miércoles, enero 16, 2008

Acerca de un poema del libro La familia china de María del Carmen Colombo


Por Pere Bessó*

Qué maravilla la revisión oriental del tema de la poesía del amor cortés de las tres hermanas -les tres sorors- cantado por los trobadores hasta la saciedad y que el mismísimo Marqués de Santillana tuvo a bien imitar. Y, más aún, cómo del paradigma tradicional del sometimiento de la mujer china al varón, primero, padre o hermano; más tarde, esposo; finalmente, primogénito... se pasa, desde el propio poema, a la percepción lectora guiadcon maestría a la rebelión. A la toma de conciencia de género a través de la relectura los símbolos, tales que el abanico, el bandoneón del cabello desafiando como trasposición metafórica del oleaje... Y es así que la autoridad paterna y los pre-juicios androcéntricos [ellas son "tintoreras" (1)] se enfrentan a la caída del cabello largo, al desmelenamiento, ondulamiento, furia, desbordamiento y marea de quien se suelta definitivamente el pelo. Exactamente la más china de las tres chinas, que en la estratégia poética de les canzons coincide siempre con la hermana mayor, la que ya tiene experiencia de amigo, aquella que no sólo ha pelado ya la pava -en este caso convendría decir el pavo- y lo ha festejado, sino que tras la fiesta del bosc o ramage lo sigue conservando solícito e inflamado de amores...
Finalmente, una razón de peso: la actitud paternal hacia las hijas que considera "tintoreras" es, en clave ideológica, la revisión del "opio de los pueblos"... Sin duda, es éste un poema que merecería estudio comparativo con lo mejor de dos tradiciones que se cruzan en este hermoso, delicado y sugerente texto. Y que las féminas/femeninas/feministas argentinas deberían de conocer, leer, estimar.

*Pere Bessó (Valencia, 1951). Poeta y traductor. Licenciado en Filología Moderna. Catedrático de Lengua y Literatura Españolas en el IB de Mislata. Tiene una vastísima obra publicada: Herbolari de silencis (Miniatures de Lindes, 1978); Mediterrània ( Premi Pasqual Assins i Lerma, ed. Vila de Catarroja, 1979); L'Alter Ego (Ed. Fernando Torres, 1980); Una Estança a Alessandria (Premi Ausiàs March-Senyoriu de Beniarjó, 1982, Ed. El Cingle, 1983); Prims Homenatges (Iº Accèssit del "Vicent Andrés EstelIés", 1979. Ed. 3i4, 1984); etcétera. El Quadern de Malta, edición bilingüe castellano-catalán (Ed. Libros de Alejandría, Buenos Aires, 2006) es su último libro publicado. Desde principios del 2005 está empeñado en la confección de una Muestra bilingüe de la poesía argentina de la segunda mitad del s.XX desde la perspectiva de género, lo que le ha permitido ir traduciendo algunas de las voces más representativas de ese país.
(1) Independientemente de que en la mal llamada canción española, y por extensión, incluso un toro pueda salir tintorero o tinturero, o el hecho objetivo de que a la esposa de quien tiene por oficio tintar o teñir telas, paños y ropas se le llame tintorera, acá, cerca de Valencia, en la comarca de Liria, y en el pueblo de mi abuela paterna, Pedralba, la que se conocía como la tía Concha la Molinera, hay una variedad de cepa de uva que da una alta graduación, más de 13 grados, y se utiliza para tintar o dar color a otros vinos de mejor textura y paladar exigente.
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Cuando las tres chicas se acercan, el padre cierra el abanico de sus sentimientos, de golpe. Tiene miedo el padre chino de que el calor de sus hijas desplanche las rayitas de su alma, plisadas con suma paciencia por sus antepasados.

El miedo le hace pitar de una boquilla elongada hasta el límite. Chupa del pico el hombre, y de su boca evaporada por el humo se desprenden pensamientos finitos como el perfil de un pez raya.
Es el opio de los pueblos con que carga su boquilla el que lo hace descifrar sus pensamientos en voz alta. "Esas tintoreras --dice de sus hijas-- calientan la pava y después yo salgo hecho una planicie. Qué saben ellas, tan chiquitas, del trabajo que costó a mis antepasados imitar el oscuro abanico de las olas, escama por escama, durante milenios, hasta hacer de mi alma este biombo musical que sólo los hombres chinos saben desplegar con dignidad."

Al escucharlo, la más china de las tres chicas desenrolla el caracol de su rodete en señal de rebelión. Cae ondulado el bandoneón de su pelo, y el padre recuerda el golpe, seco, de una sombrilla al cerrarse.

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