Concurso Nacional de Poesía Javier Adúriz
*I Concurso Nacional de Poesía Javier Adúriz
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Observo al médico con la misma diligencia que él a la enfermedad; veo que tiene miedo, y yo me atemorizo con él; le doy alcance, lo excedo en su miedo, y voy más rápido, porque él va con paso mesurado; temoEtiquetas: Poetas
"Todo el carbón se había consumido; vacío el cubo; la pala, sin objeto ya; la chimenea respirando frío; el cuarto lleno de soplo de la helada; ante la ventana, árboles rígidos de escarcha; el cielo, un estuche de plata vuelto hacia aquel que le pida ayuda. Necesito carbón; no debo congelarme; detrás de mí la chimenea inhospitalaria, ante mí, el cielo igualmente despiadado: deberé cabalgar entre ambos y en medio de ambos pedir ayuda al carbonero. Pero ante mis súplicas habituales él se ha endurecido ya; debo probarle exactamente que no me queda ni el más leve polvillo de carbón y que, por lo tanto, él es para mí como el sol de los cielos. Debo actuar como el mendigo hambriento que decide expirar en el umbral de la puerta y a quien, por eso, la cocinera de los señores se decide a dar el poso del último café; así también, furioso, pero a la luz del mandamiento "no matarás", el carbonero tendrá que echarme una palada en el cubo.
"(...) Quisiera terminar esta conferencia recordando un cuento de Kafka, "El jinete del cubo" (Der Kübelreiter). Es un breve relato en primera persona, escrito en 1917, y su punto de partida es evidentemente una situación muy real de aquel invierno de guerra, el más terrible para el Imperio austríaco: la falta de carbón. El narrador sale con el cubo vacío en busca de carbón para la estufa. Por la calle el cubo le sirve de caballo, llega a izarlo a la altura de los primeros pisos y lo transporta meciéndolo como en la grupa de un camello. La carbonería es subterránea y el jinete del cubo está demasiado alto; trata de hacerse oír por el hombre, que está dispuesto a satisfacerle, mientras que la mujer no lo quiere escuchar. El jinete le suplica que le dé una paletada del carbón de la peor calidad, aunque no pueda pagarle en seguida. La mujer del carbonero se desata el mandil y ahuyenta al intruso como si espantara una mosca. El cubo es tan liviano que sale volando con el jinete hasta perderse más allá de las Montañas de Hielo. Muchos de los cuentos de Kafka son misteriosos y éste lo es especialmente. Tal vez Kafka sólo quería contarnos que salir en busca de un poco de carbón, una fría noche en tiempos de guerra, se transforma, con el simple balanceo del cubo vacío, en quete de jinete errante, travesía de caravanas en el desierto, vuelo mágico. Pero la idea de este cubo vacío que te levanta por encima del nivel donde se encuentra la ayuda y también el egoísmo de los demás, el cubo vacío signo de privación, de deseo, de búsqueda, que te levanta hasta el punto de que tu humilde plegaria ya no puede ser escuchada, abre el camino a reflexiones sin fin. (…).Etiquetas: Franz Kafka
Padre de la flecha es el pensamiento: ¿cómo extender mi extensión hacia allá abajo, del otro lado de ese río, de ese lago, de esa montaña?Etiquetas: Paul Klee
“Somos artistas, prácticos activos, por lo que aquí nos movemos por naturaleza en un ámbito preferentemente formal. Sin olvidar que antes del comienzo formal o, dicho de un modo más simple, antes de la primera línea, existe toda una pre-historia, no sólo el anhelo, el deseo del hombre de expresarse, no sólo la necesidad exterior de ello, sino también un estadio general de la humanidad, cuya orientación se denomina ideología, que aparece aquí y allá con la necesidad interna de manifestarse. Subrayo esto para que no se produzca el malentendido de que una obra se compone sólo de forma.”Etiquetas: Paul Klee
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Hilos Editora publica el quinto título de su colección de poesía: se trata de Biografía sumaria, una antología de la obra del poeta italiano Milo De Angelis, en edición bilingüe, con la traducción de María Julia De Ruschi y la ilustración de tapa de la poeta y artista plástica Dolores Etchecopar.
"Mi recuerdo más remoto está bañado de rojo. Salgo por una puerta en brazos de una muchacha, ante mí el suelo es rojo y a la izquierda desciende una escalera igualmente roja. Frente a nosotros, a la misma altura, se abre una puerta y aparece un hombre sonriente que viene amigablemente hacia mí. Se me arpoxima mucho, se detiene, y me dice: "¡Enséñame la lengua!". Yo saco la lengua, él palpa en su bolsillo, extrae una navaja, la abre y acercando la cuchilla junto a mi lengua dice: "Ahora le cortaremos la lengua". No me atrevo a retirar la lengua, él se acerca cada vez más hasta rozarla con la hoja. En el último momento retira la navaja y dice: "Hoy todavía no, mañana". Cierra la navaja y la guarda en su bolsillo.
A Bogey le está cambiando la voz. Cuando habla recorre todos los extremos de la escala. Es divertido... hace reír... y de algún modo está de acuerdo con el día. El viento se lleva sus voces... lejos vuelan sus frases como delgadas saetas.Etiquetas: Mansfield K.
"Que el mundo se hizo en siete días, que primero fue la luz, que Adán fue amasado con barro, que Eva salió de su costilla, que había un árbol del que no debíamos comer y por eso fuimos expulsados del paraíso, que Caín mató a su hermano, que hubo un diluvio universal y Noé se salvó en el arca, y que algo de la Torre de Babel tuvo que ver con la confusión de las lenguas. Estos son los relatos más divulgados de la Biblia, conocidos incluso por quienes nunca la leyeron.Etiquetas: Mario Sampaolesi
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Palabras de Armando Zamora* en la presentación de la antología Poesía Latinoamericana hoy 20 paíseses, 50 poetas. Universidad Tecnológica de Hermosillo. Hermosillo, Sonora, México. 29 de marzo de 2011.
"La palabra antología proviene de las raíces griegas anthos (que expresa “flor”) y legein (“escoger”), y significa literalmente ramillete o selección de flores.
En el año 100 a. de C., el cínico Meleagro de Gadara compiló el libro Stéphanos, que incluyó a 47 autores griegos, y en cuyo prólogo describe la obra como una guirnalda, pues identifica a cada poeta seleccionado con una flor simbólica, estableciendo para la posteridad el término antología como sinónimo de colección de poemas.
Así, antología se refiere históricamente a una colección de las obras de mayor calidad o más representativas de uno o varios poetas, aunque en la actualidad otros géneros literarios —inclusive, de variadas disciplinas del saber— también han echado mano de estas recopilaciones y del concepto, quitándole la exclusividad al campo de la literatura.
La antología, al tratarse de un compendio de lo más importante y representativo que han producido una o varias personas a lo largo de su trayectoria, resulta una herramienta esencial para conocer y profundizar en el trabajo de esos personajes. Y es precisamente una antología lo que nos reúne esta tarde: “Poesía Latinoamericana Hoy. 20 países, 50 poetas”, compilada por el admirable escritor Roberto Arizmendi.
Como señala el subtítulo, el compendio incluye a cincuenta poetas de veinte países, sin importar edad, corriente poética ni ideología: lo que los une es la calidad de sus obras, y el objetivo del volumen es promover la integración entre los poetas del continente.
Como dice el poeta y autor de diversas antologías de autores mexicanos y extranjeros Héctor Carreto en la presentación de esta obra: “Más que una antología propiamente dicha, esta reunión es una muestra viva de la poesía que se está escribiendo y publicando hoy día en Latinoamérica... “Una muestra es más libre que una antología, aunque no es menos exigente.
La presente selección busca revelar, no canonizar. Al no incluir a poetas muertos en esta muestra, por ejemplo, el lector seguramente tendrá la sensación de estar ante palabras recién hechas; palabras recién salidas del horno…”
En una hermosa edición en la que se respeta el tono de los autores al utilizar una letra pequeña y con remates, promovida por Ediciones Fósforo, de México; Editorial Arandurá, de Paraguay; Barataria Libros, de Argentina, y la Universidad Tecnológica de Hermosillo, este tomo reúne textos en español de poetas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
¿Quién lo diría? En esta cálida publicación encontramos voces que vuelven realidad el sueño del libertador Simón Bolívar: hacer una sola patria de las antiguas colonias españolas en América. Todos los cantos y todos los rasgos posibles están aquí, compartiendo estas 168 páginas de manera dinámica, construyendo verso a verso la gran casa del idioma americano, ése que nos une con sus luminosos significados, su sabor, su ritmo, su color, su aroma, su dolor y esa venturosa historia que nos arropa maternalmente con todos sus puntos y sus comas.
Porque, como diría Octavio Paz en su lenguaje totalizador: “La poesía quiere cambiar la vida. No piensa embellecerla como piensan los estetas ni hacerla más justa o buena, como sueñan los moralistas. “No pretende hermosear, santificar o idealizar lo que toca, sino volverlo sagrado. Por eso no es moral o inmoral; justa o injusta; falsa o verdadera, hermosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de comunión. “Porque la poesía que es un testimonio del éxtasis, del amor dichoso, también lo es de la desesperación. Y tanto como un ruego puede ser una blasfemia”.
Y sí, aquí están los poetas latinoamericanos de hoy, diciéndonos que ahí afuera está la vida y sus angustias, el amor y el odio, la paz y la guerra, la caricia y la herida, la fantasía y la cotidianidad, el sueño y el despertar, pues la poesía es también un oficio que se realiza a la luz y a la sombra de los deseos humanos y nos traza caminos nuevos en los antiguos senderos mil veces recorridos. Hay que decirlo: debemos darles crédito a nuestros poetas porque la poesía es un acto de fe al que nada humano le es ajeno.
Sabemos que vivimos sumergidos en un presente dominado por el pragmatismo más insolente, por el materialismo más voraz y por una vertiginosa tecnología. Donde quiera que volvamos la vista, veremos ejemplos de ello, sea en lo local, sea en lo internacional. Vivimos en un mundo en el que se desatan trescientas guerras diarias a causa de la ambición y el egoísmo: ahora mismo lo vemos en el Medio Oriente como antes lo vimos en Centro América y en América del Sur y en el Pacífico oriental y en cada rincón de la Tierra donde haya recursos naturales que arrebatar, banderas que arriar, dioses que mancillar, religiones que borrar, dignidades que pisotear...
Hace casi tres mil años, el poeta Homero consignó en la Ilíada las mismas pasiones, la misma avaricia, la misma estulticia que esgrimen los imperios de hoy en su rabia insaciable por establecer democracias en las que para los muchos serán las barras y las estrellas sólo para unos cuantos.
Así, se dice que nuestra realidad tiene cada vez menos motivos para la poesía, porque la literatura en general no tiene una utilidad práctica: no se puede poner en la esquina más iluminada de la sala, no se puede colgar del techo como luz multicolor, no adorna las paredes ni hace juego con el centro de mesa del comedor; no la utiliza Lady Gaga en sus conciertos multitudinarios ni se escucha en las sesiones del Congreso; no podemos pagar con ella la despensa en la tienda de autoservicio ni nos salva de los cafres alcoholizados ni de los sicarios salidos de la nada: lo que nos sorprenda primero.
Pero debemos entender que la poesía no sirve para lo anterior, sino para interpretar la vida de otra forma, porque es el punto de apoyo que reclamó Arquímedes para mover el mundo, para buscar los equilibrios que ofrece el fulcro del alma mientras el agua de la vida fluye en un río que siempre es el mismo y que siempre será diferente.
Hemos sido testigos de que aún de las crisis más intensas surge la poesía como manifestación de la invencible fragilidad del espacio espiritual, porque es un misterio sustentado en la fantasía, en la imaginación, en el sueño y la irrealidad, y sirve para encontrar la manera de atrapar el instante y convertirlo en fervor y sentimiento... en un acto de fe, como ya se dijo.
Y en una época de escepticismo genuino como la que nos ha tocado vivir, donde la prioridad son la ganancia y el éxito, opuestamente a lo espiritual, desde luego que tiene sentido escribir poesía, porque como el agua, como el viento y como la luz, la poesía cambia, se adapta, se transforma, sobrevuela el tiempo como las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia revoloteando a nuestro alrededor en una metamorfosis que la lleva a la libertad, y que nos lleva con ella en sus alas frágiles y solares.
Por eso, en la actualidad los poetas cantan realidades, se ajustan a los avances tecnológicos, hablan de bits y del ciberespacio, de la radioactividad y de lo metrosexual como hablan del amor de pareja, el que empuja a susurrarle al oído al ser querido: En este secreto puerto que he erigido, te cedo estas manos capaces de hilar los sueños y escribir una a una las letras de tu nombre hasta agotar los granos de la arena de una playa que he alucinado sólo para ti...
Poesía Latinoamericana Hoy es el ejemplo más cercano que tenemos aquí y ahora de las voces múltiples que se han trepado a los muros para ver un poco más allá de los límites que nos han marcado, y podemos encontrar en estas páginas no sólo la poesía en su formato del verso tradicional sino también prosa poética y las formas gráficas que requiere ahora la literatura para abrir las ventanas de la semántica y dejar volar verdades descarnadas, besos en la oscuridad, gritos de terror, desfiles de mendigos, el traqueteo de los automóviles en la madrugada, el paso fugaz de las estrellas en un cielo de papel bond de 75 gramos.
Nada escapa a la fascinación etérea de un poema. Nada. Porque en sí misma, la poesía es nada: es algo que no podemos asir con las manos ni untárnosla en el rostro; no la podemos explicar sino a besos o en la ausencia, en el sofoco divino del amor, en los humores de la melancolía o en el dolor de la pérdida, porque tiene una cierta capacidad terapéutica que nos hace sentir y valorar la vida aun con ese hueco que llevamos en el pecho de vez en vez.
Ya lo han dicho los expertos: la poesía se emplea para aplacar las tormentas del alma, redimir a una mujer o un hombre o llenar el corazón de ese sentimiento llamado amor. Puede, en dosis bien servidas, alimentar el espíritu, asustar una soledad y alejar una tristeza. Sirve también para reflexionar acerca de si las piedras hablan o si la luna es medicina para el mal de amores...
La poesía está hecha de maravillas, de ese fanatismo solitario que implica la terquedad de escribir historias una y otra vez hasta que los fantasmas de las palabras dejan de serlo y se convierten en las cadenas que arrastramos con cierta timidez hasta que alguien más, acaso un lector y otro y otro, nos ayuda a cargar con la cadena de las historias que nos dicta la realidad, porque a fin de cuentas todos nos convertimos en personajes de los libros imaginarios de nuestros semejantes. No en balde el poeta y académico Luis Fernando Brehm dijo alguna vez: “Si alguien lee poesía y no le gusta, no pasa nada; pero si alguien lee poesía y le gusta, algo cambia para siempre en él”.
Estoy cierto que este libro hará cambiar para bien la vida de muchos de sus lectores, que los convertirá en seres más sensibles y que podrán interpretar su entorno de manera diferente, que donde hay una casa sentirán un abrazo; que donde escuchen un susurro podrán moldear la felicidad; que donde muerdan un durazno encontrarán la ruta de donde habita el aroma más tierno del amor...
Y cambiarán por muchas razones, la principal es justamente la diversidad de voces aquí contenidas, el múltiple acento latinoamericano que nos hace y que hacemos, porque la verdadera justificación de cualquier antología radica en abrirla al azar y que cualquier texto de cualquier autor nos encante y, en el mejor de los casos, nos instigue a rastrear su nombre y el resto de su obra. Y que vuelta a abrir al azar la antología, otro texto vuelva a encantarnos. Es entonces que podemos entregarnos a merced del buen compilador.
Poesía Latinoamericana Hoy nos muestra de manera clara y sencilla que la literatura no tiene fronteras. Por fortuna, las líneas geográficas que discriminan a los habitantes del planeta en ciudadanos de primera y de segunda todavía no han podido dividir a los poetas en escritores de primera y de segunda. Esta obra nos da pistas para interpretar el entorno con todos sus silencios y sus maravillas, con su cotidianidad y su magia, con sus tragedias y su esperanza permanente de justicia para bienvenir lo que la realidad nos depara en cada esquina del poema…
Bien por Roberto Arizmendi, que no se cansa de maravillarnos con su obra y con el esfuerzo de socializar la obra de los demás. Bien por la Universidad Tecnológica de Hermosillo, que con este libro promueve el desarrollo e impulso de la cultura y las artes como parte fundamental de la formación integral del estudiante y función básica institucional. Y muchas gracias a todos ustedes por su paciencia.
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*Armando Zamora (Hermosillo, Sonora, México, 1958) estudió Licenciatura en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y realizó estudios de Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Además, realizó estudios como Técnico en Mecánica Eléctrica Automotriz y un diplomado en Procesos de Mejoramiento Continuo. Fue editor del Departamento de Divulgación Técnica en el Campo Agrícola Experimental Costa de Hermosillo entre 1983-1988. En 1992 fue Coordinador del Suplemento Culto a la cultura del Periódico El Sonorense y Jefe de Redacción del Área de Publicaciones y Encargado del Periódico UníSono. Además, se ha desempeñado como asesor de la Dirección del Instituto Sonorense de Cultura y editor de la cartelera quincenal de eventos culturales Dónde y cuándo, del mismo Instituto Sonorense de Cultura. En 1987 fue organizador de la I Muestra Estatal de Poesía del Departamento de Humanidades de la Universidad de Sonora así como editor responsable de las Memorias de la I y II Muestra Estatal de Poesía. En 1981 ganó el primer lugar en los Juegos Florales “Anita Pompa de Trujillo”; el tercer lugar en el “I Concurso del Poeta Sonorense” organizado por Gobierno del Estado de Sonora y en el año de 1984 recibió Mención Honorífica en el “II Concurso del Poeta Sonorense”. En el año de 1986 obtuvo el primer lugar en los Juegos Florales “Anita Pompa de Trujillo”. En 1988, Mención Honorífica en el Concurso “World of Poetry”. Miami, Florida. En 1990, Mención Honorífica en los Juegos Florales “Anita Pompa de Trujillo” y dos años más tarde, primer lugar en poesía en los Juegos Florales “Feria Amealco '92" en Amealco, Querétaro y Premio Estatal de Periodismo 1991 en la rama “Periodismo Cultural” en el Foro Sonorense de Periodistas. Primer lugar en el Concurso Nacional de Poesía “Alica 1992” en Tepic, Nayarit. Durante 1994 obtuvo el primer lugar en los “Juegos Florales Darío Galaviz” en Guaymas, Sonora. Primer lugar en el “Concurso del Libro Sonorense 1993”, género Poesía. Becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora (FECA), con el proyecto Breviario de literatura sonorense (Novela, cuento y poesía, 1944-1994). En 1981 publicó Cuadriludios (poemas y narraciones breves). En 1991 El Colegio Coronel J. Cruz Gálvez (revisión histórica del internado mixto de educación primaria (en co-autoría con Luis Rey Moreno Gil). En 1992 Bitácora del náufrago y otros poemas. En 1993 El que se raje es puto (novela) y Equinoccios de la soledad (poemas). En el año de 1995 Mi corazón es un gato enfermo y al borde del tejado (poemas).En 1996, Nos vemos en la melancolía, Luis Donaldo (artículos periodísticos) y El olor de los abuelos (poemas). Además, en 1998 publicó Invención de Arena (poemas), así como Navegación al interior.