domingo, enero 07, 2018

Nelson Guerra*: ¡Hasta la vista!



Hoy me separo del mundo.
Hoy lo desconozco.
No coincide más ni el amor ni la memoria. Por eso es que estoy escribiendo como los otros.
Aunque lo deteste. (No a los otros, en mí es que lo detesto).
No se trata de masificarme.
Dije que me separo. Me divorcio. Me excomulgo.
¿O no?
Yo pude ver la noche del verano. Hace mucho tiempo.
Era la baya azul de un guaviyú, que tenía prendida, una chispa irisada de rocío.
La noche cósmica, íntegra, en una esferita de un centímetro.
Me lo ofrecía una muchacha sonriente, de ojos con fondo de río Uruguay atardecido.
Ya no quedan amores como aquellos.
La luz cambió, como sus nubes.
Como el clima cambió.
Nieva en Miami, es lo que dicen.
Y las muchachitas de jean rotoso,
clavos en la nariz y en las orejas
y en los labios
y aún en la vagina, en los pezones,
no se parecen en nada a las flores que recuerdo.
Porque había flores en el mundo. ¿Saben?
Muchas caminaban,
algunas bailaron conmigo
y hasta eran sabrosamente olfateables.
Satenamente acariciables.
Coloridas.
Y yo que siempre me negué a pedir facilidades al poema,
pretendiendo que lo que quería expresar valía algo,
podía ser importante para algún hipotético afásico,
y que por eso merecía que el poema me hiciera descuentos especiales
como en Tienda Inglesa
en la Semana de Shangrilá o de Carcosa, renuncio.
Me tomaré algunos milenios de licencia.
Ya compré lo necesario para tallar madera.
O para plantar tomates.
También eso es importante, y da lo mismo.

*Nelson Guerra, poeta uruguayo.



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