viernes, julio 19, 2013

Felisberto Hernández: Historia de un cigarrillo...




Pintura surrealista.

 A Antonio Soto (Boy)

I



Una noche saqué una cajilla de cigarrillos del bolsillo. Todo esto lo hacía casi sin querer. No me daba mucha cuenta que los cigarrillos eran los cigarrillos y que iba a fumar.



Hacía mucho rato que pensaba en el espíritu en sí mismo; en el espíritu del hombre en relación a los demás hombres; en el espíritu del hombre en relación a las cosas, y no sabía si pensaría en el espíritu de las cosas en relación a los hombres. Pero sin querer estaba mirando fijo a una cosa: la cajilla de cigarrillos. Y ahora analizaba repasando mi memoria. Recordaba que primero había amenazado sacar uno pero apenas tocándolo con el dedo. Después fui a sacar otro y no saqué ese precisamente, saqué un tercero. Yo estaba distraído en el momento de sacarlos y no me había dado cuenta de mi imprecisión. Pero después pensaba que mientras yo estaba distraído, ellos podían haberme dominado un poquito, que de acuerdo con su poquita materia, tuvieran correlativamente un pequeño espíritu. Y ese espíritu de reserva, podía alcanzarles para escapar unos, y que yo tomara otros.





II



Otra noche estaba conversando con un amigo. Entonces me distraje y volví a sentir otra cosa de los cigarrillos. Cuando tenía ganas de fumar y tomaba uno de ellos, pensaban tomar uno de tantos. Sin querer evitaba tomar uno que estaba roto en la punta aunque eso no influiría para que no se pudiera fumar. Mi tendencia era a tomar uno normal. Al darme cuenta de esto, saqué el cigarrillo roto más afuera de la cajilla que los demás. Invité a mi compañero. Vi que a pesar de que ése fuera el más fácil de sacar, él tuvo el mismo sentimiento de unidad normal y prefirió sacar otro. Eso me preocupó, pero como seguimos conversando me olvidé. Al rato muy largo fui a fumar, y en el momento de sacar los cigarrillos me acordé. Con mucha sorpresa vi que el roto no estaba y pensé: "me lo habré fumado distraído" y me alivié de la obsesión.





III



Esa misma noche en otra de las veces que saqué la cajilla me encontré con lo siguiente: el cigarrillo roto no me lo había fumado, se había caído y había quedado horizontal en el fondo de la cajilla. Entonces al escapárseme tantas veces, me volvió la obsesión. Tuve una fuerte curiosidad por ver qué ocurría si se fumara. Salí al patio, saqué todos los que quedaban en la cajilla sin ser el roto; entré a la pieza y se lo ofrecí a mi compañero, era el único y tendría que fumar "ése". Él hizo mención de tomarlo y no lo tomó. Me miró con una sonrisa.



Yo le pregunté: "¿Usted se dio cuenta?". Él me respondió: "¿Pero cómo no me voy a dar cuenta". Yo me quedé frío, pero él enseguida agregó: "Le quedaba uno solo y me lo iba a fumar yo". Entonces sacó de los de él y fumamos los dos del mismo paquete.





IV



Al día siguiente de mañana recordé que la noche anterior había puesto el cigarrillo roto en la mesa de luz. La mesa de luz me pareció distinta: tenía una alianza y una asociación extraña con el cigarrillo. Pero yo quise reaccionar contra mí. Me decidí a abrir el cajón de la mesa de luz y fumarlo como uno de tantos. Lo abrí.



Quise sacar el cigarrillo con tanta naturalidad que se me cayó de las manos. Me volvió la obsesión. Volví a reaccionar. Pero al ir a tomarlo de nuevo me encontré con que había caído en una parte mojada del piso. Esta vez no pude detener mi obsesión; cada vez se hacía más intensa al observar una cosa activa que ahora ocurría en el piso: el cigarrillo se iba ensombreciendo a medida que el tabaco absorbía el agua.



En Narraciones incompletas. Texto extractado de Biblioteca Ignoria.


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jueves, julio 18, 2013

Libro recomendado: Lisboa Antigua, de Graciela González Paz



1

Escribe para mí   una letra
un renglón de perfume sin registro
               una palabra insoportable
escribe su silencio en alto
                            en telas de metal
                                en bastidores
con uñas de  marfil   y   pajaritos
muertos en combate
escribe para mi una carta
un naipe furioso
       envenenado
una maldita transparencia que
                                se pierde
se confunde con otra y no llega
o llega para otras que no entienden
ni una forma en el lomo de los sobres que
  tiran con las sobras al río
      sin embargo

       primitiva razón, la luna
       hace de brillo lo que toca.

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miércoles, julio 17, 2013

Alfredo Rosenbaum: Fotografía de gritos de pájaros


Miró Mujer u pájaro


 
Sólo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene
Diana Bellessi. El jardín.

 
Y así sucesivamente. Rictus para siempre. De funeral en funeral. Hasta hoy. Esta noche. Dos billones y medio de segundos. Poco creíble tan poco. Funeral de –iba a decir seres queridos. Treinta mil noches. Poco creíble tan poco. Nacido en lo más oscuro de la noche.
Samuel Beckett. Solo.


Personajes

Enfermera Futura
Enfermera Presente
Paciente


Encuadre uno


La Enfermera Presente, con la mirada de un pájaro perdido, joven y pulcra, 
avanza con el carro de instrumental. Sobre el carro un balde metálico.

VOZ  DEL  PACIENTE
Comienza siendo un tic
casi imperceptible
en la cara, un crecimiento
leve
del pómulo derecho, que deviene
en un crecimiento
en ambos pómulos al cabo
de unas semanas.
Deformación progresiva de rasgos
acompañada de ciertos
cambios de conducta: por ejemplo,
placer de ver
sufrir pequeños animales -etapa
pasiva
del mal- que se transforma
casi sin sentirlo hasta que,
tomando un pequeño pájaro en la mano y sintiendo
su tibieza, el paciente
siente un impulso irrefrenable
de apretar la mano y ver morir
al pequeño animal -etapa
activa
del mal, ya irreversible.
El período ventana
varía según progrese o no
la acción beneficiosa
de la memoria colectiva.
No se conoce en la actualidad
tratamiento o
medicación individual
posible. Hasta el momento
la casuística
no llega a conclusiones relevantes,
ya que la mayoría de los pacientes mueren
por un efecto
secundario, que consiste
en quitarse la vida al descubrir
con horror frente a un espejo
el reflejo de su imagen invadida por el mal.

Estampida y gritos de pájaros.
Oscuro.

Encuadre dos


Cama con dintel  , metálica, hospitalaria.
La Enfermera Futura sentada sobre el dintel, tiesa, las piernas cuelgan. Todo 
en ella parece colgar. Es vieja, más bien derruida. Sostiene en los brazos 
al Paciente, desnudo: Pietá de posguerra. En el centro de la cama, el balde 
metálico.
La Enfermera Futura se balancea atrás y adelante, casi imperceptiblemente.

ENFERMERA FUTURA

Avanza
hasta deshacerse en la luz
la camilla  sobre la que descanso.
Ahora sólo la luz
me baña.
Algo se acerca: es una sombra,
lo que suele llamarse
una presencia.
Me rodea la luz,
esa sombra
esa presencia como si se dijera,
dentro de la luz, cerca de mí
la presencia que es un cuerpo,
un tardío olor a limpio.

Se escuchan pájaros.


ENFERMERA FUTURA

Empiezo a caer entre frascos de alcohol,
rollos de gasa,
ahora es la luz con olor a alcohol
que me rodea, me baña
como la infancia, como el último
repliegue de niñez
que cae
junto conmigo.

Se escuchan pájaros.

ENFERMERA FUTURA

Desde aquí puedo ver:
la camilla
avanzando por el pasillo de luz,
y ni un sonido, ni siquiera
el de otra respiración,
algo
que denote una presencia.
Lo más extraño es no sentir
ni siquiera
la propia respiración.

Los pájaros invaden.

 ENFERMERA FUTURA

Me enfrío,
me petrifico sobre esta camilla sucia,
de un blanco engañoso,
en este pasillo
blanco
con olor a alcohol.
Me hago piedra
como la mirada de esa mujer
hacia el cuerpo
que sostiene entre los brazos,
la laxitud de huesos y escasa carne
que sostiene entre sus brazos,
que parece
sostenerse entre las telas
que caen desde su cabeza,
desde sus hombros:
entre los pliegues de ese cuerpo
de piedra.

 La luz, que fue bajando lentamente, se hizo oscuro, nada.

 * Fragmento de la obra Fotografía de gritos de Pájaros.
**Alfredo Rosenbaum. Director, dramaturgo y poeta. Como autor, se han estrenado sus obras Pietá o la revolución de noche, Mar en calma, Las paseantes, Victimoscopio urbano, Desde entonces, y Blanco sobre blanco y Edilicia, ambas en coautoría con Ita Scaramuzza y Alejandro Mateo. Entre sus trabajos de dirección figuran Pietá o la revolución de noche (Babilonia, 1990), Mar en calma (Sala Cunill Cabanellas, Teatro San Martín,1992), y Los fuegos artificiales (Centro Cultural Rojas,1993), ambas en codirección con Ita Scaramuzza; Madre e hijo, de César Aira (Rojas, 1997); La forma perfecta, de Luis Cano (Galpón del Abasto, 1998); La familia china¸ sobre textos de María del Carmen Colombo (Festival del Rojas, 1999). Desde 1998 coordina y dirige el grupo Amoratados x Lola, con los que llevó a escena Y ella no contesta, Estrategias de enlace, Victimoscopio urbano y Más fácil que llorar, además de performances y espectáculos poéticos. Desde 1988 ejerce la docencia en diversos ámbitos formales y no formales, dictando talleres de escritura literaria y de escritura teatral, seminarios de análisis de texto dramático y espectacular, talleres de actuación, etc. Es investigador en el área del teatro del siglo XX, y ha publicado una serie de artículos de investigación, así como diversas presentaciones en congresos nacionales e internacionales.

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