Hugo Francisco Rivella: Hugo Chávez...
Dolor
Tengo la sombra rota,
pedaceada..
¿Dónde cava la muerte tanta mierda?
¿En qué círculo dios masca sus ojos?
Por un rato anduve a la deriva,
sin brújula, sin norte,
dando vueltas en mí como un trompo de hielo, con la mirada en cruz,
desvencijado.
Yo sé que hay un espejo que todo lo trastoca.
Así lo vio el imperio: Rimbombante. Ridículo. Déspota. Tirano.
El pueblo en tanto es una lágrima,
la calle San Martín es una lengua roja besando su mortaja,
las huellas invisibles de su rastro han dejado una marca en cada casa, en el morro del alto con sus mujeres pobres, en los ojos del niño que descubren la aurora, en el minero que tiene de roca el corazón, en el Cristo que es parte de la espina y la rosa
Hugo Chávez ha cruzado un límite imposible,
va por Táchira, Zulia, la sabana lo acuna, el Arauca lo sueña galopando y un samán lo cobija como a un pájaro rojo.
Alí Primera le ensueña la garganta, lo lleva de la mano entre la rabia y la ternura,
Los que mueren por la vida, resuena en los bongóes, va por el aguacero de octubre que lo moja hasta calar sus huesos, mientras miles de bocas corean su nombre que de a poco se va volviendo eternidad.
El amor me arrincona con su muerte,
el olvido no podrá con su risa,
sus dientes,
su palabra,
una niña en la sombra lo llena de luciérnagas.
Tengo la sombra rota,
pedaceada..
¿Dónde cava la muerte tanta mierda?
¿En qué círculo dios masca sus ojos?
Por un rato anduve a la deriva,
sin brújula, sin norte,
dando vueltas en mí como un trompo de hielo, con la mirada en cruz,
desvencijado.
Yo sé que hay un espejo que todo lo trastoca.
Así lo vio el imperio: Rimbombante. Ridículo. Déspota. Tirano.
El pueblo en tanto es una lágrima,
la calle San Martín es una lengua roja besando su mortaja,
las huellas invisibles de su rastro han dejado una marca en cada casa, en el morro del alto con sus mujeres pobres, en los ojos del niño que descubren la aurora, en el minero que tiene de roca el corazón, en el Cristo que es parte de la espina y la rosa
Hugo Chávez ha cruzado un límite imposible,
va por Táchira, Zulia, la sabana lo acuna, el Arauca lo sueña galopando y un samán lo cobija como a un pájaro rojo.
Alí Primera le ensueña la garganta, lo lleva de la mano entre la rabia y la ternura,
Los que mueren por la vida, resuena en los bongóes, va por el aguacero de octubre que lo moja hasta calar sus huesos, mientras miles de bocas corean su nombre que de a poco se va volviendo eternidad.
El amor me arrincona con su muerte,
el olvido no podrá con su risa,
sus dientes,
su palabra,
una niña en la sombra lo llena de luciérnagas.
* Hugo F. Rivella: Poeta, músico, maestro (Salta, Argentina, 1949).
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