domingo, junio 18, 2017

Andi Nachón: De su libro La III Guerra Mundial




a Rolando, mi hermano mayor.

 Pues Ender la amaba, como sólo se puede amar a alguien que es un eco de uno mismo, en el momento de la pena más profunda.”            

La voz de los muertos

Orson Scott Card.




Mapas, rutas, accesos cortados: crecemos navegando así
nuestra fe en la catástrofe. Cada vacación
un simulacro: Caracoles, Camarones
Los Toldos. Esta cartografía final
desplegada en la mesa familiar
donde hombro contra hombro
rastreamos huidas posibles. Duran las siestas

el tiempo sin fin que lleva a la tierra
alcanzar un final: “Súbitamente
todo explotará” –así predica él y afuera
la explosión es otra historia. Tu hermano mayor y vos
al sur la travesía, una búsqueda de otra vida
que empieza en un final. Hombro contra hombro

para vos la tercera guerra
se traslada por esa fuga
donde él y vos hallarán cobijo
entre un pueblo sin nombre y otro.



Soy buena copiloto, aunque no lea mapas y pasen
los carteles a la velocidad de la luz

nunca me duermo ni dejo solo
al conductor con su magia
en avanzada constante. Soy

buena copiloto y ya: desde los cuatro lo sé y cada
viaje o este único
largo viaje interminable

con su movimiento marcan
su propia realidad. Cuando fui chica la familia
nucleaba en su chevy naranja
el terror de la huida. Ahora

como toda copiloto sé
no hay viaje sin fuga y nada hay
que no haya

empezado en algún dolor.

 *

  
Esa es, será tu dicha: un hombre te mira

veinte años y pide luz
para hacer camino. Antes de Roca inundado
el ripio atrapa
al chevy anaranjado. Vos y él

cerrada de lluvia la noche
pala en mano no alcanzás
el metro sesenta pero igual
vas vos con él. Adelante y a salvo

en el coche espera la madre
el hermano del medio a cubierto: y sí,
esa es

será la dicha. A tientas

sobre su mirada vos
abrís camino en el barro.



 *

En definitiva, lo suyo es la colección: alinea

y encuadra elementos disímiles. A veces pinceles

 

colores y tonos que mezcla

en chapitas de gaseosa. Tu hermano mayor

alguna vez pintó y fuiste vos

 

una asistente precoz: tardes eternas a su lado

bosquejos y líneas de puntos

para armar figuras. Cuando él no está

 

solapada revolvés sus telas donde las caras

se retuercen y arman

gestos de dolor. Alguna vez

 

tu hermano mayor dejó atrás al debilucho

y arrastró a la madre de compras: su primer trofeo

culata blanca el revólver, delicado y casi

para la cartera de una dama.

 

Del hermano mayor, la colección ahora

abarca toda la superficie de su cama: un

fusil de asalto, la colt cromada o el winchester

que en perfección merece

su lugar de exhibición. Los días del padre

 

vos mentirás en la escuela regalos

rutinas de paseo a sabiendas que

las verdades familiares no se enuncian

de ninguna manera. A los seis

sos una experta: un cucharón de joyero es útil


para volcar plomo y fabricar precisas

puntas de bala. Tu propia colección

 

mentiras en voz alta de pronto pronunciadas

eficientes al momento de eludir aquello

que no querés decir: belleza

del hermano mayor y su uniforme, la certeza

ineludible de su amor.


 *

  
Cielo y más cielo
para los días sin fin: dieciocho

horas de luz en destello
corren tras la ventanilla del auto
en avance constante. Cielo

y más cielo es esto que
indiferentes navegamos.


 *


El fin un fuego de artificio
en el fondo
tu hermano tiene mañas estéticas

lluvia de meteoritos, frentes de guerra para el héroe

amurallado en su propia causa

la niña repetirá: fuerzas para la revuelta
en vos la revolución. Y no en plegaria

tratamos un problema

si la única belleza dice
belleza final. Contra piedras
saltarinas de rutas no asfaltadas

se acoraza el chevy, nuestro parabrisas
a prueba de balas.


 *

Promedian los setenta y se retrasa
un año tu entrada a la primaria. Muchos esperan
el mundial mientras algunos
en urgencia alistan estrategias

encubrimientos y huidas. Como todo
horror cuando se instala parece
jamás comenzó y nunca
podrá terminar. Se retrasa

nuestra vuelta a la vida igual que alguien
pospone cierta operación o el festejo
de un cumpleaños más: nada

dice peligro y el peligro
está. Alucinada

la familia se entrega toda
en velocidad al viaje, cuerpo
hermanado a este desierto y capaz

de esfumarse hecho polvo aunque perdure
mineral e indestructible su estructura.

Mucho después buscarás rastros
a tu forma una memoria
su posible redención. Hubo horizontes abiertos

incontables las estrellas
signaron este viaje, su imperio
para tu familia incapaz
de arribar a un final.


 *


Que en mis peores pesadillas seas vos

manchado de sangre a mis pies
solamente vos frente a quien

yo me rindo. Que en esas

las peores noches todavía
seas vos a quien busco
infinitamente ahí

rendido a mis pies.



 *

No es soldado: media americana
borcegos, campera polar
pero no. En obsesión

arma y rearma su uniforme, sólo puntos
por hojas de ruta vueltas cartas

en futura navegación: un repertorio
imposible de gestos, objetos
donde no hay respuestas aunque sí

simulacros de control.

Su cuerpo un templo y el espíritu
de cuerpo la única
amalgama que una
nuestro átomo disfuncional. Como en toda cartografía

del deseo es la pulseada

entre él, aquello
que no tendrá. El hermano mayor, su guerra no santa
predice cada día sobre mismas urgencias

sus ansias: media americana

borcegos, campera polar. Atrás los demás
nuestra incompetencia vuelta una y cada vez

evidencia. Hay códigos,
ademanes. Simulamos control y al alba

dejamos atrás
todo punto de referencia.


 *


Mucho después, cada llamada a deshoras
se vivirá en tanto comunicado
y notificación: “a las 23.45
su hermano mayor falleció”. Cuando vos no marques

el ritmo de mis días ni yo sepa
qué batallas se luchan o en qué
cuestiones creer, cada vez que el teléfono suene
temblaré. Aunque sea capaz de calma

y cuide quehaceres modestos –arbustos de jazmín, alguna otra
tontera trascendente– igual

en mí irrumpirás en eco, revuelta
de todo aquello cancelado
tras seis llaves dos candados y una
patética oración. Cuando lleve todavía

esos jeans Lee gastadísimos –con vos recorrieron
miles de kilómetros y son casi
como llevarte a vos en mí
que me estás vedado– a deshoras cada llamada

anuncia todo eso que no
no lograré decir porque todavía
ni siquiera soy
                 capaz de pensarlo.

                

                *Andi Nachón.  (1970). Ha publicado: Siam (Nusud, 1990), Warzsawa (Bajo La Luna Nueva, 1996), Taiga (Suscripción, 2000),Goa (Tsé tsé, 2003) y Plaza Real (La Bohemia, 2004). Dos compilaciones: Taiga no rio de janeiro (Ediçoes da passagem, Rio de Janeiro, 2001) y Villa Ballesta - Ñuñork (Surada, Sgo de Chile, 2003). Con ilustraciones de Sebastián Bruno, De vos a mí, digo(Suscripción, 2002). Integra las antologías El turno y la transición — compilador Julián Ortega— (Editorial Siglo XXI),Monstruos —compilador Arturo Carrera— (Editorial Fondo de Cultura- ICI), Poesía Erótica argentina 1600-2000 —compilador Daniel Muxica— (Editorial Manantial) y Agua de beber —compiladora Mónica D´Uva— (Editorial Nusud). Desde 1999 es parte del colectivo artístico interdisciplinario Suscripción.  Actualmente es Docente del Una 

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