Delia Pasini: DIES IRAE
Es
difícil no sonreír de escepticismo
cuando
todo sucumbe alrededor de la esperanza.
Los
cachorros se apelotonan para darse calor
antes
de que los repartan, con variada suerte.
Los
hombres se venden y se confiesan derrotados.
Las
mujeres guardan el sueño de los hijos y los propios.
El
buhonero ofrece jaulas en alquiler y un pececito de regalo.
Las
viejas de mi casa tienen frío, más de ochenta años
y
no esperan la muerte.
Nadie
quiere la miseria y la obscenidad de los que ostentan.
Sin
embargo,
la
charla es vacía y trivial y postergada y para siempre repetida.
"Nos
vamos en promesas" era un dicho antiguo, de cuando
el
honor era palabra.
La
estupidez crece como la mala hierba, por ignorancia
o
avaricia.
Gestos
que otros desean para sacrificarse obedeciendo.
Sedentarios
destinos sin sosiego.
Discursos
de libertad que esperan ser, alguna vez,
los
consumados hechos que no existen.
Algunos
se abstienen de la carne
para
evitar el sufrimiento de los animales al morir.
Es
su manera de oponerse a la crueldad del hombre.
Vi
agarrotar por su pieles a los lobos marinos,
despellejarlos
vivos.
Vi
a una hembra llorar ante el cadáver de su hijito.
Vi
cachorros de perros ofrecidos en venta, en un mercado de Vietnam.
Vi
degollar corderos para ensartarlos en un asador gauchesco.
Vi
arponear ballenas y estallarlas por dentro.
Vi
cazar y vi a los zorros debatirse en las trampas,
royéndose
las patas.
Vi
como el hombre asesina y se proclama justo.
Nada
ha cambiado.
La
imagen es ciega y tantálica y disipa la tristeza.
El
hombre por la calle dirá siempre lo mismo
y
de la misma forma.
Todo
tan previsible
que
para algunos,
un
crimen puede ser encantador y una omisión la huella.
La
forma del poema es una desgracia pasajera.
La
muerte de quien pudo decirlo
sabiendo
que habría de morir por sus palabras.
El
talento de plata no se arrojará, otra vez, a los designios.
La
clave, poseer la clave de la razón
como
bien patrimonial.
¿Tienes
algún negocio que ofrecernos?
El
poeta maldito yace sin palabras.
¿Tienes,
di, algún comercio con quienes arremeten
por
necesidad en esta Sudamérica impotente?
¿Tienes, desgraciado,
comercio
con loros barranqueros
que
viven en murallas de rencor de cara al viento?
Rencor.
Palabra
teñida de humillación y salvajismo.
Palabra
macho.
Encerrada
en venganzas de llorón, que golpea con saña.
No
quiero más una tierra de gritos y de muerte.
* Del libro Títere sin cabeza.
** Delia Pasini (Buenos Aires, 1947).
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