miércoles, enero 28, 2015

Eduardo Silveyra: Pistochi

Cortan las ramas sin hojas los loros amarillos, trabajan los animalitos exiliados de un monte talado o una selva incendiada. Chasquidos silvestres en el azul del cielo intenso, fragmento visto, observado entre el ramaje del bananero y las mosquitas negras alrededor de las flores de un ceibo recostado contra la herrumbre de las chapas. Patio de conventillo, estela del andar  de las orilleras, hombres torvos y anarquistas italianos. Libros con páginas impresas en la sed de una fuente y su fortuna. De eso me habla. Plantas acuáticas, cardenal, colibrí, benteveo, torcaza, ofrendas del oasis adueñado por Pistochi en La Boca. A la tarde, riega los girasoles y fabrica pequeños budas de bronce.
La francesita toma nota en un cuaderno de hojas cuadriculadas, escribe, describe, inscribe el eco de Jorge en el cuaderno cuadriculado como un mapa y sus errares. Andanzas y andadas, cuadras y cuadras por La Paternal y barrios cósmicos paso a paso en días y noches de pena o alegría. La Francesita subraya los malabares del mecenas de periplos por el arte de migueles, abuelos y otros luises. La Francesita se acomoda los anteojos y anota los mordiscos, los expresos imaginarios y la multiplicación de los panes calientes en una fábrica tomada junto a los obreros, a la manera de los artistas, es decir: por amor al arte y a sus cinco mujeres.
Tiene un hueso en la mano de un animal impreciso, acaricia la sustancia ósea con la yema de los dedos,  -es la mitad de Shakespeare, dice Jorge. La otra mitad, un puñal, el hueso tallado será la empuñadura. Cosas que él hace con sus manos.
Parece un barco. De noche la casa jorgeliana, es una nave atracada en la calle Olavarría. Desde la baranda del conventillo de arriba un perro nos sigue con la mirada y después se aleja entre las sábanas colgadas. La ventana con la cortina verde iluminada se incrustó en la pared y en la espesura negra de la tormenta. Es una suerte que hayamos atracado al menos por unas horas en esa casa, en ese sueño y en ese barco.

*Poeta y narrador uruguayo, reside hace años en Argentina.


1 comentario:

Horacio Perez del Cerro dijo...

Se nota la impronta cortazariana, muy buen relato entre poética y narrativa. Valdría la publicación de otros de sus trabajos, salud charrua coterráneo.