Constantin Cavafys: Los caballos de Aquiles
Cuando vieron muerto a Patroclo,
tan valeroso, tan fuerte y tan joven,
prorrumpieron en llanto los caballos de Aquiles;
su naturaleza inmortal se rebelaba
a contemplar esa obra de muerte.
Sacudían las cabezas y agitaban sus crines,
golpeaban el suelo con sus cascos, lamentando
a Patroclo, a quien veían sin vida –deshecho-
transformado en cadáver –privado de espíritu-
indefenso –sin aliento-
y regresando de esta vida a la inmensa Nada.
Zeus vio aquellas lágrimas
y sintió tristeza. “En la boda de Peleo”,
dijo, “no he debido actuar sin reflexión,
regalando mis desventurados corceles.
¿Qué hacéis allá, en la Tierra,
entre miserables humanos, esclavos de su suerte?
Vosotros, a quienes no espera la vejez ni la muerte,
estáis siendo atormentados por efímeros males.
Los hombres os contagiaron sus tormentos”
Los nobles animales, sin embargo, siguieron
lamentando la infinita calamidad de la muerte.
*Poema extractado del sitio: LUNA DE LOCOS
**Versión al español de Eduardo López Jaramillo.
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