Érika Martínez Cabrera: Lo pequeño se afila (sobre un poema de Ma. Del Carmen Colombo)
A
continuación, transcribimos otra de las partes del ensayo Carnaval negro: Veinte poetas argentinas de los años 80, (págs. 493
a 496), dedicado al libro La familia
china, de la poeta María del Carmen
Colombo. El texto corresponde a la tesis doctoral de la docente e
investigadora española Érika Martínez
Cabrera* (dirigida por el doctor Álvaro Salvador Jofré), de la Universidad
de Granada, Facultad de Filosofía y Letras del Depto. de Literatura Española.
Todas
las noches, la madre china pone su mente adentro de una copita quieta. La llena
con sus diminutos pensamientos de alfiler. Es de jade, la copita, y parece un
párpado vaciado por la punta de una vara de bambú. Puede ser también un pájaro
mudo que se sostiene en una sola pata de gallo.
La
mente maternal imita el salto de los equilibristas, esos que tiran el alma por
el aire y cae, hecha un bollito, en las aguas secas del vacío.
A
la mañana, la mente china sale lívida del párpado, como un pez o un ánima que
ha vagado por los vericuetos del limbo.
La copita, el
alfiler, los diminutos pensamientos, el bollito, la punta de la vara de bambú,
forman parte de ese inmenso campo semántico que es lo pequeño. Lo pequeño
extiende sus significaciones por todo el libro, convirtiéndose en el mayor
indicativo de la orientalidad, tal como la concibe la imaginación occidental.
Las mujeres de La familia china son
pequeñas, como lo son los objetos que las rodean, y son delicadas y exquisitas.
El estereotipo, sin embargo, no se deja atrapar. Un intruso siniestro atraviesa
la memoria del poema: lo pequeño es afilado, hiere, tortura y mata. La vara de
bambú pincha y vacía el ojo de la madre pequeña. Sobre el ojo que le queda (“en
una sola pata de gallo”) se sostiene un pájaro mudo, un testigo que no puede
hablar.
La memoria
silenciada de la madre y su mirada herida son las de todo una discursividad
social alterada por la dictadura (330).
Pero a pesar de la imposibilidad de ver, a pesar de la imposibilidad de decir,
la madre china de Colombo recuerda mientras fantasea “todas las noches”. En el
segundo párrafo del poema, por obra y gracia de lo que hemos llamado naif
siniestro, un equilibrista circense se transmuta en pleno salto en un cuerpo
que cae en el vacío, quizás en el Río de la Plata. ¿Piensa la madre en los
desaparecidos? Su regresar “lívida” de la ensoñación así parece indicarlo.
Regresa como del limbo, ese lugar en el que vagan treinta mil cuerpos sin rumbo,
pero también ese lugar donde el cielo perfecto del orientalismo se rompe en mil
pedazos. Debajo del nácar chinesco pujan por salir los rostros humanos de La
familia. La ironía se ceba en las grietas. Así, “es de jade, la copita” como
“son chinas las tres chicas”. La torsión sintáctica que realiza Colombo permite
que la estilización paródica no pase desapercibida, poniendo el acento en el
tópico, sirviéndonoslo en bandeja.
Si las metáforas
visuales de lo poético habían caracterizado los dos anteriores poemas, en este
el ojo es el protagonista. Un ojo que progresivamente se nos presenta como
cansado y cargado de memoria, con patas de gallo, con ajeras. María del Carmen
Colombo se apropia, en este punto, del carácter marcadamente visual de la
literatura china (331) y recicla sus
connotaciones ideológicas aproximándolo a la realidad histórica argentina. Para
que la restitución de la memoria sea posible, decir y ver, escribir y dibujar,
deben ser la misma cosa.
En realidad, el
desarrollo de la dimensión visual de la poesía (en un sentido metafórico pero
también estrictamente plástico) es una constante en la lírica argentina de las
dos últimas décadas, que puede explicarse en parte por la influencia del
concretismo brasileño (332). El
trabajo con el poema como objeto plástico se concreta en multitud de libros en
un trabajo con los encabalgamientos, los versos quebrados y la distribución de
las palabras en la página. Así ocurría en el anterior, segundo libro de
Colombo, Blues del amasijo (1985). La
familia china (1999), por su parte, elabora estampas marcadamente pictóricas y
luego las convierte en escenarios, acentuando su posible teatralidad. Escribir
es en estos poemas sanar la mirada, hacer posible la visión, no en un plano
sensitivo (donde se quedan la mayoría de los caligramas) sino más allá, donde
habita la memoria. Cada poema de Colombo es un ojo y, al mismo tiempo, lo que
mira (333).
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Notas
330) Para recordar las consecuencias discursivas
del llamado Proceso de Reorganización Nacional, volver al epígrafe 3.1.de este
trabajo.
331) La plasticidad de la literatura china
comienza en los propios caracteres. Como explica Delinque Eleta, “con el
término carácter se designan los diferentes signos (independientemente de su
composición o complejidad) con los que se plasma la escritura china: los
caracteres son signos evolucionados a partir de dibujos simplificados, sin
función sintáctica determinada en los que se ´vierten´ las categorías
sintácticas tal como las conocemos en las lenguas indoeuropeas (2005, 139).
332) Ver Capítulo 2, epígrafe 2.3.2.1.
333) Imágenes construidas sobre este principio
abundan, por ejemplo, en la tradición lírica japonesa, en el Manyoshu (759 d.C)
o en el Ise Monogatari (aprox. 950 d.C). Si lo traemos a colación, es porque
Colombo combina indistintamente las referencias chinas, japonesas y coreanas.
Considerar las posibles resonancias de algunas fuentes elementales de las
literaturas del Extremo Oriente nos ayudará a profundizar en su propuesta.
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*Erika
Martínez Cabrera (Jaén, España, 1979). Docente e investigadora (Univ. de
Granada). Lic. en Filología Hispánica y Teoría de la Literatura. Se doctoró en
la Universidad de Granada con una tesis sobre poesía hispanoamericana Carnaval negro (UGR, 2008). En poesía,
publicó: Color carne (Pre-Textos,
2009- Premio de Poesía Joven Radio Nacional de España); el libro de aforismos Lenguaraz (Pre-Textos, 2011). Como
editora, ha preparado los volúmenes Quiroga
íntimo (Páginas de Espuma, 2010), La
voz en bandolera (Visor, 2007), antología de la poeta argentina Diana
Bellessi, y Me incitó el espejo (DVD
Ediciones, 2010), antología del poeta chileno David Rosenmann-Taub, junto con
Álvaro Salvador. Escribe una columna semanal en el diario Granada Hoy y ha colaborado con la revista National Geographic (Viajes). Es miembro del Consejo de Redacción
de la revista Letral. Actualmente
desarrolla su labor investigadora en La Sorbona (CRIMIC, París IV). Su web: www.erikamartinez.
**María del Carmen Colombo (Buenos Aires, Argentina,1950). (Buenos
Aires, 1950). Ha publicado: La edad
necesaria (1979); Blues del amasijo
(1985); Blues del amasijo y otros poemas (1992,
reedit. 1998 ); La muda encarnación
(1993, reedit. 2006), La familia china
(1999, reedit. 2006 y 2012); además publicó Los
sueños del agua (poesía para niños, 2010), Santo y Seña (publicación conjunta, 1984) y Folletín (Plaquetas del Herrero, 1998). Ha recibido, en otros, el
Primer Gran Premio de Poesía V Centenario (1992) y Mención Especial del Premio
Nacional de Poesía, Producción 1996-1999 (2005). Integra antologías de poetas
argentinos editadas en el país y en el extranjero –como Puentes/Pontes
(Fondo de Cultura Económica, 2003) y 200
años de poesía argentina (Ed. Alfaguara). Colabora en diarios y revistas.
Desde 1980 coordina talleres literarios. Integra el Consejo Editorial de Hilos
Editora. Tiene un blog: http://blogdelamasijo.blogspot.com.ar y una página
http://www.mariadelcarmencolombo.com.ar
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