miércoles, febrero 13, 2013

Marina Tsvetaeva: Pasar sin dejar huella



               
A ti, dentro de un siglo

A ti, que nacerás dentro de un siglo,
cuando de respirar yo haya dejado,
de las entrañas mismas de un condenado a muerte,
con mi mano te escribo.

¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado
y ya no me recuerdan ni los viejos!
¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo!
Extiendo las dos manos.

Tus ojos: dos hogueras,
ardiendo en mi sepulcro -el infierno-
y mirando a la de las manos inmóviles,
la que murió hace un siglo.

En mis manos -un puñado de polvo-
mis versos. Adivino que en el viento
buscarás mi casa natal.
O mi casa mortuoria.

Orgullo: cómo miras a las mujeres,
las vivas, las felices; yo capto las palabras:
"¡Impostoras! ¡Ya todas están muertas!
Sólo ella está viva.

Igual que un voluntario le ha servido.
Conozco sus anillos y todos sus secretos.
¡Ladronas de los muertos!
¡De ella son los anillos!"

¡Mis anillos! Me pesa,
hoy me arrepiento
de haberlos regalado sin medida.
¡Y no supe esperarte!

También me da tristeza que esta tarde
tras el sol haya ido tanto tiempo
y he ido a tu encuentro,
dentro de un siglo.

Apuesto -dice él- que vas a maldecir
a todos mis amigos en sus oscuras tumbas.
¡Todos la celebraban! Pero un vestido rosa
nadie le ofreció.

¿Quién era el generoso? Yo no: soy egoísta.
No oculto mi interés si no me matas.
A todos les pedía cartas,
para por las noches besarlas.

¿Decirlo? ¡Lo diré! El no-ser es un tópico.
Y ahora, para mí, eres ardiente huésped.
Les negarás la gracia a todas las amantes
para amar a la que hoy es sólo huesos.

Versión de Carlos Álvarez


 Bendigo la labor nuestra de cada día...

Bendigo la labor nuestra de cada día,
bendigo el sueño nuestro de cada noche,
el divino juicio y la caridad divina,
la ley benévola y la ley de bronce,

mi empolvada púrpura, de harapos cubierta...,
mi empolvado bastón, de los rayos hogar,
y asimismo, Señor, bendigo el pan
en horno ajeno y la paz en casa ajena.

Versión de Severo Sarduy- 21 de mayo de 1918


Comediante  4

Ya no te necesito,
y no es porque no contestaras
a vuelta de correo, cariño.

Ni por saber que estas líneas,
escritas con tristeza,
las leerás entre risas.

(Escritas por mí a solas -
¡y sólo para ti!- ¡por vez primera!
con alguien las descifrarás.)

Ni porque rozarán
los rizos tu mejilla -¡Soy maestra
en leer acompañada!

Tampoco porque a un tiempo
suspiraréis inclinados
sobre las mayúsculas desvaídas.

Ni porque caerán a la par
vuestros párpados -es difícil
mi letra- ¡y en verso, además!

¡No, amiguito! -Es más fácil,
es peor que un enfado.

Ya no te necesito-
porque... porque-
¡Ya no te necesito nunca más!

3 de diciembre de 1918. Versión de Severo Sarduy


Tentativa de celos

¿Cómo te va la vida con otra?
Más fácil, ¿verdad? Golpe de remo.
¿Cuándo -¿pronto?-
por un puente seguro
se alejó de ti el recuerdo

de mí, una isla que flota?
(En el cielo, no en el agua.)
Almas. No amantes,
sino hermanas son nuestras almas.

¿Cómo te va junto a una simple mujer?
¿Sin divinidad alguna?
Tras haber derrocado a tu reina
(tú mismo privado del trono),

¿cómo vives?, ¿te preocupas?,
¿te enfadas? ¿Cómo estás al levantarte?
Con ésa que te ha atado al cuello
su tributo inmortal, el tedio, ¿cómo te va,
 pobrecito mío?

«-Estoy harto de convulsiones, de dolor:
voy a agenciarme un hogar.»
¿Cómo te va con cualquiera,
a ti, que fuiste elegido por mí?

¿Es la comida más comestible?
y si te cansa, mala suerte.
¿Cómo puedes vivir con un idolillo,
tú, digno antes del Sinaí?

¿Cómo vives con ésa, tan distinta a nosotros?
¿Una extranjera, costilla de tu pecho?
¿La vergüenza, ese azote de Zeus,
aún no te ha herido la frente?

¿Cómo te va la vida? ¿Estás sano?
Y las musas, ¿te llaman aún a veces?
Y la dicha, ¿se hace ver? ¿Alguna vez?
¿Y esa llaga inmortal -la conciencia-
qué, mi pobre?

¿Cómo vives con un producto
del mercado? ¿Pesa mucho?
Tras el mármol de Carrara,
¿cómo te va con una prótesis de yeso?

Del mismo bloque tallamos a Dios,
para romperlo acto seguido.
¿Va bien una cienmilésima,
para ti, que conociste a Lilit?

¿Estás ya harto de esa mercadería novedosa?
Cansado de mi magia,
¿cómo te va con una mujer terrestre
que carece de sextos sentidos?

Venga, con franqueza, ¿son felices? ¿No?
¿Cómo se vive en un abismo
sin profundidad amor mío?
Cuesta, ¿verdad?
¿Te cuesta tanto como a mí con otro?
  
19 de noviembre de 1924

Pasar a hurtadillas

Y, quizás, la mejor victoria
sobre el tiempo y la gravitación...
es pasar sin dejar huella,
pasar sin dejar sombra
 
sobre los muros...
    Quizás..., ¿renunciando
vencer? ¿Dejar de reflejarse en los espejos?
Así: como Lérmontov por el Cáucaso
pasar a hurtadillas sin asustar a las rocas.
 
Quizás..., ¿sería mejor diversión
con el dedo de Sebastián Bach
no tocar el eco del órgano?
Desintegrarse, sin dejar cenizas
 
para una urna...
    Quizás..., ¿con engaño
vencer? ¿Escapar de las latitudes?
Así: por el tiempo como un océano
pasar a hurtadillas sin asustar a las aguas...
 
 14 de mayo de 1923
 
 

* Marina Tsvetaeva. Poeta  (Rusia, 1892-1941).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al margen de que, inevitablemente, uno está leyendo una versión y no el verdadero poema de Tsvetaeva,, creo que es asombrosa la casi "contemporaneidad" del aliento y el lenguaje poéticos. Gracias, Coto, por traer a la admirable Marina. El abrazo, Jorge Ariel M.