jueves, agosto 04, 2016

Susana Cabuchi: A Jeannette Kabouchi. A Siria.



I
Ha despertado
seguramente temblorosa.
Ha escuchado los ayes
ascender las piedras de Sednaya,
ondular sobre las cambiantes dunas
hacia el desierto,
reptar entre los arcos de Palmira,
crecer en los olivos.
Por favor querida, dice
desde ciudades inolvidables
a la hora del sueño.
Por favor querida,
insiste,
escriba sobre Siria.


II
Juntas hemos visto
los juegos del Mediterráneo
frente a las costas de Latakia
y las manchas lejanas de la tierra turca
a través del mar.
Sabe que escuché, conmovida,
cinco veces al día
el hondo llamado a la oración
que surge, poderoso y verdadero, desde
las mezquitas, desde sus altos minaretes.
Sabe que me gustaba caminar
hacia el zoco Al-Hamidiyah
para oler los tejidos
y las especias.
En mitad de la noche
ha querido llamarme. A pesar
de los años y la distancia.
Debió recordar que en la Feria
del Libro de Damasco
me vio adquirir obras
escritas en un idioma que no leo
y que algo en mí reconoció los signos,
esas suaves y delgadas canoas
sobre el papel, esas líneas
de arenas y de vientos.


lll
Jeannette,
la prima de mi padre,
no usa velo.
Simplemente lo prefiere así.
Ella es cristiana, Fayez
su esposo, musulmán.
Hemos viajado al mar,
hemos nadado juntas
vestidas con trajes de baño occidentales
como las cristianas y las judías
mientras las musulmanas jugaban
en el agua
con sus largos vestidos mojados
adheridos al cuerpo, más sugestivas
que las turistas europeas
que extendían sus claras
y desnudas figuras
en las playas doradas.


IV
Qué sé, qué desconozco para que ella repita
varios meses después, Susana, no lo olvide
-suena firme su voz en el teléfono-
escriba sobre Siria.
Qué espera, qué me pide?
Hablaré de Quneitra,
del pasto crecido sobre los escombros,
de los testimonios del Golán?
Ibrahim me muestra unos montículos de nada
y dice: esta era mi casa.
Por esta calle iba a la escuela cada mañana.
Y señala la escuela, lo que debo
creer que fue una escuela,
cemento y hierros
arrasados por las topadoras.
De quiénes eran las tumbas?
Cuántos lloraban entre los olivos?
Alguien preguntó
sobre la poesía después de Auschwitz,
también yo lo pregunto
desde las ruinas de Quneitra,
sus hospitales muertos, sus calles incendiadas,
las infinitas filas de cruces blancas sobre
la vergüenza del mundo.
De quiénes son las tumbas?

Cuántos lloran entre los olivos?

(*) Susana Cabuchi. ( Jesús María, Córdoba, Argentina, 1948.) Ha publicado: El Corazón de las Manzanas (E. y G. López Editores, Córdoba, 1978), Patio solo (Alción Editora, Córdoba, 1986), Álbum familiar (Alción Editora, Córdoba, 2000), El dulce aís y otros poemas (Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, Buenos Aires, 2004), Detrás de las máscaras (Colección Fénix, Ediciones del Copista, Córdoba, 2008). Textos de su autoría han sido incluidos en numerosas antologías, ensayos y estudios críticos de poesía hispanoamericana y de literatura escrita por mujeres. Fue traducida parcialmente al francés, italiano, portugués y árabe. Obtuvo por su escritura distinciones nacionales e internacionales. Dictó cursos, seminarios y talleres de escritura y de lectura para docentes, niños, jóvenes y adultos en diversas provincias de la Argentina y en países limítrofes. Organizó Ferias del Libro, Semanas de Cultura, Concursos Literarios, coordinó debates y otras actividades de difusión de la Literatura Argentina. Actuó como Miembro de Jurado en numerosos concursos literarios de Poesía y Narrativa, entre ellos del “Premio Consagración”, Córdoba, 2003. Ha participado como panelista y conferencista en Congresos, Encuentros, y Jornadas en su país y en el exterior. Actualmente colabora en revistas especializadas, coordina Talleres de Escritura y brinda asesoramiento en instituciones públicas y privadas sobre temas de su especialidad.

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