martes, julio 24, 2012

Marosa di Giorgio: Papeles salvajes




Historial de las violetas

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Era tan hermoso despertar, cuando, todavía, estábamos todos juntos; a lo lejos las otras quintas, de una casi increíble perfección, y la nuestra, con todo desparramado, tan bellamente, abandonado: del magnolio, sacábamos los cubiertos de porcelana; cruzaban por el aire, el espliego, el perejil, y los loros de largos vestidos verdes, iguales a bailarinas; pero, todos ellos eran reyes, pues, tenían una corona de piedras rojas, y otra corona de piedras verdes.
A las diez se almorzaba algún vino y se hacía algún trabajo, como sonámbulo, que, a la postre, siempre, resultaba mal.
Y caía la tarde, y cada uno volvía a su lecho enjardinado, a las roperías del malvón.

*De Los papeles Salvajes.


 Papá, tengo frío…


Papá, tengo fiebre, calor, frío; cuida las cosas de la casa, los animalillos, ratones, (negros, blancos, marrones, grises), déjales alimento, pan, almíbar, papel picado.
...Pero, tú sigues cavando en el jardín de los naranjos.
Te miro a través de la inmensa ventana.
Sigues y sigues en el impresionante jardín de las naranjas.
No vienes a ver si duermo, mejoro, me caso, me muero, caigo de la cama.
Pasan días, meses, años.
Las cometas cuelgan del techo, finas y celestes, colas de gasa, ojos dorados.
Y hay diamelas en el altar. (Un canastito). Mamá está hablando cosas muy extrañas acerca de ellas.
Y tú no dices nada,
¿no vienes a escuchar?
*De “La Falena”, Los papeles salvajes.



**Marosa di Giorgio (Uruguay, Salto, 1932-Montevideo, 2004)