Delia Pasini traduce a Emily Dickinson
Reproducimos a continuación el
post aparecido en el blog alpialdelapalabra, del poeta Esteban Moore, relacionado con
un adelanto de la antología bilingüe de la poeta Emily Dickison,
seleccionada y traducida por la poeta argentina Delia Pasini para la Editorial
Losada, Buenos Aires, 2012.
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Con el señuelo de la primavera
hay un pájaro
que canta para mí sola.
Cuando el verano llega
y las rosas aparecen
el petirrojo se aleja.
Pero no me quejo pues sé
que aunque haya huido,
mi pájaro aprende más allá del mar
nuevas melodías para mí
y pronto volverá.
Sujetas por mano más segura
sostenidas en una tierra más real
son mías.
Y aunque ahora se vayan,
a mi corazón indeciso
tuyas son, le digo.
En un brillo más sereno,
en una luz más dorada
veo
cada mínima duda o temor,
cada nimia discordia
hasta aquí borradas.
Entonces no me afligiré
porque sé que ese pájaro mío,
aunque haya huido,
desde un árbol lejano
una brillante melodía
a mí retornará.
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Su pecho es afín con las perlas
pero no soy buceador,
su frente es afín con los tronos
pero no ostento blasones,
su corazón es afín con el hogar
yo –un gorrión- entrelazo ahí
dulces ramas, mi peremne nido
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¡Los cirujanos deben ser muy cuidadosos
si empuñan el cuchillo!
Bajo sus finas incisiones
se agita el culpable ¡la Vida!
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¡Frenéticas, frenéticas noches!
Si contigo estuviera
el nocturno frenesí
sería nuestro lujo.
Vanos los vientos
para un corazón amarrado
dado con la brújula
dado con el mapa
a remo por el Edén.
¡Ah, el mar!
¡Ah, si esta noche
pudiera en ti amarrar!
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Sentí un funeral en mi cerebro,
el vaivén de los deudos
-arrastrándose, arrastrándose- hasta que
pareció
quebrarse entero el sentido.
Cuando todos estuvieron sentados
el servicio, como un tambor,
redoble tras redoble comenzó
y llegué a pensar que mi mente
enmudecía.
Luego los oí levantar el cajón
y su crujido traspasó mi alma
con botas de plomo, otra vez
el espacio comenzó a repicar
como si los cielos fuesen campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna exótica raza
náufraga, solitaria, aquí.
Después un vacío en la razón, quebrada,
caí, y caí,
y dí con otros mundos al hundirme
y, por fin, supe.
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¡Soy Nadie! ¿Y tú, quién eres?
¿Nadie, también?
¡Somos dos, entonces!
¡Calla!, podrían descubrirnos.
¡Qué tedioso ser Alguien!
¡Cuánto impudor, cual una rana,
repetir tu nombre todo el día
ante una charca admirativa!
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Algunos honran al Señor yendo a la
iglesia
el domingo, yo lo honro quedándome en
casa
con el coral de los tordos
y un huerto por cúpula,
algunos honran el domingo con roquete
yo uso mis alas
y en vez de tañer las campanas
canta nuestro pequeño sacristán,
un clérigo famoso predica
y nunca alarga el sermón,
así que en vez de ir al cielo
al fin, estoy yéndome desde el
principio.
**
Morí por la belleza, pero era exigua
ajustada en la tumba
alguien que murió por la verdad
fue echado en el cuarto contiguo.
Preguntó con delicadeza ¿porqué
fracasé?
“Por la belleza” –respondí.
“Y yo por la verdad, pues ambas son una
somos hermanos” –dijo.
Así, como parientes reunidos una noche,
charlamos de un cuarto al otro
hasta que el musgo tapó nuestras bocas
y cubrió nuestros nombres.
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Creo que la hora más larga
es cuando llegados los coches
estamos esperando la carroza;
parece como si el tiempo
obstruyera las doradas agujas
sin dejar avanzar los segundos,
pero el instante más lento concluye.
Indignante si el júbilo también
acudiera.
Una vez prestado mi tímido servicio
-por decir así, de amor-
recojo el pequeño violín
y más al norte lo llevo.
. Delia Pasini. Nació en Buenos Aires. Poeta y traductora. Publicó Un
decir se repite entre mujeres (1979); Los peces de ceniza (1984); Adiós
en el original (1985); Títere sin cabeza (1991); De
artes y oficios (1998) y Parábola de ciegos (2005.
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