sábado, julio 26, 2014

Tatiana Oroño: Estuario

como la flor de la tuna
           cuello de cisne
           o dama de la noche
            abre en lo oscuro
            el sol
            de su garganta
            que la corola numinosa alumbra grávida

y sus estambres tiemblan
y sus pétalos ceden
a la ley de expansión y a la blancura

            así cede la tierra
            a la verdad
            del hueso:

           como a una flor nocturna
            lo revela.

           
            este esqueleto: un haz de pétalos.





                        (memoria del maestro julio castro)


en lugar de pelar la naranja
escribir el poema:

            pelaje
            que le quito
            sin estragos
            limpito

a la hora que vivo.




                                              
                (memoria de salvador puig)




la poesía no ocasiona daños colaterales
no derrama petróleo
no genera deuda pública
no establece bases militares
no levanta alambradas
no divide países
no abre fosas comunes
no disemina minas personales
no expulsa población civil
no genera campos de refugiados

                                              
                                               la poesía no daña
la poesía no daña
                             
                        la poesía no daña

                        predispone
                        a la palabra.


en latín, según corominas, abuela se decía “avia”. no sé qué significaba la partícula “a”, pero dado que “vía” proviene de la voz latina “via” (que significaba camino o viaje), me hago a la idea de que abuela -eso que soy- es voz arriesgada, lanzada a los caminos, ligera de equipaje.// sabia, por tanto, puesto que va al encuentro de lo que no se sabe -la vida en sus nacientes que remotas serán como las del nilo para los que, crecidos, rememoren y hacia la desembocadura de la suya que como los ríos irá a dar “a la mar, que es el morir”- provista de los avíos (“avío” es derivado del sustantivo “via”) del vivir.// los avíos del vivir.// también vivir -por lo que vi- derivaría de “via”. ¿vivo es/está el que “hace camino”? la abuela hace el camino de la vida repleta de nadas, aviada de unas pocas moléculas de saberes prácticos que bien pueden considerarse herméticos.


la palabra abuela

            abreviada, abu, a diario

qué letras de otro nombrar esconde aleja
qué
            con su única
A
se borra de la lengua

                                   qué
otra manera de decir nombrar elúdese
                                   elidida
en el apócope

qué haber que el habla ignora
o tacha, en las dos
sílabas cortas
            si abu es única voz
            para uso y contienda

cuál es el juego limpio
en la genealogía que los cifra


                                   abu soy dicha. soy palabra
                                   que se llena y vacía. taza vaso
                                                                      mochila.
                                   sístole diástole.

                                                                                      
                (para mariella nigro)


nacidos como tú con el milenio son instruidos
para el éxito

unos pocos. para brindar servicios, mayoría.

para la nueva picardía  -marginados sin chance de instruir
ardides de novela-

unos cuantos. no he de contar
los casos tampoco el porcentaje
porque
no me permite, el verte, averiguarlo.

madres que los despidan con un “válete
por ti”, habrá, entre
ellos, y acaso
            mucho menos que eso.
             

al verte me pregunto qué dice la cartilla de instrucciones
que nunca fue entregada.
qué dijeron los ojos qué dijeron las manos
los roces iniciales.
qué mensaje no abrí que te fue dado antes
del lenguaje y mis planes.


tatiana, ¿qué decía entonces, qué nombraba
aquel nombre de otra
niña

grabado en oro, en broche, prendido al vestidito?

esa niña de pie en el suelo cabeceante del tren
donde elvira la vio
una vez

para después y siempre
pule mi nombre

                        sin más gubia que el ojo de la madre
           
                        alumbrado
            por el fulgor del pelo
            trenzado y el destello

de la joya
radiante.


tatiana, ¿se abrió la puerta, entonces? ¿el sol entró en la casa?
¿trastabilló en los marcos, encandiló los ojos?
¿entraron dos muchachas pisando con imperio el sol suelo fragante?
¿te alzaron y ciñeron pulsera?

a ver, niña, dos reinas te sonríen en san josé de mayo a tus tres años

vienen a ti no es mirra no es incienso es oro
aro redondo
tu puño es coronado.


tatiana, no has de permitir que tu madre no tenga
su pan su arroz de luz

cada día tendrá
para elvira
su parte
magra o colmada

su solar tendrá ella

(en fin, su amanecer su sonar de campanas).


la palabra mamá
esa masa de habla ese bolo de harina de saliva
se aglutina
en la lengua. contraseña candeal. mamá

es habla de gluten. papa mística. aroma de alimento.
florescencia del cuerpo. emisión
de la rama que ensortija
paladar ganglios señales

al árbol de familia.

mamá es habla de gluten. nace
húmeda.
desemboca en regazos encías mejillas
en el espacio
                        en que el tiempo acaece en que el vivir ocurre.


mamá es decir cifrado. ausente
del programa del hueso
del porvenir
del mundo

presente de papillas.


leo tombeau (josé kozer) en el hotel -masa edilicia en H
torreón central- inaugurado
una década antes de que el poeta fuera nouveau né /bébé au berceau. la tumultuosa
            mole de flagrante
            estucado y mármoles (escorial art déco color arena) flaquea

en la celda espaciosa con vista a sierra y mar donde el libro fue abierto:
yergue en celo el lenguaje su ardor iza, levanta, su proyecto en la página

más allá de cornisas capiteles del coloso de piria -anclado al fasto
fin de siècle  a su coreografía todavía eficaz- la lengua advierte

que las arquitecturas
que perduran (aliadas tumba y cuna) son efímeras:

versos.


      (a josé kozer, a rodolfo häsler)


qué hace allí la nube en el cuadro
construido
de fonseca? allí en el ángulo
derecho sobre el puente?
           
            el puente del riachuelo la estación ferroviaria
            y la arcada (sin puerta)
            montevideana: un único paisaje los dos puertos
            (buques grúas ciudades gentes bestias de carga rieles)
           
en la usina de formas planos de color/combustión de puntos
de vista, el dínamo es la arcada colonial vestigio del pasado
            que dividía el afuera del cercado fuerte

             y el cuadro ahora traspone. 1948 es la fecha

de esta ciudad de triple carta: montevideo/la boca/il bocato
di cardenale que el motivo le ofrece al pintor
joven:
            su vibración
            es canto a la estructura de la pintura

            la nube es un detalle:
es roce del pincel que dialoga con el blanco central los blancos diagonales
y apócope
de la virtud transitiva del arte / la vida y su proyecto, su cielo:
el viaje.






                (para enrique aguerre y el mnav; memoria de gonzalo fonseca)


circe maia
y teresa andruetto -otoño 2012- conversan
                                   para vientodefondo

hojeo en el bus -setiembre 2013- / en casa tomo la pesadora de perlas
                                              
gramaje del papel es piel de fruta, se desliza la mano, la descubre

cada línea del diálogo despierta enlaza ojos y páginas                             
la magia de una foto aun captura/
                                                           erguida
en un gesto que el mirar acompaña
una mano de circe señala el fondo (parral en hora
de vendimia solar): follaje claroscuro, muro, espejados
unen/separan
la mesa de la casa donde ellas charlan, tapizada de libros y el trasvidrio
desde donde
la cámara
dispara/capta
la luz del otro lado (la ventana del frente transparenta
follajes de la calle): el interior transido
de palabras e imágenes en viaje
adentro/afuera. tras la fotografía
de gastón sironi, en páginas siguientes
flamea el peso leve

de las perlas
que pesan en su luz interior en su lengua común

las dos mujeres.

*De su reciente libro publicado Estuario.
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*Poeta y narradora uruguaya. Profesora de Literatura egresada del IPA (1973). Crítica literaria y de arte (medios nacionales y extranjeros). Es autora del volumen Francisco Espínola (Ed. Técnica, Montevideo, 1991, 119 pp). Co-autora del libro Dumas Oroño (vida y obra del artista, 192 pp, 220 ilustraciones, Ed. As, Montevideo, 2001). Co-autora del libro Reflexiones sobre la poesía (Monteverde, Montevideo, 1998) de Armindo Trevisan (Premio Nacional de Literatura, Brasil, 1997).
Co-autora del libro sobre teoría y práctica de taller de escritura Hacia la ciudad perdida de la escritura (Prisma, 1992; Cal y Canto, 1996). Premio Bartolomé Hidalgo 2009, Categoría Poesía (Cámara Uruguaya del Libro, 32ª Feria Internacional del Libro, Montevideo).
Publicó: La piedra nada sabe (Ed. Hum, Colección Estuario, Montevideo, 2008), · Morada móvil (Ed. Artefato, Montevideo, 2004), · Tout fut ce qui ne fut pas / Todo tuvo la forma que no tuvo (ed. bilingüe, Autres Temps-Les Écrits des Forges), Bajamar, Tajos Cuenta abierta (Arca, Montevideo, 1986), · Poemas, Poesía 82 (Premios del Concurso de Poesía "12 de octubre" - El Día, Embajada de España, Arca, Montevideo, 1982), · El alfabeto verde (Ediciones De la balanza, Montevideo, 1979).
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