Malvinas 2010: Gustavo Caso Rosendi*:" y porque aún nos perdura/ la tristeza es que estamos felices...
Trinchera
Comenzamos cavando como si
fuera nuestra propia tumba
Pero cuando el cielo escupía fuego
nos dábamos cuenta
que era un buen hogar
después de todo
…
Cuando cayó el soldado Vojkovic
dejó de vivir el papá de Vojkovic
y la mamá de Vojkovic y la hermana
También la novia que tejía
y destejía desolaciones de lana
y los hijos que nunca
llegaron a tener
Los tíos los abuelos los primos
los primos segundos
y el cuñado y los sobrinos
a los que Vojkovic regalaba chocolates
y algunos vecinos y unos pocos
amigos de Vojkovic y Colita el perro
y un compañero de la primaria
que Vojkovic tenía medio olvidado
y hasta el almacenero
a quien Vojkovic
le compraba la yerba
cuando estaba de guardia
Cuando cayó el soldado Vojkovic
cayeron todas las hojas de la cuadra
todos los gorriones todas las persianas
Gurkas
Mercenarios de perfil bajo
(los únicos que los vieron
Comenzamos cavando como si
fuera nuestra propia tumba
Pero cuando el cielo escupía fuego
nos dábamos cuenta
que era un buen hogar
después de todo
…
Cuando cayó el soldado Vojkovic
dejó de vivir el papá de Vojkovic
y la mamá de Vojkovic y la hermana
También la novia que tejía
y destejía desolaciones de lana
y los hijos que nunca
llegaron a tener
Los tíos los abuelos los primos
los primos segundos
y el cuñado y los sobrinos
a los que Vojkovic regalaba chocolates
y algunos vecinos y unos pocos
amigos de Vojkovic y Colita el perro
y un compañero de la primaria
que Vojkovic tenía medio olvidado
y hasta el almacenero
a quien Vojkovic
le compraba la yerba
cuando estaba de guardia
Cuando cayó el soldado Vojkovic
cayeron todas las hojas de la cuadra
todos los gorriones todas las persianas
Gurkas
Mercenarios de perfil bajo
(los únicos que los vieron
ya no están)
Cuchillos fantasmales
cortando los sueños
¿Pero acaso nosotros
no veníamos del país de
las picanas sobre panzas
embarazadas?
¿Quién le tenía que tener
miedo a quién?
…
Ese día el soldado Aguilera traía el sol
Como un ciprés harapiento
bajo la rama verde de su brazo
el soldado Aguilera traía el sol
No venía con la mirada caída de otros días no
Se recortaba triunfante en la colina
apretando al sol-rehén bajo su axila
contagiado por la luz
Se acercaba como el amanecer
agigantándose a cada paso
Ya entre nosotros lo sujetó contra el suelo
clavó su bayoneta en el ojo dorado
y rápidamente nos llenamos manos
y bocas con esa carne de cíclope
que sabía a dulce de batata
Cantata
Pasa la esquirla
y al soldado Martínez
le salen puentes
amarillos de la media oreja
y abajo la sangre
corre turbulenta
y Spinetta rema
sobre su guitarra
y gira el paisaje
como un cuadro de Van Gogh
Es por eso que hoy
cuando alguien le habla
adopta una postura
de figura egipcia
como si el silencio
de aquel hospital
le perdurara
(Pero yo sé bien que
cuando Martínez está solo
ese oído se le abre
como una ventana
y es cuando vuelve a escuchar el silbido
y luego el trueno y luego
como un viento las voces
de los muertos que le cantan)
Poema ornitológico
Casi todas las aves se habían ido
(Eran sabias las aves o casi todas)
No como esas gaviotas que flotaban
enrojeciendo la bahía
No como aquel Pucará que caía en picada
ennegreciendo la mañana
En el camarote del Canberra
Se fregó y se refregó
bajo una lluvia caliente
Consiguió sacarse la mugre
pero no la angustia
pero no la desolación
Se miró al espejo
y supo que ya no era
y supo que nunca
se marcharía del todo
de esas dos islas rojas
como mordida de vampiro
Puerto Madryn
Como una Moby Dick de acero
el Canberra nos derramó en la explanada
Luego el abrazo de la gente el griterío
un hogar un plato de guiso un poco de vino
el ruido del chorro del sifón y los ojos
encendidos de una chica
Partimos al atardecer
Lentas algas se amontonaban en la orilla
El último enemigo
Jorge se despertaba
entre la tempestad del fuego
con esa tos de cañoneo
que no se le iba nunca
y antes del desayuno
se afeitaba en un pedazo
de espejo que latía
Esa mañana besó
a sus hijos a su mujer
besó como el sueño
profundo y suave
besó de una manera
imperdonable y dulce
Más tarde en el baño de un bar
sacó un revólver y disparó
justo en el lugar donde
se apostaba la tristeza
Brindis
Subía y bajaba colinas
hasta llegar al soldado Sañisky
Le daba un abrazo
le ponía entre las manos
mi paquete de Marlboro
esto es tuyo -le decía-
es todo lo que tengo
y nos dedicábamos a echar humo
igual que aquellos agujeros
que de pronto aparecían
en la turba como un
acné irremediable
Hoy cuando nos juntamos
en algún cumpleaños
y enciendo un cigarrillo
sentimos que estamos allá de nuevo
Entonces mi amigo
–que ya no fuma-
me pone en la mano
una copa de vino
y miramos cómo corren
nuestros hijos
cómo hablan nuestras mujeres
Y porque aún nos perdura
la tristeza es que estamos felices
y porque sabemos que de alguna
manera no nos han vencido
es que brindamos
* Gustavo Caso Rosendi nació en Esquel (Chubut), Argentina (1962). Reside en la ciudad de La Plata. Publicó: Elegía común (La Plata,1987), Bufón fúnebre (Ed. Último Reino, 1995), Soldados (Ministerio de Educación de la Presidencia de la Nación, 2009). Tiene inéditos los siguientes libros: Lo más Lejano, Caminata y Etcétera.
* Los poemas que se transcriben pertenecen a Soldados: si querés leer este libro podés entrar al
Cuchillos fantasmales
cortando los sueños
¿Pero acaso nosotros
no veníamos del país de
las picanas sobre panzas
embarazadas?
¿Quién le tenía que tener
miedo a quién?
…
Ese día el soldado Aguilera traía el sol
Como un ciprés harapiento
bajo la rama verde de su brazo
el soldado Aguilera traía el sol
No venía con la mirada caída de otros días no
Se recortaba triunfante en la colina
apretando al sol-rehén bajo su axila
contagiado por la luz
Se acercaba como el amanecer
agigantándose a cada paso
Ya entre nosotros lo sujetó contra el suelo
clavó su bayoneta en el ojo dorado
y rápidamente nos llenamos manos
y bocas con esa carne de cíclope
que sabía a dulce de batata
Cantata
Pasa la esquirla
y al soldado Martínez
le salen puentes
amarillos de la media oreja
y abajo la sangre
corre turbulenta
y Spinetta rema
sobre su guitarra
y gira el paisaje
como un cuadro de Van Gogh
Es por eso que hoy
cuando alguien le habla
adopta una postura
de figura egipcia
como si el silencio
de aquel hospital
le perdurara
(Pero yo sé bien que
cuando Martínez está solo
ese oído se le abre
como una ventana
y es cuando vuelve a escuchar el silbido
y luego el trueno y luego
como un viento las voces
de los muertos que le cantan)
Poema ornitológico
Casi todas las aves se habían ido
(Eran sabias las aves o casi todas)
No como esas gaviotas que flotaban
enrojeciendo la bahía
No como aquel Pucará que caía en picada
ennegreciendo la mañana
En el camarote del Canberra
Se fregó y se refregó
bajo una lluvia caliente
Consiguió sacarse la mugre
pero no la angustia
pero no la desolación
Se miró al espejo
y supo que ya no era
y supo que nunca
se marcharía del todo
de esas dos islas rojas
como mordida de vampiro
Puerto Madryn
Como una Moby Dick de acero
el Canberra nos derramó en la explanada
Luego el abrazo de la gente el griterío
un hogar un plato de guiso un poco de vino
el ruido del chorro del sifón y los ojos
encendidos de una chica
Partimos al atardecer
Lentas algas se amontonaban en la orilla
El último enemigo
Jorge se despertaba
entre la tempestad del fuego
con esa tos de cañoneo
que no se le iba nunca
y antes del desayuno
se afeitaba en un pedazo
de espejo que latía
Esa mañana besó
a sus hijos a su mujer
besó como el sueño
profundo y suave
besó de una manera
imperdonable y dulce
Más tarde en el baño de un bar
sacó un revólver y disparó
justo en el lugar donde
se apostaba la tristeza
Brindis
Subía y bajaba colinas
hasta llegar al soldado Sañisky
Le daba un abrazo
le ponía entre las manos
mi paquete de Marlboro
esto es tuyo -le decía-
es todo lo que tengo
y nos dedicábamos a echar humo
igual que aquellos agujeros
que de pronto aparecían
en la turba como un
acné irremediable
Hoy cuando nos juntamos
en algún cumpleaños
y enciendo un cigarrillo
sentimos que estamos allá de nuevo
Entonces mi amigo
–que ya no fuma-
me pone en la mano
una copa de vino
y miramos cómo corren
nuestros hijos
cómo hablan nuestras mujeres
Y porque aún nos perdura
la tristeza es que estamos felices
y porque sabemos que de alguna
manera no nos han vencido
es que brindamos
* Gustavo Caso Rosendi nació en Esquel (Chubut), Argentina (1962). Reside en la ciudad de La Plata. Publicó: Elegía común (La Plata,1987), Bufón fúnebre (Ed. Último Reino, 1995), Soldados (Ministerio de Educación de la Presidencia de la Nación, 2009). Tiene inéditos los siguientes libros: Lo más Lejano, Caminata y Etcétera.
* Los poemas que se transcriben pertenecen a Soldados: si querés leer este libro podés entrar al
blog de José María Pallaoro: http://poesialaplata.blogspot.com/search/label/Gustavo%20Caso%20Rosendi
3 Comments:
Hola María del Carmen!
Muy bien los poemas de Gustavo. Te comento que ya hay edición impresa de “Soldados”: lo publicó a mediados del 2009 el Ministerio de Educación de la Presidencia de la Nación en su programa Educación y Memoria, Plan de lectura. Es una bella edición acompañada, además, por un cuadernillo para docentes, proponiendo lectura y actividades para trabajar. Hay también una extensa entrevista a Gustavo, que bien merecido tiene esta edición. El libro está en las aulas de nuestro querido país.
También se puede leer completo en mi blog POESÍA LA PLATA:
http://poesialaplata.blogspot.com/search/label/Gustavo%20Caso%20Rosendi
Un beso grande.
Gracias José María por el dato: ya corregí lo que tan generosamente me indicás. Incluso la referencia a tu blog. Un abrazo!
Solo lo autentico, el sufrir profundo,la identidad sin regalar pueden donarnos estos poemas
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