miércoles, febrero 22, 2012

Miguel Ángel Bustos: Textos varios


Publicamos a continuación, y a pedido de muchos de los lectores de este blog, un extracto de los textos que hemos ido posteando de Miguel Ángel Bustos, poeta y dibujante argentino.
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"Lo que yo intenté (…) fue cortar todo lo que había hecho hasta ahora: el poema corto, muy breve. Hacer el poema largo, narrativo, una epopeya de mitologías. (…) Busqué construir una especie de códice, apoyado en un texto y en dibujos. Lograr  lo  equivalente a un ideograma chino o japonés. Pintar el verbo es mi obsesión. Obedecemos a un idioma abstracto, como en todo Occidente, no tenemos jeroglíficos, como los mayas. Yo quise que este libro se abriera y se leyera como los sacerdotes mayas o aztecas cuando abrían a pleno sol sus códices y leían las figuras o jeroglíficos trasmutados así: el dibujo era verbo, y el verbo dibujo. 'Los sacerdotes aquellos que en la Casa de las Palabras abren ruidosamente los códices', dice un viejo poema maya. (…)"
                  Extractado de un reportaje al autor, incluido en Miguel Ángel Bustos prosa 1960-1976, Ed. Del CCC.

1
Himalaya boca callada, piedra mentira. Ah, moral de los pájaros: sí, ilumina.
Que recuerde, el primer juego-juguete que vino a mí y ya no se irá de mí por nunca fue un cristal; pero qué cristal; algo líquido y duro que no caía por milagro del arco bronce que lo ataba.
Bajo el agua es más que el agua porque está detenido y es móvil. Si toco una llama con mi cristal, soy invierno: el fuego gira y no es su resplandor ya más. Por hábito y piedad cada tanto lo arrojo en las brasas para que devore y llene el Fulgor con su siesta
de infierno.
6
No, yo no voy en este cuerpo que me lleva, ni toco en el agua un elemento que fluye y se estanca hasta morir. A quien ves, cuando me miras, es aquel rostro que te doy por miedo jamás ver tu calavera que finge ojos verdes, húmedos lentos sobre tu boca que recita letanías entre incienso y campanas que están en mí. Oigo tu voz idéntica en vos, ajena a mi memoria que te quiere inmóvil. Si me siguieras, si llegaras a mi cristal. En su casa de Fulgores, ¿quién podría decir: yo, me siento el yo de mi rostro para vos? Estaría en vos y hablaría a aquel mi cuerpo que cree poseerme. Terrible si alguna de tus almas, huyendo de la eternidad que nos persigue en la infinita repetición, no siente la ausencia, la ausencia del viento y el sonido caer en cuerpos imaginarios, muertos y errantes en la noche inmortal.
Si alguien me preguntara qué soy; porque ciertas sombras marean; le diría: no soy todo, ni nada, ni algo. Con mi cristal soy el planeta que te lleva por mares a tierras de oro y rapiña y el horizonte te lo doy yo.


*[De El Himalaya o la moral de los pájaros, Libro Primero, El Sol Antiverbal]



Miguel Ángel Bustos: Filmpoema II



¿Qué es la imagen sino el movimiento "siempre andando", agua de un mar a otro mar, átomo de la palabra?

Nuestras palabras las tallamos en el taller, el material lo conseguimos sin saber cómo, en la calle, sufriendo, riendo; taller y material pueden estar contenidos y maduros en un minuto o cinco años.

Todo depende de velocidad, peso y ritmo.

Ahora bien, una imagen nos roza el ojo izquierdo y ce polvorienta en la lengua -AGRIA; duerme en la lengua, la tragamos. Necesario fue que casi la olvidáramos para que se fundiera en aquella palabra que nos dolió tanto. Sube la palabra sin polvo, unida a algo elástico y vivo. Este fluir construyendo, esta imaginería, este fenómeno, se podría realizar ante los ojos de la gente como yo me lo realizo ante mis propios ojos. Si nos hiciéramos instrumentos del fenómeno poético y dibujáramos sobre un película lo que nos sucede cuando escribimos, no explicáramos; tendríamos que ser mudos en cuanto a explicación se refiere; como una pluma choca contra la frente, cae, nos desborda la boca, se hunde lejos y ya no es pluma nada, es nieve, hombro, axila suave, piel con piel, y vuelve hecha a la boca, cae en las manos: darle años, hacer eterno este pan junto al mar.

Lograríamos de esta forma tal vez, "dibujar" el fenómeno poético, capturaríamos quizá llevándolo adentro nuestro, a nuestros ojos a que mire con nosotros cómo se hace un poema, al público esa novia.

Tenemos que saber que, imaginar par que lo imaginensimultáneamente con nosotros, no es desarrollar ni operar. El agua cuando se hace ola no habla ni explica nada, salta. Y el mar tal vez nos está demostrando cosas y nosotros lo comprendemos. Así tiene que ser dado este filmpoema. Lograr que nuestro ojo asaltante suba a la pantalla y comience a escribir su poema.

Y la gente entienda todo lo que trae la palabra agua –sangre- piedra-niño- desnuda- sombra. Y siga, ¿ves aquella línea que se duerme, ves?, aquella esfera que cae, las piedras, las espaldas cansadas.

Hasta que comience a sentir la esfera, la espalda, la sangre, la piedra. Y sepa por qué esta línea arrebató la esfera y la engulló con un tono bajo de guitarra. Comenzará a construir dibujando con nosotros el poema. ¿Para qué, entonces, la palabra que no sea poema, la palabra que explique, si ya se está dando puro y desnudo el poema con su imagen “hablando” en imágenes?

Escribo sobre medios técnicos en la poesía. Los nuevos planos que tiene que explorar. Los nuevos espacios de dolor. Los nuevos colores.

(…)

Véase: Miguel Ángel Bustos: Prosa 1960-1976. Ediciones del CCC, Buenos Aires.



Miguel Ángel Bustos: Filmpoema 

(o cortometraje del crecimiento de un poema)

Preliminar (1)


Comenzados en 1960, interrumpidos por espacio de casi seis años, reanudo estos escritos con el único objeto de dar una guía,(2) un poema-guía que ayude en el sendero de tinieblas que lleva al infierno verbal.




Quiero que este libro sea como el gua que para correr se manifiesta. El agua no explica absolutamente nada. Es tema, forma y contenido en sí misma. Humedece, sumerge incorpora a su cuerpo ilimitado objeto y sujeto. Es decir, se ahoga y ahoga a otro.
Un poema es agua. Por el río de la saliva sube, alza la memoria, la visión, la epifanía de los Cielos. Escribo con el agua intemporal de los hombres.




(1) Nota manuscrita adosada al cuerpo del trabajo.
(2) "Pues hallo incompleto el acercarse al poema sin un conocimiento de la Patria Eidética de la cual es natural dicho poema. El pragma verbal es el poema realizado (tinta o lápiz y realidad  son materias primas para la formación corporal del poema). Pero si nos hundimos, vivimos el verbo, llegamos inevitablemente al espacio esencial en donde puro, virgen, innato, espera el poema." (Cita del autor.)
(3) Véase: Miguel Ángel Bustos: Prosa 1960-1976. Ediciones del CCC, Buenos Aires.



*Continúa en próximo post de este blog



Miguel Ángel Bustos: Los patios del tigre

El tigre, aquel espejo del
odio y el espanto.
von Jöcker, siglo XVIII
Fueron siempre los pájaros los que anduvieron en los patios de mi infancia.
A la claridad del canario se sumó el gritito entrecortado del calafate, el vuelo diminuto de los bengalíes. Algún mono hubo, pero fue efímero.
Agregaba mi abuelo a la magia reinante sus oros de Gran Maestro. Sus libros que, de a poco, fueron siendo mis pájaros.
Un tío viajó y en una gran jaula trajo un tigre. Lo aseguraron a una cadena y esperaron que lo viera.
Su garganta me llamó; aparecí.
El espanto y la maravilla me helaron.
Desde ese día los patios dejaron de ser tales. Fueron selvas de mármol y mosaicos gastados en donde el terror habitaba.
Era feliz. Tocaba el misterio a diario y no desaparecía. Me acostumbré ávidamente a lo extraño. Cuando alguien ordenó su encierro en el Zoológico, lloré.
Entonces comenzaron mis fugaces visitas; temblaba cerca de su jaula. Su rugido era música tristísima para mí. Le imploraba a su memoria de fiera el recuerdo.
El día en que me fui a despedir de él para siempre me olió, detuvo su andar en círculos. Una sombra humana le cruzó la mirada. Intenté tocarlo. El griterío prudente me clavó en el piso.
Pensé un adiós, suavemente me marché. Más tarde supe de su muerte. Su carne fantástica se juntó en el polvo a otras carnes.
He crecido. Guardo de mi infancia sus huesos en mi alma, los libros en mi sangre.
Pero cuando llegue el fin y me miren los ojos que aún no he visto, pienso que será el tigre incierto de la locura el que me lleve tanteando a la nada, aquel tigre de titubeo y delirio del suicidio que en su boca me ahogará clamando.
O tal vez mi viejo tigre, rayado por la piedad, quiera devorarme como a un niño.


*De "Fragmentos fantásticos", en Visión de los hijos del mal. Ediciones Argonauta, Buenos Aires. 
                         

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