domingo, noviembre 03, 2019

Enrique Pezzoni: César Vallejo






Fragmentos de la lectura acerca de la obra del poeta  peruano  César Vallejo realizada por el profesor Enrique Pezzoni,  titular de la Cátedra  Teoría Literaria de la Carrera de Letras, de junio de 1987.

Número 1

“(…) La dificultad de abordaje que produce la poesía de César Vallejo hace oscilar a los críticos entre la interpretación más o menos arbitraria, precisamente a raíz del hermetismo de algunos textos de Vallejo, como son los textos de Trilce, o la tentación autobiográfica, es decir, el tomar la obra como documento. Nuestra propuesta en cambio es ver cómo se constituye el sujeto en los textos de Vallejo, y qué formas de dialogismo o no aparecen en los mismos. (…)
César Vallejo nació en 1892 en Santiago de Chuco, un pueblo de Perú, y hasta el momento en que publica Trilce (1922) vive en varias ciudades de Perú. En 1911 está en Lima; en 1913 en Trujillo –que es el momento en que CV comienza a participar en la bohemia literaria de Trujillo y a tener los primeros contactos con lo que se puede llamar la “la vanguardia”, es decir, las formas no tradicionales de poesía. En 1917 está en Lima; en 1918 publica Los heraldos negros y 1918 también es la fecha de muerte de su madre.
Uno de los espacios fundamentales en la poesía de CV es el de la Crónica familiar (véase Kate Hamburger), en la que aparecen continuamente la madre muerta y la mujer amada, en general intercambiando atributos. El hermano muerto, el reducto familiar: es la experiencia de la muerte, de los amores desaparecidos, de los amores proyectados en el recuerdo. Precisamente, lo fascinante es constatar cómo el sujeto se constituye experimentando esos hechos, poco importa que los documentemos o no.
Entonces, en la vida de CV, hay  ese paso por diferentes ciudades, Santiago de Chuco, Lima, Trujillo, en contacto primero con la literatura modernista –que deja toda una serie de relaciones intertextuales en Los heraldos negros –Herrera y Reissig, Darío, Lugones—(…).
Hay golpes en la vida,  tan fuertes… Yo no sé
Vamos a rastrear en los textos de CV a ese sujeto que aparece tanto en Los heraldos… como en Trilce, como en poemas posteriores, que persiste con alguna carascterística en las múltiples variantes de sus libros, cual es: la firmación y la negación de sí mismo: un sujeto que trata de afirmarse como sujeto pero continuamente se niega como sujeto. Es decir, una posición oscilante, contradictoria.
Hay golpes en la vida,  tan fuertes… Yo no sé
o
Yo nací un día
que dios estuvo enfermo.
Esa negación de sí que siempre va acompañada de un sentimiento de culpa. Y por otro lado, además, el anhelo del otro y la negación de la posibilidad del contacto con el otro.
Dos actitudes antagónicas pero coincidentes.
En Trilce, por ejemplo, e inclusive en poemas amorosos, hay siempre un anhelo de fusión, de vertebrarse con el otro,  que después se transformará en otro tipo de relaciones en Poemas humanos.
Ese movimiento contradictorio –negación de sí-anhelo de afirmación de sí; anhelo del otro-imposibilidad de contacto con el otro- se dan de maneras muy diferentes, en situaciones formales privilegiadas. Por ejemplo con situaciones dialógicas en el texto, frecuentes situaciones de diálogo con otro imaginado, consigo mismo… Siempre existe toda una constelación de preguntas, órdenes que suponen una contraposición de sujetos “yo-el otro, yo a quien le pregunto, yo a quien intimo,, yo con respecto a mí mismo: a eso llamo una situación dialógica permanente en los textos de CV. Se trata de una situación de diálogo que nunca se llega a constituir plenamente, porque no hay respuestas a las preguntas, a las órdenes, a los ruegos (…).
Por ejemplo, la negación del contacto con el otro tiene lugar en una serie de contraposiciones: la exaltación de la amada que muchas veces se reviste de los atributos maternos – el amor a la amada está siempre coincidiendo con la relación erótica; la exaltación de la amada pero a la vez la proyección de la amada siempre en el pasado, casi nunca hay situaciones presentes de relación con la amada. Ella está siempre en lo que fue, o en lo que se consumó imperfectamente. La amada está siempre en la zona del recuerdo. La unión sexual  siempre va unida a la frustración, el no logro. Es decir que este sujeto está trabajando con esas contraposiciones muy violentas y muy patéticamente vividas como experiencia.(…)”



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