miércoles, julio 26, 2017

"Hierba sobre le mundo castigado- Colectivo poético involuntario"




Texto de presentación del libro 

Por María del Carmen Colombo

La publicación de Hilos Editora de Hierba sobre el mundo castigado - Colectivo poético involuntario- constituye un “acontecimiento editorial”.
Porque este libro, concreción de un proyecto en el que han venido trabajando las poetas Teresa Arijón y María Mascheroni, desde hace tres años, conjuga gran creatividad y profunda reflexión. Y cuando a una profunda tarea de reflexión se suma  gran creatividad, puede llegar a alcanzarse: la invención, que, “participa de la alegría de lo nuevo1”.
¿Qué es inventar sino encontrar la manera de hacer una cosa nueva, desconocida antes, o una nueva manera de hacer algo. ¿Acaso la capacidad de invención, relacionada con el campo científico, no puede también aplicarse al campo artístico? Y es ese carácter de novedoso, de inédito, el que transforma un hecho en acontecimiento. 
El resultado es un texto colectivo, compuesto por fragmentos de poemas, y en ciertos casos poemas completos, de 56 poetas argentinos nacidos entre 1955 y 1965, poetas que salieron al mundo en la época de la dictadura militar de 1976 a 1983. El nombre de los autores se reserva para las últimas páginas del libro, en un listado y por orden de aparición.
Podemos disfrutar así de un solo y largo poema, que, teniendo en cuenta las palabras de Karl Mannhein, al que se apela al comienzo de las páginas preliminares, podemos llamar “generacional”: La idea de generación –dice Mannhein- no se ciñe a lo biológico sino a una gran experiencia compartida.
Esa gran experiencia compartida tiene que ver con una etapa  de nuestra historia, que se centra en dos fechas que, ya se ha señalado, resultan una marca fundante: el 24 de marzo de 1976, con el comunicado N 1 de la Junta Militar, y el 10 de diciembre de 1983, con la llegada de la democracia. Y es la consigna “aparición con vida” la que mejor identifica esa gran experiencia, tanto como la figura del desaparecido.
Composición
El borramiento provisional  de la autoría, que hace de este un texto colectivo;  la inclusión de fragmentos de poemas- hasta de un solo verso- y a veces poemas completos; la división en doce unidades marcadas por grandes asteriscos –profundas respiraciones, actos de silencio, que podrían interpretarse incluso como temáticos,. además de los espacios activos que van marcando breves respiraciones, entre uno y otro fragmento, hacen a la impecable composición de esta inquietante partitura.
Y digo partitura, porque creo que las autoras han obrado como los músicos: “elegimos textos, grandes minucias, versos potentes, basándonos en una vibración” –y agregan-: “son unidades de sentido, movimientos rítmicos”. Vibración, resonancia, imantación que envuelve a cada fragmento, hablen estos de circunstancias propias de la época; o bien como algunos, que ni siquiera hacen referencia al tema.
Véanse como ejemplo, dos fragmentos incluidos en la unidad 7,,p. 39,  que se conforma casi como un bestiario:   Uno:Son cientos de ñus buscando pasturas/Y tres o cuatro leones./ Cómo no pensar que/ podrían destrozarlos con sus cuernos/ por pequeños que sean./ Pero los ñus por naturaleza/ ceden a los leones algún hijo. En eso se parecen a los pueblos./ Detrás de los leones/ vienen las hienas”.
El fragmento que continúa dice: “Los flamencos van despegando/ del suelo con lentitud, uno por uno/ y como un trazo de tinta en el cielo/ van formando un arco rosado./ El circuito entre las nubes continúa eternamente/ pero no sé si los flamencos continúan ahí”.
Claro que hay otras secuencias de parentesco temático: véase  la unidad 9, pp. 44-45, ambos de diferentes tonos Uno de ellos dice:
Ser punk era tener un plan B. Ahora que lo pienso, no había/ otro secreto./ Ser punk era tener un plan B incluso como/ alternativa al punk./ Ser punk significaba, contra todas las/ expectativas, elegir el plan B, vivir en la B, hacer de eso una/ causa. Habitar el punto ciego de la foto familiar, y que ese estar/ fuera de foco fuera la tierra más lejana./ A esa conclusión llegamos una tarde de 1983 mientras Mick/ Jones cantaba Stay free.”
El segundo fragmento: “La revolución ha kaputido/ como tema de plática y aceitunas. Nunca más será excusa/ para tocarse y hacer tae-kwon-do./ Nunca más/ para embebidas traiciones/ será motivo. // ¡Oh Revoluta!/ ¡Tu ausencia es como una falta de ortografía!

Superada la conmoción que sacude al lector y despierta su percepción anestesiada por la costumbre, por la repetición de lo mismo-, en este continuo indiferenciado, en esta partitura coral, sin embargo, puede advertirse, a veces, la diferencia, ese matiz que identifica una voz  entre la diversidad de voces (ya sea por el léxico, por el tono grave o leve, por la disposición de los versos, el uso de la ironía y hasta del humor, etc.). Insisto, no me refiero a señales relacionadas con la autoría, sino al parentesco que se establece entre algunos fragmentos. Un canto coral donde cada voz aporta su rasgo de solista. Diversidad, entonces, que no anula la diferencia. Como dicen las autoras: “generamos un conjunto anónimo, no impersonal”2.

El comienzo -la primera unidad del libro, pp. 21-22, ya nos sitúa  en el lugar donde conviven las voces  la Ciudad, las ciudades de nuestro país. Centros y periferias, alrededores superpoblados, hacinamiento.
Seis son los fragmentos incluidos. Los que logran crear un clima grave, propio de una catástrofe., y de sus consecuencias. Me gustaría citarlos completos para que la transmisión de algunos de los conceptos, afirmaciones un poco abstractas, sobre todo en lo que hace a la lógica de la composición:
Cito:
“k
Los edificios se han caído. Las autopistas se han venido abajo.
Recorro las construcciones sin fachada, como escenografías
abiertas. Deambulo por los cuartos y veo gente muerta que
parece dormida, una hija abrazada a su madre en una silla.
Camino por esos departamentos derruidos aunque todo está en
su lugar como en el momento anterior a la catástrofe. Sentimos
una vibración en el piso. Es un terremoto pensamos, pero todo
sigue en pie.


Alguien debería dibujar de un modo impecable
el mapa de una ciudad loca
a la que abofetea el viento.

Bordeada por un mar gris y murallas de
piedra,
con gentes de poco hablar
navegando sus propios océanos.

Nombro una ciudad que no está muerta ni viva.


Vi epopeya donde debí ver miseria y degradación donde había
renunciamiento. Niños vi: pero eran viejos. Y vi dioses que eran
perros. ¿Sol? No: pintura fresca. Y oro en lugar de arena.”



Conclusiones 
Volviendo a la noción de acontecimiento, me pregunté, en qué se sustentaron, cuál fue el umbral donde Teresa Arijón y María Mascheroni se apoyaron para atreverse a saltar sin red, sin antecedentes: y se me ocurrió que la respuesta podría tener que ver con una decisión, una apuesta potente, y a su vez riesgosa, sobre todo en este, nuestro presente: la de ser leales a su propio recorrido artístico, político, teórico, vital. Porque, aclaran: “hay otro pasado a conocer”, el de quienes guardaron, ciertos valores o antivalores: “La visibilidad no era un valor. La hiperproduccción no era un valor. La producción tampoco”-agregan.
Y para finalizar, retomo la pregunta que se hacen las autoras acerca de cuándo se vuelve político un texto, un acto, un pensamiento. Creo que Hierba sobre el mundo castigado, al aunar  texto, acto y  pensamiento, y al ser publicada convirtiéndose en un acontecimiento artístico, obrará, seguramente,  la historia del arte lo demuestra, como punta de lanza para afectar y dislocar posturas o, en todo caso, para anunciar cambios en el estado de cosas de la época. “No para siempre, y aun así de modo permanente”3.

Me gustaría cerrar mi intervención con las palabras del crítico, teórico, profesor Andrés Avellaneda, quien nos enviara  la primera devolución de Hierba sobre el mundo castigado: “Al borrar  provisoriamente la autoría , un “texto colectivo” recoge la hipótesis del fragmento como generador de historia perdida, como hilo de Ariadna para encontrarla. Es la experiencia de la filología clásica, la convicción del ´ex ungue leonem’, de la reconstrucción del león a partir de sólo una uña encontrada. Es también la apuesta a la voz colectiva como evidencia irrefutable: es el coro de la tragedia griega y es la plaza llena”.

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