Mercedes Araujo: Somos lo que damos, de María Laura Decésare
Reproducimos a continuación el texto de la presentación -realizada el miércoles pasado, en La Casa de la Lectura-, escrito por Mercedes Araujo, acerca de Somos lo que damos, libro de María Laura
Decésare, editado por Dock Ediciones (2015).
"Quisiera
agradecer la invitación a presentar este bellísimo libro de María Laura Decésare,
ya que en esta oportunidad que ella me da, además de ser ella dando, y yo
recibiendo, estamos siendo en el somos del
título. El Ubuntu de Mandela, la ética de la lealtad, el soy porque somos, el
mutualismo de los anarquistas, el cooperativismo biológico, nos hablan de esta
condición esencial de las especies, mucho menos estudiada y difundida que el
darwinismo pero tan propia y natural de ser en la reciprocidad y en la existencia
solidaria.
Cuando
doy, me doy a mí mismo, decía Withman, en su canto… y desde allí abría así su
camino a ser en el enlace con el mundo, en este canto, en el de María Laura, nos
asomamos desde el somos.
El
somos de varios de los poemas nos incluye en ellos de una manera tan delicada y
potente que al mismo tiempo que leemos estamos siendo sentido en la voz que
habla.
Si pudiéramos escribir sobre lo
escrito y así borrar el silencio como si en un verso se nos fuera la vida, dice
el primer poema del libro.
La
poesía brota y la reflexión filosófica se despliega, como si el lenguaje en
estado germinal hubiese sido guardado en pequeños frascos humedecidos, que
luego del sol, la espera y el silencio, florece en forma de premisa vital, como
esa pequeña voz del mundo de Diana Bellessi, que al elevarse trae música y revelación
del misterio.
En
toda la primera parte del libro, las palabras son la materia del poema y en
ellos se da cuenta de la búsqueda de la palabra como intento a veces absurdo o como
promesa, el lenguaje en flor, creciendo y deshojándose, poemas de la espera de
la palabra como el mensaje en el pico del pájaro que dice, finalmente, qué dice, dice Nada.
Una palabra lleva a otra, sacude
la espesura y parte el cuerpo en dos.
La
silueta humana se deja ver atravesada por la carencia y por la esperanza de la palabra,
tantas veces esquiva, porque la palabra nos desampara pero en esa orfandad nos
revela nuestra naturaleza mutilada. Sí, es un libro sobre el lenguaje pero es
un libro escrito fundamentalmente en la reflexión del lenguaje como
acontecimiento entre dos o entre uno y el mundo, el lenguaje como diálogo que
dispone la posibilidad de ser.
Somos
un diálogo, dicen los poemas, que pudo o no pudo ser, pero en el que la palabra
esencial hace patente lo uno y lo mismo sobre lo que cual nos unimos y es en la
palabra con los otros, humanos o especies hermanas, que nos podemos
testimoniar.
El
cuerpo en sombras, a la espera de la palabra, del lenguaje y del poema, porque estamos
solos pero amparados por un universo que se compadece y nos brinda, sino la
palabra, los paliativos en una cotidianeidad que mirada en silencio se vuelve
vía de acceso al mundo trascendente, siempre y cuando la podamos nombrar.
A
través de un viento sur o de una brisa mínima, leyendo las olas, se llega al
alma y cuando la palabra duda y se demora o no
acepta el salto al poema, podemos escribir versos en el aire bajo una luna de
plata que acaricia la mano o sorprendernos con un colibrí que bebe al ritmo del
aleteo constante y nos hace celebrar la vida.
En
algunos poemas hay una voz que falta y en ese duelo casi desaparece el poema, se
convierte en zona catastrófica, de silencio o de estruendo, de enrarecimiento.
Hasta que advertimos que la voz está, no el cuerpo pero si la voz sosteniendo
el diálogo como el suelo que posibilita el nosotros, el nuestro mundo.
Hay
un decir de la proximidad, como si el diálogo que somos fuera posible en
condiciones íntimas, más que en la palabra, en el susurro. Que no sobre lo
dicho, que no se alce la voz, se trata de arrimarse suavemente, cambiar
impresiones sobre el dolor, el amor, el ser o la soledad.
Todo
cuanto somos puede ser dado en palabras sólo si el corazón es susceptible a la
contemplación y si de la contemplación nace la revelación de ser ante otro. En
el poema Silencio se nos dice:
Una lluvia incesante
detiene el canto de los pájaros
y empaña los vidrios de la casa.
No se oye nada,
ni siquiera la voz de mamá
que reza sentada en su sillón.
¿Por quién reza?
Será por nosotras o acaso
eleva sus plegarias al cielo
para oír en la tarde oscura
la sinfonía de las aves.
La
poesía como ritual eucarístico, como un peregrinar por la experiencia humana,
sacándonos los zapatos y prestando atención a los detalles reveladores, donde
el ser se despliega en su totalidad.
La
poesía como vitalidad del encuentro, con la misma felicidad de ese perro que se
arroja sobre la arena y se revuelca, cuerpo contra cuerpo.
La
felicidad y el dolor, sumidos o tensados uno en la fuerza del otro y ambos en
el poema que abre la rendija y nos permite inmiscuirnos en la región de lo
secreto.
Lean
este libro, despacio, detenidamente, a mi entender, se ganará un lugar
privilegiado en el corazón de cada uno de los lectores, porque estos poemas nos
dicen en esos que somos, lo que damos o no damos de nosotros mismos y al
decirnos, nos incluye, nos transforma, nos vuelve lenguaje, sí, pero lenguaje
en conversación, en diálogo."
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