José Hernández: Marín Fierro: Preludio a "La Ida"
"El desafío y el lamento (dos tonos de la voz oída y dos posiciones ante el poder y la ley), militarizados, politizados, y ligados cada uno con una razón universal o un sistema de intereses, se dirigen siempre en el género (gauchesco) contra el enemigo del que escribe. El desafío es la lengua militar y política; el lamento la lengua ley. Los dos tonos modulados, citados de un texto en otro, cambiados de lugar, representan el universo de la voz oída en el género. Y más allá, retomando por momentos el disfraz con que se exhibieron en su fuente oral, abren dos tradiciones de nuestra cultura: las que dieron su sustancia a la milonga y al tango. " Josefina Ludmer: El género gauchesco Un tratado sobre la patria (Sudamericana, 1988).
Preludio
a “La Ida”
Aquí me pongo á cantar
al
compás de la vigüela1
que el
hombre que lo desvela
una
pena estrordinaria,
5como
la ave solitaria
con el
cantar se consuela.
Pido á
los Santos del Cielo
que
ayuden mi pensamiento,
les
pido en este momento
que voy á cantar mi historia
me
refresquen la memoria
y
aclaren mi entendimiento.
Vengan
Santos milagrosos,
vengan
todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda
y se
me turba la vista;
pido á
mi Dios que me asista
en una
ocasion tan ruda.
Yo he
visto muchos cantores,
20 con
famas bien otenidas,
y que
despues de alquiridas
no las
quieren sustentar:
parece
que sin largar
se
cansaron en partidas.
Mas
ande otro criollo pasa
Martin
Fierro ha de pasar;
nada
la hace recular
ni las
fantasmas lo espantan,
y
dende que todos cantan
yo tambien quiero cantar.
Cantando
me he de morir,
cantando
me han de enterrar,
y
cantando he de llegar
al pié
del Eterno Padre:
dende
el vientre de mi madre
vine á
este mundo á cantar.
Que no
se trabe mi lengua
ni me
falte la palabra;
el
cantar mi gloria labra
y
poniéndome á cantar,
cantando
me han de encontrar
aunque
la tierra se abra.
Me
siento en el plan de un bajo
a
cantar un argumento;
como
si soplara el viento
hago
tiritar los pastos.
Con
oros, copas y bastos
juega
alli mi pensamiento.
Yo no
soy cantor letrao,
mas si
me pongo á cantar
no
tengo cuándo acabar
y me
envejezco cantando
las
coplas me van brotando
como
agua de manantial.
Con la
guitarra en la mano
ni las
moscas se me arriman;
naides
me pone el pié encima,
y
cuando el pecho se entona,
hago
gemir á la prima
y
llorar á la bordona.
Yo soy
toro en mi rodeo
y
torazo en rodeo ajeno;
siempre
me tuve por güeno
y si
me quieren probar
salgan
otros á cantar
y
veremos quién es menos.
No me
hago al lao de la güeya
aunque
vengan degollando;
con
los blandos yo soy blando
y soy duro con los duros,
y
ninguno en un apuro
me ha
visto andar tutubiando.
En el
peligro ¡Qué Cristos!
el
corazón se me enancha,
pues
toda la tierra es cancha,
y de
eso naides se asombre:
el que
se tiene por hombre
ande
quiera hace pata ancha.
Soy
gaucho, y entiendanló
como mi lengua lo esplica:
para
mí la tierra es chica
y
pudiera ser mayor;
ni la
víbora me pica
ni
quema mi frente el Sol.
Nací
como nace el peje
en el
fondo de la mar;
naides
me puede quitar
aquello
que Dios me dió:
lo que
al mundo truje yo
del
mundo ló he de llevar.
Mi
gloria es vivir tan libre
como
el pájaro del Cielo;
no
hago nido en este suelo
ande
hay tanto que sufrir,
y
naides me ha de seguir
cuando
yo remonto el vuelo.
Yo no
tengo en el amor
quien
me venga con querellas;
como
esas aves tan bellas
que
saltan de rama en rama;
yo
hago en el trébol mi cama
y me
cubren las estrellas.
Y
sepan cuantos escuchan
de mis
penas el relato
que nunca peleo ni mato
sino
por necesidá,
y que
á tanta alversidá
solo
me arrojó el mal trato.
Y
atiendan la relación
que
hace un gaucho perseguido
que
padre y marido ha sido
empeñoso
y diligente,
y sin
embargo la gente
lo
tiene por un bandido.
Etiquetas: Hernández José
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