sábado, febrero 23, 2013

Marina Tvestaiéva: Indicios terrestres...



Indicios terrestres, el libro de la poeta rusa Marina Tvestaíeva (1892-1941),  traducido por Selma Ancira, incluye unos diarios que M.T. escribió entre 1917 y 1919, durante los años de la Revolución de Octubre.  El libro se inicia con el texto “Octubre en un vagón”, del cual transcribimos a continuación un pequeño fragmento. Al respecto Tevestiéva escribió: En el libro no hay política ; hay una verdad apasionada y parcial. Verdad del hambre, del frío, de la cólera, ¡verdad de aquella época! [....). Fuera de la política está todo: los sueños, las conversaciones con Alia, los encuentros con la gente, mi propia alma, yo, toda entera. No es en absoluto un libro político. Es mi alma viva encerrada en un nudo corredizo de muerte, pero de cualquier modo viva. El trasfondo es siniestro, ¡no fui yo quien lo inventó!"

Octubre en un vagón
(Notas de aquellos días)

Dos días y medio ni un bocado, ni un trago. (La garganta cerrada.) Los soldados traen los periódicos –en papel rosado. El Kremlin y todos los monumentos han sido volados. El 56º regimiento. Han sido volados los edificios con los junkers [1] y los oficiales que rehusaron rendirse. 16.000 muertos. En la siguiente estación –ya eran 25.000.  Callo. Fumo. Mis compañeros de viaje, uno tras otro, toman los trenes que van de regreso.
Un sueño (2 de noviembre de 1917, de noche).
Huimos. De un sótano sale un hombre con un fusil. Le apunto con la mano vacía. – Baja el fusil. – El día es soleado. Escalamos unos pedruscos. S. habla de Vladivostok. Avanzamos en coche por entre los escombros. Un hombre con ácido sulfúrico.

Carta en mi cuaderno
Si usted está vivo, si está escrito que vuelva a verlo –entonces escuche: ayer, cuando llegábamos a Járkov, leí el Yuzhni krai: “9.000 muertos”. No le puedo relatar la noche, porque aún no ha terminado. Ahora la mañana es gris. Estoy en el pasillo. ¡Comprenda! Viajo y le escribo, y no sé si – pero aquí siguen palabras que no puedo escribir.
Nos acercamos a Oriol. Temo escribirle como quisiera, porque estallaré en sollozos. Todo esto es un mal sueño. Trato de dormir. No sé cómo escribirle. Cuando le escribo, usted – existe, ¡porque le escribo! Pero después – ¡ah! – el 56º regimiento de reserva. El Kremlin. (¿Recuerda las enormes llaves con las que cerraba las puertas por la noche?) Pero lo primero, lo primero, lo primero – es usted, usted mismo. Usted con su instinto de autodestrucción. ¿Acaso se puede quedar en casa? Si todos se quedaran, usted iría solo. Porque usted es irreprochable. Porque usted no tolera que maten a los demás. Porque usted es un león que sacrifica su ser leonino: su vida – a todos los demás, conejos y zorros. Porque usted vive con abnegación y desprecia la autodefensa, porque el “yo” para usted no es importante, porque todo esto lo supe desde el primer momento.
Si Dios hace el milagro de conservarlo con vida, lo seguiré como un perro.
Las noticias son inciertas, no sé qué creer. Leo sobre el Kremlin, la Tverskaia, Arbat, el “Metropol”, la plaza de la Ascensión, las montañas de cadáveres. En el periódico s. r.  Kúrskaia Zhiz[2]de ayer (día 1) – leo que ha comenzado el desarme. Otros (los de hoy) hablan de combate. Ahora no me permito escribir, pero mil veces me he visto entrar en casa. ¿Se podrá entrar en la ciudad?
Pronto llegaremos a Oriol. Son casi las dos de la tarde. Estaremos en Moscú a las dos de la mañana. ¿Y si entro en casa y no hay nadie, ni un alma? ¿Dónde buscarlo? Quizá ya no exista ni la casa. Todo el tiempo tengo la sensación de que esto es un mal sueño. Estoy siempre en espera de que algo se produzca, que no haya habido periódicos, nada. Que sea un sueño del que voy a despertar.
La garganta oprimida, como por dedos. No ceso de abrir y cerrar el cuello de mi vestido. Seriózhenka.[3]
Escribí su nombre y no puedo escribir más.
Tres días y tres noches – ni media palabra con nadie. Solo con los soldados para comprar periódicos. (Horrendas hojitas rosadas, siniestras. Carteles teatrales de la muerte. No, ¡Moscú los ha coloreado! Dicen que no hay papel. Había, ya no hay. Para unos – es igual; para otros – una señal.)
1 Alumnos de las academias militares. Los junkers organizaron un levantamiento antisoviético el 11 de noviembre de 1917 en Petrogrado. Serguéi Efrón había ingresado en la academia para oficiales de Moscú a comienzos de 1917 y durante la Revolución sirvió en el 56º regimiento que defendió el Kremlin contra las tropas bolcheviques.
2 Periódico que pertenecía al partido de los Socialistas-Revolucionarios (S. R.). Después de la Revolución de Febrero los S. R. junto con los mencheviques tenían la mayoría en los soviets y formaron parte del gobierno provisional.
3 Seriózhenka, Seriozha, diminutivos de Serguéi.

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