viernes, junio 19, 2015

Daniel Gigena: En combate contra la solemnidad

En combate contra la solemnidad

Poesía. En “La doble voz”, publicado en 1998 y ahora reeditado, Alicia Genovese analiza la identidad múltiple de la obra de cinco escritoras.

POR DANIEL GIGENA

Alicia Genovese publicó La doble voz en 1998, cuando el panorama de la poesía local, y en particular el de la poesía escrita por mujeres, se consolidaba gradualmente, en parte debido a las obras consecuentes de las poetas analizadas por Genovese en sus estudios, todos ellos enfocados en la producción posterior a la dictadura militar.
De Irene Gruss a Diana Bellessi, de María del Carmen Colombo a Mirta Rosenberg y Tamara Kamenszain, la producción poética transitaba “una zona de vacilación e intemperie, de carencia y tambaleo” donde, sin embargo, se perfilaba una identidad múltiple.
Una primera voz respondía a las demandas de la crítica y de la comunidad de lectores de poesía; la segunda, según Genovese (poeta ella misma además de docente), reformulaba el lugar de aquella voz sobrecargada de mandatos y expectativas sociales.
Si bien La doble voz recurre al análisis formalista de los textos poéticos, el acento está puesto en el despliegue de esa voz anfibia en la poesía escrita por mujeres a fines del siglo pasado en la Argentina. Estrategias retóricas para otorgarse autoridad en un escenario hostil, operaciones de apropiación de temáticas consideradas masculinas, entretejidos sociales y a la vez íntimos y la postulación de un improbable feminismo humorístico son algunas de las líneas de investigación que Genovese plantea e indaga por medio de libros centrales (no sólo respecto de la obra de cada una de las autoras sino también en función del sistema de la poesía argentina) como El jardín , Madam , El mundo incompleto , Blues del amasijo , La casa grande.
¿Qué opina Genovese sobre la reedición de un libro clave no sólo para la teoría literaria sino también para los estudios sobre subalternidad y feminismo? “Muchas cosas cambiaron desde el momento en que se escribió –dice la autora de Aguas y Leer poesía , entre otros títulos–. En el discurso que circula socialmente hay más alertas en cuanto al trato y a la posición que se da a las mujeres, hay una ampliación en las referencias que intenta ser inclusiva, lo cual no implica que se hayan resuelto problemas gravísimos como el de la trata, y que no haya que lamentar un recrudecimiento de los feminicidos. Pero en estos años hubo una visibilización increíble de la diversidad de las elecciones sexuales, de las nuevas subjetividades y de los discursos que pelean por mayores derechos específicos. Hay ahora una nueva generación de mujeres, de chicas jóvenes, que veo que se sorprenden por la existencia de este libro y me parece que esta nueva lectura puede ser muy útil.” Consciente de que La doble voz es un libro abierto, que funciona como una matriz de análisis del lenguaje poético y de sus relaciones con el contexto histórico y cultural, siempre cambiante, Genovese añade que le hubiera gustado incluir en el libro estudios sobre las obras de Niní Bernardello y Susana Villalba, otras dos grandes poetas. Menciona además a escritoras de las nuevas generaciones, que cuentan con obras publicadas y que participan de un diálogo incesante entre la poesía y otras series artísticas: Claudia Masín, Andi Nachon, Paula Jiménez España, Beatriz Vignoli, Verónica Yattah, Laura García del Castaño, Daniela Camozzi.
Esa condición pendiente, porosa del ensayo de Alicia Genovese estimula quizás el desarrollo de una literatura de disonancias, irrupciones, dicciones enrarecidas, desarrollos críticos y perspectivas que todavía combaten la solemnidad y el prejuicio paternalista, la subestimación o la trivialización de la poesía escrita por mujeres.

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