Pier Paolo Pasolini: El privilegio de pensar
¡Ah,
reconcentrarse, y pensar!
Decirse,
esto es, ahora pienso -sentado
sobre
el banco junto a la ventanilla amiga.
¡Puedo
pensar! Quema los ojos, el rostro,
desde
el césped de Piazza Vittorio,
la
mañana y mísero, adhesivo,
mortifica
el olor del carbón
la
avidez de los sentidos: un dolor terrible
pesa
en el corazón, así de nuevo vivo.
Bestia
vestida de hombre -niño
arrojado
solo al mundo,
con
su abrigo y sus cien liras,
heroico
y ridículo me voy a trabajar,
yo
también, para vivir... Poeta, es verdad,
pero
mientras heme aquí en este tren,
cargado
tristemente de tareas,
como
por broma, blanco de cansancio,
heme
aquí sudando mi salario,
dignidad
de mi falsa juventud,
miseria
de quienes con humildad interna
y
aspereza ostentada me defiendo...
¡Pero
pienso! Pienso, en el rincón amigo,
en
la íntegra media hora del recorrido,
desde
San Lorenzo hasta las Cappannelle,
desde
las Cappannelle hasta el aeropuerto,
pensando,
buscando infinitas lecciones
en
un solo verso, en un trocito de verso.
¡Qué
estupenda mañana! ¡A ninguna otra
igual!
Ahora hilos de débil
neblina,
desconocida detrás de los murallones
del
acueducto, recubierto
de
casitas pequeñas como perreras,
y
calles arrojadas allá, abandonadas,
frecuentadas
sólo por aquella pobre gente.
Ahora
arrebatos de sol, sobre praderas de grutas
y
cuevas, barroco natural, con verdes
extendidos
por un Corot pordiosero; ahora soplos de oro
sobre
las pistas donde con deliciosas grupas marrones
corren
los caballos, montados por muchachos
que
parecen aun más jóvenes, y no saben
cuánta
luz en el mundo hay en torno a ellos.
(Piero Paolo Pasolini (Italia, Bolonia, 1922- Roma, 1975). (Traducción: Delfina
Muschietti)
Etiquetas: Pasolini
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