Enrique Pezzoni: César Vallejo. Parte V
Fragmentos de la lectura acerca de la obra del poeta peruano César Vallejo realizada por el profesor Enrique Pezzoni, titular de la Cátedra Teoría Literaria de la Carrera de Letras, de junio de 1987. Parte V
Abren zanjas oscuras
Hay
golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes
como del odio de Dios; como si ante ellos,
la
resaca de todo lo sufrido
se
empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más
fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros
Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la
Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del
alma
de alguna fe adorable que el Destino
blasfema.
Esos golpes sangrientos son las
crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se
nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los
ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una
palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no
sé!
Primero poema que abre el libro Los heraldos negros. Se trata de un
texto circular. Porque el último verso repite el primer verso. Los dos
alejandrinos son idénticos, pero los sentidos son diferentes. Porque en el
transcurso ha ocurrido el poema. La reiteración significa la asignación de un
nuevo sentido.
El poema se inicia con dos
marcas muy fuertes, de lo impersonal y
de personal: “Hay golpes tan fuertes en la vida, yo no sé”. El poema oscila
entre lo que sobreviene sin injerencia del sujeto de la enunciación y una
afirmación del mismo de la negación. El “hay golpes tan fuertes en la vida” es
una afirmación impersonal violenta. “Yo no sé” es una afirmación personal,
mediante la aparición del sujeto de la enunciación y del pronombre yo que
declara una negación: la negación del saber: afirmación de una existencia, los
golpes en la vida, y una afirmación de una inexistencia, el no saber la
explicación del objeto que acaba de aparecer como por sí solo, mediante el
rasgo de la creación impersonal.
Podríamos
decir que la proposición de existencia es una proposición que afirma la
existencia de lo dado, los golpes, los objetos son lo dado en el mundo. La
segunda proposición “Yo no sé” es otra afirmativa a pesar de la forma negativa.
Las marcas lingüísticas están dramatizando una forma dela existencia: lo dado,
ante el sujeto que declara su incapacidad de explicarlo. Pero tanto la
afirmativa como la negativa afirman algo.
Retomando a Kate Hambrueger:
ella dice que “los enunciados poéticos son declaraciones reales, en el
sentido de que es real el sujeto que enuncia, y es real, no el objeto acerca
del cual se refiere el sujeto, sino la experiencia del objeto vivida por el
sujeto”.
Kate Hamburger dice además:
“el sujeto del enunciado lírico tiene el poder de eliminar los objetos, de
eliminarlos y transmitir nada más que su experiencia de los objetos. Pero tiene
un no poder: nunca puede eliminarse a sí mismo como sujeto”.
El sujeto del poema se afirma
como sujeto negativamente. La afirmación coincide con la negación de una
existencia, la inexistencia de su saber. Y de allí la relación con Hamburger,
ese sujeto no se puede eliminar.
Un detalle a tener en cuenta.
La cesura de ese primer verso “hay golpes en la vida// tan fuertes, yo no
sé”: divide al verso en dos
hemistiquios. Donde el “tan fuertes” quedaría en el segundo hemistiquio. “Tan
fuertes” es un juicio valorativo, que obviamente proviene del sujeto.
La situación no dialógica del
primero y último verso, el 17, de este poema, se irisa hacia el metatexto
modernista. Se trata de la presencia en Los heraldos negros de formas ya
tematizadas en ese metatexto modernista más otras que son ajenas al modernismo.
En
este sujeto lírico residen algunas características casi como una constelación;
-NO
QUERER SER
-NO
TENER MÁS REMEDIO QUE SER
-PROCURAR
SER
-SENTIR
LA CULPA DE SER
Continuando
con el poema, el sujeto define el objeto
con una serie de proposicionesm que comienzan con el “como”:
“Golpes
como del odio de Dios; como si ante ellos
la
resaca de todo lo sufrido
se
empozara en el alma (Y ahí un resto de
la primera oración…) Yo no sé!
Las
proposiciones que definen ya no tanto el objeto, sino los efectos producidos
por los golpes en el sujeto que los está calificando están abiertas por varios
verbos: abren, serán son en los versos 5, 9 y 10, 11 y 12.
Son
pocos pero son…
Es
decir oración que hace eco a la primera proposición de existencia: “Hay golpes
en la vida, son pocos pero son”.
Y
luego con verbos de existencia y de acción:
Abren zanjas oscuras
en
el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán
tal vez los potros de
bárbaros Atilas;
o
los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del
alma,
de
alguna fe adorable que el destino blasfema.
Esos
golpes sangrientos son las crepitaciones
de
algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Cuando
el sujeto califica el objeto, ese objeto
del cual no puede dar cuenta, inicia una apertura dialógica con el texto modernista. Así encontramos
proposiciones introducidas con el como… Y por fin, en el centro del
poema, aparece una nueva proposición de existencia, que es
exactamente paralela de la primera: “Hay golpes en la vida”, una proposición
que reitera mediante la forma impersonal la existencia de un nuevo objeto:
“Y/ (hay) el hombre…
Pobre… pobre!”
El
paralelismo también está dado en esta proposición nuevamente impersonal,
aparece una forma de valoración (Pobre!... pobre!)
Primera:
“Hay golpes en la vida, tan fuertes..”
Segunda:
“Y el hombre… Pobre!...pobre!
Introduce,
entonces: el hombre, visto como objeto. ¿ En qué sentido?: No hay
proyección entre el sujeto de enunciación “yo no sé” y “ese hombre”? Parece
poco probable que la haya: este nuevo objeto que es el hombre está
absolutamente asociado con una forma de materialidad que se da constante en
Vallejo: qué es el hombre? Es un cuerpo que padece los golpes y no puede dar
cuenta de ellos. Simbólicamente el sujeto puede proyectarse o asociarse con esa
forma de materialidad que es el cuerpo, el hombre que es cuerpo en el cual se
reproduce la experiencia del padecer sin poder explicar:
El
hombre… Pobre!.. ¡Pobre Vuelve los ojos, como
cuando
por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve
los ojos locos, y todo lo vivido
se
empoza, como un charco de culpa en la mirada.
La
vinculación entre el yo y el nos es que el yo se proyecta en ese cuerpo para
verse también un objeto en el mundo. El hombre es cuerpo, es el ojo loco, que
ve y no puede explicar lo que ve.
Hay
además una asociación notable entre hombre y hombro, hombro es cuerpo.
“El hombre vuelve sus ojos locos,
cuando por sobre el hombro
nos llama una palmada”
Toda
esta parte central del poema, en que se da esta situación paradójica, abandona
no solamente ese lenguaje coloquial que abre y cierra el poema, sino que
entabla un diálogo con la forma modernista y parece obedecer a una estética de
la simetría.
Es
decir, contraposición simétrica de lo que se afirmo como lo dado y lo que se
afirma personalmente como ignorancia ante lo dado. Todo este centro del poema
está jugando con formas simétricas, construcciones paralelas y comparables
sintácticamente.
Hay
que tener en cuenta que existe definiciones de un mismo objeto mediante los sustantivos
golpes y mediante metonimias constantes de un mismo concepto que es sufrir.
Esto se da en el nivel superficial del texto mediante estructuras lingüísticas comparables
y paralelas.
Etiquetas: Pezzoni
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home