Macedonio Fernández: Papeles de Recienvenido
El
accidente de Recienvenido
Me
di contra la vereda.
¿En
defensa propia? indagó el agente.
No,
en ofensa propia: yo mismo me he descargado la vereda en la frente.
La
comisa de la vereda apuntó un reportero le cayó sobre el rostro a nivel de la
tercera circunvolución izquierda, asiento de la palabra...
Y
del periodismo insinuó el accidentado.
Que
ha recobrado en este momento. Y sigue redactando el periodista: El artesonado
de la acera...
No
se culpe a nadie, propongo... No, eso es para suicidarse.
De
mi pronta mejoría, quería decir. Ruego al señor reportero que figure algo en la
noticia de "decúbito dorsal".
No
hay necesidad: los operarios tipógrafos lo ponen siempre. O si no, ponen:
"base del cráneo".
¿Se
me dirá si me puedo levantar sin deslucir la noticia de un suicidio?
¿Iban
mal sus negocios?
Nada
de eso: la única dificultad ha sido el cordón de la vereda. ¿Puedo anotar
oposición de familia a su noviazgo?
Otro
insiste en que había mediado agresión y le ruega aclare si se interponía
"un viejo resentimiento".
Alguien,
un desconocido desde mucho tiempo atrás para usted, avanzó resueltamente y
desenfundando un cordón de la vereda ColtBrowing se lo disparó.
En
fin, Recienvenido empieza a sulfurarse y los increpa:
¡Yo
estaba aquí antes que ustedes y mis informes son más anticipados! Voy a darles
un resumen publicable:
"Yo
caí. Fui derribado por el golpe de la orilla de la vereda; sin embargo, no
necesitaba ya serlo, pues mi cabeza salió a recibir el golpe yéndose al suelo.
"Caí;
fue en ese momento que me encontré en el suelo. Ninguna persona había.
¡Estaba
yo! Y yo.
Y
yo dicen los reporteros.
Muy
bien. No imaginando que hubieran tantas personas en torno mío que me
precisaran, invertí unos minutos de desmayo en estarme quieto sin
apresuramiento. Cuando desperté, me supuse o que había recibido parte de la
vereda en la cabeza, o que había leído algún capítulo de Literatura Obligatoria
del Mío Cid o el Cielo del Dante. Rodeado, en las cuatro direcciones de la
instrucción pública, N. S. E. y O., por infinitas personas en número de setenta
que habían abandonado importantes negocios para formarme un cinturón zoológico
suburbano, se llamó a la Asistencia Pública para que me trajera un vaso de agua
que nunca llegó. Retardo de la Asistencia Pública anota un cronista.
Algo
de delirio otro.
¿Me
permiten? siguió Recienvenido. No obstante la falta de horario, el accidente es
la única cosa que yo nunca he visto desperdiciar; el agua caliente, el fuego,
desperdiciamos con frecuencia, pero siempre alrededor de aquél he visto a muchas
personas que están juntando al accidentado, rodeándolo para que no se filtre y
desparrame, formando un círculo tan perfecto como perfecto es el centro de él
formado por la persona más o menos completa en el momento que ha tomado el
papel de accidentado.
1922
Macedonio Fernández (Buenos Aires, 1
de junio 1874 - 10 de febrero de 1952).
Etiquetas: Macedonio
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