viernes, febrero 05, 2010

Delmira*: rara ceguera que me borras el mundo...

Ojos-nidos
Para mi madre

Entre el espeso follaje
de una selva de pestañas
hay dos nidos luminosos
como dos flores fantásticas
¡nidos de negros fulgores!
¡de oscuras vibrantes llamas!

Y allá: dentro de esa selva
de follaje negro, espléndido,
en el fondo de esos nidos
como flores de destellos,
¡agita sus ígneas alas
el ave del Pensamiento !

Nocturno
Engarzado en la noche el lago de tu alma,
diríase una tela de cristal y de calma
tramada por las grandes arañas del desvelo.

Nata de agua lustral en vaso de alabastros;
espejo de pureza que abrillantas los astros
y reflejas la cima de la Vida en un cielo...
Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros,
voy manchando los lagos y remontando el vuelo.

Lo inefable
Yo muero extrañamente…No me mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida,
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?…

Cumbre de los Martirios!… Llevar eternamente,
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en las entrañas como un diente feroz!…

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
milagrosa, inviolable!… Ah, más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!

Ceguera
Me abismo en una rara ceguera luminosa
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?

No sé...
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo:
dame tu luz y vélame eternamente . el mundo!

Las alas
Yo tenía...

dos alas!...,
que del Azur vivían como dos siderales
raíces!...
Dos alas,
con todos los milagros de la vida, la muerte
y la ilusión. Dos alas,
fulmíneas
como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas,
como dos firmamentos
con tormentas, con calmas y con astros...

¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?...
El áureo campaneo
del ritmo; el inefable
matiz, atesorando
el iris todo, más un iris nuevo
ofuscante y divino,
que adoraran las plenas pupilas del Futuro,

El vuelo eterno, devorante y único,
que largo tiempo atormentó los cielos,
despertó soles, bólidos, tormentas:
abrillantó los rayos y los astros
¿y la amplitud? : tenían
calor y sombra para todo el Mundo,
y hasta incubar un "más allá" pudieron.

Un día, raramente
desmayada a la tierra,
yo me dormí en las felpas profundas de este bosque...

Soñé divinas cosas...!
Una sonrisa tuya me despertó, paréceme...¡
Y no siento mis alas!...
¿Mis alas?...

- Yo las vi deshacerse entre mis brazos...
¡Era como un deshielo!


*Poeta uruguaya (Montevideo, 1886-1914). Publicó El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910), Los cálices vacíos, El rosario de Eros y La alborada.