Álvaro Mutis: El miedo
Bandera de ahorcados, contraseña de barriles,
capitana del desespero, bedel de sodomía, oscura sandalia que al caer la tarde
llega hasta mi hamaca.
Es
entonces cuando el miedo hace su entrada.
Paso a paso la noche va enfriando los tejados de zinc, las cascadas, las
correas de las máquinas, los fondos agrios de miel empobrecida.
Todo, en fin, queda bajo su astuto dominio. Hasta la terraza sube el
olor marchito del día.
Enorme pluma que se evade y visita otras comarcas.
El
frío recorre los más recónditos aposentos.
El
miedo inicia su danza. Se oye el lejano y manso zumbido de las lámparas de
arco, ronroneo de planetas.
Un
dios olvidado mira crecer la hierba.
El
sentido de algunos recuerdos que me invaden, se me escapa dolorosamente: playas de tibia ceniza, vastos aeródromos a la
madrugada, despedidas interminables.
La
sombra levanta ebrias columnas de vapor. Se inquietan los písamos.
Sólo entiendo algunas voces.
La
del ahorcado de Cocora, la del anciano minero que murió de hambre en la playa
cubierto inexplicablemente por brillantes hojas de plátano; la de los huesos de
mujer hallados en la cañada de La Osa; la del fantasma que viven en el horno
del trapiche.
Me
sigue una columna de humo, árbol espeso de ardientes raíces.
Vivo ciudades solitarias en donde los sapos mueren de sed. Me inicio en
misterios sencillos elaborados con palabras transparentes.
Y
giro eternamente alrededor del difunto capitán de caballos de acero.
Mías son todas estas regiones, mías son las agotadas familias del sueño.
De la casa de los hombres no sale una voz de ayuda que alivie el dolor de todos
mis partidarios.
Su
dolor diseminado como el espeso aroma de los zapotes maduros.
El
despertar viene de repente y sin sentido. El miedo se desliza vertiginosamente
para tornar luego con nuevas y abrumadoras energías.
La
vida sufrida a sorbos; amargos tragos que lastiman hondamente, nos toma de
nuevo por sorpresa.
La
mañana se llena de voces:
Voces que vienen de los trenes
de
los buses de colegio
de
los tranvías de barriada
de
las tibias frazadas tendidas al sol
de
las goletas
de
los triciclos
de
los muñequeros de vírgenes infames
del cuarto piso de los seminarios
de
los parques públicos
de
algunas piezas de pensión
y
de otras muchas moradas diurnas del miedo.
Álvaro Mutis (Colombia, 1923-2013). En: Summa
de Maqroll el Gaviero. Poesía 1947-1970. Barral Editores, Barcelona, 1973.
Etiquetas: Álvaro Mutis
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