lunes, noviembre 18, 2019

Pezzoni: César Vallejo, partes Vi y VII


Fragmentos de la lectura acerca de la obra del poeta  peruano  César Vallejo realizada por el profesor Enrique Pezzoni,  titular de la Cátedra  Teoría Literaria de la Carrera de Letras, de junio de 1987.  Partes VI y VII



Parte VI
Resulta notable comprobar que el Vallejo de Los heraldos negros está cerca y a la vez desprendiéndose del modernismo. Dialoga en polémica con el modernismo. Vallejo revisa sus textos: Espejo Asturriaga, uno de sus biógrafos, recogió primeras versiones que están muy cerca del modernismo. Inclusive en Trilce. En la primera versión del poema “Los heraldos negros”, por ejemplo, hay dos versos, casi un clisé modernista. Primera versión 11 y 12, donde dice:
“Son esos rudos golpes las explosiones súbitas
de alguna almohada de oro que funde el sol maligno”

Vemos la ornamentación y el lujo modernista, “almohada de oro” y las formas de calificación y personificación típicas.
Otro metatexto con el que dialoga CV es el del elemento indígena. La presencia de las tradiciones pre colombinas, del mundo post hispánico, el mundo cristiano, la presencia de dios. Dios con el cual se enfrenta CV, dice que es el culpable de la culpa que siente el sujeto, que se niega y que tiene verdadero encono de sí como sujeto.
“Yo nací un día
que dios estuvo enfermo”

Es que la culpa que tiene el sujeto es transmitida al gran culpable que es dios, cosa que ya está presenye en otros versos del poema “Los heraldos negros”: los golpes que son: “las caídas hondas de los Cristos del alma”. Es decir el dios cristiano no es ninguna garantía, él se vuelve también objeto de la acusación, es el creador de “los golpes”.

Siguiendo con el modernismo que, como diría Bajtin, está, en el caso de CV , dilógica,mente, en bivocalidad convergente y divergente. Inmediatamente después de Los heraldos…, , comienza una sección absolutamente modernista: “Plafones ágiles”. Con el galicismo “plafones”, palabra francesa; y el típico procedimiento modernista de atribuir a una entidad no humana comportamientos y actitudes que bordean lo humano.
Como primer poema de ese subgrupo, aparece “Deshojación sagrada”, poema sobre la Luna, constante en la poesía modernista. A su vez, “deshojación sagrada” remite al a un título de Julio  Herrera y Resising (“Desolación absurda”).

Uno de los poemas de la mencionada sección es:

Nochebuena
Al callar la orquesta, pasean veladas
sombras femeninas bajo los ramajes,
por cuya hojarasca se filtran heladas
quimeras de luna, pálidos celajes.

Hay labios que lloran arias olvidadas,
grandes lirios fingen los ebúrneos trajes.
Charlas y sonrisas en locas bandadas
perfuman de seda los rudos boscajes.

Espero que ría la luz de tu vuelta;
y en la epifanía de tu forma esbelta,
cantará la fiesta en oro mayor.

Balarán mis versos en tu predio entonces,
canturreando en todos sus místicos bronces
que ha nacido el Niño-Jesús de tu amor.

Estos versos son casi un pastiche modernista, que convergen con el modernismo de Darío.

Parte VII

LOS ANILLOS FATIGADOS

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás han de istmarse.

Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,
que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!

Hay ganas de... no tener ganas. Señor;
a ti yo te señalo. con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.

La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se repite, y pasa:  pasa:
a cuestas con la espina dorsal del Universo.

Cuando, las sienes tocan su lúgubre tambor...
cuando me duele el sueño grabado en un puñal,
¡hay ganas de quedarse plantado en este verso!

En este poema es de sí del que habla, como si fuera un objeto: no dice “tengo ganas” sino “Hay ganas”. En este poema aparecen las formas violentamente personales, en que el sujeto de la enunciación habla de sí como sujeto del enunciado.
El espacio de la contradicción aparece completamente  delineado y enfatizado. No se trata solo de la oposición personal /no personal: el sujeto se define en un haber ganas de quedarse plantado en este verso. Este sujeto se mostraría como un “ello”, como un objeto que desea ser yo, ser un sujeto. Un yo que desea actuar y comportarse como un sujeto; un yo que a la vez no lo desea; un yo que dice: hay ganas de no tener ganas, el deseo se vuelve sobre sí y se devora a sí mismo. El deseo es la exacerbación de la contradicción. Podemos asociar este poema con algunos del libro Trilce. Por ejemplo uno de los menos modernistas. Ya está dialogando con los textos futuros.

Trilce. LVI

Todos los días amanezco a ciegas
a trabajar para vivir; y tomo el desayuno,
sin probar ni gota de él, todas las mañanas.
Sin saber si he logrado, o más nunca,
algo que brinca del sabor
o es sólo corazón y que ya vuelto, lamentará
hasta dónde esto es lo menos.

El niño crecería ahíto de felicidad
oh albas,
ante el pesar de los padres de no poder dejarnos
de arrancar de sus sueños de amor a este mundo;
ante ellos que, como Dios, de tanto amor
se comprendieron hasta creadores
y nos quisieron hasta hacernos daño.

Flecos de invisible trama,
dientes que huronean desde la neutra emoción,
pilares
libres de base y coronación,
en la gran boca que ha perdido el habla.

Fósforo y fósforo en la oscuridad,
lágrima y lágrima en la polvareda.

En este poema de Trilce, que es de los menos herméticos, vuelve a aparecer ese sujeto de LHN, el amanecer a ciegas,, a esta circularidad de afirmarse y negarse continuamente.


En el siguiente poema, CV, el sujeto de la enunciación yo, habla de sí mismo como sujeto del enunciado, oscilación entre la voluntad de ser y de no ser.
Al comienzo del poema, en la primera estrofa, dentro de un registro ya más hermético, aparecen los momentos precisos donde el sujeto se cuestiona a sí mismo, momentos que son hitos o señales, violentamente fijados, que “obtetrizan y fechan los amotinados nichos de la atmósfera”.
El sujeto se desliza hacia una dimensión confesional. Sigue un fragmento en prosa:  (“Verde está el corazón de tanto esperar”).

LXIV
Hitos vagarosos enamoran, desde el minuto montuoso que obstetriza
y fécha los amotinados nichos de la atmósfera.

Verde está el corazón de tánto esperar, y en el canal de Panamá
¡hablo con vosotras, mitades, bases, cúspides! retoñan los peldaños,
pasos que suben,
pasos que baja-
n.
Y yo que pervivo,
y yo que sé plantarme.

Oh valle sin altura madre, donde todo duerme horrible mediatinta,
sin ríos frescos, sin entradas de amor. Oh voces y ciudades, que pasan
cabalgando en un dedo tendido que señala a calva Unidad. Mientras
pasan, de mucho en mucho, gañanes de gran costado sabio, detrás de las
tres tardas dimensiones.

Hoy                                             Mañana                                             Ayer
      (No, hombre!)

El sujeto habla de sí consigo mismo. Habla de sus dos mitades. Esas dos mitades encontradas en el espacio simbólico que es el Canal de Panamá, irreconciliables. La imagen geográfica ya aparecía en el poema “Hay ganas”.
La misma imagen aparece ahora en este poema, en este sujeto que se presenta como dos mitades, que jamás han de encontrarse, que no pueden componer el número par. La asimetría que es siempre el sujeto de Trilce, con todas las connotaciones de tríada.
En este mismo poema, después de afirmarse como pura contradicción, aparece el movimiento opuesto, la necesidad de plantarse de afincarse y de afirmarse.
“Y yo que pervivo
y yo que sé plantarme”
Nuevamente contradicciones que son constitutivas del sujeto Vallejo, porque van a extenderse desde LHN hasta España aparta de mí ese cáliz. Y en los Poemas humanos.

Los heraldos negros se cierra con un poema Espergesia

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha…
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico… Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben… Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda…

Y no saben que el Misterio sintetiza…
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

Del libro Los heraldos negros (1919)

El título Espergesia alude a una forma retórica, a un recurso retórico, el de decir de varias maneras lo mismo.  La variabilidad para decir lo mismo. La variabilidad en la insistencia del sujeto lanzado empresa de la afirmación y la negación, la contradicción. No en vano elige un título que viene de la retórica.
Es este un poema en que el sujeto se asume no solo como el lugar de la contradicción, sino de la aberración, con una valoración ética terriblemente negativa de sí mismo.
Este sujeto es la perversión, la versión que da de sí mismo es una versión perversa: es la versión del desvío constante de sí mismo, en el sentido literal de la palabra: per/ versión, aquello que se desvía y se difumina en esos sentidos contradictorios.
Con esa tendencia a la argumentación que aparece en los poemas de CV, uno de los tramos dice:

Hermano, escucha, escucha…
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Aparece también ese afán de establecer una relación dialógica con el otro-hermano. Contradictoriamente el afán de dejar rastros de sí en el mundo.

Y que no me vaya
Sin llevar diciembres
Sin dejar eneros

Es decir que no me vaya sin afirmar solo el final –diciembre- sino también el comienzo –enero- e, inmediatamente enlaza con los versos “pues yo nací un día/ que dios estuvo enfermo”. El pues introduce la argumentación contraria.
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1 comentario:

C A R G dijo...

Muchas gracias por todo el material que comparte