Eduardo Silveyra: Pistochi
Cortan las ramas
sin hojas los loros amarillos, trabajan los animalitos exiliados de un monte
talado o una selva incendiada. Chasquidos silvestres en el azul del cielo intenso,
fragmento visto, observado entre el ramaje del bananero y las mosquitas negras
alrededor de las flores de un ceibo recostado contra la herrumbre de las
chapas. Patio de conventillo, estela del andar de las orilleras, hombres torvos y anarquistas
italianos. Libros con páginas impresas en la sed de una fuente y su fortuna. De
eso me habla. Plantas acuáticas, cardenal, colibrí, benteveo, torcaza, ofrendas
del oasis adueñado por Pistochi en La Boca. A la tarde, riega los girasoles y
fabrica pequeños budas de bronce.
La francesita toma
nota en un cuaderno de hojas cuadriculadas, escribe, describe, inscribe el eco
de Jorge en el cuaderno cuadriculado como un mapa y sus errares. Andanzas y
andadas, cuadras y cuadras por La Paternal y barrios cósmicos paso a paso en
días y noches de pena o alegría. La Francesita subraya los malabares del mecenas
de periplos por el arte de migueles, abuelos y otros luises. La Francesita se
acomoda los anteojos y anota los mordiscos, los expresos imaginarios y la
multiplicación de los panes calientes en una fábrica tomada junto a los
obreros, a la manera de los artistas, es decir: por amor al arte y a sus cinco
mujeres.
Tiene un hueso en
la mano de un animal impreciso, acaricia la sustancia ósea con la yema de los
dedos, -es la mitad de
Shakespeare, dice Jorge. La otra
mitad, un puñal, el hueso tallado será la empuñadura. Cosas que él hace con sus
manos.
Parece un barco. De
noche la casa jorgeliana, es una nave atracada en la calle Olavarría. Desde la
baranda del conventillo de arriba un perro nos sigue con la mirada y después se
aleja entre las sábanas colgadas. La ventana con la cortina verde iluminada se
incrustó en la pared y en la espesura negra de la tormenta. Es una suerte que
hayamos atracado al menos por unas horas en esa casa, en ese sueño y en ese
barco.
*Poeta y narrador uruguayo, reside hace años en Argentina.
1 Comments:
Se nota la impronta cortazariana, muy buen relato entre poética y narrativa. Valdría la publicación de otros de sus trabajos, salud charrua coterráneo.
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