¡Y
si después de tantas palabras,
no
sobrevive la palabra!
¡Si
después de las alas de los pájaros,
no
sobrevive el pájaro parado!
¡Más
valdría, en verdad,
que
se lo coman todo y acabemos!
¡Haber
nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse
del cielo hacia la tierra
por
sus propios desastres
y
espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más
valdría, francamente,
que
se lo coman todo y qué más da...!
¡Y
si después de tanta historia, sucumbimos,
no
ya de eternidad,
sino
de esas cosas sencillas, como estar
en
la casa o ponerse a cavilar!
¡Y
si luego encontramos,
de
buenas a primeras, que vivimos,
a
juzgar por la altura de los astros,
por
el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más
valdría, en verdad,
que
se lo coman todo, desde luego!
Se
dirá que tenemos
en
uno de los ojos mucha pena
y
también en el otro, mucha pena
y
en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces...
¡Claro…! Entonces... ¡ni palabra!
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