lunes, noviembre 18, 2019

Enrique Pezzoni: César Vallejo. Parte V

Fragmentos de la lectura acerca de la obra del poeta  peruano  César Vallejo realizada por el profesor Enrique Pezzoni,  titular de la Cátedra  Teoría Literaria de la Carrera de Letras, de junio de 1987.  Parte V



Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

Primero poema que abre el libro Los heraldos negros. Se trata de un texto circular. Porque el último verso repite el primer verso. Los dos alejandrinos son idénticos, pero los sentidos son diferentes. Porque en el transcurso ha ocurrido el poema. La reiteración significa la asignación de un nuevo sentido.

El poema se inicia con dos marcas muy fuertes, de lo impersonal  y de personal: “Hay golpes tan fuertes en la vida, yo no sé”. El poema oscila entre lo que sobreviene sin injerencia del sujeto de la enunciación y una afirmación del mismo de la negación. El “hay golpes tan fuertes en la vida” es una afirmación impersonal violenta. “Yo no sé” es una afirmación personal, mediante la aparición del sujeto de la enunciación y del pronombre yo que declara una negación: la negación del saber: afirmación de una existencia, los golpes en la vida, y una afirmación de una inexistencia, el no saber la explicación del objeto que acaba de aparecer como por sí solo, mediante el rasgo de la creación impersonal.
Podríamos decir que la proposición de existencia es una proposición que afirma la existencia de lo dado, los golpes, los objetos son lo dado en el mundo. La segunda proposición “Yo no sé” es otra afirmativa a pesar de la forma negativa. Las marcas lingüísticas están dramatizando una forma dela existencia: lo dado, ante el sujeto que declara su incapacidad de explicarlo. Pero tanto la afirmativa como la negativa afirman algo.

Retomando a Kate Hambrueger: ella dice que “los enunciados poéticos son declaraciones reales, en el sentido de que es real el sujeto que enuncia, y es real, no el objeto acerca del cual se refiere el sujeto, sino la experiencia del objeto vivida por el sujeto”.

Kate Hamburger dice además: “el sujeto del enunciado lírico tiene el poder de eliminar los objetos, de eliminarlos y transmitir nada más que su experiencia de los objetos. Pero tiene un no poder: nunca puede eliminarse a sí mismo como sujeto”.

El sujeto del poema se afirma como sujeto negativamente. La afirmación coincide con la negación de una existencia, la inexistencia de su saber. Y de allí la relación con Hamburger, ese sujeto no se puede eliminar.

Un detalle a tener en cuenta. La cesura de ese primer verso “hay golpes en la vida// tan fuertes, yo no sé”:  divide al verso en dos hemistiquios. Donde el “tan fuertes” quedaría en el segundo hemistiquio. “Tan fuertes” es un juicio valorativo, que obviamente proviene del sujeto.

La situación no dialógica del primero y último verso, el 17, de este poema, se irisa hacia el metatexto modernista. Se trata de la presencia en Los heraldos negros de formas ya tematizadas en ese metatexto modernista más otras que son ajenas al modernismo.

En este sujeto lírico residen algunas características casi como una constelación;
-NO QUERER SER
-NO TENER MÁS REMEDIO QUE SER
-PROCURAR SER
-SENTIR LA CULPA DE SER

Continuando con el poema,  el sujeto define el objeto con una serie de proposicionesm que comienzan con el “como”:
“Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma  (Y ahí un resto de la primera oración…) Yo no sé!
Las proposiciones que definen ya no tanto el objeto, sino los efectos producidos por los golpes en el sujeto que los está calificando están abiertas por varios verbos: abren, serán son en los versos 5, 9 y 10, 11 y 12.
Son pocos pero son…
Es decir oración que hace eco a la primera proposición de existencia: “Hay golpes en la vida, son pocos pero son”.
Y luego con verbos de existencia y de acción:

Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el destino blasfema.

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Cuando el sujeto califica  el objeto, ese objeto del cual no puede dar cuenta, inicia una apertura dialógica con el  texto modernista. Así encontramos proposiciones introducidas con el como… Y por fin, en el centro del poema, aparece una nueva proposición de existencia, que es exactamente paralela de la primera: “Hay golpes en la vida”, una proposición que reitera mediante la forma impersonal la existencia de un nuevo objeto:
                        “Y/ (hay) el hombre… Pobre… pobre!”
El paralelismo también está dado en esta proposición nuevamente impersonal, aparece una forma de valoración (Pobre!... pobre!)
Primera: “Hay golpes en la vida, tan fuertes..”
Segunda: “Y el hombre… Pobre!...pobre!

Introduce, entonces: el hombre, visto como objeto. ¿ En qué sentido?: No hay proyección entre el sujeto de enunciación “yo no sé” y “ese hombre”? Parece poco probable que la haya: este nuevo objeto que es el hombre está absolutamente asociado con una forma de materialidad que se da constante en Vallejo: qué es el hombre? Es un cuerpo que padece los golpes y no puede dar cuenta de ellos. Simbólicamente el sujeto puede proyectarse o asociarse con esa forma de materialidad que es el cuerpo, el hombre que es cuerpo en el cual se reproduce la experiencia del padecer sin poder explicar:
El hombre… Pobre!.. ¡Pobre Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa en la mirada.

La vinculación entre el yo y el nos es que el yo se proyecta en ese cuerpo para verse también un objeto en el mundo. El hombre es cuerpo, es el ojo loco, que ve y no puede explicar lo que ve.
Hay además una asociación notable entre hombre y hombro, hombro es cuerpo.
“El hombre vuelve sus ojos locos, cuando por sobre el hombro
nos llama una palmada”

Toda esta parte central del poema, en que se da esta situación paradójica, abandona no solamente ese lenguaje coloquial que abre y cierra el poema, sino que entabla un diálogo con la forma modernista y parece obedecer a una estética de la simetría.
Es decir, contraposición simétrica de lo que se afirmo como lo dado y lo que se afirma personalmente como ignorancia ante lo dado. Todo este centro del poema está jugando con formas simétricas, construcciones paralelas y comparables sintácticamente.
Hay que tener en cuenta que existe definiciones de un mismo objeto mediante los sustantivos golpes y mediante metonimias constantes de un mismo concepto que es sufrir. Esto se da en el nivel superficial del texto mediante estructuras lingüísticas comparables y paralelas.





No hay comentarios.: