lunes, noviembre 12, 2012

Verónica Viola Fisher: dos poemas




Arveja negra
Tengo un problema:
arranqué los ojos de mi muñeca
 y ya no ve. Desde el noveno piso
lancé con ímpetu al patio interno
de mi vecina un ojito, el izquierdo.
En una alcantarilla, único
ojo abierto que permite
entrar a la imagen hecha cuerpo;
es de saliva poderosa
 seduce agresiva cualquier intento
de entrega externa, la convierte
en interna destrucción. Allí
abandoné el otro ojo que rodó
como una arveja negra.
Mi muñeca: muñón del alma mía
no está ciega, es simple
no tiene en la cara ojos
y su cabeza recuerda
pequeño el patio que se agiganta
a gran velocidad, un agujero.
Yo le muestro
determinada cantidad de dedos, ¿cuántos
hay? le saco la lengua, me burlo
lloro en silencio y no lo nota, la amenazo
y nunca tiembla: Ojos que no ven
 corazón que no siente. Necesito
dos ojos, o un corazón
autosuficiente. Mi lágrima no sabe
parir otros, mi problema es
operar en el hueco
de la mirada. No,
caer en él.

Ex - Profesa
Sin que otros lo sepan ya he profanado todo
 lo que dictaminamos sagrado en nuestro amor
y sin que vos lo escuches digo que sí, yo fui
quien escupió todo reflejo
que apareciera en la noche para ayudar
a vernos. Quemé mis manos perdí la sensibilidad
con tal de aplastar cualquier flama que osase interponerse,
me gusta no verte, no verme,
que te sumerjas todavía en mí
pensando que el líquido es solo flujo
sudor o lágrimas y no descubras
que orino con sangre alrededor
de mi cuerpo para proteger
eso que llamo mi terreno,
mil veces, he humedecido tus labios
con el sabor de esta guerra.


Verónica Viola Fisher (Buenos Aire, 1974). Es poeta, bibliotecaria y coordina talleres de poesía. Publicó varios libros de poesía, entre otros: Hacer sapito, Arveja negra, Notas para un agitador, etc.