Diego Colomba: MALENTENDIDOS
Lecturas
equívocas, interpretaciones erráticas de poesías dadas a publicidad…
De
La familia china. (Buenos Aires, Hilos Editora, tercera edición, 2011).
Extractado de: https://www.diegocolomba.com/8-un-poema-de-maria-del-carmen-colo
Un poema de María
del Carmen Colombo
"SON CHINAS LAS
TRES CHICAS, pintadas por el fino pincel de un copista oriental. Ojos como
rendijas miran la escena de la madre, lavando el kimono en el piletón del
patio. Las miradas finitas rayan las ojeras de la madre, imitación de la sombra
de un árbol exótico. Le dibujan persianas cerradas para protegerla de un sol de
siesta, insoportable.
El alma china de
la familia se llena como una palangana porteña al compás de los dichos
maternales del agua. Y las tres chicas recuerdan, al unísono, los agujeros dejados
por las balas. Los agujeros del recuerdo, multiplicados por tres, ensucian con
la sangre del padre el kimono que la madre lava, infinitamente, adentro del
piletón de sus propias ojeras.
Recordar, abrir el
ojal de una herida llamada ojo, provoca un dolor de sol, insoportable, entre
ceja y ceja. Por eso, a la sombra de un árbol exótico, las tres chicas pintan
el alma de un dragón subiendo al cielo, con el fino pincel de sus pestañas."
"Son chinas", focaliza una voz con
ironía, pero no queda claro —felizmente— de cuál de todas las posibles Chinas
provienen esas mujeres (¿son uruguayas, asiáticas o criollas?) que aparecen en
esta suerte de estampa japonesa donde se ilustra una escena de conventillo
porteño, en la que el alma (el aliento) de un dragón sube finalmente al cielo.
La imaginación babélica de Colombo inventa
un dialecto sutil que alitera, con la cadencia de la fábula, mundos distantes,
con un tono que aúna familiaridad y extrañeza, violencia y candidez. Un poema
sobre la memoria se vuelve una novela familiar, porosa como la imagen de un
padre solar (que se levanta en el oriente) sometido a la erosión infinita del
amor de sus deudos. La escritura poética no puede borrar lo escrito en la
propia carne como pretende hacerlo la prosa instrumental del mundo, pero sí
puede incidir y deslizarse, irreversible y frágil, en el espacio dramático de
lo vivo. De este modo, los gestos de esta escritura unen imaginariamente
“ojeras” con “piletón”, “pincel” con “pestañas”, “agujeros de bala” con
“recuerdos”.
Si el pensamiento gráfico del poema apela
al espacio a través de la mirada, que raya (sobrexpone sus grafías) sobre los
trazos ya existentes, sobre la piel cansada de una madre, puede hacer de una
memoria heredada una patria más piadosa. A resguardo de un padre y de su
cegador influjo, el pincel de las pestañas de las hijas puede deslizar su trazo
flexible y carnal en el seno del aire. Puestos en fuga, los signos pueden
bregar, nos dice Colombo, por su propia abolición.
Diego Colomba
Rosario, 8 de
octubre de 2017.
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