lunes, julio 08, 2013

Marina Tvestaiéva: ¿A quién obedezco?




"Obedezco a algo que constantemente, pero no de un modo uniforme, resuena en mí, ya sea dándome indicaciones o dándome órdenes. Cuando indica – cuestiono; cuando ordena- me someto.
Lo que ordena es el verso primario, inmutable e irremplazable, la esencia que se presenta en forma de verso. (Las más de las veces como el último dístico, en torno al cual  después crece todo el resto.) Lo que indica es el camino acústico hacia el verso: escucho la melodía, no escucho las palabras. Busco las palabras.
Más a derecha- más a izquierda; más hacia arriba – más hacia abajo; más rápido – más lento, alargar- interrumpir: esas son las indicaciones precisas de mi oído, o –de algo- a mi oído. Toda mi escritura es un continuo prestar oído. Y para poder continuar escribiendo – necesito de constantes relecturas. Si no releo por lo menos veinte líneas, no puedo escribir ni una nueva. Como si desde el comienzo me hubiera sido dada toda la poesía –algo como su cuadro melódico o rítmico-, como si la poesía que en ese momento se está escribiendo (jamás sé si terminará de escribirse) ya hubiese sido escrita en algún lado, con mucha precisión y completamente. Y yo sólo estuviera  reconstruyéndola. De aquí esta continua ansiedad: ¿será así?, ¿no me estaré desviando?, ¿no estaré cometiendo arbitrariedades?
Oír correctamente –esa es mi preocupación. No tengo otra."

*De El poeta y el tiempo, Ed. Anagrama. Traduc. Selma Ancira.

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