuando se va, parece Lejanía
En los ojos de un Muerto.


*Versión al castellano de Ricardo Herrera.

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La desconocida del Plata: Paulina Movsichoff*


No puedo saber qué día es hoy, ni en qué mes estamos. Me parece que desde que llegué aquí ha pasado una eternidad. Creo que ya debe haber empezado el otoño. Otoño. Esa palabra me sabe a ambrosía debajo de esta hedionda capucha (perdón, hijita) en donde no se vislumbran más que los zapatos de ellos. Temblamos cuando escuchamos los pasos, esos pasos que ya sabemos distinguir, los del Turco, como le llaman al que nos lleva a los interrogatorios. O los del doctor Douglas, como le dicen a ese que nos viene con el cuento de que si colaboramos nos van a dar pronto la libertad. Aún no me han vencido. Yo, que siempre fui tan habladora, he mantenido un empecinado silencio. Sí, herr doktor, no sé nada, herr Doktor. Podrían pasar por aquí Dante, con su Virgilio a cuestas. ¿En qué círculo del infierno nos pondría? Pero te estaba hablando del otoño y lo que daría para ver un árbol. Recuerdo cómo te gustaba abrir el ventanal que daba a nuestro balcón y quedarte contemplando las hojas cobrizas, esos “oros” como les llamaba Juan Ramón Jiménez, eso que ahora nos suena cursi pero sí, aquello parecía puro oro. La naturaleza tiene sus alhajas. Las mías son ahora este sayal gris y unas torpes sandalias de plástico. Hasta la medallita de mamá me quitaron. La de la Virgen niña, esa que llevé toda la vida colgada de mi cuerpo. Ahora soy duquesa de nada. Reina de la desnudez. Me asalta por momentos el temor de no volver a vernos, la incógnita por tu futuro. También qué pensarás de mí, si me habrás perdonado. Por qué será que, hagamos lo que hagamos, a las mujeres se nos doblega con la culpa. Tal vez si sobrellevo obstinada esta estación de fatiga, podré unir los retazos que flotan en mi memoria igual que los témpanos en un deshielo. Quería decirte, hijita, que no me arrepiento. Hay arrepentimientos que son peores que el pecado. Siempre fui así, desde niña, cuando querían hacerme sentir mala. Sos mala, me decía a mí misma. Mala, mala, no vas a tener suerte, como me dijo una vez mamá. Fue esa vez que tu tía Agustina descubrió la foto de Evita pegada en una hoja del cuaderno de deberes. Se la mostró a mamá y ella le contó a papá. Me dejó sin comer ese día y me dijo en tono admonitorio que, en casa, de esa mujer no se hablaba. Ni menos podía guardarse su fotografía. Pero seguí amándola. Cuando murió, yo tenía dieciséis años. Recuerdo que veníamos con mamá de la modista y se cruzó en la calle con una amiga.. Pude oír clarito lo que le dijo, aunque bajara la voz: “Ha muerto la Eva”, con un tono entre cómplice y satisfecho. Como si ellas, de alguna manera, hubieran colaborado en esa muerte. Como si la hubiesen estado esperando. Yo seguía soñando con esa silueta lánguida y frágil que cargó sobre sus hombros el dolor de los pobrecitos. Yo, que no leía los diarios, comencé a seguir paso a paso su entierro por la radio. Atisbaba los noticiosos de los cines en donde se mostraba, adentro de ese féretro, el rostro marfileño asomando de esa silueta hierática. Las mujeres que sollozaban desconsoladas, los canillitas que rompían en llanto al anunciar la noticia. A San Luis todo aquello llegaba muy amortiguado. Con nadie podía hablar de ella. Sólo con Ramona, que fue quien me regaló la foto. Si no salgo de aquí me gustaría que alguna vez la vieras. Mi Ramona. Me refugiaba en su falda empolladora cuando mamá me retaba. “No llore, niña Patita, le contaré un cuento”. Y me largaba esos interminables cuentos que hablaban de niños desobedientes que se transformaban en pájaros, o aquel de la vanidosa que se transformó en iguana, pero su metamorfosis no alcanzó a las manos, que no dejaron nunca de ser finas y bellas. Tal vez por eso teníamos prohibido salir a la hora de la siesta. Para que no nos contagiara su vanidad de reina. Parece que trataba a los pretendientes con desprecio. Cómo se atrevía. Evita no pasó por esa humillación. Tenía joyas y le gustaban y las mostraba al mundo. Pero su mayor joya eran los niños. Los únicos privilegiados. Alguna vez la divisé de lejos, en el palco que se levantó en la plaza con motivo de su visita a San Luis. Me hubiera gustado poder acercarme, tocar aunque más no fuera el borde de su tapado de visón.Qué será, mi amor, de vos, cómo quisiera que estuviéramos juntas, levantarme por las noches y taparte cuando duermes, besarte y aspirar tu piel que conserva aún la frescura de un bebé. Ver a los hijos que seguramente tendrás algún día. Por ahora sólo me queda esta larga espera. Espera de que me busquen, de que me encuentren, espera de verte Marina, hijita de mi alma, de que me quieran aun cuando piensen me haya portado mal. Soy habitada por la espera.

*Fragmento de la novela de la escritora Paulina Movsichoff, recientemente editada. Véase: http://losmotivosdelaloba.blogspot.com/2010/07/la-desconocida-del-plata-fragmento.html?spref=fb

Músicos, poetas y plásticos, todos con Cristina


El próximo miércoles 23 de marzo, a las 21, en el Polideportivo del SUTERH -Venezuela 330, de esta Capital, se realizará la gran fiesta del arte y la cultura, de la que participarán "Músicos, Poetas y Plásticos con Cristina", colectivos culturales y artísticos reunidos para apoyar el Proyecto Nacional y Popular, encabezado por la Presidenta de la Nación.

La entrada es libre y gratuita.

De Ezra a Hilda: sobre Sigmund




Encuentro a tu vil Freud toda hojarasca… Te metiste en el chiquero equivocado, ma chère.”
Ezra Pound

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Ciclo Poesía al Sur

Compartimos con todos los visitantes de este blog del amasijo, la siguiente noticia:
C I C LO E S T A C I O N A L, Arrojas Poesía al Sur

L O S L A U R E L E S, Bar Restaurante Barracas, Av. Iriarte 2290, esquina Gonçalves Días. A tres cuadras de autopista 9 de Julio sur.

El próximo lunes 21 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Poesía, el Bar Restaurante Los Laureles inaugurará el Ciclo Estacional: Arrojas Poesía al Sur, Temporada de Otoño 2011, en homenaje al poeta popular y amigo de la Casa Jorge Arrojas, fallecido el año pasado. Nos acompañarán artistas locales y visitantes, consagrados y emergentes de las nuevas generaciones de poetas, y vecinos.
El 21, además, se conmemora el Día de San Benito, y se recordará a Benito Quinquela Martín, multifacético artista del barrio vecino de La Boca.
La temporada de otoño contará con la presencia de la y los poetas Liliana Lukin, Facundo Ruiz, y Ricardo Piña (Eloísa Cartonera); las cantautoras Zulma Ducca y Paula Maffía e invitados del barrio.
Este Ciclo tendrá lugar a lo largo de las cuatro estaciones del año y contará con artistas del Sur y otros puntos cardinales, que compartirán poesía en sus diversos formatos y estéticas.
Esta actividad está organizada por integrantes de la Red de Turismo Sostenible La Boca Barracas.
Como llegar a Los Laureles. Mapa / Colectivos que te llevan: 70-45-12-100-95-93
Teléfono54114303-3393 / BarLosLaureles@hotmail.com
Prensa: Marta Sacco: 15-4973-8558

miércoles, marzo 16, 2011

Hilda sobre Sigmund: el tono de su voz...



“… el hermoso tono de su voz tiene una manera de extraer de su contexto una frase, o una oración en inglés (fuera del contexto asociado, podría decirse, del conjunto del idioma), de modo que, aunque hablaba inglés sin traza perceptible de acento, aún así hablaba una lengua extranjera”(...). El tono de su voz, la cualidad cantarina que impregnaba tan sutilmente la textura de la palabra hablada, hacía que esta palabra hablada viviera en otra dimensión, o tomara otro color (...), o como si metiera una pieza de ese pensamiento arrancada de la textura monótona y desgastada del lenguaje mismo, en la caldera hirviente de su propia mente, para extraerla teñida de azul o de escarlata, un color nuevo para la vieja malla gris...”

*De Tributo a Freud, "Escrito en la pared", pág.118.

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martes, marzo 15, 2011

Historia de los signos sobre una pared: Hilda Doolittle


Historia de los signos sobre la pared que tuvo por protagonista a la poetisa H.D. (Hilda Doolittle, 1886-1961) y que ella misma cuenta en un breve libro dedicado a Freud: Tribute to Freud.



“Ahora hablaré de estos signos sobre la pared, dado que para el Profesor -Freud, con quien se analizaba en 1930- eran el ‘síntoma’ más peligroso, o más bien el único síntoma peligroso.”


“La serie de imágenes de sombra, o mejor de luz, que vi proyectada sobre la pared de una habitación de hotel en la isla jónica de Corfú, alrededor del final de abril de 1920, por su calidad e intensidad, claridad y autenticidad, es clasificable en la misma categoría psíquica a la que pertenece el sueño de la hija del faraón, la Princesa que baja la escalinata.”

H.D. llegó a Corfú junto a una joven conocida suya. Precedentemente ha explicado cómo el año anterior, en 1919, se había encontrado cerca de perder la salud y la vida. “El peso material y espiritual de sacarme de esa terrible situación”, dice, “recayó en una joven mujer que conocía desde hacía poco. Su pseudónimo es Bryher.”

Bryher organizó para ambas un viaje a Grecia, “quería llevarme a la tierra que, espiritual y geográficamente, yo prefería y soñaba”.

“Quizás el viaje a Grecia que hice esa primavera podría haber sido interpretado como una fuga de la realidad. Y quizás las experiencias que tuve en esa habitación podrían haber sido interpretadas como otra fuga: una fuga de la fuga. De cualquier manera sobre la pared había alas.”

Según la interpretación del Profesor la visión de los signos sobre la pared significaba su deseo de mantenerse unida a la madre.

“Debo decir que jamás había tenido una experiencia similar y que nunca más la tuve. Vi una mancha indistinta asumir una forma sobre la pared.” "Era una figura humana poco nítida pero era de todos modos una imagen de luz -si bien apenas lograba distinguirla- y no una imagen de sombra.”

La visión luego se hace más precisa y se transforma delante de los ojos atentos, inmóviles de H.D.: “Pero en este punto hago una pausa, o es mi mano que la hace, como si surgiera algún problema sobre el sentido o la dirección a dar a estos símbolos.”

“Me pregunto si me conviene, o quizás si no será peligroso, continuar esta experiencia, este experimento. Dado que la cabeza me está ya advirtiendo (aunque no pueden haber pasado más que pocos minutos de reloj para que las imágenes tomen cuerpo) que esta dimensión mental es muy insólita, que es muy insólito este modo de pensar, y que es posible que mi cerebro y mi mente no estén a la altura de la situación.”

Mientras reconstruye este hecho lejano, recuerda el juicio pronunciado por Freud en 1930 y piensa que quizás el Profesor tenía razón, quizás era verdaderamente un “síntoma peligroso”. Ella lo ha juzgado siempre una “inspiración”, la inspiración poética en estado puro, visión de la “escritura que se escribe a sí misma".

“Pero no es fácil conservar este estado de ánimo, este ‘síntoma’ o esta inspiración. Y ahí estoy, sentada en esta habitación con Bryher, la amiga que me ha traído a Grecia. Ahora puedo dirigirle la palabra, aunque no me muevo ni un centímetro y no dejo de tener los ojos fijos en esa esfera de cristal que es la pared delante de mí. 'Sobre la pared han aparecido algunas imágenes'-digo a Bryher-. En un primer momento pensé que serían sombras, pero no son sombras, son imágenes de luz. Representan objetos bastante simples, pero naturalmente es un fenómeno muy extraño. Si quiero puedo quitar la mirada cuando me parece, es sólo cuestión de concentración. ¿Qué te parece? ¿Debo detenerme o debo continuar? Bryher respondió sin dudar: -Adelante.”

Pero la visión se perturba, la perturbación se visualiza en una masa zumbante de puntos negros y móviles.

“… Sé que eran personas y me irritaban, pero no odiaba a la gente y no nutría resentimientos hacia nadie. Había conocido personas excepcionalmente dotadas y deliciosas. Me habían tratado con muchas atenciones o bien me habían despreciado, pero el hecho de haber recibido atenciones o de haber sido despreciada no tenía ninguna importancia frente a los problemas más graves: frente a la vida, frente a la muerte. (Había parido a mi hija y yo todavía estaba viva.) Y sin embargo, extrañamente, yo sabía que esos signos sobre la pared delante de mí, la experiencia que estaba haciendo, no podía compartirla con ellos: no podía compartirla con nadie más que con la muchacha que tan valientemente estaba a mi lado. Y esta muchacha me había dicho sin dudar: "Adelante". Era ella quien verdaderamente tenía el desapego y la integridad de la Pithia de Delfos. Pero era yo (en tan mal estado y tan separada de mis parientes americanos y de mis amigos ingleses), era yo quien veía las imágenes y leía esos signos o, si se quiere, era yo aquella a quien le había sido concedida la visión interior. O bien, en cierto sentido, esas imágenes las ‘veíamos’ juntas, porque sin ella, debo admitirlo, no habría podido seguir adelante.”

"Apagué ‘el interruptor’, interrumpí ‘la corriente’ antes que apareciera la imagen final, antes (podría decirse) que tuviera lugar la explosión. Pero si bien dentro de mí siento haber tenido bastante, o quizá un poco demasiado, Bryher, que ha continuado a la espera junto a mí, continúa la ‘lectura’ desde el punto en que yo la dejé. Después me dijo que no había visto nada sobre la pared, hasta que yo me tomé la cabeza con las manos. Se había quedado cerca de mí, paciente, perpleja, y ciertamente muy preocupada y ansiosa por mis condiciones, por ese estado de ánimo mío. Pero cuando me relajé, cuando me dejé ir, mental y físicamente exhausta, Bryher vio aquello que yo no había visto: la última sección de la serie o el símbolo conclusivo.”

“Bryher me dijo haber visto un círculo similar al disco solar con una figura dentro, que, según ella, era la de un hombre en el acto de tender la mano para traer al sol, junto a sí, una figura de mujer (mi Niké).”

Niké, o Victoria, es la última de las figuras aparecidas sobre la pared y la autora la describió detalladamente: “Es un ángel con rasgos comunes, del tipo que se puede ver sobre las tarjetas de Navidad o de Pascua. Está hecha de luz como las tres figuras precedentes, llamadas también “mis tres cartas”, “pero a diferencia de estas últimas no es una imagen estática o aplanada: se mueve en el espacio, un espacio no circunscripto, y no está aplastada contra la pared, aunque sube hacia arriba como si se deslizara sobre la superficie del muro. Es una imagen en movimiento y por suerte es un movimiento veloz. No es que sea realmente veloz, pero tiene un flujo constante que por lo menos concede un poco de reposo a la mente, que ahora está como si hubiera escapado los barrotes de aquella escalera [aparecida justo antes de Niké] y hubiera dejado de treparse, no más prisionera en esa jaula sino libre y alada..."

“El deseo de quedar unida a mi madre es la interpretación que el Profesor dio a la escritura figurada.” "Se pueden leer o interpretar como el deseo reprimido de emitir ‘signos y profecías’ prohibidos que infrinjan cualquier regla, el deseo reprimido de ser una profetisa.” “O bien estos signos sobre la pared son simplemente una extensión de la mente del artista, una escritura figurada o un poema ilustrado, sustraídos al contenido del sueño real y de aquel con los ojos abiertos y proyectados desde adentro.”

* De la traducción al italiano I segni sul muro

Extraído de:
http://mitakuyeoyasinn.blogspot.com/2007/09/libreria-delle-donne-di-milano.html
~~~~~~

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Hilda y Sigmund: Escrito en una pared


“No me doy cuenta qué era específicamente lo que quería, pero sabía que, como mucha gente que conocía, en Inglaterra, en América, en el continente europeo, andaba sin rumbo. Por lo menos, sabía eso; (...) hacer inventario de mis modestas pertenencias de alma y cuerpo, y pedir al viejo Ermitaño que vivía en el límite de este vasto dominio que me hablara, que me dijera, si quería, cómo dirigir mi curso.”
("Advenimiento": pág. 142/143).
...
“... sentí que encontrarlo a los cuarenta y siete años, y ser aceptada
por él como paciente o estudiante, parecía coronar todos mis otros vínculos y relaciones personales, justificar todas las espiraladas tortuosidades de mi mente y de mi cuerpo".
---
"No sabía lo que lo había enojado súbitamente. Me volví y salí del diván, los pies en el suelo. No sé exactamente qué había dicho... Me volví, sentada de un modo poco ortodoxo, bien derecha, con los pies en el suelo. El mismo Profesor es bastante poco ortodoxo; está golpeando con la mano, con el puño en la cabecera del antiguo sofá de crin, que ha oído más secretos que el confesionario de cualquier padre confesor católico romano en sus días de apogeo... Conscientemente, no advertí haber dicho nada que pudiera explicar la explosión del Profesor. Incluso cuando me volví, de frente a él, mi mente estaba lo bastante alejada como para preguntarme si no había sido alguna idea de él para acelerar el contenido analítico o para dirigir el flujo de las imágenes asociadas. El Profesor dijo, "El problema es -yo soy un hombre viejo- que Ud. no cree que valga la pena amarme".

El impacto de estas palabras fue demasiado terrible, simplemente no sentí nada. No dije nada. ¿Qué esperaba él que yo dijera? Era exactamente como si el Ser Supremo hubiera golpeado con el puño sobre el respaldo del diván donde yo yacía. ¿Por qué hizo eso? Debía saberlo todo o no sabía nada. Debía saber lo que yo sentía. Tal vez lo sabía, quizás se trataba de eso. Tal vez, después de todo, era un recurso, algo para impresionarme, para romper en mí algo que yo advertía parcialmente, algo que rehusaba romperse, que no debía entregarse... Por el momento estoy reclinada en el diván. Acabo de acomodar la manta que había caído al suelo. He metido las manos bajo ella. Me pregunto si el Profesor se dio cuenta de que miré el reloj. Realmente estoy quebrantada. Pero no hay posibilidad de una contestación."

*Hilda Doolittle, Escrito sobre la pared . Extractado de http://www.campolacaniano.com.ar/historia.htm

...
"la madre es la Musa, la Creadora, y especialmente en mi caso, pues el nombre de mi madre era Helena. (…) Obviamente, es mi herencia. Mis facultades imaginativas derivan de mi madre, artista-música. (...) El ambiente que rodea al Profesor, y sus intereses, parecen derivar de mi madre, más bien que de mi padre, pero decir que la “transferencia” se realiza sobre Freud como madre no me satisface del todo. El había dicho: “Y –debo decírselo (usted fue franca conmigo y yo lo seré con usted)- no me agrada ser la madre transferencial; siempre me sorprende y me molesta un poco. Me siento muy masculino.

(Advenimiento, 9 de marzo de 1933)
---

“Había hablado de mi desengaño de Havelock Ellis (...). En mis sueños echo sal a mi máquina de escribir. De modo que presumo que querría salar mi escritura insípida con la sal de la tierra, la menor afirmación de Sigmund Freud. (...) Me fastidié con el Profesor al leer uno de sus libros. Decía (según lo recuerdo) que las mujeres no llegan a nada o no llegan a mucho, en la actividad creadora, a menos que tengan una contraparte masculina o un compañero masculino de quien extraer su inspiración. Tal vez tenga razón, y mi sueño de salar la máquina de escribir con el símbolo delator de la transferencia sea una prueba más de su infalibilidad.”

*(Advenimiento, pág.198, 199.)- Extractado de http://www.descartes.org.ar/etexts-gez.htm

...
“Recuerdo que el Profesor dijo que nunca se sabe, hasta que termina el análisis, qué es lo importante y qué no lo es.”

*HD, “Advenimiento”, 10 de marzo 1933.

...
“Las palabras vuelven con singular frescura e intensidad, ahora que, luego de esta larga espera, puedo recordar aquellas sesiones de Viena sin un terror insoportable y sin un desfallecimiento aterrador. La guerra se cernía sobre nosotros, antes de que yo tuviera tiempo de clasificar, de revivir, y de reunir la serie singular de acontecimientos y de sueños que pertenecían según el tiempo histórico, al período 1914/1919. … y atrapé la ocasión inesperada de trabajar con el Profesor mismo.”

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lunes, marzo 14, 2011

Hilda Doolittle: poemas de los libros de Trilogía

39
Hemos recibido demasiados dogmas
y muy pocas garantías,
demasiados: más no se ha demostrado
lo suficiente que esto, esto, esto
es herejía: sé y siento
el significado que ocultan las palabras;
son anagramas, criptogramas,
pequeños estuches, adecuados
para incubar mariposas



[41]
Sirio:
¿qué misterio es este?
eres semilla,
grano junto a la arena,
plantado en el surco
negro como el plomo.
Sirio:
¿qué misterio es este?
te has ahogado
en el río;
los riachuelos de la primavera
empujan las compuertas del agua.
Sirio:
¿qué misterio es este?
donde el calor quiebra y agrieta
el desierto de arena,
tú eres una neblina
de nieve: blancas, diminutas flores.

[41]
sirius:
What mystery is this?
you are seed,
corn near the sand,
enclosed in black-lead,
ploughed land.
Sirius:
what mystery is this?
you are drowned
in the river;
the spring freshets
push open the water-gates.
Sirius:
what mystery is this?
Where heat breaks and cracks
the sand-waste,
you are a mist
of snow: white, little flowers.


[43]
Pero no caen las murallas,
no entiendo por qué;
hay un ssss-silbido,
una nueva dimensión,
desconocida, del relámpago;
estamos indefensos,
polvo y pólvora anegan los pulmones,
nuestros cuerpos chocan
al cruzar las puertas desgoznadas,
ceden los dinteles
formando un aspa;
caminamos sin descanso
bajo un aire leve
que se espesa en niebla cegadora,
entonces nos apartamos
sin demora, porque ni del aire
podemos fiarnos,
denso donde habría de ser fino
y tenue
donde las alas se separan y abren,
y el éter
pesa más que el suelo,
y el suelo se comba
como en un naufragio;
no conocemos reglas
por las que guiarnos,
somos navegantes, exploradores
de lo desconocido,
lo no registrado;
carecemos de mapa;
quizá arribemos a puerto,
a cielo.

[43]
Still the walls do not fall,
I do not know why;
there is zrr-hiss,
lightning in a not-known,
unregistered dimension;
we are powerless,
dust and powder fill our lungs
our bodies blunder
through doors twisted on hinges,
and the lintels slant
cross-wise;
we walk continually
on thin air
that thickens to a blind fog,
then step swiftly aside,
for even the air
is independable,
thick where it should be fine
and tenuous
where wings separate and open,
and the ether
is heavier than the floor,
and the floor sags
like a ship floundering;
we know no rule
of procedure,
we are voyagers, discoverers
of the not-known,
the unrecorded;
we have no map;
possibly we will reach haven,
heaven.
------

No es, en modo alguno, la columna
de fuego que vino primero

diferente a la columna
de fuego que vendrá;

el abismo, el cisma de la conciencia
debe ser salvado;

cada uno de nosotros es el amo de la casa,
cada cual con su tesoro;

es hora de restituir
su valor a nuestro cofre secreto

a la luz del pasado y el futuro,
pues si guarda

monedas, gemas, vasos
y fuentes de oro

o tan solo talismanes,
documentos, o bien pergaminos,

claramente, se nos dice,
contiene

para cada escriba
que haya sido instruido,

cosas viejas
y nuevas.

In no wise is the pillar-or-fire
that went before

different from the pillar-of-fire
that comes after;

chasm, schism in consciousness
must be bridged over;

we are each, householder,
each with a treasure;

now is the time to re-value
our secret hoard

in the light of both past and future,
for whether

coins, gems, gold
beackers, platters

or merely
talismans, records or parchments,

explicitly, we are told,
it contains

for every scribe
wich is instructed,

things new
and old.

. De "No caen las murallas", primer libro de Trilogía.
------------------------------------

(24)

Cada hora, cada momento
tiene su específico Espíritu acompañante;

la manecilla del reloj, minuto a minuto,
golpetea en torno a su órbita prescrita;

pero esta curiosa perfección mecánica
no debería separar sino antes bien relacionar

nuestra vida, este eclipse temporal,
con aquella otra...

(25)

...vida de la no necesidad
de la luna de brillar en él,

pues golpeteaba minuto a minuto
(el reloj en mi cabecera,

con su pálido, luminoso disco)
cuando la Dama tocó;

yo hablaba informalmente
con amigos en la otra habitación,

cuando vimos la estancia de afuera
hacerse más ligera –y en el umbral

no había tal puerta
(se trataba de un sueño, desde luego),

y ella estaba ahí de pie,
en realidad, al doblar la escalera.

(26)

Uno de nosotros dijo, qué extraño,
ella está ahí de pie en realidad,

me pregunto: ¿qué la habrá traído?
y otro de nosotros dijo:

¿tendremos algún poder
nosotros tres juntos,

que actúa como una especie de imán
que atrae lo sobrenatural?

(pero todo era lo suficientemente natural,
según acordamos);

no sé lo que dije
o si dije algo,

pues antes de que pudiera hablar,
me di cuenta de que había estado soñando,

que yacía despierta ahora en mi cama,
que esa luz tan luminosa

era la carátula fosforescente
de mi pequeño reloj

y el leve golpeteo
provenía de las agujas.

(27)

Y sin embargo de sutil manera
ella estaba ahí más que nunca,

como si milagrosamente se hubiera
relacionado con el tiempo ahí,

lo cual no es cosa fácil
incluso para el experimentado extraño,

de quien no debemos olvidarnos
pues hay quien recibe a los ángeles de improviso.

(31)

Pero nada de esto, nada de esto
la sugiere tal como yo la vi,

aunque posiblemente nos aproximemos
a cierta parte de su fresca bondad

en la graciosa gentileza
de las doncellas marinas de mármol en Venecia,

que ascienden por la escalinata del altar
en Santa Maria dei Miracoli,

o la aclamamos
con otro nombre en Viena,

Maria von dem Schnee
Nuestra Señora de la Nieve

(32)

Pues en verdad puedo decir
que sus velos eran blancos como la nieve,

nada más pleno sobre la tierra
los puede superar en blanco; puedo decir

que lucía bellísima, lucía hermosa,
iba engalanada con un manto

hasta los talones, pero no iba
sujeto con un lazo de oro,

no había oro, ningún color,
no había resplandor en la tela

ni sombra de hilván y bastilla
cuando se dejaba caer; ella no lucía

ninguno de sus atributos de costumbre;
el Niño no la acompañaba.

(41)

Llevaba un libro, ya sea para decirnos
que era uno de nosotros, con nosotros,

o para sugerir que estaba satisfecha
con nuestra ofrenda, un atributo a los Ángeles;

y aunque hablaron los campanili,
Gabriel, Azrael,

aunque los campanili respondieron,
Rafael, Uriel,

aunque una distante nota sobre el agua
redobló Anael y Miguel,

fue implícita desde un principio
otra, profunda, innombrada, resurgente campana

que respondió, soñando a través de todos:
recuerda, donde nunca hubo

necesidad para que la luna brillara...
no vi templo alguno.

(42)

Algunos nombran a esa campana tan profunda
Zadkiel, la bondad de Dios,

él es regente de Júpiter
o Zeus padre o Teus padre,

Teus, Dios; Dios el padre, padre dios
o el Ángel dios padre,

él mismo, el cielo aún en casa en una estrella
cuyo color es amatista,

cuya vela se enciende en violeta profundo
con las demás.

(43)

Y el punto del espectro
donde todas las luces son una sola

es blanco y blanco no es una falta de color,
tal como se nos enseña desde niños,

sino un todo color;
donde las flamas se mezclan

y las alas se encuentran, donde ganamos
el arca de la perfección,

estamos satisfechos, estamos felices,
comenzamos de nuevos;
Yo ví a Juan. Soy testigo
de las alas de arco iris, del alcance del cielo

y los muros de color,
las columnas de jaspe;
pero cuando la joya
se derrite en el crisol,
no encontramos cenizas, cenizas de rosa,
una alta vasija y un báculo de lirio,
no un vas spirituale,
no una rosa mystica siquiera
sino un racimo color de rosa de jardín
o un rostro como rosa de Navidad.
He aquí el florecimiento del cayado,
es el florecimiento de la leña quemada,
donde, Zadkiel, nos detenemos a dar gracias
por levantarnos de nuevo de entre los muertos y vivir.

* De Tribute to angels, segundo libro de Trilogía
-----------------------------------------------------------


Voy donde amo y soy amada
hacia la nieve;

Voy hacia aquello que amo
sin ningún pensamiento de deber o piedad;

Voy hacia donde pertenezco, inexorable,
como la lluvia que no ha cesado de caer

hacia los surcos; he dado
o podría haber dado

vida al grano;
pero si éste no crece o madura

con la lluvia de la hermosura,
la lluvia retornará a la nube,

quien cosecha afila su acero sobre piedra;
pero éste no es nuestro campo,

no lo hemos sembrado;
impiadosos, impiadosos, dejemos

el sitio de la calavera
para aquellos que lo compusieron.


27

Y Gaspar (pues sin duda era mercader)
al principio no la reconoció;

era frágil, delgada, no llevaba pulseras
ni ningún otro adorno, y con el chal

envolviendo su cabeza y sus hombros
no se hacía notar, no parecía

una sirvienta llevando un recado, sino alguien
de confianza, de parte de una gran dama;

la discreción en persona
con su túnica oscura y su tocado;

Gaspar no la reconoció
hasta que el chal se le cayó al suelo,

y reconoció entonces no sólo a María
tal como decían las estrellas (Venus en ascendente

o Venus en conjunción con Júpiter
o comoquiera que él llamase a estos fuegos errantes),

sino que, cuando vio la luz de su cabello
igual que luna llena sobre un río perdido,

Gaspar
recordó.

*De "La floración de la vara", tercer libro de Trilogía.

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domingo, marzo 13, 2011

Hugo Alberto Goldsman, Marta Zelmira Mastrogiácomo, queridos amigos...

Como todos los años, cuando se acerca el 24 de marzo...

Hugo Alberto Goldsman, Marta Zelmira Mastroiácomo:
A mis queridos amigos:
Hugo Alberto Goldsman, asesinado a fines de 1976 http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/g/goldsman/, y Marta Zelmira Mastrogiácomo, secuestrada y desaparecida el 20 de octubre de 1976 en la Ciudad de La Plata (http://blogdelamasijo.blogspot.com/2009/10/marta-mastroiacomo-no-olvidamos-no.html) :
NO OLVIDAMOS - NO PERDONAMOS - NO NOS RECONCILIAMOS

Hilda Doolittle: El Maestro*: tú eres el señor vuelto mujer

La gran selva de lo desconocido, de lo supernormal o sobrenatural, nos rodeaba por todas partes. Con la corriente que se tornaba cada vez más impetuosa, yo podía, por lo menos, arrimarme a los bajíos antes de que fuera demasiado tarde, hacer inventario de mis modestas pertenencias de alma y de cuerpo, y pedir al viejo Ermitaño que me dijera, si quería, cómo dirigir mi curso.” H.D.







I

Era muy bello
el viejo,
y yo conocí la sabiduría,
hallé la verdad sin medida
en sus palabras,
su autoridad
era decisiva

(cómo era que comprendía?)

cuando viajé a Mileto
a buscar sabiduría
dejé todo atrás,
ayuné,
trabajé hasta tarde,
me levanté temprano;
usara ropas simples
o intrincadas,
nada se perdía,
cada vestido tenía significado,
"cada gesto es sabiduría",
me enseñaba;
"nada se pierde",
decía;
me acostara tarde
o temprano,
atrapaba el sueño
y me levantaba soñando,
y forjábamos filosofía con el contenido del sueño
y yo estaba contenida;

nada se perdía
pues Dios es todo
y el sueño es Dios
sólo para nosotros,
para nosotros
es pequeña la sabiduría
pero suficientemente grande
para conocer a Dios en todas partes;

Oh era justo,
aun cuando yo le arrojara sus palabras a la boca
me decía
"pronto estaré muerto,
debo aprender de los jóvenes";

su tiranía era absoluta,
pues yo tenía que amarlo entonces,
debía reconocer que él estaba más allá de cualquier hombre,
más cerca de Dios
(era tan viejo),
tenía que clamar
su perdón,
que él me concedía
con su vieja cabeza
tan sabia,
tan bello
con su boca tan joven
y sus ojos;

Oh dios,
deja que haya alguna sorpresa en el cielo para él,
pues nadie sino tú podría idear
algo adecuado
para él
tan bello.

II

No sé qué sugerir,
difícilmente puedo sugerirle algo a Dios,
quien con un gesto
dice, "álcese el Olimpo,
húndase el mar,
Oh Pelión,
Ossa,
sean inmóviles";

no sé qué decirle a Dios,
pues las montañas
responden a su gesto
y el mar,
cuando le dice a su hija,
blanca Madre
de verdes
hojas
y riachuelos verdes
y plata,
que aquiete
la tempestad
o mande paz
y cese el peligro
cuando una montaña escupe fuego;

yo no sabía cómo diferenciar
entre el deseo volcánico,
anémonas como ascuas
y llama púrpura
de violetas
como fuego al rojo,
y la plata
fría
de sus pies:

tenía dos amores separados;
Dios que ama a todas las montañas,
el único que sabía por qué‚
y comprendía,
le dijo al viejo
que explicara

lo imposible,

y él lo hizo.

III

¿Qué puede darle Dios al viejo
que hizo esto posible?

pues una mujer
respira fuego
y está fría,
una mujer vierte nieve de los tobillos
y está tibia;
el blanco calor
se funde en copo de nieve
y las violetas
se vuelven amatistas puras,
claras como el agua:
no,
no vacilé‚
vi todo el milagro,
supe que el viejo lo hacía sostenible,
¿pero como podía él haber previsto
lo imposible?

¿cómo podíamos saber
que cada gesto de esta danza
sería hierático?
las palabras estaban inscriptas sobre papiros
las palabras estaban escritas cuidadosamente,
cada palabra estaba sola
aunque cada una llevaba a otra,
y el todo hacía un ritmo
en el aire,
hasta ahora inconcebible,
desconocido.

IV

Estaba furiosa con el viejo,
quería una respuesta,
una respuesta nítida,
cuando discutí y dije, "bien, dímelo,
pronto estarás muerto,
el secreto está en ti",
me dijo,
"eres poeta";

no quiero ser tratada como niña, como débil,
así que dije
(estaba furiosa)
"no durarás para siempre,
el fuego de la sabiduría muere contigo,
he venido a Mileto desde lejos,
ya no estarás mucho entre nosotros,
vine a buscar una respuesta";

estaba furiosa con el viejo,
con su charla sobre la fuerza viril,
estaba furiosa con su misterio, sus misterios,
discutí hasta el amanecer;


Oh era tarde,
y Dios me perdonará, perdonará mi furia,
pero no podía aceptarlo.

No podía aceptar de la sabiduría
lo que enseñaba el amor:
la mujer es perfecta.

V

Ella es mujer,
aunque más allá de mujer,
aunque en mujer,
sus pies son del pulso delicado del capullo del narciso
brotando desde la tierra
(ah, dónde está tu fuerza viril?)
sus brazos son del temblor del macho
joven,
tentativo,
emergiendo
solo en un bosque
aquella noche primera;

ella es mujer,
sus muslos son frágiles aunque fuertes,
salta de roca en roca
(sólo había para su danza un círculo pequeño

y las colinas danzan,

ella conjura a las colinas;
"despierten,
rododendros",
despiertan,
hay flor púrpura
en su mármol, sus blancos muslos
de abedul,
o hay una flor roja,

hay una flor rosa
partida en dos
cuando sus piernas se separan en la
danza
extática
Afrodita,
hay una frágil flor lavanda
oculta entre la hierba;

Oh Dios, qué es
esta flor,
que en sí misma tenía poder sobre toda la tierra?
pues no necesita hombre ella misma
es ese dardo y pulso del macho
manos, pies, muslos,
en sí misma perfecta.

VI

Deja al viejo yacer en la tierra
durante bastante tiempo ha inquietado el pensamiento de los hombres)
deja que el viejo muera,
deja que el viejo sea de la tierra
él es tierra,
Padre,
Oh amado
tú eres la tierra,
él es la tierra. Saturno, sabiduría,
roca. (Oh sus huesos son duros, es fuerte ese viejo),
déjalo crear una tierra nueva
y por las rocas de ese renacer
el mundo entero ha de sufrir,
sólo nosotras
que somos libres

podemos predecir,
profetizar,
él
(es el viejo
quien hará nacer un mundo nuevo),
es él,
es él,
quien ya ha formado una tierra nueva.

VII

Por muchos eones todavía
él inquietará el pensamiento de los hombres,
que viajarán mucho y lejos,
discutirán todas sus palabras escritas,
su pluma será sagrada,
ellos construirán un templo
y pondrán a salvo todas sus escrituras sagradas
y vendrán los hombres
y los hombres pelearán
pero él estará a salvo;
ellos fundarán templos en su nombre,
su fama será tan grande
que cualquiera que lo haya conocido
será visto también como maestro,
vidente,
intérprete;

sólo yo,
yo escaparé.

VIII

Y fue él, él mismo quien me libró
a la profecía,

no me dijo
"sé
mi discípula",
no me dijo
"escribe,
cada palabra que digo es sagrada",
no me dijo "enseña",
no me dijo
"cura
o sella documentos en mi nombre",

no,
era bastante informal,
"no discutiremos eso"
(dijo)
"eres poeta".

IX

Así que seguí adelante
un poco cegada por esa clase de lágrimas terribles
que no quieren brotar;
le dije adiós
y vi su vieja cabeza
mientras él giraba,
mientras salía del cuarto
dejándome sola
con todos sus viejos trofeos,
los mármoles, los vasos, la Esfinge de piedra,
las viejas jarras de Egipto;
me dejó sola con esas cosas
y su vieja espalda se encorvaba;

Oh Dios,
esas lágrimas no querían brotar,
¿cómo podrían?
me fui,
dije
"no soportaré esta tiranía
de un viejo,
es demasiado viejo,
moriré si lo amo;

no puedo amarlo,
está demasiado cerca,
es demasiado precioso para Dios".

X

Pero no se olvida a aquél
que hace todas las cosas factibles,
no se perdona a aquél
que hace a Dios - en - todo
posible,
pues eso es insoportable.

XI

Ahora puedo soportar incluso a Dios,
pues la risa de una mujer
profetiza
felicidad;
(no el hombre, no los hombres,
sólo uno, el viejo,
sagrado para Dios);

ningún hombre estar presente en esos misterios,
aunque todos los hombres se arrodillarán,
ningún hombre será potente,
importante,
aunque todos los hombres sentirán
qué es ser una mujer,
añorarán,
arderán,
cambiarán el placer fácil
por el esfuerzo
del espíritu,

los hombres verán por cuanto tiempo han
sido ciegos,
pobres hombres
pobres hombres de la humanidad
cuánto tiempo
cuánto tiempo
esta idea del pulso del varón los ha engañado,
los ha debilitado,
verán a la mujer,
perfecta.

XII

Y lo hicieron;
yo no fui la única que grité
locamente,
locamente,
estábamos juntos,
éramos uno,

estábamos juntos,
éramos uno;
adoradores del sol,
lanzamos
como una sola voz
nuestro grito
Rhodocleia;

Rhodocleia,
cerca del sol,
no dijimos
"apiádate de nosotros",
no dijimos "míranos",
gritamos,
"Oh corazón del sol,
rodoendro
Rhodocleia,
somos indignos de tu belleza,

tu belleza es la del sol,
tú eres el Señor vuelto mujer".


(*) Este poema, traducido por Diana Bellessi y Mirta Rosenberg, fue publicado en Diario de poesía Nro.11, 1988. Pertenece a un texto mayor: Habla una sacerdotisa muerta).

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Hilda Doolittle (H.D.): Helena

Toda Grecia odia
los ojos quietos en el rostro blanco,
el lustre que remeda a los olivos
donde está de pie
y sus manos blancas.

Toda Grecia denigra
el rostro macilento cuando ríe,
odiándolo aún más profundamente
cuando se pone pálido y blanco,
recordando encantamientos del pasado,
males del pasado.

Grecia ve sin conmoverse,
la hija de Dios, nacida del amor,
la hermosura de sus pies frescos
y las más suaves rodillas,
podría incluso amarla
si tan sólo estuviera tendida,
ceniza blanca entre cipreses fúnebres.

De Heliodora, 1924. Versión al castellano María Negroni.


All Greece hates
the still eyes in the white face,
the lustre of the olives
where she stands,
and the white hands.

All Greece reviles
the wan face when she smiles,
hating it deeper still
when it grows wan and white,
remembering past enchantments
and past ills.

Greece sees unmoved,
God's daughter, born of love,
the beauty of cool feet
and slenderest knees,
could love indeed the maid,
only if she were laid,
white ash amid funeral cypresses
.

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sábado, marzo 12, 2011

Falleció el poeta Miguel Ángel Lens



Lamentamos informar que el 28 de febrero último falleció en su casa de esta ciudad de Buenos Aires el poeta y gran amigo Miguel Ángel Lens, "después de dos años de luchar contra el debilitamiento generalizado por una anemia que no pudo superar", según especifica un comunicado de la Sociedad Argentina de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA).

Relanzamiento de los premios nacionales

Los Premios Nacionales han estado, históricamente, en el centro de las políticas culturales del Estado. De hecho, su creación (en el año 1913), presedió a la de la Secretaría de Cultura o Comisión Nacional de Cultura (como se la llamó en 1935, el año de su institución).

A lo largo del siglo XX, los premiaron la producción literaria, plástica, dramática, científica y musical. Fueron una instancia de consagración de la creación artística y de la investigación en diferentes campos de saber. Un estímulo genuino para artistas y hombres de ciencia. Sin duda, al mismo tiempo, pulsaron la relación de la política con las artes y el pensamiento, dejando entrever celebraciones y rechazos.

En sus primera ediciones, fueron reconocidos con el "Premio Nacional de Literatura": Arturo Capdevila (en 1920, 1923 y 1931), Leopoldo Lugones (en 1926), el controvertido Gustavo Martínez Zuviría, más célebre como Hugo Wast (también en 1926 y por su novela Desierto de piedra), Carlos Ibarguren (en 1930, por De nuestra tierra, Juan Manuel de Rosas) y Manuel Gálvez (en 1932, por El general Quiroga).

Al cumplirse diez años de su instauración, Ricardo Rojas (que fundó la Cátedra de Literatura Argentina el mismo año en que aparecieron los PN) fue distinguido con el "Premio Nacional de Ensayo", por aquella obra fundacional que fue: La literatura argentina. Ensayo filosófico sobre la evolución de la cultura en el Plata.

El médico y poeta Baldomero (Eugenio Otto) Fernández Moreno, fue un caso excepcional: recibió el "Premio Nacional de Poesía" en 1926, por Aldea española, y en 1929 por Sonetos. No obstante, en 1938, Fernández Moreno cobró los veinte mil pesos del "Premio Nacional de Literatura", que le fuera otorgado por sus antologías Dos poemas y Romances y seguidillas. Con ese dinero, el autor de "Setenta balcones y ninguna flor" compró la casona ubicada en la esquina de Francisco Bilbao y Rivera Indarte, en una zona del barrio de Flores que, entonces, era popular por "las casitas baratas".

Otros poetas premiados en las décadas siguientes fueron: Leopoldo Marechal (en 1940, por Sonetos a Sophia y El centauro), Francisco Luis Bernárdez (en 1944, por Poemas elementales y Poemas de carne y hueso), Silvina Ocampo (en 1962, por Lo amargo y lo dulce), Juan Gelman, Santiago Sylvester y Rodolfo Alonso (los tres, en 1997).

Entre los narradores, Jorge Luis Borges ganó el "Premio Nacional de Literatura" (en 1941) por El jardín de senderos que se bifurcan; Conrado Nalé Roxlo (en 1955) por Las puertas del purgatorio; David Viñas (en 1962) por Dar la cara; Manuel Mujica Láinez (en 1963), por Bomarzo; Carlos Gorostiza (en 1978), por Los hermanos queridos; Isidoro Blaisten y Beatriz Guido (en 1982), por Dublín al Sur y Apasionados, respectivamente.

Asimismo, el "Premio Nacional de Teatro" distinguió la producción dramática de autores como Roberto Cossa, Carlos Gorostiza, Federico León y Mauricio Kartún.

¿Qué se premia?

Según el régimen de Premios Nacionales, "Los Premios Nacionales tendrán carácter de estímulo a los autores que, a través del trabajo presentado, hayan contribuido significativamente al progreso de la actividad o disciplina en que compitan".
Los Premios Nacionales se entregan a libros publicados y/u obras estrenadas, según el caso.

¿Cuáles son las materias de los Premios Nacionales?

Letras
Especialidades:
I. Poesía
II. Literatura Infantil
III. Novela
IV. Cuento y Relato

Artes Escénicas
Especialidades:
I. Texto Dramático
II. Comedia Musical y Teatro Infantil
III. Guión Cinematográfico
IV. Guión para Televisión y Radio

Ensayo
Especialidades:
I. Político
II. Psicológico
III. Filosófico
IV. Pedagógico
V. Histórico
VI. Sociológico
VII. Antropológico
VIII. Artístico

Música
Especialidades:
I. Folclore y Tango
II. Jazz y Melódica
III. Rock y Pop
IV. Obras Sinfónicas y de Cámara

En este primer llamado concursarán las siguientes disciplinas:
Producción 2007-2010:
Poesía - Texto dramático - Político - Psicológico - Folclore y Tango

¿Quiénes son los jurados?

Poesía: Daniel Freidemberg, Jorge Panesi, María del Carmen Colombo, Jorge Monteleone y Américo Cristófalo

Texto Dramático: Mauricio Kartun, Ricardo Monti, Alejandro Tantanián, Raúl Brambilla y Ricardo Bartís

Ensayo Político: Horacio González, Oscar del Barco, León Rozitchner, Diego Tatián y Carlos Altamirano

Ensayo Psicológico: Germán García, Ana Maríaa Fernández, Alicia Stolkiner, Alicia Azubel y Jorge Alemán

Tango y Folclore: Néstor Marconi, Juan Tata Cedrón, Manolo Juárez, Chango Farías Gómez y José Luis Castiñeira de Dios

¿En qué consiste el Premio?

Los jurados podrán elegir tres premios y tres menciones, en cada una de las disciplinas.
El primer premio se hará acreedor a $ 50.000 y una pensión vitalicia al mometo de jubilarse, equivalente a cinco jubilaciones mínimas.
El segundo premio recibirá $ 30.000.
El tercero, $ 17.000.
La última entrega (realizada en 2005) correspondió a la producción 95-99.
Algunos de los ganadores de aquella ocasión fueron Rodolfo Fogwill, Juan Falú, Marta Lambertini, Luis Chitarroni, Francisco Madariaga, Jorge Fontenla, Federico León, Guillermo Saccomanno, Pablo Cetta, Juan Garello, Daniel Veronese.

En ediciones anteriores, recibieron los Premios Nacionales: Juan Gelman, Rodolfo Alonso, Mauricio Kartun, Carlos Gorostiza, Eduardo Mignona, Ricardo Monti, Roberto Cossa, Andrés Ribera, entre otros.


Para más información, comuníquese con la Oficina de Comunicacion y Prensa.
Te.: +54+11 4129-2527 / 2528/2496/2497
portal@cultura.gov.ar http://www.cultura.gov.ar/

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martes, marzo 08, 2011

William Carlos Williams: Poema*


La Rosa se marchita
y es engendrada de nuevo
por su semilla con naturalidad
pero adónde

acudirá
salvo al poema
para no sufrir merma
en su esplendor

* De: Cuadros de Brueghel, 1962. Traducción de Juan Miguel López Merino
………….
Poem
The Rose fades
and is renewed again
by its seed, naturally
but where

save in the poem
shall it go
to suffer no diminution
of its splendor

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William Carlos Williams: La acacia rosa


Soy persistente, igual que la acacia rosada,
una vez que la dejan
entrar en el jardín
es muy difícil deshacerse de ella.
Si se la arranca de la tierra,
y queda una raíz
por mínima que sea,
vuelve a brotar.
Pensarme
en esos términos resulta
halagador. Y también es
risible.
Es una flor modesta,
parecida a la arvejilla de olor,
que no se puede menos
que admirar,
hasta que sus costumbres
se vuelven conocidas.
¿No somos todos
un poquito así? Sería
demasiado
si la gente
se entrometiera en las minucias de
nuestra vida privada.
No es
que tengamos nada que ocultar,
¿pero podrían ellos
soportarlo? Por supuesto,
le gustaría al mundo
presenciar
cómo hacemos el ridículo.
La pregunta es
si ellos
serían generosos con nosotros
como nosotros hemos sido antes
con otra gente. Es,
como venía diciendo,
una flor
increíblemente resistente
cuando se la combate.
De ignorársela,
se convierte en un árbol.
Ojalá yo pudiera pensar eso de mí
y de lo que después
ocurrirá conmigo.
El poeta,
¿qué piensa de sí mismo
cuando se enfrenta con su mundo?
No basta con decir,
como acostumbra:
"Nada importante", puesto que el poema
se vería con eso traicionado.
Podría responder
aquello de “una rosa es una rosa
es una rosa”, y concluir con eso.
Es verdad que una rosa es una rosa,
y el poema se iguala con la rosa,
si es que está bien hecho.
El poeta no puede
hablar mal de sí mismo
sin hablar a la vez mal
del poema,
lo cual sería
ridículo.
No hay mayor recompensa
en esta vida.
Y así, como esta flor,
persisto,
por si acaso obtengo algo con ello.
Yo no soy,
ya lo sé,
en la galaxia de los poetas
una rosa,
pero quién me podría
negar
mi lugarcito.

*Versión en castellano de Ezequiel Zaidenberg, extractada del excelente blog zaidenwerg.blogspot.com

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Saint-John Perse: La poesía*


"He aceptado para la poesía el homenaje que aquí se le rinde, y tengo prisa por restituírselo.
La poesía no recibe honores a menudo. Pareciera que la disociación entre la obra poética y la actividad de una sociedad sometida a las servidumbres materiales fuera en aumento. Apartamiento aceptado, pero no perseguido por el poeta, y que existiría también para el sabio si no mediasen las aplicaciones práctica de la ciencia.
Pero ya se trate del sabio o del poeta, lo que aquí pretende honrarse es el pensamiento desinteresado. Que aquí, por lo menos, no sean ya considerados como hermanos enemigos. Pues ambos plantean idéntico interrogante al borde de un común abismo; y sólo los modos de investigación difieren.
Cuando consideramos el drama de la ciencia moderna que descubre sus límites racionales hasta en lo absoluto matemático; cuando vemos, en la física, que dos grandes doctrinas fundamentales plantean, una, un principio general de relatividad, otra, un principio ‘cuántico’ de incertidumbre y de indeterminismo que limitaría para siempre la exactitud misma de las medidas físicas; cuando hemos oído que el más grande innovador científico de este siglo, iniciador de la cosmología moderna y garante de la más vasta síntesis intelectual en términos de ecuaciones, invocaba la intuición para que socorriese a lo racional y proclamaba que ‘la imaginación es el verdadero terreno de la germinación científica’, y hasta reclamaba para el científico de los beneficios de una verdadera ‘visión artística’, ¿no tenemos derecho a considerar que el instrumento poético es tan legítimo como el instrumento lógico?
En verdad, toda creación del espíritu es, ante todo, ‘poética’, en el sentido propio de la palabra. Y en la equivalencia de las formas sensibles y espirituales, inicialmente se ejerce una misma función para la empresa del sabio y para la del poeta. Entre el pensamiento discursivo y la elipse poética, ¿cuál de las dos va o viene de más lejos? Y de esa noche original en que andan a tientas dos ciegos de nacimiento, el uno guiado con el instrumental científico, el otro asistido solamente por las fulguraciones de la intuición. ¿Cuál es el que sale a flote más pronto y más cargado de breve fosforescencia? Poco importa la respuesta. El misterio es común. La gran aventura del espíritu poético no es inferior en nada a las grandes entradas dramáticas de la ciencia moderna. Algunos astrónomos han podido perder el juicio ante la teoría de un universo en expansión: no hay menos expansión en el infinito moral del hombre: ese universo. Por lejos que la ciencia haga retroceder sus fronteras, en toda la extensión del arco de esas fronteras se oirá correr todavía la jauría cazadora del poeta. Pues si la poesía no es, como se ha dicho, ‘lo real absoluto’, es por cierto la codicia más cercana y la más cercana aprehensión en ese limite extremo de complicidad en que lo real en el poema parece informarse a sí mismo.
Por el pensamiento analógico y simbólico, por la iluminación lejana de la imagen mediadora y por el juego de sus correspondencias, en miles de cadenas de reacciones y de asociaciones extrañas, merced, finalmente, a un lenguaje al que se trasmite el movimiento mismo del ser, el poeta se inviste de una superrealidad que no puede ser la de la ciencia. ¿Puede existir en el hombre una dialéctica más sobrecogedora y que comprometa más al hombre? Cuando los filósofos mismos abandonan el umbral metafísico, acuden al poeta para relevar al metafísico; y es entonces la poesía, no la filosofía, la que se revela como la verdadera ‘hija del asombro’, según la expresión del filósofo antiguo para quien la poesía fue asaz sospechosa.
Pero más que modo de conocimiento, la poesía es, ante todo, un modo de vida, y de vida integral. El poeta existía en el hombre de las cavernas; existirá en el hombre de las edades atómicas; porque es parte irreductible del hombre. De la exigencia poética, que es exigencia espiritual, han nacido las religiones mismas, y por la gracia poética la chispa de lo divino vive para siempre en el sílex humano. Cuando las mitologías se desmoronan, lo divino encuentra en la poesía su refugio; aun tal vez su relevo. Y hasta en el orden social y en lo inmediatamente humano, cuando las Portadoras de pan del antiguo cortejo dan paso a las Portadoras de antorchas, en la imaginación poética se enciende todavía la alta pasión de los pueblos en busca de claridad.
¡Altivez del hombre en marcha bajo su carga de eternidad! Altivez del hombre en marcha bajo su carga de humanidad –cuando para él se abre un nuevo humanismo-, de universalidad real y de integridad psíquica… Fiel a su oficio, que es el profundizar el misterio mismo del hombre, la poesía moderna se interna en una empresa cuya finalidad es perseguir la plena integración del hombre. No hay nada pítico en esta poesía. Tampoco nada puramente estético. No es arte de embalsamador ni de decorador. No cría perlas de cultivo ni comercia con simulacros ni emblemas, y no podría contentarse con ninguna fiesta musical. Traba alianza en su camino con la belleza –suprema alianza-, pero no hace de ella su fin ni su único alimento. Negándose a disociar el arte de la vida, y el amor del conocimiento, es acción, es pasión, es poder y es renovación que siempre desplaza los lindes. El amor es su hogar, la insumisión su ley, y su lugar está siempre en la anticipación. Nunca quiere ser ausencia ni rechazo.
Nada espera sin embargo de las ventajas del siglo. Atada a su propio destino y libre de toda ideología, se reconoce igual a la vida misma, que nada tiene que justificar de sí misma. Y con un mismo abrazo como con un sola y grande estrofa viviente, enlaza al presente todo el pasado y lo por venir, lo humano con lo sobrehumano y todo el espacio planetario con el espacio universal. La oscuridad que se le reprocha no viene de su naturaleza propia, que es la de esclarecer, sino de la noche misma que explora, a la que está consagrada a explorar: la del alma misma y la de misterio que baña al ser humano. Su expresión se ha prohibido siempre la oscuridad y esa expresión no es menos exigente que la de la ciencia.
Así, por su adhesión total a lo que existe, el poeta nos enlaza con la permanencia y la unidad del ser. Y su lección es de optimismo Para él una misma ley de armonía rige el mundo entero de las cosas. Nada puede ocurrir en ella que, por naturaleza, sobrepuje los límites del hombre. Los peores trastornos de la historia no son sino ritmos de la estaciones en un más vasto ciclo de encadenamiento y de renovaciones. Y las Furias que atraviesan el escenario, con la antorcha en alto, no iluminan sino un instante del muy largo tema que sigue su curso. Las civilizaciones que maduran no mueren de los tormentos de un otoño; no hacen sino transformarse. Sólo la inercia es amenaza. Poeta es aquel que rompe, para nosotros, la costumbre.
Y es así también como el poeta se encuentra ligado, a pesar de él, al acontecer histórico. Y nada le es extraño en el drama de su tiempo. ¡Que diga a todos, claramente, el gusto de vivir este tiempo fuerte! Pues la hora es grande y nueva parar recobrarse de nuevo. ¿Y a quién le cederíamos, pues, el honor de nuestro tiempo?….
‘No tema’, dice la Historia, quitándose un día la máscara de violencia y haciendo con la mano levantada ese ademán conciliador de la Divinidad asiática en el momento más fuerte de su danza destructora. ‘No temas, ni dudes, pues la duda es estéril y el temor servil. Escucha más bien ese latido rítmico que mi mano en lato imprime, renovadora, a la gran frase humana siempre en vías de creación. No es verdad que la vida pueda renegar de sí misma. Nada viviente procede de la nada, ni de la nada se enamora. Pero tampoco nada guarda forma ni medida bajo el incesante aflujo del Ser. La tragedia no finca en la metamorfosis misma. El verdadero drama del siglo está en la distancia que dejamos crecer entre el hombre temporal y el hombre intemporal. El hombre iluminado sobre una vertiente ¿irá acaso a oscurecerse en la otra? Y su maduración forzada, en una comunidad sin comunión, ¿no sería quizá una falsa madurez?
Al poeta indiviso tócale atestiguar entre nosotros la doble vocación del hombre. Y esto es alzar ante el espíritu un espejo más sensible a sus posibilidades espirituales. Es evocar en el siglo mismo una condición humana más digna del hombre original. Es asociar, en fin, más ampliamente el alma colectiva con la circulación de la energía espiritual en el mundo… Frente a la energía nuclear, la lámpara de arcilla del poeta ¿bastará para este fin? –Sí, si de la arcilla se acuerda el hombre.
Y ya es bastante, para el poeta, ser la mala conciencia de su tiempo."

* Discurso del poeta Saint-John Perse en la entrega del Nobel, 1960.