Macedonio Fernández: CARTA DE MACEDONIO FERNÁNDEZ A BORGES
Gracias María Belén Aguirre
Querido Jorge Luis:
Iré esta tarde y me
quedaré a cenar si hay inconvenientes y estamos con ganas de trabajar.
(Advertirás que las ganas de cenar las tengo aún con inconvenientes y sólo
falta asegurarme las otras).
Tienes que
disculparme no haber ido anoche. Soy tan distraído que iba para allá y en el
camino me acuerdo de que me había quedado en casa. Estas distracciones
frecuentes son una vergüenza y me olvido de avergonzarme también.
Estoy preocupado con
la carta que ayer concluí y estampillé para vos; como te encontré antes de
echarla al buzón tuve el aturdimiento de romperle el sobre y ponértela en el
bolsillo: otra carta que por falta de dirección se habrá extraviado. Muchas de
mis cartas no llegan, porque omito el sobre o las señas o el texto. Esto me
tiene tan fastidiado que rogaría que se viniera a leer mi correspondencia en
casa.
Su objeto es
explicarle que si anoche vos y Pérez Ruiz en busca de Galíndez no dieron con la
calle Coronda, debe ser creo, porque la han puesto presa para concluir con los
asaltos que en ella se distribuían de continuo. A un español le robaron hasta
la zeta, que tanto la necesitan para pronunciar la ese y aún para toser.
Además, los asaltantes que prefieren esa calle por comodidad, quejáronse de que
se la mantenía tan oscuro que escaseaba la luz para su trabajo y se veían
forzados a asaltar de día, cuando debían descansar y dormir.
De modo que la calle
Coronda antes era ésa y frecuentaba ese paraje, pero ahora es otra; creo que
atiende al público de 10 a 4, seis horas. Lo más del tiempo lo pasa cruzada de
veredas en algunas de las casas; quizá anoche estaba metida en lo de Galíndez:
ese día le tocó a él vivir en la calle.
Es por turnos y éste
es el de que yo me calle.
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